LÍBANO
Alfredo Bielma Villanueva


“¿Es el hombre sólo un fallo de Dios, o Dios sólo un fallo del hombre?” gustaba en preguntar Friedrich Nietzche con su acostumbrado pesimismo respecto de la bondad humana. Pareciera que finalmente tiene razón, sobre todo cuando se observa la conducta del hombre a través de los añejos siglos de su historia, de los que no ha pasado uno en el que no se haya mostrado la agresividad característica de su especie. Desde este enfoque tendríamos que coincidir que el ideal de Jesús de Nazaret, por el que sublimemente brindó su vida, no ha sido cumplido pues, a pesar de su noble sacrificio, el hombre no se ha convertido en un ser en el que como principal característica destaque la bondad y la nobleza.

¿En cuál siglo de los que registra la historia humana podemos encontrar que no hayan ocurrido sangrientos acontecimientos provocados por el ansia de dominio del hombre? De hecho, las grandes civilizaciones fueron cimentadas sobre cadáveres de quienes, vencidos por la misma razón que sus victimarios esgrimieron, sucumbieron por la ley del más fuerte. Experiencias históricas que se repiten con tal asiduidad que pudiéramos concluir que la naturaleza típica del hombre es agredir a su semejante para obtener lo apetecido.
Cuando Mahatma Gandhi logró con su perseverante tozudez la independencia de la India blandiendo el arma más terrible-la bondad, la paciencia, el pacifismo- contra la que se pueda enfrentar cualquier ejército opresor, una vez alcanzada la liberación no pudo, sin embargo, evitar la pugna interna de sus conciudadanos (Cristianos contra Musulmanes y viceversa) que terminó por conducirlo a la muerte, no sin antes increparles cuando, acusado de defender a los musulmanes en esa pugna, les expresó: “No les defiendo a ellos; os defiendo a vosotros contra vosotros mismos”.

Ejemplo de singular actualidad lo constituye la guerra en Líbano, en donde la maldad humana ha destruido -autoinmolándose culturalmente- vestigios tan importantes para la comprensión de la historia de ese ancestral pueblo, que lleva entre sus orgullosos orígenes haber sido poblado originalmente por los Fenicios, descendientes de los cananeos que habitaron lo que ahora es Israel y la actual Siria, aproximadamente 1200 años antes de nuestra era.

De allí surgió, como maná esplendente, el alfabeto, un legado que la humanidad no debía olvidar pues, adoptado por los griegos sirvió también a los hebreos y adaptaron los romanos para transformarlo en el latino.


Biblos, Sidón y Tiro, fueron tres de sus ciudades más importantes, cada una con constitución y gobierno propios y cada cual con hegemonía en diferentes periodos de tiempo, pero todas ellas impulsando el quehacer principal que distinguió a este laborioso pueblo con vocación pacifista: el comercio, que extendieron por buena parte del Mediterráneo al que convirtieron como su mejor vehículo de comunicación universal.


Después el territorio de lo que ahora es Líbano ha sido habitado por diferentes pueblos con sus respectivas culturas. Étnicamente tienen raíces entre los griegos, fenicios, asirios, árabe, romanos, etc. pero, siempre la triste coincidencia, los divide la religión. Así, mientras los cristianos se consideran descendientes de arameos, fenicios, griegos y asirios, los musulmanes prefieren considerarse de descendencia árabe.


Tal y como sucede con los Balcanes, con las variantes propias de su historia, cultura y economía, en el Líbano a pesar de habitar un territorio pequeño, la división entre hermanos es de fatales consecuencias. La guerra ha sido de pronto un lugar común, al grado de que Beirut, su capital, con todo el recurso histórico que guarda, a pesar de la riqueza cultural que sus muros y subsuelo encierran, ha sido semidestruida por la barbarie humana, despojando a la cultura universal de buena parte de ese gran patrimonio de la humanidad.


Otrora denominada la “Suiza de Oriente Próximo”, por su calidad de centro financiero de aquella región, que fue destruida por la guerra civil de los setentas entre libaneses, situación que se agravó en 1982 cuando Israel invadió las tierras de la frontera sur. Fraccionado por el sentimiento religioso Líbano ha dispuesto salvar las diferencias organizándose políticamente para que la responsabilidad de Presidente de la República recaiga en un cristiano y que el Primer Ministro sea un sunih y el presidente del senado un chiíta, buscando con este procedimiento terminar con las diferencias civiles.


Conociendo la laboriosidad histórica de este pueblo no asombra que en un territorio, mucho más pequeño (10,452 Kms.) que el ocupado por el Estado de Veracruz, (71,699 km²) llegara a tener 42 universidades; casi cien Bancos; que la proporción de médicos por habitantes sea de uno por cada diez; que el nombre de Líbano aparezca 75 veces en el antiguo testamento; el mismo número que el de Cedros; tiene 18 comunidades religiosas; hay más libaneses fuera que al interior de Líbano; el mismo nombre de Líbano como país es de los más antiguos del planeta. Privilegiado espacio, no padece el desierto; de sus montañas manan 15 ríos. Uno de los primeros pueblos en desplegar las artes de la navegación vivió en estas tierras y conocieron América antes de Colón; sus sitios arqueológicos aún guardan milenarios secretos, como en Baalbek que guarda el Templo romano a Júpiter, que ojala no sean destruidos por la barbarie del hombre. De Líbano se han escrito tantos libros que es difícil resistir la tentación de referir, así sea someramente, la magia histórica de ése espacio terrestre azotado ahora por la desgracia de la peor guerra que pueda presenciar la humanidad, de odio entre hermanos y de discordia permanente con sus vecinos.


