LA METAMORFOSIS

Alfredo Bielma Villanueva




Después del fatigoso proceso de selección de candidatos, los partidos políticos pasarán a la etapa del registro de candidaturas para, finalmente, enfrentarse de cara a la sociedad. Los aspirantes a diputados y a ediles, a semejanza de un nadador, están listos para lanzarse al agua y prestos nadar para llegar el primero a la otra orilla, e busca de ser reconocidos como los vencedores en la competencia


Los candidatos, con la natural incertidumbre que provoca lo que vendrá, se enfrentaran a ese monstruo de mil cabezas en que de pronto para ellos se convierte el Leviatán ciudadano, a cuyo interior cada cabeza es un voto y frente al cual habrá que esbozarse una permanente sonrisa que, según se vaya apreciando la tendencia, podría convertirse en mueca de desaliento o en alegre manifestación de júbilo.


¿Cuántas reflexiones vendrán a la mente de los y las candidatas? La primera, quizá, sea para recordar que ya no hay elecciones seguras y que enfrente hay una ciudadanía más enterada y más participativa, aunque no lo suficiente como para ir más allá después del voto en defensa de su voluntad comicial. Otra reflexión, esta aunada a la natural preocupación por el destino inmediato, es la de persuadir a esa masa que está allí enfrente en tono de desafío y crítico, retando: ¡convénceme!; mientras interiormente calcula: ¿cuánto costará “convencer”?


En la arena pública los veremos recorrer colonias marginadas, mercados, hospitales, escuelas, calles céntricas, etc. invariablemente repartiendo saludos a diestra y siniestra, la mano siempre extendida, presta para la palmada y la expresión a flor de labios: vota por mí. El “cómo te va, salúdame a fulano de tal” se vuelve cliché; No faltará el beso a un niño o niña, el tierno abrazo al anciano o anciana, imágenes congeladas de cualquier campaña, estereotipos ya asignados y hasta arrogados, por quienes busca el favor ciudadano.


Él o la candidata del PRI añorarán tal vez los tiempos del poderío hegemónico de este partido, cuando, por el sólo hecho de ser su candidato, se tenía ya el pasaporte seguro al cargo; tiempos idos que, como las gaviotas de Bécquer, aquellas que aprendieron los nombres del éxito permanente, esas ya no volverán. En el PAN, en lontananza recordarán los esfuerzos de sus predecesores para enfrentar los difíciles días de la brega diaria en oposición a todo un sistema, contra el que invariablemente chocaban sin poder pasar adelante por los fraudes cometidos en su contra. Sin embargo, discípulos avanzados y avezados han podido demostrar que las lecciones fueron puntualmente aprendidas.


En el PRD tendrán tal vez presente que la experiencia de aquellos años de la militancia clandestina y las interminables luchas callejeras “para derrocar al sistema” ya pasaron y que tuvieron la oportunidad histórica de concretar anhelos cuando brotaron como la espuma en un boom político que los llevó a ser considerados como la segunda fuerza política nacional, pero que no creció más y se está deshaciendo entre dogmáticas y sectarias manos debido a las estériles pugnas internas que los han menguado. Quizá piense el candidato perredista que para ganar basta con la enhiesta figura de sus líderes, olvidándose que el afecto multitudinario es particularmente para el prócer y que la lucha es cuerpo a cuerpo con el adversario en una muy concreta realidad.


En Convergencia observarán en retrospectiva los avances que van obteniendo y que en el panorama veracruzano, por las característica de su líder, encuentran condiciones propicias y terreno abonado; tienen, como el PRD, guía que los acompaña, lo demás es cosa del “yo y mis circunstancias”. Nueva Alianza, con su poderoso motor sindical fuera de borda tenderá a crecer y los pronósticos son optimistas, al menos mientras que el buen fario del piloto perdure; después, ¿fatalidad histórica?, se repetirá el destino de la CTM., del Sindicato de Petroleros, de Ferrocarrileros, etc., El PT. No alcanza a despegar y se afana por que no le ocurra lo que al PST o al PSUM. Quien conoce el camino llega a Roma, pareciera decir la dirigencia del PRV, que en su primera competencia electoral obtuvieron ganancia; poco vivirá quien no conozca el desenlace de las próximas elecciones.


No hay nada para nadie, y quizá en este sentido nuestra incipiente democracia esté madurando, porque al menos ya no hay seguros vencedores; ya no se conoce de antemano al triunfador; el Estado ya no maneja ni organiza las elecciones y, sin embargo…hay que derrotar al abstencionismo.


En el transcurso de las campañas de proselitismo habrá metamorfosis: se verá a quien vaya resultando el vencedor que paulatinamente ya no será el mismo. Ya no saludará con la misma sonrisa de petición de cuando fue candidato, ya no más la mano extendida para el saludo, ahora ya no se sentirá solo, lo acompañará el poder. Y el poder significa, entre otras expresiones, docenas de peticionarios de trabajo, centenas de aduladores, celulares en ristre manejados por auxiliares porque será una forma de esconderse, además ¿cómo contestarlo personalmente, estando tan “ocupado” como se está?


De repente aquel muy buscado ciudadano-voto desaparece de la perspectiva del ya funcionario, porque desde este nuevo enfoque se ha convertido en un molesto pedigüeño: agua, pavimento, drenaje, luminarias, favores personales, rebaja de multas, conferencias, declaraciones, etc. ¡Ufff qué molestos! Asuntos que con generosa disposición ofreció durante la campaña de proselitismo, ahora resultarán difíciles de complacer.


Convertido por la aureola del poder en un o una semi dios (a), aquella persona de carne y hueso, perecedera como cualquiera otra, ahora llevando el báculo del poder, sintiéndose acariciada por la mano divina, tenderá a aislarse de la gente común escudándose en el “intenso trabajo”. Lo cual, entre toda la falsa parafernalia, tan eventual como todo lo transitorio, también será falso porque ningún Semi Dios trabaja tanto.


alfredobielma@hotmail.com
Junio 2007









El ESTADISTA y el POLÍTICO


Alfredo Bielma Villanueva




Hay en la historia del hombre una selección de casos en los que ha alcanzado las altas cumbres de su realización, en contraste con un sin número de ocasiones en las que ha arrastrado su condición a niveles inconcebibles. Cumbre y sima de la existencia humana se van sucediendo en el devenir histórico de su desarrollo, como individuo y como parte integrante de un conjunto social. Jesucristo, Gandi, Miguel Ángel, Rafael, son breves ejemplos de la cumbre humana. Hitler, Stalin, Truman, representan la excrescencia del hombre, pasajes de su historia que se quisieran olvidar porque confirman el mal barro del que está hecho.


Surge de entre las colectividades un tipo de hombres dedicados a la dirigencia social; por alguna razón están constituidos para la orientación de masas y echarse a cuestas la responsabilidad de dirigir a todo un pueblo. Son su guía, lo cohesionan en torno a un ideal para, juntos, escribir la espiral de su destino. De Gaulle, en Francia, Churchil en Inglaterra, Ho chi Min en Viet Nam, Castro Ruz en Cuba, Juárez y Lázaro Cárdenas en México, son algunos ejemplos de líderes de sus pueblos.


Estadistas se les denomina porque hacen una diferencia con otro tipo de individuos de que, al igual que ellos, se afanan en la conducción de colectividades, solo que estos sin contar con la grandeza de miras del estadista, sino buscando lo mas inmediato que es el usufructo del poder y el gozo personal que esto le acarrea. A estos se les denomina simplemente como políticos.


Forman los políticos una clase aparte dentro de la sociedad. Su origen es diverso, provienen de distintas capas sociales; su capacidad de maniobra y acaso su preparación académica le abrirán las puertas hacia el poder; su permanencia en él dependerá de su habilidad combinada con una buena dosis de condición humana en la que la carencia de escrúpulos será una primera condición.


