DERROCHE EN CAMPAÑA

Por Alfredo Bielma Villanueva



Por muy urgidos que pudiéramos estar para hacer realidad el avance democrático del país; por muy apremiados que parezcamos por perfeccionar el desarrollo de nuestros procesos electorales; por la larga experiencia que México ha padecido en cuanto a elecciones con resultados fraudulentos, por ningún motivo se justifica que en un Estado con las características de Veracruz el gasto autorizado para campañas alcance proporciones absurdas, como es el caso de las cantidades millonarias acordadas por el Instituto Electoral Veracruzano para la ya inminente jornada electoral que concluirá una de sus fases en Julio próximo.

Ahora forma parte de la anécdota, pero aquél cuento de la “fiesta cívica” con el que se calificaba a las jornadas electorales era más bien parte de la propaganda para dar fin a la ausencia permanente de votantes en casillas desiertas pero con urnas repletas de votos, virtualmente emitidos porque no tenían respaldo ciudadano. Tiempos de amenazas nunca cumplidas de despidos o descuento en sueldos y salarios en la burocracia, fábricas y talleres a quien no asistiera a votar; un atraso cívico al que ni románticamente quisiéramos regresar.

El tiempo aquel en el que el Estado organizaba y calificaba elecciones, cuando la eminente Comisión Federal Electoral era juez y parte, ha quedado atrás con la fundación del IFE, como un producto del movimiento ciudadano despertado en 1988 y reciclado en 1996 después de que numerosos grupos ciudadanos ejercitaron su derecho a exigir reformas a favor de una evolución pacífica de México.

Órganos como el Instituto Federal Electoral o el Instituto Electoral Veracruzano han devenido en herramientas fundamentales para regular las elecciones de todo tipo en México. El marco normativo que las impulsa, perfectible al ritmo de los cambios sociales, ha servido para que los relevos en el ejercicio del poder se realicen conforme a derecho. Por el influjo de estos mecanismos la alternancia se pudo observar como un fenómeno casi obligado, sin traumas sociales ni políticos, excepto los que naturalmente repercutieron al interior del partido hegemónico, el que durante muchas décadas mantuvo la presidencia de la república en su poder.

Éste año, en el que se celebran elecciones en 12 Estados de la república, a Veracruz le corresponde la transferencia de mandos en los poderes Legislativo y el Ejecutivo, así como la renovación de los 212 ayuntamientos de los municipios en que se divide políticamente este Estado.

Para nadie en la república es un secreto el lamentable estado de nuestra economía y que en esas condiciones lo que debiéramos hacer es producir y trabajar más para salir de la crisis; ahorrar e incrementar los índices de productividad, sería lo más recomendable. Esa es una elemental deducción que los consejeros del IEV, o ignoran, o simplemente les importa un bledo, a juzgar por la autorización del tope del gasto electoral que acordaron, que además va en sentido contrario al espíritu de la reforma que acortó el número de días para las campañas de proselitismo.

Así, sin congruencia alguna con el contexto socioeconómico que vivimos, el Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano aprobó un gasto de más de un millón de pesos diarios para la campaña política de candidatos a gobernador, que iniciará formalmente el 13 de mayo. En este renglón, el contraste respecto de la elección para gobernador en 2004 es más que notorio, pues para aquella campaña, cuya duración se extendió a 79 días, se autorizó un gasto máximo de 36 millones 406 mil 167 pesos, cifra muy por debajo de los 52 millones 102 mil 180 pesos aprobados para ésta de 2010, que por cierto está limitada a 49 días, 30 jornadas menos que hace seis años. La diferencia en pesos asciende a 15 millones 696 mil pesos entre una y otra elección. El gasto diario promedio para 2004 fue de 460 mil, 837 pesos contra un millón, 63 mil pesos para 2010; es decir, irrisoriamente en tiempo de crisis económica ahora se permite gastar más del doble a los candidatos.

Por el mismo rasero está el gasto autorizado para las campañas a legisladores y ediles, cuyos tiempos se acortan para esta ocasión en dos días: 45 a 43 para legisladores y de 35 a 33 para ediles. En 2007, para la campaña de legisladores el tope máximo fue de 57 millones de pesos, ahora asciende a 119 millones. La campaña para ediles hace un trienio tuvo un tope de 75 millones, ahora se podrán gastar hasta 154 millones de necesitados pesos. Paradójicamente, la Comisión de prerrogativas y Partidos Políticos del IEV justifica el incremento en base al “factor socioeconómico” (¿? ¡!)