Allah, Jehová, Dios, Siva, Visnú, con Mahoma, el Mesías, Jesús, Buda, etc. nos protejan a todos, seres de carne y hueso que por estar hechos del mismo barro actuamos según el artesano que nos formó. De allí quizá la disputa eterna del hombre entre sí, girando en el eterno círculo de la discordia para llegar finalmente al mismo lugar: la nada.


alfredobielma@hotmail.com
septiembre 2007

“JUNTOS SOMOS MÁS QUE VOS


Alfredo Bielma Villanueva



“Juntos somos más que vos” es la frase que retumbó en el recinto parlamentario de San Lázaro el primero de septiembre de 1997 cuando el diputado Porfirio Muñoz Ledo dio respuesta al informe del presidente Ernesto Zedillo. Una inédita expresión que en los últimos tiempos del presidencialismo autoritario se escuchó totalmente arrítmico respecto de la acostumbrada sumisión de los diputados a la figura presidencial. Una osadía con escasos pero orgullosos precedentes en los recintos parlamentarios mexicanos.


Sin embargo, ya no sorprendía que la concluyente expresión fuera emitida por un diputado opositor, mucho menos que la dijera Porfirio Muñoz Ledo quien estaba habituado a situaciones fuera de los acartonados solemnismos. Lo hizo en 1988 cuando interpeló en pleno informe al presidente Miguel de la Madrid, ganándose por ese aspaviento la repulsa de los priístas y de la mayoría de la clase política que no atinaba a comprender el inusitado gesto hacia la investidura presidencial, considerada como intocable y por tal razón debía permanecer inmaculada. Pero de alguna parte debía salir la primera piedra, a la que han seguido muchas más, aunque ya sin encontrar a su paso las enconadas manifestaciones de desaprobación que las primeras.


“Donde termina la esclavitud, empieza la barbarie” decían en la Roma imperialista para remachar que después de la metrópoli nada resplandecía. Así parecían los tiempos de la hegemonía monopartidista en la que nada se movía un ápice sin la autorización presidencial. “El que se mueve, no sale en la foto” celebrada frase de don Fidel Velásquez, el sempiterno líder obrero producto y sostén del antiguo régimen que con esta afirmación ratificaba el inmovilismo a que estaba sujeta la clase política mexicana, cuando prevalecía la armonía en la que la nota principal era la del “Sí, señor presidente”. Después, nada es para siempre, vinieron las primeras protestas en contra de las acicaladas costumbres y- como dijera Venustiano Carranza: “En política, la primera concesión es la que cuenta”- vinieron casi en cascada las actitudes que señalaron el inicio del cambio.


En la perspectiva de la historia los grandes cambios se inician con los pequeños detalles que siempre molestarán a los partidarios del Statu quo; aquellos que no desean cambio alguno, para quienes cualquier conducta que se desvíe del cartabón parecerá siempre deleznable. El revolucionario caminará siempre por espinosos caminos, como ortiga que los conservadores querrán pisar, hollando a su paso todo lo que huela a cambio.


Así sucedió cuando en 1987 los integrantes de la Corriente crítica salieron del PRI envueltos en una ola de vituperios entre los cuales el menos duro era el de “traidores”. A estos, la realidad confortó de los insultos con la enorme ola de adhesión popular expresada en votos en la elección de 1988 cuando, a consecuencia del incierto resultado comicial se “cayó el sistema”, último recurso para desactivar lo que pudo ser la confirmación de una derrota, que por esa estrategia ha quedado encubierta con el velo de lo desconocido.


La historia de México, la más reciente, como todo lo que se mueve en el ámbito de lo social, contiene diferentes mojoneras a partir de las cuales se fija el origen de los cambios. Uno, por supuesto, es el movimiento estudiantil de 1968 que dejó claro que el sistema se había endurecido a tal grado que sobrevino su divorcio con la clase estudiantil universitaria, siempre un fiel reflejo de lo que en la sociedad ocurre. Como inmediata consecuencia el presidente Echeverría abrió espacios a los jóvenes para participar en el sector público y, a la vez, descontinuar a la vieja clase política; incluso inició una tímida reforma que no pasó de reducir la edad para ser diputados y senadores; de la redistritación electoral y de la motivación al voto.


José López portillo formuló su reforma política, que puede ser considerada como la base a partir de la cual se desplantó el actual edificio normativo que rige al país. Con la incorporación de otras fuerzas políticas al escenario electoral se produjo la ansiada pluralidad que al madurar su participación abrió los causes para que la ciudadanía incrementara su participación a través de nuevos órganos electorales.


La crisis económica provocada por las pésimas administraciones gubernamentales de Echeverría y del propio López Portillo propició la llegada de la nueva clase política representada por los tecnócratas que desplazaron a los “políticos-políticos”, sobre todo al ala izquierda del PRI, que se desgajó para formar lo que ahora es el PRD. Ocurría casi simultáneamente y en concomitancia con la adopción del modelo neoliberal en la economía y de esa confrontación surgieron sucesivamente nuevas expresiones del cambio, como los que al inicio comentamos.


