RADIOGRAFÍAS

Por Alfredo Bielma Villanueva



Para nadie es un secreto que en México las transferencias de gobierno se convierten en sádicas imposiciones constitucionales para quienes están obligados por la ley a entregar al sucesor el bien preciado después de usufructuarlo durante seis o tres años, según el caso. Una de las razones de este fenómeno, cuya cíclica repetición debiera ser aprovechada para abrevar experiencia, es la patológica adhesión al poder y a la parafernalia que lo acompaña. Su influencia es tan fuerte que es capaz de convertir, virtualmente por supuesto, a quien lo ostenta en el más capaz, inteligente y hasta el más guapo de los alrededores y anexas. Los síntomas empeoran cuando quien se encuentra en esa tesitura padece fruición de poder, en cuyo caso el efecto es potencialmente mayor.


En nuestro país los fines de sexenio se convierten en verdaderas arenas movedizas para quien encabeza una administración pública. Carranza lo padeció hasta la muerte; Calles sufrió la Cristiada y el asesinato de Obregón y para acabarla tuvo que lidiar con Vasconcelos, de quien dicen que le ganó al PNR en 1929; con Cárdenas casi le gana-¿o le ganó?- al PRM el General Juan Andreuw Almazán en los comicios de 1940 para dejar a Ávila Camacho en el poder; a Alemán se le frustró el proyecto de reelección o el pretendido continuismo y casi le gana-¿o le ganó?- la votación al PRI el General Miguel Henríquez en 1952, a su candidato Ruiz Cortínez; Díaz Ordaz acabó su sexenio más solitario que nunca después del demoledor golpe de Tlatelolco en 1968; Echeverría terminó su mandato con un país incendiado por sus pendencias con “los emisarios del pasado” (empresarios y pequeños propietarios agrícolas) y por una insólita devaluación del peso a la que aclamaron y aplaudieron a rabiar y de pie senadores y diputados del Congreso de la Unión, aunque usted no lo crea; José López Portillo terminó su gobierno sin poder “defender como un perro” al peso tal cual lo había ofrecido, estatizó la banca y se fue dejando una incontrolable inflación y una imparable devaluación monetaria.


De la Madrid sufrió la debacle de la bolsa y como consecuencia los electores lo castigaron en la votación del 88, de la que Carlos Salinas salió avante gracias al pragmatismo panista que supo sacar raja de la situación; Salinas de Gortari cargó con el peso de los asesinatos de Colosio y de Ruiz Masieu, el levantamiento campesino en Chiapas y el corolario de “los errores de diciembre” en los inicios del gobierno zedillista; Ernesto Zedillo carga con los muertos de Acteal y de Aguas Blancas y la derrota priista en el 2000. Del inefable Vicente no hay mucho que decir porque acaso aún no se ha enterado de los estropicios que su gobierno le provocó al sufrido y decepcionado pueblo mexicano, porque sin saber volar aviones de papel pretendió hacer un aeropuerto. A calderón le faltan tres años, que si son del jaez de los tres primeros su final es de pronósticos reservados.


Acerca del fin de mandato de los gobernadores, de las que corresponden a Veracruz poco se pudiera decir antes del año 2000, a partir del cual cada gobernador se convirtió en el factor principal para decidir a su sucesor. Así lo supimos cuando Miguel Alemán logró hacer gobernador a Fidel Herrera Beltrán; también nos enteramos de los problemas financieros que lo obligaron a concertar un gravoso préstamo que endeudó al estado y ha servido para hacer cuentos sobre el destino real de ése dinero.


¿Podrá Herrera Beltrán dejar un sucesor a modo? ¿Terminará al igual que su antecesor solicitando un préstamo a los bancos ahora que la deuda del estado después de la bursatilización excede a los 9 mil millones de pesos? (Algo que se ve remoto, si nos atenemos al dicho de que las finanzas estatales están más sanas que nunca, ¿o no?).


El lunes pasado el gobernador convocó a los alcaldes veracruzanos para conminarlos a no quejarse de sus males financieros, que no cunda el pánico les recomendó, y ofreció transferirles 195.2 millones. ¿Hasta cuando se mantendrán quietos los munícipes cuyas administraciones a leguas se ve, se adivina, que están haciendo agua? ¿Fin de mandato sobre aceitados rieles o en veredas sembradas de espinas?


Además, mucho esfuerzo adicional tendrá que hacer el gobernador para evitar que sus colaboradores digan incongruencias. Como las recientes declaraciones de Theurel en las que asentó que “los 529 puentes estatales que funcionan en Veracruz” han tenido trabajos de reconstrucción (prácticamente son nuevos, dijo) y que 79 se han rehabilitado. Aparte de la limitada y poco inteligente declaración, el secretario de comunicaciones debiera recordar lo que expone y sobre todo leer lo que dice su jefe, por lo menos en lo que a su ramo se refiere. Porque vale hacer memoria que en su comparecencia para hacer la glosa del cuarto informe del gobernador comunicó que en los 4 años transcurridos se habían construido 343 puentes y alardeó que cada 4 días se construía uno más. Obligado está a revisar bien sus cuentas porque el gobernador declaró el 5 de junio próximo pasado que su gobierno ya llevaba 806 puentes construidos.