En protesta a este elevado acrecentamiento Dante Delgado y Miguel Ángel Yunes proponen reducirlo por lo menos a la mitad, por considerarlo un derroche que esquilma aún más al empobrecido pueblo veracruzano. La idea de reducir esos irracionales gastos para la campaña política debiera ser acompañada por el clamor ciudadano, ojala el PRI de Duarte coincida con los otros partidos para dar fin a ese absurdo entuerto que un órgano necesitado de credibilidad como el IEV ha autorizado.

¿Cómo entender el desmesurado incremento al tope de gastos en campaña cuando, por ejemplo, la Secretaría de Gobierno y la Secretaría de Salud del Estado adeudan, respectivamente, 9 y 14 millones de pesos, al Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial? (IPAX).

¿Cómo compaginar ése desatinado gasto cuando se lee que en zonas serranas de nuestro Estado, Soteapan, Zongolica, están por lo menos 10 de los municipios más marginados de la república? Cuando en el Estado 15 hospitales están inconclusos por falta de recursos, según informó el Director de Cocosa. Y que por falta de apoyo de las autoridades agropecuarias, tanto federales como estatales, los productores de mango están cambiando a la siembra de chayote, a casi una hectárea de mango menos por mes, según el decir de los agricultores de Actopan.

Cómo conciliar el tremendo gasto electoral con informaciones en el sentido de que Veracruz “no sólo está lejos de ser “granero y yunque de la Nación, sino que, además ya no tiene soberanía alimentaria, pues importa maíz, frijol y arroz…y los gobierno federal y estatal han errado la estrategia para impulsar al campo, pues sólo dan recursos existencialistas y no crean proyectos de desarrollo ni apoyos de infraestructura”, según el dicho de Marta Macedo, dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas.
Para acabarla, a propósito del Día de la Tierra, nos enteramos que en Veracruz el 60% de los ayuntamientos no tratan sus aguas negras, demostrando su desinterés por las políticas ambientalistas. De verdad ¿tan cara es la democracia o, simplemente, nosotros no tenemos remedio?

alfredobielmav@hotmail.com
Abril 2010



“JUAROCHOS”

Por Alfredo Bielma Villanueva



Un interlocutor de “Camaleón” opina que con acentuada frecuencia éste vierte opiniones “cargadas de amargura y de espíritu negativo” acerca de “la fidelidad”; imagina, además, una refractaria actitud para observar “la realidad con optimismo”. Se respeta ése veredicto personal porque es producto de la misma libertad de que se hace uso para escribir artículos de opinión que al salir a la luz pública, cual hojas al viento, están abiertos al libre escrutinio. Por otro lado, se agradece la lectura y la oportunidad de conocer la multiplicidad de enfoques, interesados algunos, otros quizás no, que pueden aplicarse al acontecer fenomenológico de nuestro entorno.


Espoleado por esa llamada de atención no estuvo por demás un ejercicio de introversión que permitiera dirimir si es posible revertir esa inclinación “amargosa” y “negativa”, de tal manera de corregir rumbos y concordar, así sea por una vez, con el discurso oficial. Empero, después del sublime viaje al interior, sin auxilio sicodélico de ninguna especie, ya de retorno a la conciencia cívica, la terca realidad aún seguía allí, tan amarga y negativa cual ponzoñosa sierpe que perturba al más equilibrado observador social que pudiera haber en esta apartada orilla, en la que todo pudiera ser del color del cristal a través del cual se mira.


Sucede que es realmente difícil coincidir con dislates que ofenden la inteligencia del más templado de los ciudadanos. Porque, mire usted, argumentar que traer a los “juarochos” es un acto de buena fe para darles empleo en esta entidad, garantizándoles que aquí encontrarán el paraíso terrenal del que alguna vez fueron expulsados, no puede más que soliviantar al del ánimo más mesurado. La inteligencia se rebela al escuchar que “los mismos camioneros que se dedicaban a llevar semana con semana a los “paisanos”, se quedaron sin empleos porque aquellos ya no viajan”. Basta recorrer algunas poblaciones veracruzanas para comprobar cuántos camiones viajan al norte de la república llevando como pasajeros a decenas de conciudadanos en busca de empleo porque sencillamente aquí no lo encuentran.