Allí empezó el deslave del sistema y el principio del fin del presidencialismo mexicano, que ha dado paso a un papel más protagónico del Poder Legislativo y a la dignificación del Poder Judicial. Son los antecedentes más inmediatos de la Reforma Electoral recientemente aprobada, ahora se abre un nuevo capítulo con el enfrentamiento entre el duopolio televisivo y la clase política. Tiempos de transición, reacomodo de fuerzas, una revolución silenciosa que la espesura de los acontecimientos, por su inmediatez, nos impide ver en toda su extensión, pero es indudable que los cambios allí están. El paso de los años permitirá observarlos a plenitud. Todo va bien mientras no sea, como decía Malroux, un día de fuego y cien años de humo.


alfredobielma@hotmail.com
Septiembre 2007




CLASE POLÍTICA Y MEDIOS

Alfredo Bielma Villanueva

El adelgazamiento del aparato gubernamental mexicano iniciado en los tiempos de Miguel de la Madrid, aceleradamente enfatizado en los de Salinas y finiquitado por Zedillo para ajustarlo a los tiempos del neoliberalismo económico, trajo como consecuencia el debilitamiento y acotamiento de los mandos políticos, lo que finalmente desembocó en el destronamiento del presidencialismo autoritario.


Con la política del libre mercado se multiplicaron los grandes monopolios y las empresas trasnacionales han adquirido tal jerarquía política que les permite disputar cada vez mayores cotos de poder a la estructura del Estado Nacional. Han llevado a los altos mandos de decisión política a sus representantes, tal y como sucedió en el caso de Vicente Fox Quezada. Cualquier duda sobre el particular quedaría despejada por testimonios como los que con frecuencia ventila públicamente Lino Korrodi, quien diseñó la ingeniería financiera del famoso grupo “Los amigos de Fox”. El año 2000 no sólo fue cambio de era para México sino la culminación de un proceso iniciado años atrás para consolidar la alternancia.


Al deshacerse la hegemonía presidencialista, ya sea como mecanismo de defensa ante el nuevo titular del ejecutivo federal o bien porque, una vez despojados de las ancestrales ataduras que los mantuvo en subordinación durante todo el periodo previo a la alternancia, alcanzaron la mayoría de edad, los gobernadores estaduales confirmaron su poder en sus respectivas ínsulas. Ahora cada gobernador se siente dueño de su respectivo solar y aún compite con sus similares rebatiéndoles la calidad de ser los mejor calificados por sus respectivamente fieles conciudadanos.


Venidos de su aún muy reciente sometimiento al poder presidencial algunos ejecutivos estatales proyectan su flamante autonomía con explosivas demostraciones de poder. Ahora escuchamos hasta “valientes” declaraciones y “recias” actitudes que demuestran su “resuelta” actitud ante la federación, como las del gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, quien acaba de declarar: “La Secretaria Zavala hizo una declaración estúpida de que ella no es la responsable de Protección Civil, que no diga tarugadas, esa señora no tiene conectada la boca con el cerebro” (D de X, Nacional 13-IX)


Este mismo gobernador hizo gala de “su” poder adelantando que la legislatura coahuilense no aprobará la minuta con proyecto de decreto de las reformas electorales que el Congreso de la Unión le enviará al cuerpo colegiado estatal para su ratificación. En su argumentación se enreda explicando que con esa reforma se lesionan a las autonomías estatales, olvidando de su parte que el le niega el respeto a la, así sea formalmente, autonomía del Poder Legislativo Estatal.


Con las amarras sueltas ahora los gobernadores se entretienen-con dinero público por supuesto- en el costoso juego de conocer hasta qué grado son aceptados por sus electores, esparcimiento muy productivo del que hacen partícipe a las empresas ocupadas en medir las simpatías de los actores de la arena política. De esta manera nos enteramos que Parametría dice que de los gobernadores de la república mexicana el de Chihuahua es el mejor calificado, pues es reconocido con el 91% de aceptación de sus ciudadanos, quienes reconocen que sus demandas están siendo atendidas por su gobernador. Al presidente Calderón le atribuye el 69 % de calificación, por el “éxito que ha tenido su programa de seguridad pública” (sic).


Según esta empresa los 10 gobernadores más aceptados por sus coterráneos son: José Reyes Baeza con 91%; Chiapas, Juan Sabines con 90%; Tamaulipas 89%; Querétaro Francisco Garrido 88%; Coahuila 86%; Baja California Sur 85%; Campeche 84%; Colima 83% e Hidalgo 82% (D.X. 13-IX) (la lista sólo incluye nueve, el espacio vacante lo puede aprovechar cada connacional, según su Estado, para incluir a su gobernador). Como se observará no aparecen en esta lista, entre otros, ni el gobernador veracruzano ni el gobernador Peña Nieto, éste último uno de los más publicitados en el país (gastó 204 millones de pesos en publicidad en 2006).


Los párrafos precedentes nos pueden servir de preámbulo para deducir que a pesar de la enorme influencia que los medios le significan a la clase política, la minuta que contiene la reforma electoral será aprobada por la mayoría de las Legislaturas estatales, en una demostración de unidad clasista en contra de un poder fáctico que pretende arrodillarlos. Así lo indicaría la lógica, sobre todo al observar que la primera Legislatura que aprobó la Minuta de referencia fue la de Oaxaca. Una actitud del gobernador Ulises Ruiz en congruencia con la firmeza del senado cuando en el 2006 detuvo todo intento de desaparecer los poderes en aquel Estado.