Pareciera que todos los finales son difíciles por los cuestionamientos que suelen hacerse. Por ejemplo, antes de acceder a la Secretaría de Finanzas, todavía siendo subsecretario Duarte de Ochoa declaró que el equipo de foot-ball “Tiburones Rojos” estaba valuado entre 230 y 240 millones de pesos. Mientras que el actual titular de Sefiplan, acaba de afirmar que la franquicia está valuada en 13 millones de pesos. Esas no son buenas cuentas si las comparamos con lo que se decía al amanecer del sexenio acerca de que Los “Tiburones” costaban más de cuarenta millones de dólares. En fin, ahora se dirá que se hizo un buen negocio vendiendo el equipo en 30 millones de pesos; lo mejor es que estará en manos de quienes realmente sabrán administrar y dirigir un equipo de foot ball.


Esto del fin de mandato y de las sucesiones recuerda el mito de Sísifo en la mitología griega que, condenado a empujar una rueda cuesta arriba al llegar a la cima esta vuelve a caer obligando a Sísifo a emprender nuevamente la tarea de empujar hacia a lo alto indefinidamente. ¿Será éste el destino de todo pueblo?

Lo que aquí se ha descrito muy sucintamente correspondería en el argot médico a la imagen de una radiografía, insuficiente sin duda para llegar a conclusiones más ciertas; por lo que para un mejor diagnóstico el especialista recomendaría esperar al resultado del ecosonido o la tomografía, si antes la enfermedad no hace crisis.


alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2009











TIEMPOS Y CIRCUNSTANCIAS

Por Alfredo Bielma Villanueva



A diferencia de las estrellas fugaces que no dejan huella de su paso en el firmamento, salvo una transitoria estela luminiscente que pronto se apaga y desaparece, en política se producen acontecimientos esporádicos que repetidos en el tiempo marcan una época, dejan huella y definen el carácter de quienes los protagonizan.


En el pequeño universo de la aldea veracruzana han acaecido en los últimos días interesantes hechos que sin duda serán referencia en la historia política local en cuanto al tema de sucesiones de gobierno. Su registro es inevitable debido a que se apartan de la ortodoxia y a las circunstancias en que se producen, y tiene cierta analogía con procedimientos y actitudes ocurridos en otro tiempo, circunstancias y lugar.


Corría noviembre de 1993, en los corrillos políticos del Distrito Federal y del país no se hablaba de otro tema que no fuera el de la sucesión presidencial en el que sobresalían los nombres de Manuel Camacho Solís y de Luís Donaldo Colosio, regente del Distrito Federal y Secretario de Desarrollo Social, respectivamente. Otros nombres se escuchaban, los de Pedro Aspe y Zedillo entre ellos, pero no concitaban la atención como sí los dos primeros. Enrique Márquez, quien fuera asesor de Manuel Camacho en el gobierno del Distrito Federal relata en su libro salido a la luz pública en 1995 ¿Por qué Perdió Camacho? el interesante episodio en que Salinas de Gortari decidía su sucesión y “la guerra tremenda que el aparato y sus aliados desataron-desde las primeras horas del día del destape-contra Camacho”.


Cuenta que le dijo el Regente que en el desfile de 20 de noviembre de 1993, en el balcón principal del palacio, el presidente Salinas se mostraba esquivo con él y que ante un planteamiento suyo respecto de algunos problemas nacionales le contestó que “eso lo tendría que ver el candidato a la presidencia”, lo que con otras palabras le indicaba que el elegido no había sido él. Entre ésa fecha y el 28 en que se “destapó” públicamente a Colosio, entre bambalinas se tejieron las consabidas intrigas y movimientos “tácticos” tanto del presidente Salinas como del equipo que encabezaba Córdoba Montoya (Patricio Chirinos, Serra Puche, Pedro Aspe, Zedillo) para bloquear cualquier intento de Camacho para revertir con presiones la decisión ya tomada porque ellos defendían el proyecto económico neoliberal con el que Manuel Camacho no estaba plenamente identificado.


¿Por qué no fui yo? preguntaba Camacho a Salinas, a sabiendas que la respuesta giraba en torno al continuismo, ese al que aspira todo hombre cuando en el ejercicio del poder puede decidir quien será su sucesor. Él, Camacho, que en los difíciles días, semanas y meses subsiguientes a la complicada elección de 1988 se convirtió en el artífice de las negociaciones salinistas con izquierdas, derechas y otros factores de poder en México para que pudiera arrancar el gobierno de su amigo, el presidente Salinas de Gortari. Éste que ahora le insistía que fuera a saludar al elegido Colosio porque “eran las reglas del sistema” y le insinuaba que en caso negativo no podía responder de las reacciones. Al tiempo que Camacho le respondía: “Esta bien, entonces yo sabré de donde vienen las reacciones y actuaré de la manera más conveniente”, (Un dialogo que pudiera repetirse aquí y en China).