No es exacto ni correcto argüir que los “Juarochos” regresan a Veracruz porque aquí abundan las oportunidades de empleo. Sería interesante conocer la forma en cómo se les ocupa a los dos mil juaróchos que “decidieron retornar”, estimulados por el canto de las sirenas y transportados en aeronaves alquiladas “para que, una vez aquí, se les brinde el Seguro popular y se les facilite la reinserción de sus hijos a las escuelas públicas”.


Este episodio parece una versión moderna de la diáspora y el retorno a la tierra prometida, porque “luego de que fueron expulsados… hoy que Veracruz crece, que tiene empleos, inversiones y es un territorio seguro, bienvenidos quienes tienen ese derecho". El traslado no es problema porque para ello se dispone de 205 millones de pesos supuestamente ahorrados. Ante éste paroxismo de elevada intención solo una mente amargada atribuiría la implementación de este programa a propósitos electorales, ello sería una “herejía imperdonable”.


El programa que trae del “exilio”, que “repatria” a los paisanos, trascendió nuestras fronteras al grado que “El País”, un diario madrileño, “se interesó” por esta historia e hizo un reportaje sobre la vida de la familia Morales Sánchez (tal vez la versión actualizada de “Los Hijos de Sánchez” de Oscar Lewis), que decidió despedirse de Ciudad Juárez, en donde la vida no vale nada, para llegar al paraíso terrenal mexicano, o sea Veracruz. “Los Morales Sánchez y otro puñado de familias acaban de aceptar la invitación del gobernador de Veracruz, el priista Fidel Herrera, para regresar a sus lugares de origen. 'Nos van a pagar el viaje y la mudanza', aclara Marisela Sánchez, 'y tal vez nos ayuden a encontrar un nuevo trabajo, a emprender una nueva vida'. “Regresarán a un clima de paz, seguridad social y trabajo al estado de Veracruz”.


Pero, como constancia histórica de que aquí gozamos de cabal salud pública, ahora nos llegan 360 haitianos que buscarán en nuestras tierras resarcir el daño que les ha inflingido el sismo que azoló su tierra. Ahora sí, los adeptos a la santería podrán enriquecer sus poderes mágicos e invocar a lo invocable para superar obstáculos.


Como nunca faltan envidiosos, algunos diputados tal vez también negativos y amargosos, se atrevieron impugnar, seguramente sin fundamento alguno, el programa de apoyo a “Juarochos”, y estuvieron a punto de tener éxito sino hubiera sido por la oportuna opinión de otros legisladores locales que presionaron al gobierno para que no se suspendiera la noble intención. Afortunadamente fueron escuchados y el programa sigue adelante, muy a pesar que el director del programa, Daniel Vadillo, reconociera que se estaba analizando cancelarlo. Que legisladores afines actúen por consigna no tiene la menor importancia, tiempo hace que dejaron de ser-si en alguna ocasión lo han sido- puntos de referencia del buen pensar y de la buena reputación.


Insulta a la inteligencia el que se esgrima como argumento para justificar “el puente aéreo” que muchos de quienes retornan tendrán que hacerlo por tierra, “con todo el riesgo que eso representa….Ellos en su regreso se tienen que enfrentar igualmente a muchos problemas, deberán cruzar varios estados, incluso se tienen casos donde les quitan su vehículo…”, de ese tamaño, como si el territorio nacional estuviera convertido en zona de guerra y Veracruz fuera la excepción o el paraíso prometido.


Espectadora silenciosa, la ciudadanía veracruzana se pregunta en donde encontrarán trabajo quienes han decidido regresar porque, como dice el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, en Veracruz no hay mano de obra calificada y que ahora con la llegada de los “juaróchos” “requerirán también capacitación”, “tenemos expertos en todo y especializados en nada”, y que el grupo se suma a los solicitantes de empleo. No obstante, para confirmar el mundo de oportunidades que existe en Veracruz, al “juarocho” Luís Fernando Flores se le incorporó a la policía auxiliar y su esposa ya trabaja en el ayuntamiento xalapeño. Al menos así se publicó. Un éxodo con final feliz.
Pero, casi coincidiendo con las buenas nuevas de éste regreso del infierno dantesco que es Ciudad Juárez, en tierras del llano sotaventino se daba la noticia del levantón a José Ignacio Trujillo Cortázar, Sub secretario de turismo en el Estado, (23-III-2010). Y para no crear un sentimiento de paranoia en nuestros recién llegados habrá que esconderles la información en la que el Centro de Periodismo y Ética Pública revela que Veracruz es la segunda entidad mexicana más peligrosa para ejercer el periodismo (e-consulta 24-II-2010). También la información que proporciona el Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS) que dice que Veracruz se ubica en segundo lugar a nivel nacional “incluso arriba de Chihuahua” en el rubro de agresiones contra la libertad de expresión (20-III-2010). Primer lugar Oaxaca con 30; Veracruz con 28, Chihuahua con 20, Sinaloa con 17; Guerrero con 14; Quintana Roo y Michoacán con 9 y Jalisco con 4 agresiones. Información no desmentida.