Habrá que desechar de aquí al individuo que por circunstancias diversas ingresa a esta clase: el cuñado, el yerno, el hijo, la amante, el chofer, el amigo, etc. que sin mérito alguno ocupan los espacios del poder e incluso los desempeñan; aunque abundantes, son la escoria de esta clase. Son, sin embargo, considerados como “políticos” y llegan a trepar posiciones de cierta importancia pero, en términos históricos, son los que llenan el espacio de tiempo en que trascurren, sin trascendencia ni contenido. La historia no los registrará.


De entre la clase política surgirán los Estadistas, el hombre que por sus acciones trascenderá a su entorno en tiempo y circunstancias. El que demostrará en los álgidos momentos su fortaleza para resistir la acción de los problemas. Surge el estadista normalmente en tiempos de crisis; en ella demostrará que es capaz de dirigir a un pueblo. Arrostrará con entereza los problemas, no se escudará jamás en nadie. Juárez y Cárdenas así lo hicieron, por eso son figuras inmarcesibles de nuestra historia.


El político en cambio, como las libélulas que requieren de la oscuridad para poder brillar, demanda de condiciones que le propicien el “brillo”; que le den oportunidad para el lucimiento fácil. El aplauso y el requiebre son consecuencias del poder que ostenta, sin este desaparecerán. De estos la historia está plena.


Cuentan que el Presidente Ruiz Cortines no sin sorna comentaba que sus subalternos le festejaban sus conocimientos en economía, educación, agricultura, etc. para ellos “soy un fregón”, decía. “Pero esto se me acabará cuando entregue el poder, entonces las pendejadas que dije saldrán a flote”, reía.


Mandatarios hemos tenido que en tiempos de crisis no han sabido responder en su momento. El comportamiento indeciso de De la Madrid cuando el temblor de 1985 asoló a la Ciudad de México es típico del político mediocre, sin fuerzas para arrostrar con coraje las circunstancias que le demandan acciones inmediatas y liderar a su pueblo.
El político empuja, el estadista jala, dicen los que distinguen entre ambas calidades. Debe ser cierto porque además las sociedades necesitan de reposo para su desarrollo armónico y, como ya lo dijimos, el estadista solo surge en momentos de dificultades, de convulsión social o de desconcierto para imponer orden y rumbo. Ambas categorías se requieren, uno, el estadista para transformar y el político para conducir en el apacible mar de la sociedad la realización de los planes.


Claro, aún la clase política tiene sus variedades: aquellos que están por accidente y los que con verdadera vocación de servicio participan para el cambio. En Veracruz, no estamos en situación de crisis no se ve por tanto estadista en la perspectiva; se ven, sí, algunos políticos avezados para la faena, pero también hay pseudopolíticos al por mayor y solo algunos que teniendo la semilla para desarrollarla, bastarán tiempos y las circunstancias para florecerlas.


Las elecciones de septiembre próximo nos darán la oportunidad de escoger el rumbo que queremos para Veracruz porque el tipo de políticos que elijamos dará la pauta de nuestro inmediato destino, aunque de todos modos con los defectos de la democracia en la que la mayoría manda, cualquiera puede llegar.
alfredobielma@hotmail.com


Junio 2007











EL RUBICON
Alfredo Bielma Villanueva


Si alguna duda hubiera acerca de que la próxima elección para el relevo de alcaldes y diputados locales veracruzanos será convertida en un escenario en el que los gobiernos estatal y el federal buscarán conseguir para sí los mejores resultados, bastará con observar el número indeterminado de pendones que con la leyenda “Fiel a Ti”, con fondo en rojo, han aparecido en las carreteras a lo largo de todo el Estado y en las principales ciudades veracruzanas. Del papel de los Delegados Federales ya se ha dicho mucho.


Desde el punto de vista del más crudo pragmatismo político, lo que está en juego y las circunstancias en las que se produce, justificaría la abierta promoción, no así en el campo de un discurso, ya más que hipotético, que privilegia la equidad y la transparencia en el ámbito de los procesos electorales. En primera instancia, está en juego la viabilidad del futuro inmediato del gobierno de Fidel Herrera Beltrán, porque se trata de recuperar para su partido buena parte de las 212 alcaldías que se disputarán y de obtener una aceptable cantidad de las treinta diputaciones por el principio de mayoría relativa, que sumadas a las de representación proporcional que la votación le permita, conformarían una bancada que le facilite el trámite legislativo a modo.


En segundo término, las circunstancias en las que se desarrolla la contienda política no favorecen del todo al Partido en el gobierno veracruzano. No es ya el Partido que lucía invencible hace algunas décadas, pues fue perdiendo la aureola de “aplanadora electoral” de manera acelerada a partir de 1988, hasta la gran debacle del 2000. Aunque en Veracruz ya la había extraviado, parte en 1994 y totalmente extraviada en 1997, “y de ahí pal real”, dijera chencho. Para agravar las cosas, priva en el tejido social un sentimiento antipriísta, sobre todo entre los jóvenes, muy difícil de desarraigar. Y esto lo aprovechan a las mil maravillas las demás siglas partidistas.


Que ya no es el Partido arrollador que fue lo demuestran sus estrategias al acudir a alianzas con diferentes grupos y partidos para, primero, no tenerlos enfrente, sino al lado durante la fragorosa contienda electoral que viene y, segundo, para arrimarse algunos votos extras que nunca ya le sobrarán. Su dramático dilema existencial lo vive el PRI en sitios como la conurbación Veracruz- Boca del Río en donde, al no verse con la más mínima posibilidad de vencer, buscaba aliarse con Convergencia para derrotar al PAN, aunque fuera figurando como segundo en el reparto.


Así luce en Córdoba y en Orizaba. En Coatzacoalcos lleva un buen candidato con posibilidades de triunfo, la paradoja radica en que si no lo hubiera postulado el PRI pudo ser abanderado por el PAN, es decir no tiene corazón priísta; además de que prácticamente le arrebato la candidatura a la voluntad estatal. En Minatitlan, el PRI se resiste a efectuar la consulta a la base para sacar un buen candidato. Flavino Ríos lo sería, pero para escamoteársela han enfocado en contra suya las baterías para desalentarlo en su legítimo intento por conseguir la postulación. La incongruencia se daría a posteriori porque, si gana la candidatura, remarían en contra de sus primarias intenciones, ahora para sacarlo adelante. En Poza Rica, teniendo en Noe Pérez a un aspirante ganador, el PRI, atendiendo a las viejas y viciadas prácticas de la recomendación y el contubernio, se empecina en postular a uno señalado para perder. No se está en jauja y todavía se desperdiga el alimento.


Pero parece que el gobernador Fidel Herrera ha decidido cruzar “el rubicon”, con una aparentemente bien organizada estrategia. Al menos es lo que se espera de quien como él conoce a fondo los recovecos de la política mexicana; defraudaría las expectativas de sus “fans” de no ser así. Confiado en la influencia de su nombre y en el multi promovido trabajo de su gobierno, que los medios con puntualidad gobbeliana se encargan de machacarle a la población día tras día, ha uncido a su gobierno la estrategia priísta. Un último esfuerzo que, aunque no justificado, políticamente está explicado, a juzgar por lo que está en juego.


En el hipotético caso de que el PRI gane el Congreso y rescate para sí la mayoría de las 212 alcaldías se acreditaría que la cercanía del gobernador con la gente le retribuyó ganancias a este partido y que, lo más importante, el pueblo le reconoce su esfuerzo. Si, por el contrario, el resultado le es adverso a su Partido, comprobaremos que el enorme gasto publicitario, al no producir dividendos favorables, habría sido inútil; millones de pesos tirados a las alcantarillas.