Quizá habrá quien de entre los gobernadores no quiera meterse entre “las patas de los caballos” en el pleito que ya se traen los senadores y el duopolio televisivo; éste último un típico producto del modelo económico neoliberal que confía en su fuerza para enfrentarse al poder de un órgano del Estado y que sabe cómo domeñar a los políticos. ¿Para qué adivinar lo que pronto conoceremos?


alfredobielma@hotmail.com
Septiembre 2007

EL ESTADO Y LA TELECRACIA
Alfredo Bielma Villanueva
Fue una muy especial comparecencia la que tocó protagonizar a los encargados de dar las noticias por radio y televisión en sus diferentes facetas ante la Comisión Legislativa que lleva la agenda de la reforma electoral. La intención fue hacer escuchar la voz de los propietarios de las concesiones; hubo quien de entre ellos expresó algún exabrupto, evidenciando su conocida prepotencia y olvidando, no por rendirles pleitesía sino porque es posible exigir respetando posiciones, que los interlocutores son por dictado constitucional los representantes de un poder investido por el voto ciudadano. El desplante obligó al legislador Pablo Gómez a hacer el recordatorio que las empresas a las que sirven los que allí estaban explotan por concesión un bien nacional. Muñoz Ledo describe mejor la escena: “Los comunicadores, fuera de su trono mediático, se convirtieron en vulnerables corderitos. Impotentes, incompetentes y vapuleados por los mismos a quienes desprecian.”(El Universal, 14-IX)


En gestos y expresiones presenciamos, sin duda, una muy clara y contundente muestra de la forma en cómo estamos cambiando en diversos ámbitos, particularmente el político. No hace mucho tiempo, al finalizar el sexenio de Vicente Fox, el entonces Secretario de Gobernación era señalado como el principal impulsor de la “Ley Televisa”, en la que se favorecía tan ostensiblemente a las televisoras que algunos legisladores, no muchos por cierto, encabezados por Manuel Bartlett y Javier Corral Jurado, interpusieron amparo contra el sumiso mayoriteo que aprobó sin leer aquella Ley.


Meses después la Suprema Corte de Justicia dio marcha atrás a la norma en comento, lo que fue otra irrefutable señal del cambio porque ¿quién hubiera imaginado en el viejo régimen una actitud de tal naturaleza en la que un Poder oponía la razón del derecho contra la desenfrenada obsecuencia de otro Poder en un asunto promovido por el interés del Ejecutivo?


Para nadie es un secreto la enorme jerarquía política que, como poder fáctico, tienen en nuestro país los medios de comunicación, especialmente las televisoras. Hacen y deshacen imágenes de cuanto actor político o artístico se opone a sus designios o simplemente osa cruzarse en su camino. Su influencia es tal que convierten cualquier asunto en noticia principal con fines de distracción o simplemente para demeritar o enaltecer a cualquier persona o acontecimiento. Hay un sinfín de ejemplos:

Por efectos de la frágil memoria del pueblo, masa informe-¿la tendrá?-, a nadie extrañaría que del tenebroso caso de “El Chupa Cabras” ya no tenga recuerdo alguno, a pesar de la intensidad noticiosa con la que día a día de manera periódica insistían los medios sobre ése asunto que a muchos aterrorizaba y del que nadie podía dar constancia pero que todo el mundo aseguraba ser testigo. Era un magnífico señuelo lanzado a un pueblo en desgracia económica con el propósito de distraer su atención y mantenerla alejada de su diario padecer; el retiro y vuelta de la noticia se movía al ritmo de la crisis. Aunque esta no ha desaparecido, habrá que coincidir en que los números de la inflación ya no son de dos o tres dígitos.


En cambio de tema, los fogonazos del Popocatepetl fueron nota cotidiana, de improviso esta desapareció, no así las exhalaciones del volcán. ¿Se habrá olvidado aquel episodio de la ayuda humanitaria mexicana a los damnificados del Tsunami filipino, cuando la televisión reseñaba el avance del pequeño buque en su travesía diaria? o aquella noticia que se mantuvo una semana en la cartelera noticiosa sobre los náufragos que por nueve meses bogaron sin destino en el proceloso mar del pacífico (¿alguien recuerda que hasta una película dijeron que iban a filmar?), estos y otros distractores más son ejemplos paradigmáticos de la forma en cómo se las gasta “nuestra” televisión para, cuando así conviene, distraer la atención del pueblo.


Para abundar en el caso, recordemos la profusa y cotidiana información televisiva acerca de Oaxaca que hacía sentir que en ése Estado todo se convulsionaba. Ahora, ¿Habrá quien crea que el problema social y político que vive Oaxaca concluyó con los apabullantes resultados electorales de carro completo para el PRI en su reciente proceso electoral? O, en sentido contrario, cabe otra pregunta ¿porqué después de aquella elección de pronto desapareció Oaxaca de los noticiarios televisivos? ¿Acaso sólo fue un conflicto artificial al que los medios dieron extraordinaria difusión por razones que quienes lo indujeron conocen muy bien? Sería simplista atribuirlo al hecho de que por llevarse el carro completo el gobernador priísta convenció a su pueblo de las bondades de su gobierno. El caso es que, de pronto, como por encanto, Ulises Ruiz dejó de ser la noticia principal en los medios. Quizá la empezaremos a escuchar de nuevo en cuanto se acerque el tiempo de los comicios para elegir a las autoridades municipales del Estado vecino.