Por su actitud poco ortodoxa Camacho sintió el hostigamiento en la prensa y en las medidas que dictaba su amigo el presidente entre sus colaboradores para estrechar sus márgenes de acción. Después del “destape” de Colosio y la resistencia de Camacho a expresarle su adhesión ya sabemos qué sucedió; vino el linchamiento a través de las plumas de siempre, se armó toda la trama sobre el llamado “berrinche de Camacho” que enturbió la campaña colosista y que obligó al “no se hagan bolas” de Salinas.


En días previos al “destape” Camacho y Colosio coincidían en que era necesario transitar hacia la democracia porque el sistema del presidencialismo absolutista ya estaba agotado, y porque su destino personal en ese momento estaba sujeto a la decisión de un solo hombre. Sabían por experiencia que la etapa sucesoria debía tener ingredientes adicionales a la expresión del patrimonialismo del poder. “Hoy vivimos en la competencia, y a la competencia tenemos que acudir. Para hacerlo, deben dejarse atrás viejas prácticas; las de un PRI que sólo dialoga consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar” dijo Colosio en aquel discurso del 6 de marzo de 1994.


No mucho tiempo transcurrió pero mucha agua pasó bajo el puente y en el año 2000 se dio la alternancia y con ella el jaque mate al presidencialismo autoritario. Pero tal parece que el centro de gravedad del voluntarismo sólo cambió de ubicación; así parece si se juzga por la intervención determinante de gobernadores de indistinto partido en los eventos de su sucesión, es decir, los gobernadores se arrogaron la facultad autoritaria de decidir quien será su sucesor.


Pero en este sistema cada vez más caduco se escuchan persistentes voces de quienes repelen la continuidad de los añejos procedimientos y buscan airar el ambiente al rechazar la siempre indigna disciplina acrítica que por muchos años ha caracterizado a la militancia priísta. Esa es la lectura que podría darse en Veracruz a la actitud adoptada por uno de los precandidatos al gobierno local. Romper viejos moldes es un reto que no cualquiera se echa encima.


Como el hubiera no existe, nunca sabremos qué habría acontecido si Héctor Yunes Landa aún permaneciera agazapado siguiendo el ritual de no moverse, según la antigua conducta que bien pintó Fidel Velázquez cuando afirmaba que “el que se mueve no sale en la foto”


De lo que sí pudiéramos estar seguros es que se repetiría la lección que narra José Enrique Rodó (el “Maestro de América” del primer tercio del Siglo XX), cuando describe el triste destino que su inmovilidad le deparó a una de las tres aves que iban instaladas en el palo más alto del barco que se hizo a la mar. De las aves, una, temerosa de lo desconocido, sin arrestos para la aventura, adoptó la actitud típica del rebaño, o de la parvada en este caso, y regresó a puerto seguro; otra, más audaz, confiada en su fortaleza emprendió el vuelo hacia delante en busca de su destino, mientras, la última sigue allí en la inmensidad del mar, inmovilizada en el mástil principal del barco, sujeta a su incertidumbre y al vaivén de las olas, atada a la esperanza de que la nave llegue, si llega, a su destino.


alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2009





¿PAN COMIDO?

Por Alfredo Bielma Villanueva


Los resultados de la elección federal del 5 de julio no constituyeron una sorpresa por cuanto a que el pronostico generalizado decía que el PRI iba a la cabeza y que el PAN, debido a los errores de una estrategia mal planeada y peor ejecutada no ganaría las curules suficientes para sentirse cómodo en las negociaciones y cabildeos legislativos. Respecto del amplio espectro de la izquierda en los prolegómenos de los comicios poco se especuló acerca de su posible repunte porque el diagnóstico de su triste realidad no le auguraba nada bueno; más bien movía a pena ajena la dirigencia nacional del PRD, en tanto que Convergencia y el PT luchaban por no perder el registro pegados a la convocatoria de López Obrador.


La LXI Legislatura (2009-2012) se conformará de la siguiente manera: 237 diputados del PRI (184 de mayoría y 53 de representación proporcional), 143 del PAN (70 de mayoría relativa y 73 plurinominales), del PRD estarán 71 diputados (39 de mayoría relativa y 32 plurinominales) del Partido el Trabajo 13 diputados (3 de elección directa y 10 de la vía plurinominal), el PVEM contará con 22, Nueva Alianza tendrá 8 y Convergencia 6 diputados de representación proporcional.


Como se podrá observar la gran ventaja del Partido Revolucionario Institucional lo coloca en situación de privilegio para acometer el reto de la sucesión presidencial que viene. Estas circunstancias guardan un parecido inverso a las condiciones que existían al término de los comicios de 1991 cuando el PRI ganó sobradamente esas elecciones intermedias.


La referencia a la elección intermedia de 1991 no es de ninguna manera ociosa porque sirve de referencia para recordar que tres años antes, en 1988, el PRI había transitado por un proceso electoral de elevada dificultad, que ahora está considerado como un parteaguas en nuestro país. Recordemos que la Cámara Federal que inició funciones en 1988 se integró con una ruidosísima diputación opositora que cambió para siempre el comportamiento al interior de aquél recinto parlamentario: gritos, interpelaciones al presidente en su informe, toma de tribuna, exhibición de pancartas, etc. Después nada ha sido igual, al grado de que la sociedad mexicana se ha acostumbrado a no ver como sacrílego el que un diputado interrumpa e interpele al mismísimo presidente de la república, antes intocado en su elevado nicho de santo patrono de los políticos.