Todo en la hipótesis, adicionalmente se establecería que la imagen del gobernador no ha impactado con la suficiente convocatoria en la ciudadanía veracruzana. Por otra parte, si la oposición obtuviera significados triunfos, enrumbada ya para el 2010, veríamos repetido y aumentado el conflictivo inicio que tuvo el gobierno en el 2005, cuyo desenlace será mejor dejarlo a que lo desentrañen “los agoreros del desastre”, un papel que estamos lejos de querer desempeñar.


alfredobielma@hotmail.com

Junio 2007







REFORMA DEL ESTADO-SUPREMA CORTE Y OPORTUNISMOS POLÍTICOS

Alfredo Bielma Villanueva


La etapa de transición que vive el régimen político está reflejada en el acontecer que cotidianamente observamos. El corrimiento de las acciones desde el presidencialismo autoritario como centro único de gestión hacia una participación más dinámica e independiente de los otros poderes de la federación es una prueba de la forma en cómo estamos cambiando.


Ya no es más el presidente de la república el decididor único de los destinos políticos del país; ya no más la dependencia histórica del Poder Legislativo respecto del Poder Ejecutivo. Ya no mas el centralismo obtuso que por muchos años nos identificó y que convirtió a los gobernadores en auténticos súbditos del presidente de la república y a los alcaldes en empleados dependientes de los gobernadores. Ya no es más el Sistema de partido único que nos caracterizó como una dictadura perfecta, ya no más el partido hegemónico que, como agencia electoral del gobierno, en sus diferentes avatares monopolizó el poder y gobernó al país desde 1929 hasta el años 2000.


Ya no más, y merece ser resaltado el hecho, la supeditación de los actos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a las consignas presidenciales, como lo evidencia la marcha atrás en muchos puntos de la “Ley Televisa”, lo que refresca el ambiente, y nos recuerda la más reciente prueba de servilismo y subordinación de los diputados y senadores priístas y panistas que aprobaron aquella Ley en fast track. Las excepciones, que afortunadamente las hubo, demuestran que no todo está podrido, son muy honrosas y habría que destacarlas, Manuel Barttlet, Javier Corral, Noemí Guzmán, Dulce María Sauri, entre 44 excepciones que dignifican la tan vituperada actitud de nuestros legisladores.


La determinación de la Suprema Corte es una alentadora señal de que sus componentes son capaces de adoptar posiciones de estadistas delineando el curso de un futuro en el que se dignifique a la ley purifique la política. Qué buen precedente, porque a partir de ahora sabrán los legisladores que en otra instancia del orden federal es posible retraer las acciones que ejecuten en demérito del interés general por oportunismo, servilismo o simple interés de facción.


Por otro lado, al menos en apariencia y sujeto a que los hechos lo confirmen, quedaron atrás como constancia de nuestro subdesarrollo político el recurrente fraude electoral y la organización de las elecciones por parte del gobierno, con instituciones ad hoc para la maquinación. Aún subsisten, sin embargo, las elecciones de Estado porque no ha habido una total compenetración entre la normatividad, las instituciones por ella creadas y una mayor participación ciudadana. Pero es evidente que vamos transitando del requerimiento de una reforma electoral hacia una Reforma global que involucre cambios en la economía, en la política fiscal, en el trabajo, en el sindicalismo, acciones contra la corrupción y la impunidad, y resolver de una vez y para siempre las relaciones entre el Estado y la Iglesia, y todo ello desemboca en la necesaria Reforma del Estado.


“Gobierno de Planes” calificó López Portillo al que él encabezaba, las más de las metas que en ellos se establecieron no fueron alcanzadas. Muchas no fueron consideradas en los siguientes planes sexenales, otras más, aún son objetivos por alcanzar porque en cada sexenio se establecen “nuevas” estrategias para alcanzar las mismas metas. Esto es un ejemplo que confirma la necesidad del rediseño del Estado que involucre a las entidades federativas que son parte del todo sin las cuales, diría Perogrullo, este no existiría.


El incumplimiento de los planes es un ejemplo para confirmar que se requiere un proyecto económico de Estado, que impida las ocurrencias sexenales y los oportunismos de políticos que prefieren la anuencia presidencial a resolver los problemas que se tienen enfrente.


Con frecuencia hablamos de la necesidad de que en México se implementen políticas de Estado que no obedezcan a los vaivenes caprichosos del oportunismo sino que tengan como mira el compromiso con la justicia social y económica que se le debe a la población. Formularlas con visión de Estado y no como expresión facciosa del grupo en el poder. Que contemple la visión de las diferentes expresiones ideológicas del país. Ese debería ser el contenido sustancial de cualquier Plan de Desarrollo Nacional.


Interpretarlo así convertiría en obsoleto y caduco todo intento de quedar bien con el presidente por el solo hecho de que este dispensa con el presupuesto público las canonjías que graciosamente se buscan.



alfredobielma@hotmail.com
Junio 2007








LAS CLASES POLÍTICAS

Alfredo Bielma Villanueva


Cuando se habla de clase política se hace referencia al conjunto de individuos cuya actividad central corresponde al ámbito del servicio público en el desarrollo de los programas de gobierno y, en términos generales, al ámbito del poder, su adquisición y su conservación.


En México la clase política surgida de la Revolución Mexicana, mucha de la cual emergió del Ejercito Constitucionalista, se congregó, primero en torno a los caudillos como Carranza, Obregón y Calles, después se aglutinó en el Partido Nacional Revolucionario, en el avatar de éste, el Partido de la Revolución Mexicana y, finalmente, por más de 60 años en el Partido Revolucionario Institucional.


Los militares que formaron la naciente clase política post revolucionaria se retiraron, o fueron retirados de las armas de manera paulatina, en la medida en que eran colmados de beneficios por parte del gobierno, que de esta manera los alejaba de cualquier tentación para dar cuartelazos o levantarse en armas. Fue cuando la Revolución se bajó del Caballo y se subió a un Cadillac, como parangonaba el satu quo de su tiempo Don Miguel Alemán Valdez.


Cuando el “Cachorro de la Revolución” llegó al poder presidencial se marca una etapa en la que se sustituyó la vieja clase política que olía a pólvora por las primeras generaciones de políticos que salieron de las aulas universitarias para hacerse del poder. Con Miguel Alemán Valdez llegó la nueva clase política, que integró uno de los mejores gabinetes de gobierno en el México pos revolucionario.


Veinte años después, pasados los gobiernos de Ruiz Cortines, López Mateos y Díaz Ordaz, correspondió al presidente Luís Echeverría hacer la renovación generacional de la clase política y así dio paso a un sin fin de efebos a los que pretendía formar con designios transsexenales para iniciar una nueva etapa política en México; la idea era crear generaciones de nuevos políticos que se identificaran con su estilo e ideario. Proyecto que no se concretó porque olvidó que en nuestro país cada seis años, al renovarse el titular del poder ejecutivo, se renueva no solo el estilo de gobernar sino también el poder absoluto de quien lo detenta.


El mismo olvido afectó a Salinas de Gortari cuando en su proyecto personal hablaba de 24 años de su generación-proyecto en el poder. Por supuesto que en esta tendencia del pensamiento sexenal mucho tenía que ver el poder individualizado en el presidente para determinar a su sucesor. Para nadie es un secreto que la tentación presidencial no estuvo exenta de dejar a un incondicional e instrumento maleable para seguir manejando el poder.


A Salinas de Gortari le tembló la mano para dejar como su sucesor a Manuel Camacho Solís al que, bien lo sabía, no podría manipular. La decisión la inclinó hacia Donaldo Colosio su hechura, al que, suponía podía someter, en base al enorme poder político y económico concentrado durante su gobierno. Las circunstancias evitaron conocer ése epilogo pero fue muy evidente la intención de trascender a su propio gobierno.


A pesar de la experiencia histórica que enseñaba que el sucesor se convertía de inmediato en un nuevo Cesar, independiente de su antecesor, cada presidente mexicano en lo íntimo de su ser pensó, ni duda cabe, en la posibilidad de trascender su mandato a través del que él designara como su legatario. Así lo pensaba tal vez Miguel Alemán Valdez cuando tuvo la tentación de nombrar candidato a Fernando Casas Alemán, pero por las presiones de Cárdenas y de Ávila Camacho tuvo que reorientar se decisión y escogió a Adolfo Ruiz Cortines. Tal habrá sucedido con Díaz Ordaz cuando designó a Luís Echeverría pensando en que éste se convertiría en un Ruiz Cortines, pero joven, y se llevó la sorpresa de su vida. De igual manera le sucedió a Echeverría al decidir por López Portillo y este por De la Madrid. Aquí se rompió eventualmente la cadena porque este último decidió en términos de un proyecto económico al escoger a Salinas de Gortari, quien sí se llevó tremenda y desagradable sorpresa con Ernesto Zedillo.