Al inicio de la semana que concluye el tema televisivo principal fue la “heroica” defensa que el duopolio hizo para “salvar” a la democracia al salir en defensa del Consejero Presidente del IFE a quien convirtieron en víctima propiciatoria del “ataque de los legisladores”. El trasfondo era evitar que la reforma electoral tocara sus intereses, cifrados en miles de millones de pesos, porque la reforma electoral incluye los tiempos oficiales para difundir en períodos comiciales la propaganda política de los partidos. Cuando el Senado, dando oídos sordos a la exigencia de los dueños de las concesionarias televisivas, no dio reversa a su proyecto de Decreto, aprobando la reforma a los artículos 6°, 41, 85, 99, 108, 116 y 122, y adicionando un párrafo al artículo 97 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, entonces se olvidaron de Ugalde porque ya es historia y ahora luchan por salvaguardar, según ellos, “la libertad de expresión”.


“No se equivoquen. Podrán doblar a mas de un político, pero nunca quebrar al Estado”, les dijo Beltrones. “Apenas empiezan los cambios profundos. Hay muchos grupos de interés que reordenar. La finalidad de la reforma es que pensemos mas en la Constitución y menos en la televisión”, dijo Santiago Creel, acaso como mea culpa de su protagónico papel al impulsar la ley Televisa en 2005. Cambios de rumbo en nuestro país que refrescan el ambiente, aunque lo coetáneo del evento nos impide dimensionarlo en todo lo que vale porque son parte de la transición y confirman el avance hacia un nuevo régimen. La perspectiva de los tiempos nos dará más luz sobre este particular.
La colegisladora votó en el mismo sentido pero, siempre el pero del pesimista, este pleito lo protagonizan la oligocracia y la partidocracia contra el duopolio televisivo.

¿Quien de entrambos interpretará el sentir y los intereses del ciudadano? Al teleadicto ni preguntar, porque, dicho esto con todo respeto, semejante al cordero sólo atinará a repetir lo que ve y escucha; si responde su respuesta será mecánica, inducida en una mente nada reflexiva, éste es el capital de las televisoras y a él éstas se atienen.


alfredobielma@hotmail.com


Septiembre 2007





SALVEMOS EL AGUA



El jueves 6 de septiembre la Fundación Salvemos el Agua presentó su programa de conferencias sobre el trascendental tema que a todos interesa por igual; al menos así debería ser. El programa se está implementando y consiste en conferencias y pláticas impartidas en escuelas primarias y para educandos de los niveles medios y superior. En el evento de referencia se proyectó un video en el que por espacio de 15 minutos pudimos apreciar el gran daño que le hemos provocado al planeta tierra. Observar una minúscula porción de ese daño nos aterró porque refleja el grado del peligro en que vivimos; no por cierto unos cuantos sino la humanidad entera.


Mucho de lo que a la naturaleza ocupó miles de años en desarrollar, el hombre, ese gran depredador de su propia existencia, lo ha echado a perder. En poco menos de cien años ha ensuciado el aire, los ríos y los mares de tal manera que, si se midiera en términos de perfección el daño ocasionado, nada de perfectible quedaría.


La quema de petróleo, utilizado como mecanismo de propulsión es el uso más rústico que puede dársele a este recurso no renovable, es una de las principales causas de la polución ambiental y a pesar que la petroquímica ha descubierto otros inmejorables usos, por intereses económicos no es posible aplicarlos. Pero es un incontrovertible hecho el que ya existe la tecnología para impulsar a los automotores con otro combustible diferente a la gasolina y al diesel, sólo que la economía de guerra estadunidense no lo permite; las “siete hermanas” que forman parte del poder mundial y son las que realmente gobiernan al imperio, no se dejarán vencer.


El deshielo generado por el sobrecalentamiento terrestre es una seria amenaza a las costas del planeta. Ahora mismo estamos observando cómo se multiplica el número de tormentas tropicales y ciclones que azotan nuestras costas, ello es debido al calentamiento de las aguas del pacífico sur que es donde se generan estos fenómenos y la corriente del golfo los trae a nuestras costas; su capacidad para dañar se ha incrementado sustancialmente y todo indica que serán aún más destructivos. De los intensos y largos periodos de sequía pasaremos casi abruptamente al de las torrenciales lluvias que inundarán con violenta capacidad destructiva cualquier poblado próximo a los ríos y arroyos del país. Como el daño a la atmósfera es irreversible al menos en una generación, por el deshielo, las zonas costeras están destinadas a convertirse en áreas de desastre. ¿Catastrofista? Léase el protocolo de Kyoto para disipar dudas.


Lo grave, vergonzoso y patético de esta realidad es que éste es el planeta que heredamos a nuestros hijos y nietos, pues somos directamente responsables de lo que ocurre en la tierra. ¿Quién en México ha levantado la voz de alerta? Sin duda ha habido heroicas demostraciones, pero la periodicidad intermitente o no continuada de ese esfuerzo las ha hecho parecer como proclamas en el desierto, ante oídos sordos y disimulados, que esperaron, como nosotros, que el que viene resolviera el problema que fatalmente ya padecemos.


En tan solo 50 años en México se han perdido millones de hectáreas boscosas, producto de la tala inmoderada y de las medidas desacertadas de gobiernos como el de Luís Echeverría al disponer la colonización de la selva del Uxpanapa, dizque para convertirla en el granero mexicano. A cambio del ecocidio, que implicó la deforestación de ese importantísimo espacio terrestre, se obtuvo la necesidad de llevar a costos onerosos los servicios públicos que toda congregación humana requiere. Con la errónea disposición se crearon comunidades paupérrimas y en pavorosa desproporción la humanidad perdió un pulmón del continente americano.