La elección del 18 de agosto de 1991, según sus resultados, fue inversamente proporcional a los obtenidos en la elección del 6 de julio de 1988. Primero porque se regresó a los rangos de votación priísta de anteriores votaciones intermedias (1985, por ejemplo) y segundo, porque la fuerza electoral encabezada por el PRD que supuestamente era el partido a vencer, fue considerablemente disminuida, triturada, si se comparaba con la que sólo tres años antes había demostrado el Frente Democrático Nacional. El Partido Acción Nacional con todo y su creciente pragmatismo alcanzó en esa elección un modesto 17%.


¿Cuál habría sido la causa del drástico cambio de comportamiento electoral de la ciudadanía mexicana en solo tres años? En 1988 finalizaba el gobierno de Miguel de la Madrid con una inflación galopante, como corolario de un sexenio que se debatió en crisis permanente y que con el crack de la bolsa había depauperado aún más a la clase media mexicana, esa que en la elección de ese año se cobró asestándole el “voto de castigo” al gobierno. Sin embargo, tres años después, en 1991, el gobierno de Carlos Salinas había logrado cierta estabilidad en los precios, la inflación estaba controlada y el PRONASOL hacía su parte envolviendo en buena aureola al gobierno. Resultado: el PRI recuperó con creces su ventaja parlamentaria al obtener 319 curules, el PAN 89 y el PRD 41 (PFCRN: 23, PARM, 15 y PPS, 12).


Ahora, ¿la elección del 2009 es inversamente proporcional a la del 2006? Asumiendo las diferencias implícitas entre una elección presidencial y otra federal podemos destacar algunos puntos de referencia:


1.-En 2006 el presidente Calderón ganó los comicios con un apretadísimo margen y no consiguió la mayoría absoluta en el Congreso, tuvo que negociar con la tercera fuerza que era el PRI y que se prestó a desempeñar el papel de “bisagra”, es decir, el gozne indispensable para darle viabilidad a los trabajos del Congreso; un papel de singular importancia porque tendió los puentes necesarios para la gobernabilidad. 2.-La fuerte crisis económica que nos sorprendió casi amaneciendo el gobierno calderonista, aunque no imputable en su origen al gobierno, ha repercutido electoralmente en su contra, tal cual había ocurrido en 1994 con “los errores de diciembre” cuyo efecto electoral se pudo comprobar en 1997 cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. 3.-La guerra al crimen organizado con su larga estela de sangre ha originado una elevada percepción de inseguridad al interior de la sociedad y debido a que sus resultados aún no pueden ser evaluados, no rinden frutos favorables al gobierno.
(Solo imaginemos que efectivamente disminuya el elevado consumo de estupefacientes en México y que se reinstale en las calles de las grandes ciudades un sentimiento de seguridad para los jóvenes del país, para deducir los efectos que tendría la actual guerra respecto de la figura presidencial, factor que indudablemente repercutirá en la elección que viene).


La limitación del espacio impide detallar más elementos para un análisis meticuloso de los resultados de la reciente elección. Queda en el tintero la pregunta acerca del porqué estando bien posicionado en la opinión ciudadana el presidente de la república esto no redundó favorablemente en su partido.


Por lo pronto recordemos que la alternancia ya se instaló en México; que ya no hay sistema de partido casi único; que en las entidades federativas hay, indistintamente, en unas un sistema de partido único, sistema bipartidista en otras o bien sistema multipartidista. Todo ello vinculado por un comportamiento del electorado mexicano con raíces multifactoriales, que está sujeto a los vaivenes de la economía y de la política. Esa conducta electoral del ciudadano está orientada por un sistema de partidos que operan en base a dos premisas fundamentales: 1) apoyo en estrategias de gobierno (“siga usted valiente, señor presidente”, “Piso Fiel”, por ejemplo) y apoyo en la estructura partidista. Por esto último pudiéramos colegir qué partido trabajó mejor.
Es obvio que la situación económica tuvo parte importante en el desenlace final pero dada la gran diferencia cabe preguntarse: ¿Qué le falló al PAN, que contando con el recurso suficiente para ganar una elección se vio ampliamente superado este año? ¿La estructura de partido con deficiente operación, la imagen del gobierno o las dos variables? Como se puede ver la elección de ahora solo es una fotografía, la del 2012 pudiera tener otros actores y factores, el PRD incluido. ¿Será otra o la misma historia?


alfredobielmav@hotmail.com


Julio 2009














DEL VOTO AL HECHO

Por Alfredo Bielma Villanueva



La crisis económica fue a votar acompañada por el grave problema de inseguridad que vive la sociedad mexicana; por el resultado de la votación del 5 de julio una vez más se comprueba que el ejercicio del poder desgasta a quien lo ejerce cuando el bolsillo del votante reclama resarcimiento. La acotación no es nueva, se pudo comprobar en la elección presidencial de 1988 y en la intermedia de 1997 cuando el PRI padeció severos descalabros propinados por una ciudadanía encrespada que no veía llegar la luz al final del túnel y, claro, se la cobró al gobierno.