Todo esto sucedió en un tramo largo de nuestra historia, caracterizada por ser de Partido Único, con un presidencialismo egocéntrico. Un régimen político en el que la clase gobernante transitaba por los pasillos del PRI como único camino para ascender a los vericuetos del poder. No había más que una clase política, aunque matizada según el sexenio de su origen, que era su principal identificación. De allí el cardenismo, el alemanismo, el echeverrismo el salinismo, etc. Todos del mismo color, pero en la geometría ideológica algunos estaban más cerca de la derecha que del centro o de la izquierda.


Al sobrevenir con fuerza la incursión ciudadana en los asuntos de la política, provocada en parte por el movimiento que escindió al priísmo en 1986-88 y que fortaleció la estrategia del panismo, el PRI dio el viraje ideológico y ya nada fue igual. Así surgió una nueva clase política, pero ya no proveniente únicamente del PRI pues otras vertientes se abrieron en el PAN y en el PRD, originalmente con marcados signos ideológicos, que con el tiempo y las circunstancias se han reducido al más crudo de los pragmatismos políticos.


Este fenómeno, el de la sucesión, tal como lo relatamos se suspendió con la derrota priísta en el año 2000. No se suspende sin embargo el relevo generacional de los individuos que pasarán a formar parte de una nueva clase política, aunque ahora con las variantes arriba anotadas. Sucede en cada uno de los Estados de la Federación, que son los que nutren al Sistema Político Mexicano.


Guardadas las proporciones, para concretar un ejemplo, tomemos el caso de Veracruz, en donde ha correspondido al actual gobernador la oportunidad de hacer el relevo generacional desde el mando político, al menos en lo que se refiere a la clase política proveniente de la cantera del PRI. Tradicionalmente la clase política tenía enfrente un panorama abierto, sin obstáculo alguno para desempeñarse durante los siguientes 20 o 30 años; pero el panorama cambió y ya no es así de simple. Los jóvenes que con Fidel Herrera han iniciado su camino en el servicio público tendrán que enfrentarse a quienes desde otras trincheras aspiran a proseguir sus respectivas carreras y en Veracruz eso se está viendo más que probable.


Por lo que se observa, no hay en el panorama priísta quién pueda hacer frente, con posibilidades de triunfo, a candidatos a gobernar el Estado como Dante Delgado, Miguel Ángel Yunes, Alejandro Vázquez o Tomas Ruiz, por ejemplo. Esto pudiera traer un cambio en el relevo de clase política.


El estilo político del gobernador Herrera Beltrán no hace posible que sus elementos crezcan, independientemente de que no se ve en su entorno, salvo muy honrosas excepciones, a quien pudiera arrostrar con solvencia el reto de la oposición. Américo Zúñiga pudiera hacerlo, pero ¿lo dejarán crecer? Otro pudo haber sido José Yunes Zorrilla, pero no cubrió el perfil de domeñable, o ad hoc a las circunstancias, luego entonces no encajó en el proyecto. Así pues, ¿en donde estaría el presunto prospecto para continuar con la hegemonía de la clase priísta en Veracruz?


Se duda que exista por las consideraciones señaladas, y la gran batalla electoral que se avecina en el 2010 ya está a la vuelta de la esquina; sujeta, desde luego, a los resultados de septiembre próximo. Recordemos que hace seis años, a estas alturas, el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco, ya tenía a su pre candidato, a quien daba manga ancha para actuar.


Por otro lado, no hay que olvidar que ahora, enfrente, hay una sociedad más madura, más participativa y más enterada, que observa con acritud los acontecimientos de la arena política a la espera de decidir en las urnas el mejor destino para nuestro Estado. alfredobielma@hotmail.com
Junio 2007




PARECE QUE FUE AYER
Alfredo Bielma Villanueva


Después de los ´60 años de edad, lo que para unos es biografía para otros es historia. Corta es la vida del hombre, 60 cuando más y si se es fuerte 80, dice la Biblia. ¿Cuánto ocurre en ese breve lapso que marca el tránsito de las generaciones humanas por el espacio vital que les correspondió vivir?

Constreñidos a Xalapa y algunas partes de nuestro Estado se pueden recordar en lontananza, con meridiana claridad, el entorno social, algunos sucesos y los personajes que con su acción le dieron contenido a ese trozo de la existencia social.

Eso, para quien haya rebasado la treintena, es apenas un recuerdo entresacado de las pláticas paternas.

Si recordar es volver a vivir, cuán grata es la experiencia de plasmar en unas líneas los vívidos recuerdos de lo que se observó, se vivió y se fue testigo. Así sea a vuela pluma vale el intento de ensayar una brevísima y parcial constancia de una época que ya se fue, pero que románticamente se mantiene viva, como la flama que consume al cirio y que pecaría de inútil si no se deja constancia impresa.

“Veinte años son nada” dice el tango, así parece cuando se recuerdan hechos cuya data tiene casi cuarenta años y muchos de sus protagonistas aún respiran. Son quienes dieron sustancia a toda una época, le dieron vida y contenido. En este caso al término de la década de los 60 e inicios de los setenta.

En aquellos no muy lejanos tiempos la capital del Estado de Veracruz era, y por muchos años más siguió siéndolo, el centro absoluto de las decisiones políticas y la fuente casi única de las noticias gubernamentales. Cualquier noticia de importancia partía ineludiblemente del Palacio de Gobierno; consecuentemente, en los ámbitos de las actividades culturales, periodística, reporteril, empresarial y hasta deportiva había que buscarla en la Ciudad de Xalapa.

Por ser el centro de gobierno, hasta las obras municipales eran dadas a conocer primero aquí, después en cualquier otra parte.

Una gran diversidad de publicaciones de carácter político se exponía ante los noveles y viejos actores, todavía era Xalapa un pueblo grandote desparramado en el remanso neblinoso del imponente Macuiltepetl.

En Palacio de Gobierno cabían todas las dependencias que lo integraban y asombraría conocer la explosión de la burocracia si comparáramos el espacio físico que en 1970 ocupaban la Tesorería del Estado; o la Secretaría de Gobierno, o la Dirección de Comunicaciones, la de Ganadería, etc.; con los espacios que ahora emplazan, lo que revela cómo la ineficiencia y la improductividad han auspiciado un Leviatán burocrático difícil de manejar. Su tamaño y eficiencia es medible en vacaciones cuando, a pesar del asueto oficinesco, Veracruz sigue adelante.

El siempre hermoso Parque Juárez era el sitio de reunión de grupos de jóvenes que blandían sus guitarras en pequeños grupos, al igual que en “Los Berros y en todo espacio donde la fronda de los árboles propiciaba la ocasión para el romance y para acompañar las canciones que se preparaban para las nocturnas serenatas.

La calle de Enríquez era de doble sentido, suficiente para la escasa circulación vehicular que a las nueve de la noche deba paso al quietismo citadino, interrumpido solo por las bullangueras expresiones de los jóvenes estudiantes, que ahora pintan canas y duermen nietos.

Restaurantes de postín como “La Pérgola” no hacían mella en el éxito comercial del “Chapala de Noche” de don Laureano Olmos, que en Xalapeños Ilustres deleitaba con el chile atole de panza y comida típica las 24 horas del día. “El Ixtacamatiteco” embelesaba con sus aceitosos tacos el paladar de más de un trasnochado. Mientras los tamales de Úrsulo Galván seducían a familias enteras, el restaurante del Hotel Salmones atendido por don Agustín Igartúa atraía comensales con su exquisita comida española, compitiendo con el elegante Casino Español y el restaurante del “Hotel México”. Qué decir del famoso “Cantábrico” del “Maño”, en Ávila Camacho, comedero del gusto de don Rafael Murillo Vidal.