Refresca el entusiasmo el que en el evento de Salvemos el Agua se haya contado con la destacada presencia de la Lic. María Elena Herrejón, apasionada y eficiente defensora del medio ambiente, lo que es una garantía de que esta Fundación se aplica con seriedad a sus propósitos de concienciar a la ciudadanía veracruzana para que tratemos mejor al nada renovable recurso que es el agua. Se recuerda a la Lic. Herrejón como impulsora y organizadora en 2004 de la Marcha por la Seguridad en el Distrito Federal, un inédito movimiento cuya convocatoria despertó la conciencia ciudadana, y obligó, así fuera eventualmente, al gobierno de Vicente Fox, de escaso compromiso social, a tomar cartas en el asunto.


La asistencia de la Lic. María Elena Herrejón al acto de la Fundación Salvemos el Agua es alentadora, de igual manera entusiasma la presencia de representantes de los gobiernos del Estado, DIF y Desarrollo Social, y Sedesol de la Federación pues sólo conjugando los esfuerzos de la ciudadanía con los de un sector público comprometido será posible obtener resultados tangibles. Lo importante ya está en marcha porque no es fácil encontrar ciudadanos comprometidos con la defensa del medio ambiente tal como lo demostró la Lic. Herrejón en la Ciudad de México al iniciar un movimiento para hacer conciencia de que las mascotas, perros principalmente, no defequen en vía pública y si lo hacen el propietario se encargue de recoger las heces. Un problema de conducta citadina que se vive por doquier, y que a todos corresponde aportar su grano de arena si queremos una mejor calidad de ambiente. Por lo pronto, Salvemos el Agua.


alfredobielma@hotmail.com
Septiembre 2007

HACIA EL NUEVO RÉGIMEN




Inmersos en el proceso electoral veracruzano, atentos a su devenir y a sus sorprendentes resultados, eventualmente perdimos de vista el relevante expediente de la Reforma del Estado. La transición del Antiguo Régimen a uno nuevo está en pleno proceso, las viejas formas se resisten a desaparecer y las nuevas están en vías de resolverse a través de intensas negociaciones cuya agenda se enmarca ahora en el Congreso de la Unión. Esto último significa ya por sí mismo una expresión del cambio, porque en el Antiguo Régimen era impensable cualquier acción política que no surgiera y se definiera en y por el autoritarismo presidencial, dejando a las Cámaras legisladoras la pasiva ratificación de las medidas.


En la agenda del Congreso se encuentran asuntos de trascendencia nacional que una vez resueltos darán paso al marco normativo del Nuevo Régimen; allí están la Reforma del Estado, que lleva implícita la Reforma Electoral, la Reforma Hacendaria, y que debe incluir la modificación del régimen fiscal para la moribunda empresa, desde el punto de vista financiero y administrativo, que paradójicamente aporta buena parte de los ingresos fiscales al gobierno federal: PEMEX.


“La tragedia de nuestro tiempo es la política”, gustaba en decir Napoleón. Si consideramos la distancia en tiempo de cuando el héroe francés expresó esa frase y recordamos cuántas se han formulado en el mismo sentido, tendremos que concluir que no deja de ser sólo un enunciado que se emplea cuando los demás no se ajustan plenamente a nuestros deseos. En contrapartida, tendríamos que concluir que sin la sensible mediación de la política resolveríamos nuestras diferencias a través de la fuerza y el victorioso resultaría por lógica el mejor dotado físicamente, el tecnológicamente mas avanzado, el mas desarrollado económicamente, el bélicamente más fuerte etc. pero es dudoso que ese triunfo llevara implícita la fuerza de la razón.


La Reforma Política en nuestro país es un proceso que se ha venido diseñando a través de un largo espacio de tiempo, cuyo inicio se pudiera fijar a partir de la famosa Ley electoral del presidente López Portillo; después, estimulada por la conflictiva elección de 1988, la normatividad electoral progresó con la vigencia del Cofipe, hasta llegar al año 2000, fecha que en nuestra historia nacional marca el año de la alternancia. Políticamente, la escisión de los fundadores de la corriente crítica al interior del PRI, con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo a la cabeza, cuando el PRI perdió buena parte de su ala izquierda, es otra de las etapas a considerar en el camino hacia el cambio.


Desafortunadamente, el desempeño del mandato foxista fue un lamentable fracaso que, debido a la rústica ignorancia del titular del ejecutivo federal, impidió avanzar hacia la transición y esto ha ocasionado que aún no hayamos concluido el proceso hacia el cambio de régimen.


La transición involucra la importante participación de los partidos políticos a los que es urgente convertir en auténticos factores del cambio, fundamentalmente para que sirvan de conducto a la ciudadanía por los que ésta exprese sus propuestas ante la clase política y que ésta haga propia esa manifestación, cual debe ser en un sistema político que se precie democrático.


De entrada es manifiesto que el sistema partidista actual carece de convocatoria social; de inmediato se observa que los partidos políticos no están dialogando con la sociedad. Son, simplemente, instrumentos de carácter público protegidos por nuestra Constitución General que se han utilizado para conservar el poder en manos de las clases políticas desligadas de los sentimientos de la nación.


El pragmatismo político, que a su vez produce el transfuguismo y el trapecismo políticos, ha invadido todas las esferas de poder al grado que el partidismo ha penetrado con fuerza en la administración pública e infortunadamente ha irrumpido en las instituciones creadas para manejar lo electoral y otras para controlar el ejercicio del recurso público. Esto degenera en un divorcio de la clase política con la sociedad, que no se ve genuinamente representada porque el espectro ideológico es inexistente. Lo que da como consecuencia la inconformidad social y la impotencia ciudadana que no encuentra la forma de que sus demandas sean fielmente interpretadas.