Se podrá argumentar en demérito de esta hipótesis que en la reciente elección no fue el PAN el único partido que perdió, pues el PRD se llevó las palmas y no tiene ninguna vela en el ejercicio del poder, salvo en el Distrito Federal, la ciudad más poblada de México, en donde hace gobierno y allí éste no fue “castigado”. Todo encuentra explicación cuando de observar se trata.


El Partido Acción Nacional es un partido de cuadros, no de masas. No privilegia sectores a su interior y, particularmente en materia de estrategia, ha olvidado que ya no es oposición, que por efectos de la alternancia ahora detenta el gobierno federal y no ha obrado en consecuencia. Tal se desprende porque prosiguió con la vieja estrategia que le dio resultados en 1983 cuando Francisco Barrio y Luís H. Álvarez ganaron las alcaldías de Ciudad Juárez y Chihuahua, respectivamente. En aquella ocasión la maniobra se centró en el ataque y el cuestionamiento a las autoridades, y le dio resultados porque aún estaban fresca en la memoria empresarial la expropiación bancaria, no se olvidaba la invasión a los terrenos del Valle del Yaqui en Sonora, había una severa crisis económica con inflación galopante y se reclamaba el permanente olvido del centro hacia aquellas regiones norteñas. Desde entonces aplicaron esa estrategia-la privilegió Fox en Guanajuato en 1991- y la siguieron aplicando aún en poder de la presidencia de la república, a pesar de que la experiencia les recordaba que ya no era la mejor actitud. Lo sabían bien y lo comprobaron en 2007 cuando vino a Xalapa Manuel Espino a bronquearse ásperamente con el gobernador y les resultó contraproducente.


Por otro lado, si bien el PAN gobierna a la federación, 18 partes de esta (ahora serán 19) están en poder del PRI y en la ciudad más grande del país y en tres estados gobierna el PRD (Chiapas es un decir), factores que sin duda participaron determinantemente.

En el PRI la dirigencia nacional hizo su parte. No se olvidan aún los hirientes comentarios de algunos analistas en contra de la actitud asumida por Beatriz Paredes, a quien reclamaban su “pasividad” y “tibieza” ante las agresiones del dirigente panista, suponiendo un arreglo con el presidente Calderón. Los resultados han comprobado que la estrategia de Beatriz Paredes fue la mejor, sin olvidar el trabajo que en sus respectivas ínsulas de poder realizaron los gobernadores, como en Nuevo León, Colima y Campeche que tenían el reto de asegurar para su partido la continuidad en el gobierno estatal. El caso de Sonora se cocinó aparte por las circunstancias especiales en que se desarrollo el proceso electoral.


Los resultados excepcionales en los Estados de Coahuila, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Guerrero, Puebla y Yucatán, en los que hubo carro completo al ganar el PRI todos los distritos, no demeritan en lo absoluto los obtenidos en Veracruz, por ejemplo, en donde de 21 distritos se ganaron 18, entre ellos algunos considerados como inexpugnables bastiones panistas.


Siguiendo el viejo molde de ganar con contundencia, además de demostrar que tiene excelentes operadores electorales y que está listo para competir por la candidatura presidencial, el gobernador del Estado de México logró recuperar para el PRI el famoso corredor azul formado por Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli y hasta Toluca; además del pasillo amarillo con Ecatepec, Chalco, Valle de Chalco y Neza, le quitó al Partido del Trabajo Metepec y conservó Huixquilucan; por si fuera poco, logró la mayoría absoluta en el Congreso, que estaba repartido en tercios iguales.


Todavía es más sorprendente el resultado en Jalisco, en donde sin ser gobierno en la entidad obtuvo valiosísimos triunfos al ganar Guadalajara y su zona conurbada, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá, además de Puerto Vallarta; así, el PRI lleva camino andado para recuperar esa gubernatura. Caso parecido sucedió en Morelos, porque el PRI se hizo de Cuernavaca, Cuautla y Jojutla.


Sin dejar de lado el esfuerzo de cada gobernador ¿quién pudiera regatearle a Beatriz Paredes el mérito de un triunfo inobjetable, histórico desde la perspectiva de un partido que apenas tres años atrás sufrió un descomunal descalabro? Ahora cobran mayor vigencia las palabras pronunciadas por la dirigente priísta el 28 de junio en una gira por el Estado de México: “En el Partido Revolucionario Institucional tenemos los mejores cuadros y los mejores gobiernos que trabajan por la mayoría; gobiernos que nos enorgullecen, como el que aquí encabeza Enrique Peña Nieto…“Somos un equipo convertido en partido que demuestra que en unidad nadie nos puede derrotar. El trabajo de Enrique Peña nos enorgullece y nos alienta”, (ése día asistió a los cierres de campaña de los candidatos tricolores de los municipios de Metepec, San Felipe del Progreso, Cuautitlán Izcalli, Chalco y Valle de Chalco-Solidaridad).