El café “La Parroquia” abrevadero por excelencia, casi único, de la clase política jalapeña, y “El Emir” en el Pasaje Enríquez. “El Escorial”, con luces “sicodélicas” en el Pasaje Tanos reunía a jóvenes que podían pagar “un poco más”.

Frente al Parque Juárez, el café de las broncas estudiantiles, el siempre bien recordado “Terraza Jardín”, en donde el famoso mesero Hermenegildo Vargas espiaba para el gobierno los movimientos estudiantiles. ¿Cuántas “grillas” no se tejieron allí? Fue el primer salón de clases en la real política de aquellos iniciados. Ángel Hernández y su numerosa camarilla de amigos, entre ellos Gonzalo Morgado, a quien le abría brecha. Ricardo Olivares Pineda, más avanzado, ya estaba en la cúpula del poder con Carbonell de la Hoz. Polo Troncoso, jarocho por excelencia, entretenía con su “caló”, Joel Hurtado experto ya en la tenebra estudiantil, al igual que José Manuel Izazaga, Everardo Miguel Serna, Miguel Sosa Acosta y Leobardo Sartorius, quien buscó y consiguió la suplencia de diputado local de don Manuel Meza Hernández. Rafael Fernández de Lara, Manolín Caldelas y Ernesto Alcolea Fuerte formaban grupo contra los famosos “Cachuchos” del Puerto de Veracruz. Allí andaban “Fabiancito”, el famoso “Guerrillero Téllez” y el ”Galambao”.

Flavino Ríos Alvarado y Ranulfo Márquez, sureños ambos, pertenecientes a la fuerza istmeña del sur, bogaban en otra línea de la inquieta juventud estudiantil.
Dante Delgado ya se les había adelantado en tiempo y, afanoso, buscaba acomodo político en el altiplano; cronológicamente, tras él, Fidel Herrera, quien lideraba a los jóvenes priístas, bajo la égida del famoso Roberto “el Gallo” Palacios, pero cobijado a la sombra política del profesor Rafael Arriola Molina.
Rubén Pabello Rojas, Carlos Domínguez Millán, Francisco Sánchez Contreras, Rodrigo Ángeles Pizzoloto, Carlos Brito Gómez, Marcelo Ramírez, Ignacio Altamirano Marín, Melitón Morales, Pedro Rivera Pavón, José Lima Cobos, los hermanos Alberto y Jorge Uscanga Escobar, todos del Comité Directivo Estatal, observaban de cerca cómo Manuel Ramos Gurrión, su adlátere, ascendía a la presidencia del PRI estatal, en sustitución del políticamente “congelado” Profesor Arriola Molina.
En 1974, cuando el gobierno Murillovidalista construyó el “paso a desnivel” del Parque Juárez, encontró serias resistencias de grupos citadinos porque suponían que la obra iba a romper con la tradicional fisonomía del majestuoso Parque. El inaugurado Paseo de los Lagos y la ampliación de la Avenida Xalapa se antojaba para los jalapeños el transito de un pueblote a la dimensión de una gran ciudad, sobre todo porque la “carretera nueva a Coatepec”, más segura y más corta, los acercaba a tiro de piedra de aquella preciosa ciudad. Xalapa terminaba al norte en el Panteón Xalapeño, y al sur en el Panteón de Palo Verde. 20 de noviembre era el límite urbano de la ciudad y su cinturón lo constituía la entonces avenida circunvalación, la carretera México-Veracruz. Non plus ultra, nada más allá, todo terminaba allí.

En el paisaje citadino el gran “Juanote” estaba a punto de pasar a la historia por la desigual competencia que las camionetas de carga ya le hacían. De todos modos el entorno del centro de la ciudad se enorgullecía con la presencia de este hombre fuera de serie. El solidario grito de guerra de José Zayden ya era conocido, sobre todo por las extraordinarias dotes de experto ajedrecista y calidad humana, reacio a malearse con las triquiñuelas políticas. El “Compadre” Manuel Pérez Magaña, de aquellos dirigentes cetemistas ya extinguidos, presumía por las tranquilas calles xalapeñas, con el escape abierto de sus automóviles deportivos de chillantes colores.

En el Café Enricos, tarde a tarde, se podían ver reunidos en amena charla al exgobernador Antonio M. Quirasco y a don Manuel Zorrilla Rivera, de quienes sus acompañantes abrevaban, además del fresco humor político, el conocimiento de cómo se desarrollaron los eventos en los que ambos habían participado y que forman parte vertebral de la historia veracruzana.

La apacible Xalapa, que aún no olvidaba los acontecimientos estudiantiles de 1968, se estremeció de nuevo con el movimiento cañero de Roque Espinosa Foglia, que por más de una semana calentó comida con enormes cacerolas y fogatas en plena calle Enríquez, Plaza Lerdo y corredores del Palacio de Gobierno. El parque Juárez se adornó entonces con sombreros y guayaberas que sobresalían de las chamarras, típico atuendo que los campesinos cañeros utilizan como prenda distintiva.

Qué nuevas experiencias para la clase política naciente, que se estremeció con el fenómeno político por excelencia, que marcó aquella época: “El Carbonelazo”. Un evento registrado en los diarios de su tiempo y de cuyos protagonistas principales alientan vida solo Luís Echeverría Álvarez y Augusto Gómez Villanueva. También el “congelamiento” de las aspiraciones senatoriales del poderoso profesor Arriola Molina, quien por hablar de más (“El Gobierno Federal es un pulpo”) suscitó la ira del Presidente Díaz Ordaz, quien con fulminante disposición evitó su arribo al Senado, dejando al Estado de Veracruz con un solo senador durante el sexenio echeverrista.

Todos estos acontecimientos fueron registrados en las páginas de los diarios y revistas de la época por los reporteros de su tiempo. Expresado en símil con la naturaleza podríamos decir que “en donde hay lagartos hay tortugas”. De la misma manera es inconcebible la actividad política sin el concurso de la actividad periodística. Si narráramos las correrías de los periodistas nos meteríamos en senderos tan sibilinos que es mejor que cada cual los cuente; seguramente se colmarían páginas ricas de anecdóticos contenidos; vivencias, muchas de ellas entremezcladas con las del acaecer político estatal, forman un todo con lo que su trabajo registró.

La cantera periodística veracruzana era riquísima en frutos; en los tiempos que comentamos (65-70) ya brillaban en el periodismo del Distrito Federal, Francisco Cárdenas Cruz, Ángel Trinidad Ferreira, José Robles Martínez, Fausto Fernández Ponte, y el terrablanquense Manuel Mejido, a quienes los políticos veracruzanos acudían con frecuencia para ver sus nombres impresos en la circulación nacional.

Maestro en el arte de las relaciones públicas con los periodistas lo fue Mario Vargas Saldaña, cuyo talento especial lo acomodaba de inmediato entre las amistades más cercanas de aquellas vacas sagradas del periodismo veracruzano. Manuel Ramos Gurrión, paisano de “Chico” Cárdenas, también exploraba ese rentable camino.



ES FUGAZ LA MIRADA

Es un hecho que la historia reposa en las añejas y amarillentas páginas de los diarios; en ellas reposan también, in Vitro, las plumas que dieron vida a la noticia del momento y que, al releerlas ya sin el apasionamiento de lo coetáneo, traslucen con mayor fidelidad el acontecimiento narrado.

De allí la importancia de quien lo escribe, de allí la responsabilidad cuando se escribe. En nuestro breve viaje al reciente pasado encontramos que en aquel entonces había diarios de la importancia de El Dictamen de Veracruz, “El Decano de la Vida Nacional”, que mantuvieron por muchos años muy bien enterados a sus lectores, pues su información era bastante completa respecto a noticias del Estado, de la Nación y del Planeta, con una variada gama de secciones. Pero, respecto del Estado, su información debía extraerla de los mandos altos o medios del sector público, para lo cual contaba con hábiles corresponsales que sabían cómo penetrar los vericuetos del poder.