Los recién llegados, al intentar inscribir a sus hijos en una escuela seguramente desconocen la noticia de que alumnos de la escuela “Cuauhtémoc” de la comunidad “El Zapote” del municipio de La Perla reciben clases sentados en una piedra, pues no tienen aulas (14-IV). Y deben ignorar que Chihuahua es uno de los Estados con un mayor número de alumnos en nivel de excelencia en habilidad matemática (Nuevo León 9.3%; Querétaro 7.8%; Aguascalientes 7.5%; Colima 7-3% DF. 6.5%; Chihuahua 6.2%; Yucatán 6.2%; Sinaloa 6.1%; Tamaulipas 6.0%; Baja California 5.8%, etc.)


Mientras, allá en el puerto jarocho, los angustiados familiares de dos jóvenes originarios de Chihuahua los buscaban todavía el día 14, adonde vinieron a pasear, estaban desaparecidos desde el 9 de abril. (14-IV-2004).


Veracruz es la entidad que recibe la tercera mayor cantidad de dinero destinado a Seguridad Pública en el país; paradójicamente capta aún mas que Chihuahua, donde Ciudad Juárez está considerado como el municipio más violento y conflictivo de México. En cambio, en Veracruz se dejó de usar 48.8% de esos recursos en 2009, es decir tiene un índice de subejercicio de FASP bastante elevado; a diferencia de Chihuahua, que no empleó el 33.1% o Zacatecas con 20.3%; Baja California 21.3%; Colima 23.8%, etc.


Atípico, en este paraíso escondido de la república mexicana suena raro que una corresponsal de la BBC, Claire Doolle, venga a conocer el caso de mujeres asesinadas en Ciudad Isla y Rodríguez Clara. La difusión de este asunto apenas servirá para que entren en calor quienes han regresado de su doloroso éxodo, después de la diáspora que, según el mensaje subliminal, propiciaron malos gobiernos veracruzanos (anteriores al actual, por supuesto).


alfredobielmav@hotmail.com

Abril 2010




MUCHA POLÍTICA Y POCA ADMINISTRACIÓN

Por Alfredo Bielma Villanueva



“Poca política y mucha administración”, presumía de su gobierno Porfirio Díaz. Con la frase hacía alusión a la estabilidad alcanzada durante su mandato, en contraste con los aciagos años en los que México se debatía entre asonadas, invasiones extranjeras e indefiniciones ideológicas. Como bien se sabe, Díaz accedió al poder en 1876 tomando como herramienta el Plan de Tuxtepec esgrimido en contra del intento de reelección de Sebastian Lerdo de Tejada, quien no resistió el embate del ejército y optó por exiliarse en los Estados Unidos, dejándole el paso franco al militar oaxaqueño.

Con un interregno, de 1880 a 1884 en el que Manuel, “El Manco” González, ocupó la presidencia de la república, el país se enrumbó hacia la dictadura de Díaz con su segundo periodo iniciado en1884. Así empezó la era de “la paz de los sepulcros”, el “mátalos en caliente” de 1879 con el que Díaz había perfilado lo que sería su atroz autoridad.

Pero no todos estaban de acuerdo con la veracidad de aquello de “poca política y mucha administración”, diferían los hermanos Flores Magón (Ricardo, Jesús y Enrique) porque “el gobierno del general Díaz se ha distinguido por su mucha política y poca administración… la frase del general Díaz, recogida con fruición y con aplausos por la prensa asalariada no es exacta”, refutaban. Antagónicamente expresaban: “Habrá poca política y mucha administración, cuando los elementos disidentes vayan desapareciendo del escenario de la vida. Mientras esto no acontezca, la vitalidad de esos elementos tendrá que sacrificarse con pródigas concesiones, que serán otras tantas manifestaciones de política…” (Regeneración 17-I-1900).