Acerca de las victorias del PRD en el Distrito Federal, combinadas con los malos resultados de ese partido en Michoacán y Zacatecas, pudiéramos deducir que en la capital de la república, el gobierno de la gran ciudad mantiene un cerrado control y/o una estrecha vinculación con los grupos de poder político del área. La mejor muestra está en Iztapalapa, en donde en tan solo 15 días la fracción perredista contraria a la dirigencia nacional de ese partido le dio la vuelta al marcador y tomando un atajo logró conservar esa importante Delegación, paradójicamente haciendo ganar al Partido del Trabajo. Es obvio que en política no es posible ganar con la sola imagen pues se requiere de los márgenes de operación necesarios para concretar los triunfos; es manifiesto que la estructura territorial, organizativa y de cuadros del PRD en el DF contribuyeron determinantemente a obtener las victorias que lograron, tal cual lo hizo en sus respectivas demarcaciones el PRI.


En Veracruz el gobierno hizo bien su parte pues escaló un peldaño para lo que viene. Sin lugar a dudas el resultado electoral acondiciona favorablemente los pasos a seguir en el futuro, va implícita la desinhibida movilidad del titular del ejecutivo, quien no ha dejado de hacer campaña desde que tomó posesión del cargo. Aunque tiene sus aristas, porque la identificación excesiva del hombre con la institución la hace más dependiente, para bien o para mal. Pero está visto que no hay descanso en la lucha sucesoria, por lo pronto el PRI ya tiene en Elizabet Morales una visible precandidata al gobierno municipal de Xalapa y más que pronto empezarán a conocerse los nombres de aspirantes en otros municipios y Distritos electorales.


Rompiendo viejos moldes, Héctor Yunes Landa ya se aventó abiertamente al ruedo, aunque no es un secreto que ya ha venido trabajando arduamente para construir su candidatura al gobierno del estado; tiene vocación política, equipo y camino andado. Aunque no ignora que toda candidatura priísta necesariamente debe transitar con la anuencia de quien gobierna el estado, con su actitud, que para algunos es muy temeraria, demuestra carácter para nadar aún contra la corriente. No hay camino, se hace camino al andar, alguien tiene que hacer historia.

alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2009



SI “A” ES = A “B”, ENTONCES ¿ES “B”?

Por Alfredo Bielma Villanueva


Cuando casi toda la atención de la ciudadanía estaba concentrada en las noticias sobre los “levantados” y en los cadáveres arrojados en plena vía pública en la ciudad de Veracruz; cuando en los comederos y bebederos políticos el menú principal consistía en saber qué partido o candidato presentaba la mejor denuncia; cuando las apuestas se centraban en el número de distritos electorales que ganará la oposición en Veracruz; cuando más se dudaba del triunfo de Amadeo Flores en Huatusco y se conocía de ciertos non santos apoyos enviados a sus contrincantes por infieles designios, de pronto, como si explotara un petardo en una iglesia, se da a conocer que el diputado Héctor Yunes Landa dejará la coordinación de la bancada priísta en la Cámara legisladora local y por lo consiguiente la presidencia de la Junta de Coordinación Política del mismo órgano colegiado.


De suyo, un relevo de esta naturaleza causaría singular revuelo, pero en las circunstancias de tiempo y lugar es una noticia con efectos diferidos, considerando la cercanía de los comicios del 5 de julio y el que Héctor Yunes encabeza una fuerte corriente que trabaja a su favor para el próximo relevo de gobierno en Veracruz, que ya está a la vuelta de la fecha referida.


Ya es del todo conocido que ante la falta absoluta del otrora poderoso dedo presidencial, que fungía como destapador de candidatos, en los tiempos que corren los gobernadores priístas han suplido con suficiencia esa función. También está visto que ahora para resultar elegido como candidato del Partido Revolucionario Institucional a un cargo de elección popular, el aspirante debe contar con atributos adicionales a la anuencia del gobernador en funciones.


En los tiempos de la hegemonía priísta un factor de peso específico era el afecto, pero esta arista difícilmente fue un factor determinante en la larga historia de los destapes, sin embargo siempre formaba parte de la parafernalia sucesoria; agentes de primordial importancia lo fueron el trabajo de partido, experiencia en lides electorales, respaldo de algún sector partidista y, por supuesto cercanía a los altos círculos de poder. En los tiempos de la transición y la alternancia se agrega al peso de la balanza el respaldo de la base militante y de la ciudadanía en general; el precandidato que reúna estos requisitos en Veracruz contará sin duda con buenas posibilidades de alcanzar la candidatura anhelada. ¿Quién de los que se mencionan como aspirantes agrupa el mayor número de factores en su favor?