A nivel de directivos mantenían una excelente relación con el gobernador en turno a quien no dudaban en preguntar para sacar la nota. Qué decir de su rol de reporteros, eficientes y profesionales, incluso los de la sección política, se convertían en influyentes conductos, en una retroalimentada relación entre políticos y reporteros.


“Vaca sagrada” en este periódico lo fue sin duda el poderoso columnista político Bartolomé Padilla, excelente periodista al que le fallaron los cálculos en su abierta diferencia con el entonces alcalde jarocho Mario Vargas Saldaña, su amigo de toda la vida. Esta disputa lo enfrentó al sector público estatal cuyo resultado evidenció que en donde manda capitán no gobierna marinero.


El poderoso columnista fue defenestrado de su tribuna y, al faltarle ésta, como soldado sin fusil, ya no pudo seguir participando en la guerra. No al menos con la inconmensurable fuerza con la que contaba en El Dictamen.


En Poza Rica, el Diario “La Opinión” proyectaba su influencia informativa a casi todo el Norte del Estado y la Sección 30 de petroleros tenía en este diario un conducto idóneo para dar a conocer sus actividades que, como centro de decisión de los asuntos políticos de la región, servían de guía para la toma de decisiones.

En Minatitlán, la Sección 10 de petroleros manejaba con entera disposición “El Sotavento”, un leído Diario cuya Dirección por muchos años se convirtió en la Meca de los políticos estatales que viajaban al Sur y, por supuesto, de los que iniciaban su actividad en el periodismo y en la política. La influencia de este Diario irradiaba casi todo el Sur veracruzano, incluso en el Puerto México de antaño.

En San Andrés Tuxtla el “Eyipantla” de los ´50, en papel revolución, equilibraba su modesta presentación con entusiasmo periodístico digno de todo encomio. Contemporáneo al nacimiento de la XEDQ, estación de radio que pronto cubrió con la música romántica del momento la ensoñación tuxtleca de mitad de siglo; no tenía sección informativa de asuntos políticos. Poco después les hizo compañía el Diario de San Andrés”, al que el maestro Adalberto Toto Linares imprimió su sello personal. Ya en Cosamaloapan señoreaba, como Reina del Papaloapan, la XEFU, potentísima radiodifusora que engalanaba los aires del mediodía cuenqueño y de todo el Sotavento con el cadencioso danzón alternando Memo Salamanca con su virtuosismo en el piano.

En Acayucan, poco después de “El Eyipantla” de San Andrés, surgió “El Diario del SUR” cuyo director-fundador, el “Yayo” Gutiérrez, al crearlo lo hizo acicateado por el especial acontecer social y político de aquella turbulenta zona; percibiéndolo, no ignoró el ambiente de peligro cotidiano en el que los pleitos y las diferencias se arreglaban con balazos. Independientemente de sus destacados logros políticos, superó acres diferencias con actores políticos regionales y con aquella experiencia previa no le fue difícil, al menos en lo que a la parte profesional se refiere, fundar en Xalapa otro Diario que, por su alto perfil contestatario, pronto se convirtió en referencia noticiosa de singular relevancia.

En la Capital, Xalapa, el centro político por excelencia, señoreaba “El Diario de Xalapa”, al que don Rubén Pabello Acosta, su propietario y fundador que originalmente había combinado por breve tiempo la política con el periodismo, impulsó como el auténtico vocero de la provincia, que tal era la retraída xalapa y su región, haciendo de su creación el Diario más leído de la capital.

Escuela de periodistas, esta institución guarda en sus archivos la más excelsa de las riquezas: la historia de una visionara lucha contra el daño ecológico al Cofre de Perote que, cual moderno Quijote, encabezó Don Rubén. Las características de la población xalapeña, el estilo del director de este diario pronto lo convirtieron en ejemplo señero en el que el individuo se identificó plenamente con los intereses de la colectividad. Toda una institución, Don Rubén Pabello Acosta forma parte de la historia jalapeña del siglo XX.

Convivía el “Diario de Xalapa”, en amena competencia, con una extraordinaria variedad de diarios: “El Comentario, de don León Barradas, “El Tema de Hoy” de don Vicente Lunagómez, El Mundo de Xalapa de don Ernesto Rizzo Murrieta, “El Tiempo” de don Rafael Zúñiga Martínez, etc., todos a cual más importantes en una competición en la que el premio era ganar la noticia que salía del palacio o en la sección de la incipiente nota roja que, como siempre, traduce el grado de descomposición social que en aquel entonces era mínimo.

Del aprendizaje en la talacha surgieron “El Gráfico” de Pepe Poceros y “El ABC” de Manuel Márquez, quienes previamente habían compartido con Rafael Zúñiga la intensidad del periodismo en El Tiempo”.

El trajín diario era bastante aleccionador, para quienes iniciaban la interesante profesión periodística, saber cómo encontrar la noticia y cómo trasladarla al papel era el reto a cumplir; no sin antes aprender la máxima de su profesión: “Perro no come perro”.


El “Diario de Xalapa” contó siempre con la columna “Glosario del Momento”, a la que dio intenso brillo don Froylán Flores Cancela. Nadie podía llamarse enterado sin previamente leer esta columna que era el oráculo político del momento. Cuando don Froylán decidió cambiar de rumbo lo sucedió el entonces joven columnista político Orlando García Ortiz, quien con decoro profesional aceptó el gran reto de escribir la columna, lo que se constituyó en una gran experiencia tanto personal como profesional. No fue de ninguna manera un “pélame esta” entrar al relevo de una de las vacas sagradas del periodismo veracruzano, y lo hizo bien.

El “Punto y Aparte” de don Froylan Flores marcó un hito en la historia del periodismo, tanto por la personalidad de su director como por su formato noticioso. El columnista más leído de su tiempo en el Diario de Xalapa, y después en su semanario, destacaba por su estilo cubierto de un fuerte barniz cultural y una prosa que desgranaba la información política que abrevaba directamente del gobernador de su tiempo; qué decir de una clase política que buscaba en don Froylan el comentario que le orientara para realizar sus respectivos movimientos. La señal que de su comentario partía conllevaba todos los visos de una línea a seguir. Era un oráculo político de acertados pronósticos.

Xalapa contaba entonces, aún ahora no es excepción, aparte del crecido número de periódicos, con una extraordinaria variedad de revistas. Claro, como centro del poder todo giraba en torno de este, y como la actividad de los políticos despierta curiosidad, no tanto por su importancia sino por saber cómo se gastan el dinero, surgieron también folletos y folletines que daban cuenta de las aventuras de los protagonistas del sector público.

¿Quién de aquellos años no recuerda la frescura periodística de “Correo de la Noche”?, un cuadernillo en papel bond impreso en “stencil”, escrito a máquina “mecánica” en donde Enrique Olivera Arce e Hipólito Cuevas hicieron escuela periodística con noticias que noche a noche constituían el comentario del café. Un ejemplar esfuerzo que fue pionero en la manera de dar la noticia del día, ejemplo para quienes se inician en la labor reporteril. Fue durante los años de su efímera existencia un sonado caso de periodismo de vanguardia, en el que la pretensión era lo menos importante pues su circulación se constreñía a las oficinas del palacio, en donde cabía todo el gobierno, y en las escasas cafeterías de la melancólica y neblinosa Xalapa de aquellos tiempos.

Don Herminio Ortiz con su columna “Área Rural”, bajo el seudónimo de “Zit Roo” de corte campirano les dio un espacio de expresión a los campesinos y de lo bucólico del tema se entresacaba la problemática del campo. Allí se podrá encontrar parte de la historia de los dirigentes campesinos y ganaderos de Veracruz.