Por su parte, la clase política una vez adueñada del poder utiliza todos los medios a su alcance, válidos o no, para retenerlo, sin importar si este tiene o no un sustento social o que para su consecución se haya respetado el marco normativo en vigor. Así lo expresan con meridiana claridad las elecciones federales de 2006 y lo ratifica el modus operandi que prevaleció en el más reciente proceso electoral veracruzano. Para comprobarlo, bastará con intercambiar conceptos con representantes de las diferentes parcialidades partidistas que, para justificar los procedimientos utilizados para triunfar, alegan y no sin razón, que la parte opositora hacía lo mismo.


Por todo esto es importante la Reforma del Estado, en ese sentido el destino del país está depositado en-así se desea- la conciencia y el trabajo serio y responsable de los legisladores que tienen bajo su responsabilidad crear el marco normativo que haga posible que alcancemos la auténtica transición.


alfredobielma@hotmail.com
Septiembre 2007

LA VICTORIA

Alfredo Bielma Villanueva


Cada ocasión en que se resuelve una competencia surge como por automático encanto la eterna frase: “La derrota es huérfana, el triunfo tiene mil padres”. Esto es debido a que la condición humana aparta la mirada del fracaso para orientarla hacia la luz del éxito tendiendo los brazos al vencedor y echando al olvido, cuando no menospreciando o llenando de improperios al vencido. En el trance de la victoria todos reclaman su parte exagerando incluso el papel que desempeñaron.


Ahora que es irreversible e indiscutible el resultado electoral obtenido por el PRI, por el que los partidos de oposición fueron sometidos a una estrepitosa derrota, irrumpen las desaforadas loas para el gobernador veracruzano, que es elevado por propios y extraños casi a la categoría de un semi dios político. Son los días de vino y rosa, esa es la gran diferencia entre emerger victorioso de la contienda a ser el subyugado. Mientras estos viven la soledad de la derrota al vencedor le sobra compañía, los eternos chupa miel son, paradójicamente, aquellos cuya actual conducta sería diametralmente opuesta si el resultado hubiera sido adverso.


Aún sin la euforia del ferviente admirador, al margen de consideraciones éticas, sería insensato negar el papel determinante de la indiscutible eficacia operativa, acompañada por la innegable experiencia que el gobernador Herrera Beltrán tiene en estos menesteres, que hicieron posible que se lograran satisfactoriamente los objetivos. No reconocerlo equivaldría a prístina estulticia. En el rango de lo pragmático ha sido una lección de realismo político; actuó conforme al libro de la experiencia, “palo dado ni Dios lo quita”. Que no fue una elección modelo de completo apego a la normatividad es indudable, pero atendiendo al resultado fue impecable porque los contendientes indistintamente jugaron con reglas fuera de lo permitido.


En la fría observación de los hechos se concluye una etapa política que se avizoraba problemática en extremo. O la percepción era incorrecta o la fuerza de los números inhibió todo intento de protesta, en todo caso estas habrán de estar fundamentadas porque la formalidad jurídica así lo exige. Políticamente se podrá hablar de una elección de Estado que rompió con los cánones normativos pero, si bien el asunto es de una obvia y manifiesta verdad, el Tribunal querrá la contundencia de la prueba. El caso es que ésta, siendo tan evidente, (“lo obvio es invisible”), no se encuentra por ninguna parte. Magia electoral.


La contundencia del golpe ha sido de tal naturaleza que los derrotados aún no asimilan el castigo, no atinan a raciocinar del cómo y el porqué de estos resultados. ¿En qué se falló?, ¿Por qué teniendo el inmensurable apoyo de los programas asistenciales del gobierno federal el resultado ha sido tan catastrófico para el PAN? A leguas se puede observar que ni aprendieron de la experiencia oaxaqueña ni esperaron que ésta fuera aplicada en la misma dosis en Veracruz. A fuerza de estarlo viendo y confrontando se olvidaron de la destreza del operador, y en ese pecado llevaron la penitencia.


En otra cultura política este es el momento en que las cabezas responsables del desaguisado ya estuvieran rodando, bien por dignidad o por no resistir el tremendo peso de la culpa; parte de la cual, obviamente la tiene el vencedor. Sin embargo, déjese el beneficio de la duda para que cada quien explique su particular enfoque, no olvidemos que al cargar con la derrota también llevan a encima el costal de improperios proferidos por quienes, si la suerte les hubiera sonreído, ahora mismo, obsequiosos, quemarían incienso a su persona. Condición humana.


En estos recientes comicios, como elección intermedia, estaba en juego el futuro del gobierno y del partido oficial; en la arena política se planteaba la ratificación o el rechazo a la profusamente propalada popularidad del gobernador y el refrendo a sus acciones de gobierno, el veredicto electoral ha demostrado que el ciudadano veracruzano le tiene confianza a Fidel Herrera. Si hubiera otra lectura habría que esperar a que se desvanezcan los humos de la batalla, por lo pronto el PRI volvió al escenario de sus mejores días.