Los nombres flotan en el ambiente político veracruzano. Con mucha anticipación (inusual se diría, considerando la experiencia de quien manda en el PRI), se colocó en la palestra sucesoria a Javier Duarte, un bisoño político que se desempeñó por algunos meses como Secretario de Finanzas en el gobierno que encabeza el actual gobernador, antes de ser postulado por el PRI como su candidato a diputado por Córdoba. De la administración que haya hecho de los recursos del erario, eficiente o no, como suele ocurrir, se sabrá al final del sexenio, que ya es ahora. Se sabe sí que se ha preocupado por superarse académicamente, lo cual abona en su favor. De la forma en cómo desarrolló su campaña poco pudiérase decir sino se hubiera distinguido por el abultado recurso monetario que se gastó, a juzgar por el esfuerzo propagandístico para crearle imagen. Duarte aparece como el Plan A del gobernador en la lucha sucesoria.


Si hay Plan A, lógicamente debe haber Plan B. Situados en esa hipótesis, si Duarte es A, el resto de aspirantes serían B, lo que los sitúa en lugar de privilegio. Siguiendo el símil de Porfirio Díaz cuando se refería a los políticos con el término de “Caballada”, en la historia de las sucesiones político-electorales en México difícilmente ha habido un caballo que estando de puntero finalmente alcanzara la meta, en primer lugar. Respecto de la presidencia, cuando Miguel Alemán concluía su mandato el más mencionado era el Cordobés Fernando Casas Alemán, pero el elegido fue Adolfo Ruiz Cortines. Cuando Don Adolfo terminaba-inducidos por éste- todo el mundo decía que el bueno era el “Pollo”, Gilberto Flores Muñoz, pero el bueno fue López Mateos. En tiempos de Echeverría se privilegiaba a Moya Palencia, pero el ganador resultó López Portillo, y así por el estilo.



Normalmente el precandidato que puntea es el más atacado y quizás ésta sea la razón por la que siempre es una “carta que se gasta”. Se ignora si Duarte se vaya a “gastar”, pero lo que sí es una realidad es que es uno de los favoritos del golpeteo, ya sea por adversarios propios -que no deben ser muchos dada su corta trayectoria y, según dicen, por su nada conflictiva personalidad- y por los adversarios de quien lo ubicó en la delantera; con estos-que sí deben ser muchos-tendrá que lidiar.


Esta disquisición ciudadana ha venido a cuento por el relevo de Héctor Yunes Landa en las funciones que viene desempeñando en la legislatura local y porque es un político veracruzano con experiencia, de aquellos “echados pa´ alante”, que aglutina en su entorno a grupos generacionalmente afines, congregados tras una larga trayectoria político-administrativa generada a pulso y que ahora tendrá pista libre.


Ya se ha apuntado: La política es de circunstancias y no todo lo que parece, necesariamente es. Se puede engañar con la verdad. También es cierto que como cosa pública la política y lo que en ella sucede es inocultable, por muy sibilinos que parezcan sus procedimientos. Por ello, en cuanto a sucesión gubernamental, nadie con la experiencia de quien gobierna en Veracruz, dadas las circunstancias actuales, de competencias sucesorias divorciadas de los antiguos “dedazos”-, podría convencer al más candoroso de que no hay Plan B. Además, la ventaja que tiene el Plan B es su incógnita, y hay importantes actores que, como Pepe Yunes, por ejemplo, permanecen en la reserva estratégica con inobjetable prestigio.


Por supuesto que hay Plan B. Sobre todo cuando la amplia gama del espacio político veracruzano es rica en actores que brillan con luz propia. Sangre nueva, que aún sin desconocerlas está ya poco familiarizada con las artimañas del viejo régimen. Quienes nos aplicamos en aquellas añejas prácticas supimos del guiño de ojo tras de quien se daban palmadas en la espalda; de patadas bajo la mesa; de intrigas, de chismes; era el primitivismo político en el que reinaban la mentira, el engaño y la simulación, que por fortuna están cumpliendo su ciclo histórico, ya va de salida. Pero volviendo al punto: Si A = B, entonces B, ¿es la incógnita? Preguntaría un neófito en aritmética elemental, porque como ya es sabido en política no siempre el dos le sigue al uno.


alfredobielmav@hotmail.com
Julio 2009


UN DÍA DESPUÉS

Por Alfredo Bielma Villanueva


Si como sucede durante el periodo que dura el proceso electoral, en el que se escucha decir mentiras por doquier, fuera el comportamiento permisible a los gobernantes para holgarse diciendo falsedades, quizá el encrespamiento social contra la clase política no se percibiría tan acentuado. Pero ocurre que los señores que desempeñan una responsabilidad pública: alcaldes, gobernadores, presidente de la república y sus correspondientes subordinados, ante lo magro que suelen ser sus resultados recurren con harta frecuencia a la simulación y a los sofismas, con el propósito de encubrir sus ineficiencias e incumplimientos. Lo que es peor, algunos pretenden aparecer como los inventores del hilo negro; desafortunadamente para ellos y para la sociedad esto no es así.


Agustín Carsten, el secretario de Hacienda quiere aparecer como quien salvó a la economía mexicana de un desastre, cuando en realidad no supo enfrentar el problema con la eficiencia que se requería y el “catarrito” se convirtió en influenza, a pesar de los avisos de la inminente crisis que en otros países sí pudieron enfrentar con éxito evitando los estropicios que en México derivan de un decremento del PIB de casi 9%.