Jóvenes antaño, cargados de años y de experiencia hogaño, aún teclean en diferentes diarios y revistas; quienes fueran noveles reporteros se han convertido en señores de la información actual en diarios y revistas veracruzanas conviviendo con las nuevas generaciones de periodistas, transmitiéndoles las técnicas y hasta las mañas, porque el conocimiento se lo dará la talacha diaria.

Allí están Pompeyo Lobato, el corresponsal decano de “El Dictamen”, que tuvo como auxiliares a brillantes reporteros. Compartió en Xalapa con el experimentado maestro José Luis Hernández Sosa la misión de nutrir a 2El Dictamen” con las noticias frescas de esta capital. Con él, Melesio Carrillo Tejeda transitó hacia la experiencia reporteril que todos le reconocen. El maestro Valencia, toda una institución al igual que don Julio Guerrero. A fines de los 70 y principio de los ochenta Horacio Aude y Luís Velásquez hicieron época, lo mismo que Mario Vázquez Sandoval, toda una Pléyada de maestros del periodismo.

Ya en los ochenta, allí abrevó también Carlos Jesús Rodríguez, esforzado reportero y sesudo columnista de análisis político, pionero de una nueva forma de hacer periodismo; la forma de futuro que se refleja ya en nuestro presente. La electrónica en el mundo mediático de nuestros días tiene en “Gobernantes. Com” una ventana que mira al planeta. Su formato le permite proporcionar la noticia, “casi en el momento que sucede”, decía un comercial. En el mismo sentido Joaquín Rosas Garces con “Al calor Político” y José Luís Mancilla Martínez con su página “Observador Ciudadano.com ”

Benjamín Domínguez Olmos, también de la vieja generación iniciada en el Diario de Xalapa con su sempiterna columna y singular estilo, definió su destino cuando decidió acompañar en su nuevo avatar periodístico en el “Punto y Aparte” a Don Froilán Flores. De la cantera del “Diario de Xalapa” también surgieron, Orlando García Ortiz, Gustavo Cadena Mathey, Arturo Reyes Isidoro, Pepe Valencia, Joaquín Rosas Garcés, Noe Valdés, etc.

Ellos ya son de una segunda generación respecto de la época que aquí narramos. Gustavo Cadena Mahtey con raíces en Hueyapan de Ocampo, pero iniciado al periodismo en Acayucan al llegar a Xalapa ya traía escuela, por lo que no encontró dificultad alguna para formar una columna en la que, con su estilo que desborda honestidad y bonhomía, relata los sucesos de su tiempo. Tiene mucho que contar, junto con Orlando García Ortiz, acerca del gobierno de Acosta Lagunes, ojala alguna vez lo hagan, porque aquel es rico en anécdotas, que son las que aderezan la historia.

Arturo Reyes Isidoro, de la escuela de “Yayo Gutiérrez”, con talento para la actividad reporteril, con prosa aprisa que bien describe la realidad de su entorno. Ha combinado con eficiencia la actividad periodística con la del servidor público que orienta la noticia. Ambivalencia que pocos como él pueden llevar con decoro.

Pepe Valencia, también de la escuela de “Yayo” Gutiérrez, de la gran cultura del esfuerzo. De repartidor de periódico a reportero de la nota roja en Acayucan a Director de el “Diario de Xalapa” y de “El Sol de Córdoba”, para lo cual se requiere de calidad moral y profesional que con generosidad y eficiencia ha demostrado. No olvida sin embargo su condición de ciudadano comprometido con su momento social y ahora aspira a participar directamente en política; como sujeto de esta actividad y no tal cual ha observado desde su otero periodístico.

Raúl González Rivera inició junto con José Luís Poceros su exitosa aventura con el “Gráfico de Xalapa”, ya en las postrimerías del gobierno de Murillo Vidal y en la coyuntura de un nuevo gobierno, el de don Rafael Hernández Ochoa, con el que contemporizaron con singular estrategia que mucho les propició un notable crecimiento del periódico. Con ellos Agustín Contreras Stein, Manuel Rossete Chávez, que con sus columnas prestigiaron al “El Gráfico de Xalapa”. Melitón Morales, quien recogió la estafeta de “El Correo de la Noche” para convertirlo en una revista, “Análisis Político” que ya se asentó en el gusto xalapeño. Entre este Club de “Tobi” Lucina González Facundo, Elvira Santamaría, sobresalían con personalidad muy propia.

Jóvenes, casi ya de tercera generación René del Valle Bouzas, Víctor Murguía y Ángel Martínez Armengol que cubren con asiduidad la sempiterna “Columna Glosario del Momento” de El Diario de Xalapa y, hoy por hoy, expresan opinión que dice mucho entre las líneas de esa ya muy famosa columna periodística. También Quirino Moreno, iniciado en grandes ligas con “Yayo”, expone también un formato de columna que en un párrafo editorializa el tema, señales del periodismo de vanguardia.

El periodismo, como toda expresión social, es dinámico y pocas actividades del hombre traducen tan fielmente las condiciones sociales, políticas y económicas que cotidianamente acontecen. Es difícil concebir la política sin el vehículo que transmite sus acciones hacia la comunidad.

Innecesario rodeo, habrá quien diga, para desembocar en el axiomático dicho de que los medios y la política están íntimamente ligados. Independientemente de que la razón asista o no a quien así piense, para quien esto escribe resulta un placer recordar lo que se observó de manera directa; doblemente placentero si conlleva la finalidad de cumplir con la responsabilidad de transmitir, bien o mal pero auténticamente, una realidad que sino se registra se perderá en el vacío de los tiempos. No es todo, pero aporta la oportunidad de recordar un pasado tan inmediato que parece que fue ayer.



NO TODO SIGUE IGUAL

Alfredo Bielma Villanueva



Continuación y Final



En la Capital, Xalapa, el centro político por excelencia, señoreaba “El Diario de Xalapa”, al que don Rubén Pabello Acosta, su propietario y fundador que originalmente había combinado por breve tiempo la política con el periodismo, impulsó como el auténtico vocero de la provincia, que tal era la retraída xalapa y su región, haciendo de su creación el Diario más leído de la capital.


Escuela de periodistas, esta institución guarda en sus archivos la más excelsa de las riquezas: la historia de una visionara lucha contra el daño ecológico al Cofre de Perote que, cual moderno Quijote, encabezó Don Rubén. Las características de la población xalapeña, el estilo del director de este diario pronto lo convirtieron en ejemplo señero en el que el individuo se identificó plenamente con los intereses de la colectividad. Toda una institución, Don Rubén Pabello Acosta forma parte de la historia jalapeña del siglo XX.


Convivía el “Diario de Xalapa”, en amena competencia, con una extraordinaria variedad de diarios: “El Comentario, de don León Barradas, “El Tema de Hoy” de don Vicente Lunagómez, El Mundo de Xalapa de don Ernesto Rizzo Murrieta, “El Tiempo” de don Rafael Zúñiga Martínez, etc., todos a cual más importantes en una competición en la que el premio era ganar la noticia que salía del palacio o en la sección de la incipiente nota roja que, como siempre, traduce el grado de descomposición social que en aquel entonces era mínimo.


Del aprendizaje en la talacha surgieron “El Gráfico” de Pepe Poceros y “El ABC” de Manuel Márquez, quienes previamente habían compartido con Rafael Zúñiga la intensidad del periodismo en El Tiempo”.


El trajín diario era bastante aleccionador, para quienes iniciaban la interesante profesión periodística, saber cómo encontrar la noticia y cómo trasladarla al papel era el reto a cumplir; no sin antes aprender la máxima de su profesión: “Perro no come perro”.


El “Diario de Xalapa” contó siempre con la columna “Glosario del Momento”, a la que dio intenso brillo don Froylán Flores Cancela. Nadie podía llamarse enterado sin previamente leer esta columna que era el oráculo político del momento. Cuando don Froylán decidió cambiar de rumbo lo sucedió el entonces joven columnista político Orlando García Ortiz, quien con decoro profesional aceptó el gran reto de escribir la columna, lo que se constituyó en una gran experiencia tanto personal como profesional. No fue de ninguna manera un “pélame esta” entrar al relevo de una de las vacas sagradas del periodismo veracruzano, y lo hizo bien.