El 2 de septiembre la ciudadanía veracruzana eligió a sus representantes en el Congreso local y a las autoridades municipales, todos los partidos contendieron; tres fueron los protagonistas principales, mas bien dos. Se antojaba una contienda pareja, de desenlace difícil de imaginar y, sin embargo, el resultado fue tan apabullante que cualquiera juzgaría a los analistas ciegos de remate por no haberlo previsto. No era posible hacerlo, simplemente el resultado ha sido el menos imaginado, un contexto nada predecible, aún para los protagonistas principales, excepto-alguien lo dirá- el gobernador del Estado. ¿Lo visualizó así? ¿Quién pudiera saberlo?


alfredobielma@hotmail.com
Septiembre 2007


IRONÍAS



En toda sociedad democrática una jornada electoral es la fiesta de todos, porque representa el día en el que la voluntad general se expresa para señalar colectivamente el camino a seguir. Es un acto de voluntad formulado a través del voto. De éste simbólico acto surgen y se legitiman las autoridades que tendrán el solemne compromiso de servir con lealtad e indistintamente a quienes le depositaron su confianza. Así, la voluntad del pueblo es, debiera ser, la que manda, porque mantiene el poder y en un acto de voluntad sólo lo delega en quienes confía.


Tal es la teoría de la voluntad general, así nació el Estado Moderno en occidente, en su faceta de la representatividad. Por el tiempo transcurrido no todo es teoría ya, es costumbre, es también vocación y en México incipiente cultura democrática que se abre camino a golpes de experiencias.


Irónicamente, en nuestro desarrollo sociopolítico hemos llegado al extremo de convertir a las autoridades que creamos en entelequias ajenas a nuestra voluntad; las entronizamos de tal manera que en pequeñas elites nos impone condiciones. Lo curioso es que prevalece su autoridad con el poder que nosotros le hemos delegado; de repente enajenamos nuestra voluntad a un reducido grupo de personas cuyo poder impone criterios ajenos a la voluntad de la mayoría.


En esta lógica, provoca irritación observar cómo, en vistas a las elecciones veracruzanas del 2 de septiembre, los gobiernos federal y el estatal están enfrascados en una contienda política en la que ponen en medio a la sociedad, a la ciudadanía que les dio el cargo, como si esta fuera un simple objeto de su discordia, maleable a los dictados de sus respectivos intereses.


Nuestra incipiente democracia está ayuna de madurez y esta se refleja en la actitud ciudadana al emitir su voto. En México no exigimos a los candidatos seriedad en sus planteamientos, en cambio, les permitimos hacer ofrecimientos que de antemano sabemos que no van a cumplir. Al estar convencido el ciudadano que el pretenso no cumplirá lo que ofrece y no hacerle reclamo alguno, se convierte en un cómplice pasivo de sus mentiras, de allí que cuando desempeñan el cargo gracias a su voto, cuando ya picó el anzuelo, hacen de todo menos cumplir.


Por este mecanismo se produce el divorcio entre la ciudadanía y el “representante popular”, porque durante la campaña no se estableció ningún vínculo que obligara a compromisos y, en última instancia, porque nunca existió identificación alguna entre candidato y sociedad; aquél ofreciendo quimeras y esta mostrando su indiferencia, producto de tantas decepciones y de su ya permanente rechazo a la clase política.


Un presidente de la república, un gobernador, un senador, un diputado o un presidente municipal deben su posición al voto popular. Su mérito es haber alcanzado la oportunidad para ser votado; un mérito que es, por cierto, producto de una lucha política, en la que con frecuencia no se dirimen virtudes sino circunstancias, negociaciones y oportunidades del prospecto. Es decir, no votamos por la inteligencia del candidato sino por un conjunto de elementos que incluyen simpatía, si la tiene; los obsequios que repartió; la propaganda de persistente reiteración que arraiga nombre e imagen en radio y televisión o en la calle, o por que es familiar de un amigo o, también cuenta, por el partido que lo postula.


También acontece, y es frecuente, que teniendo la disposición de votar se emita el sufragio simplemente como voto útil, en el contexto de candidatos que no convencen y se inclina por el que considera el menos malo. Ya se sabe que al votar no fijamos la atención en las propuestas del candidato, porque esto en vez de estimularnos nos inhibiría las ganas de votar.


En fin, aunque el proceso electoral que recientemente padecimos sea uno de los más sucios y violentos, que ni de lejos pudiéramos tomar como ejemplo de una impecable jornada de proselitismo. Aunque hayamos observado que en las obvias desavenencias entre los gobiernos federal y el estatal nada tiene que ver el beneficio de los veracruzanos; a pesar de ser testigos de una incruenta (¿?) pugna por convencer-¿o engañar?- al electorado acerca de los supuestos buenos propósitos de los candidatos, los ciudadanos veracruzanos tenemos éste 2 de Septiembre la oportunidad de escoger a nuestros diputados y alcaldes. Una oportunidad que sólo es posible en la democracia. Hagámosla propicia.


Hagamos del voto un ejercicio de voluntad ciudadana que exprese nuestro sentir respecto de los partidos políticos. La orientación que le demos a nuestro voto tiene gran importancia. Mas vale equivocarnos que vivir tres años rumiando la hipótesis de nuestra abstención.


Votemos, así sea para hacer útil el enorme caudal de recursos derrochados en la organización del proceso y en las campañas proselitistas; por el Amarillo, Azul, Blanco, Colorado, Naranja, Rojo o Verde, el que usted guste escoger. Finalmente, salvo contadas excepciones, ninguno convenció y sus ofrecimientos fueron similares. Lo importante es expresar nuestra voluntad. Después dejemos que el Tribunal de lo electoral y el ministerio público hagan su trabajo, que seguramente no le faltará.


alfredobielma@hotmail.com
Septiembre 2007