En los estados de la república sucede lo mismo, como en Veracruz, en donde a pesar de los severos problemas de liquidez que padece el gobierno estatal y de los “levantamientos”, secuestros y cadáveres decapitados tirados en las calles, se nos dice que hay paz y tranquilidad y que somos la única entidad de la república en donde se crean empleos, mientras que en otras se viven cifras escalofriantes de recesión económica.


El día de mañana, 5 de julio, la ciudadanía mexicana tendrá la oportunidad de elegir legisladores federales, y en algunas entidades también se votará para alcaldes, legisladores locales y gobernadores. El lunes estaremos conociendo los primeros resultados. A través de ellos deduciremos el impacto que hayan producido las campañas proselitistas sobre el electorado y de qué manera se habrá reflejado en las urnas la ensalada de impotencias y esperanzas populares.


En las urnas se habrá depositado la síntesis de todo lo que ha permanecido oculto y reprimido en el ánimo ciudadano. Parte de ello ya lo hemos escuchado de Alejandro Martí, a quien el secuestro y asesinato de su hijo obligaron a gritar un ¡Si no pueden renuncien!, dirigido a los funcionarios de los tres ordenes de gobierno, que por desidia e irresponsabilidad se encapsulan en sus puestos solo para medrar del presupuesto que los cobija, olvidándose que tienen una obligación que cumplir y por la que reciben generosos estipendios. Encontraremos también reflejado en la votación el indignado reclamo del “¡No tienen Madre! de Nelson Vargas, a quien la delincuencia privó de la compañía de un ser querido.


Como el encrespamiento social va en aumento por el ya abierto diferendo entre la sociedad y sus servidores públicos, en Sonora se sabrá hasta qué grado habrá influido el desesperado, indignado y doliente grito del padre de uno de los niños que murieron a causa del incendio en la guardería de Hermosillo.


Roberto Zavala, que es un empleado de la Ford perdió a su hijo Santiago de Jesús en el incendio. Adolorido, no pudo más y explotó: “A nuestros señores gobernantes les quiero decir: ustedes creen que somos pendejos, ¿verdad?”---- “¿Creen que toda la gente que está aquí no sabe de lo que estamos hablando, que somos unos ignorantes? No señor, no somos pendejos, que seamos de clase media y que trabajemos no quiere decir que seamos pendejos”. — “Ustedes no conocen más a Santiago que yo, Santiago en este momento desde allá arriba está mirando hacia abajo y le está diciendo a todos sus amiguitos, ese pinche loco que está allá es mi papá y no se va a dejar de ningún pendejo. Gracias.”


Este 5 de Julio como muchos otros de nuestra ya larga historia electoral, que para algunos que no perdonan la burla “es la fiesta de la democracia”, y se presta para “sesudos” chascarrillos como que “votar es ser tomado en cuenta”, proporciona la oportunidad a la ciudadanía para expresarse en el sentido que la hayan conducido las insulsas promesas de campaña, un bulto de cemento, una lámina de Zinc, una despensa, mil pesos o, en el mejor de los casos, su probable toma de conciencia de que esto no debe seguir igual. Al menos que, como lo afirmó el desesperado padre de Santiago, “realmente seamos unos pendejos y de (que) toda la sociedad depende de ustedes que nos sigan tratando como pendejos”. Planteamiento con el que quien esto emborrona se solidariza en toda su extensión.


¿Seguirá todo igual? Si después de la elección-cualquiera que fuere el resultado- la ciudadanía vuelve a su “normalidad”, de una actitud de indiferencia sobre la cosa pública; si olvidamos que este país no anda bien debido a nuestra desidia en no participar; por no exigir a quienes les encargamos el gobierno que cumplan cabalmente con sus funciones; si permitimos que sigan cometiendo impunemente actos deshonestos en el manejo del recurso público; si seguimos tolerando la simulación y el engaño, entonces sí, todo seguirá igual.


Es decir, seguiremos oyendo malos chistes, como el que se le escuchó decir al presidente del PRI en Veracruz cuando contó que fue elegido en ese cargo por 600 delegados (y parece que se lo cree). También seguiremos leyendo, lo que seguramente ya registró Ripley en su libro de récords, del Acuerdo al que llegaron los coordinadores parlamentarios de la Cámara de diputados, en el sentido de “blindar” sus bienes materiales “para evitar el saqueo de recursos, mobiliario, equipo y archivos durante el relevo de la legislatura en agosto entrante, con la advertencia de iniciar procedimientos y aplicar sanciones a quienes incumplan los procesos de entrega-recepción”. Lo enternecedor del caso es que esas medidas cautelares se adoptan contra posibles actos de rapiña (saqueos, dicen) que pudieran cometer los legisladores cuya función concluye en agosto próximo. ¡Vaya clase política!


Así seguirá nuestro drama nacional, en una sociedad que se conmueve de vez en cuando al enterarse de la desgracia y del dolor de quienes han sido lastimados en cuerpo y alma pero que, pasado el momento, regresa a “su normalidad”, porque en este país no pasa nada y cuando pasa, no pasa nada.


alfredobielmav@hotmail.com


Julio 2009