Un año después insistían: “Esa falta de valor para arrojar al empleado inepto nos conduce a un mal fin…Lo que urge es despedir y no compensar la pérdida de una canonjía con la adquisición de otra…no sucederá en virtud de mucha política y poca administración que anima a nuestro actual gobierno” (Regeneración 15-I-1901).
Ese pasaje histórico de nuestra vida como nación viene a cuento porque lo que hoy acontece en nuestro estado de alguna manera evoca la caracterización de un gobierno que privilegia la política sobre la administración; es decir que rompe el idóneo equilibrio entre funciones cuya armonía define en esencia a un buen gobierno.

Está por demás recordar que no hay escuela para gobernadores ni para presidentes de la república, que el aprendizaje se adquiere en la práctica y que a Fidel Herrera le llevó por lo menos el primer año de su mandato para asimilarlo. Recuérdense los abrumados días de los inicios. Como un reflejo de nerviosismo, cerca de dos años pasó Herrera Beltrán regañando y amenazando a sus colaboradores con despedirlos; exhibiéndolos públicamente e insistiendo en una “ingeniería administrativa” para “hacer más eficiente el aparato de gobierno”. Poco falta para la evaluación y conocer sus alcances, vale entonces un breve recuento para fundamentar criterios.

Una de las primeras declaraciones de Fidel Herrera como gobernador electo fue el anuncio de que deseaba hacer una reforma administrativa profunda. Que enviaría a los diputados locales un decreto de austeridad, disciplina y transparencia en el gasto público, acompañado de una reestructuración administrativa que implicaba la creación de la Secretaría de Turismo. Pero una vez en el cargo el gobernador “fue otorgando nombramientos, algunos sin el perfil requerido, por lo que parecía que importaba más mantener el control de los mismos y así evitar que se filtraran elementos “indeseables”; entre estos, aquellos que no hubieran apoyado a Fidel o, peor, que hubieran jugado la contraria a su proyecto. El resultado fue que, con tantos compromisos que cumplir, se echo mano de lo más cercano o lo “de más confianza”, la mayoría individuos jóvenes que, por su inmadurez, consideraron que su único jefe era la fuente del poder que los ubicaba en el puesto, no el superior jerárquico más inmediato. La consecuencia lógica es la de que hay Secretarios con Sub-secretarios o Directores con mayor peso específico que ellos y que, por lo consiguiente, no les atienden sus instrucciones o, peor, se les enfrentan. Luego entonces, sin unidad de mando, y duplicidad de funciones se produce -a parte de las riñas- la atonía administrativa que dificulta el avance en la implementación de los programas”. (Así está escrito en Recuento de un Estilo, 2005)

En 2005 el gobernador declaró: “Hay partes de la ingeniería administrativa que tienen que ver, como lo que vamos a proponer al Congreso, como son ajustes, evitar duplicidades. Hacer compactaciones y plantear las políticas públicas.” (DX. 21-X-05). En Recuento de un Estilo se escribe: “En la cabeza del ejecutivo indudablemente que sí hay unidad de mando, tan excedida que difícilmente se considera una expresión de sus colaboradores que sea ajena a la voluntad del jefe. Cuando la ha habido, la rectificación ha sido inmediata”.

En realidad, en estos seis años se ha utilizado a la administración pública como un receptáculo de negociaciones políticas. Así lo ejemplifica el caso del señor Jerónimo Francisco Folgueras Gordillo, a quien se le hizo Secretario de Turismo (el tercero en la corta vida de esa dependencia) para que no diera problemas políticos en Tuxpan; aunque poco tiempo después se le asignó otra ubicación con el propósito de dar cabida a un nuevo compromiso político. En el movimiento, a Folgueras se le ubicó como Director del Instituto Veracruzano de Desarrollo Municipal, donde se le condenó a vegetar y a esperar a los obituarios del instituto ya venido a menos.

Aún más, en mengua de la importancia del sector turismo, se nombró al licenciado José Ignacio Trujillo como Subsecretario de Turismo para que no presentara resistencia a la reincorporación de la alcaldesa de Minatitlán al cargo del que había solicitado licencia. A otro se le hace subsecretario de medio ambiente y cambio climático para sacarlo de la jugada en Orizaba; a uno más subsecretario de desarrollo Social para ventilar Perote. etc.