El “Punto y Aparte” de don Froylan Flores marcó un hito en la historia del periodismo, tanto por la personalidad de su director como por su formato noticioso. El columnista más leído de su tiempo en el Diario de Xalapa, y después en su semanario, destacaba por su estilo cubierto de un fuerte barniz cultural y una prosa que desgranaba la información política que abrevaba directamente del gobernador de su tiempo; qué decir de una clase política que buscaba en don Froylan el comentario que le orientara para realizar sus respectivos movimientos. La señal que de su comentario partía conllevaba todos los visos de una línea a seguir. Era un oráculo político de acertados pronósticos.
Xalapa contaba entonces, aún ahora no es excepción, aparte del crecido número de periódicos, con una extraordinaria variedad de revistas. Claro, como centro del poder todo giraba en torno de este, y como la actividad de los políticos despierta curiosidad, no tanto por su importancia sino por saber cómo se gastan el dinero, surgieron también folletos y folletines que daban cuenta de las aventuras de los protagonistas del sector público.


¿Quién de aquellos años no recuerda la frescura periodística de “Correo de la Noche”?, un cuadernillo en papel bond impreso en “stencil”, escrito a máquina “mecánica” en donde Enrique Olivera Arce e Hipólito Cuevas hicieron escuela periodística con noticias que noche a noche constituían el comentario del café. Un ejemplar esfuerzo que fue pionero en la manera de dar la noticia del día, ejemplo para quienes se inician en la labor reporteril. Fue durante los años de su efímera existencia un sonado caso de periodismo de vanguardia, en el que la pretensión era lo menos importante pues su circulación se constreñía a las oficinas del palacio, en donde cabía todo el gobierno, y en las escasas cafeterías de la melancólica y neblinosa Xalapa de aquellos tiempos.

Don Herminio Ortiz con su columna “Área Rural”, bajo el seudónimo de “Zit Roo” de corte campirano les dio un espacio de expresión a los campesinos y de lo bucólico del tema se entresacaba la problemática del campo. Allí se podrá encontrar parte de la historia de los dirigentes campesinos y ganaderos de Veracruz.


Jóvenes antaño, cargados de años y de experiencia hogaño, aún teclean en diferentes diarios y revistas; quienes fueran noveles reporteros se han convertido en señores de la información actual en diarios y revistas veracruzanas conviviendo con las nuevas generaciones de periodistas, transmitiéndoles las técnicas y hasta las mañas, porque el conocimiento se lo dará la talacha diaria.


Allí están Pompeyo Lobato, el corresponsal decano de “El Dictamen”, que tuvo como auxiliares a brillantes reporteros. Compartió en Xalapa con el experimentado maestro José Luis Hernández Sosa la misión de nutrir a 2El Dictamen” con las noticias frescas de esta capital. Con él, Melesio Carrillo Tejeda transitó hacia la experiencia reporteril que todos le reconocen. El maestro Valencia, toda una institución al igual que don Julio Guerrero. A fines de los 70 y principio de los ochenta Horacio Aude y Luís Velásquez hicieron época, lo mismo que Mario Vázquez Sandoval, toda una Pléyada de maestros del periodismo.


Ya en los ochenta, allí abrevó también Carlos Jesús Rodríguez, esforzado reportero y sesudo columnista de análisis político, pionero de una nueva forma de hacer periodismo; la forma de futuro que se refleja ya en nuestro presente. La electrónica en el mundo mediático de nuestros días tiene en “Gobernantes. Com” una ventana que mira al planeta. Su formato le permite proporcionar la noticia, “casi en el momento que sucede”, decía un comercial. En el mismo sentido Joaquín Rosas Garces con “Al calor Político” y José Luís Mancilla Martínez con su página “Observador Ciudadano.com ”

Benjamín Domínguez Olmos, también de la vieja generación iniciada en el Diario de Xalapa con su sempiterna columna y singular estilo, definió su destino cuando decidió acompañar en su nuevo avatar periodístico en el “Punto y Aparte” a Don Froilán Flores. De la cantera del “Diario de Xalapa” también surgieron, Orlando García Ortiz, Gustavo Cadena Mathey, Arturo Reyes Isidoro, Pepe Valencia, Joaquín Rosas Garcés, Noe Valdés, etc.


Ellos ya son de una segunda generación respecto de la época que aquí narramos. Gustavo Cadena Mahtey con raíces en Hueyapan de Ocampo, pero iniciado al periodismo en Acayucan al llegar a Xalapa ya traía escuela, por lo que no encontró dificultad alguna para formar una columna en la que, con su estilo que desborda honestidad y bonhomía, relata los sucesos de su tiempo. Tiene mucho que contar, junto con Orlando García Ortiz, acerca del gobierno de Acosta Lagunes, ojala alguna vez lo hagan, porque aquel es rico en anécdotas, que son las que aderezan la historia.


Arturo Reyes Isidoro, de la escuela de “Yayo Gutiérrez”, con talento para la actividad reporteril, con prosa aprisa que bien describe la realidad de su entorno. Ha combinado con eficiencia la actividad periodística con la del servidor público que orienta la noticia. Ambivalencia que pocos como él pueden llevar con decoro.


Pepe Valencia, también de la escuela de “Yayo” Gutiérrez, de la gran cultura del esfuerzo. De repartidor de periódico a reportero de la nota roja en Acayucan a Director de el “Diario de Xalapa” y de “El Sol de Córdoba”, para lo cual se requiere de calidad moral y profesional que con generosidad y eficiencia ha demostrado. No olvida sin embargo su condición de ciudadano comprometido con su momento social y ahora aspira a participar directamente en política; como sujeto de esta actividad y no tal cual ha observado desde su otero periodístico.


Raúl González Rivera inició junto con José Luís Poceros su exitosa aventura con el “Gráfico de Xalapa”, ya en las postrimerías del gobierno de Murillo Vidal y en la coyuntura de un nuevo gobierno, el de don Rafael Hernández Ochoa, con el que contemporizaron con singular estrategia que mucho les propició un notable crecimiento del periódico. Con ellos Agustín Contreras Stein, Manuel Rossete Chávez, que con sus columnas prestigiaron al “El Gráfico de Xalapa”. Melitón Morales, quien recogió la estafeta de “El Correo de la Noche” para convertirlo en una revista, “Análisis Político” que ya se asentó en el gusto xalapeño. Entre este Club de “Tobi” Lucina González Facundo, Elvira Santamaría, sobresalían con personalidad muy propia.



Jóvenes, casi ya de tercera generación René del Valle Bouzas, Víctor Murguía y Ángel Martínez Armengol que cubren con asiduidad la sempiterna “Columna Glosario del Momento” de El Diario de Xalapa y, hoy por hoy, expresan opinión que dice mucho entre las líneas de esa ya muy famosa columna periodística. También Quirino Moreno, iniciado en grandes ligas con “Yayo”, expone también un formato de columna que en un párrafo editorializa el tema, señales del periodismo de vanguardia.



El periodismo, como toda expresión social, es dinámico y pocas actividades del hombre traducen tan fielmente las condiciones sociales, políticas y económicas que cotidianamente acontecen. Es difícil concebir la política sin el vehículo que transmite sus acciones hacia la comunidad.

Innecesario rodeo, habrá quien diga, para desembocar en el axiomático dicho de que los medios y la política están íntimamente ligados. Independientemente de que la razón asista o no a quien así piense, para quien esto escribe resulta un placer recordar lo que se observó de manera directa; doblemente placentero si conlleva la finalidad de cumplir con la responsabilidad de transmitir, bien o mal pero auténticamente, una realidad que sino se registra se perderá en el vacío de los tiempos. No es todo, pero aporta la oportunidad de recordar un pasado tan inmediato que parece que fue ayer.