Uno de los más recientes casos es apodíctico: para resolver un problema político en Cosamaloapan se crea una subsecretaría, precisamente en una dependencia como la de Salud en la que si alguna complicación padecen es la escasez de recursos financieros para el cumplimiento de sus importantes funciones.

Un hecho que puede enfatizar la falta de cuidado en el manejo eficiente de los recursos fiscales se transparentó en 2005, cuando la entonces Secretaria de Desarrollo Regional, Leonor de la Miyar expuso a los reporteros que en la Comisión de Agua del Estado había duplicidad de funciones y un gasto adicional no autorizado para sueldos. “Hay doble organigrama, el normal y arriba otro, esto ya lo denuncié a la Contraloría hace tiempo, entonces qué pasa, está carísimo, sólo hay 46 mil pesos mensuales en cuenta, no sabemos cómo vamos a pagar esos empleados, estamos agarrando el dinero de enero, febrero o marzo, lo que pedimos es que se trabaje con administración, ya no voy a decir honestidad.” Expresó que se daban viáticos a quienes no figuraban en la estructura administrativa: “necesitamos servidores que sirvan, no que se vengan a servir, lo que quiere el gobernador es honestidad:” Al exigir respeto a su cargo se refirió que debe ser que el uno esté por encima del dos o del tres y no que el cuatro desobedezca. (21-X-05)
La respuesta fue: “siempre he dicho que en mi administración, ni peleoneros y ahora tendré que decir ni peleoneras, ni descoordinación, estoy haciendo un gran ejercicio de reorganización, de coherencia, unitariedad en mi gobierno”.

Es larga la casuística de este jaez, pero bastan los aquí anotados para normar criterio acerca de la pronunciada inclinación a desestimar el buen uso de los recursos públicos y el cumplimiento de las políticas públicas tan solo para satisfacer dudosas soluciones con cargo al dinero de todos. Mucha política, poca y deficiente administración.

alfredobielmav@hotmail.com
Abril 2010




PASANDO EL RUBICÓN

Por Alfredo Bielma Villanueva




El día de hoy el Partido Revolucionario Institucional formaliza la candidatura de Javier Duarte de Ochoa al gobierno de Veracruz. El ungido emerge de un proceso no exento de resquemores, que lastimó a importantes cuadros políticos de la entidad y deja un indiscutible sentimiento a sucesión antidemocrática, a herencia anacrónica, a imposición, a capricho, a continuismo en el que, encerrado en esa circunstancia, Javier Duarte es el menos culpable.


El síndrome de la herencia y del continuismo trae aparejado un cúmulo extraordinario de rumores, comentarios, suposiciones, especulaciones, chismes, etc., etc. Entre ellos el de si Duarte, en caso de que el voto de los veracruzanos lo favorezca, acatará los designios de Fidel Herrera; de si una vez tomado el mando actuará con independencia de criterio respecto de su antecesor. Se habla ya desde ahora de la conformación de gabinetes prefigurados en base a compromisos políticos adelantados, equipos de gobierno integrados bajo promesas a cambio de adhesión. Paralelamente se dice que hay otro, aunque paradójicamente es más hipotético, que sería el que integrará, en la hipótesis de su victoria, el ahora candidato.


La experiencia histórica demuestra que el poder no se comparte; que, aunque delegable, quien lo detenta no permite dudas sobre su preeminencia volitiva. Existen en las crónicas nacionales episodios como el del famoso “Nopalito”, Pascual Ortiz Rubio, quien no resistió la pesada carga indignante que lo obligó a renunciar al puesto de presidente de la república. A contrario sensu está el de Lázaro Cárdenas, a quien su amigo Rodolfo Calles, uno de los hijos de don Plutarco, destapó para la presidencia con cierta antelación a que lo hiciera el Partido Nacional Revolucionario. Apenas transcurrido el año del gobierno cardenista sobrevino la escisión y el enfrentamiento con el llamado Jefe Máximo, con la consiguiente purga de los callistas del gabinete de Tata Lázaro. Libro pródigo de sabiduría es la historia.


Las especiales circunstancias que rodean a Javier Duarte de Ochoa han encubierto su verdadera personalidad, hasta ahora desconocida para los no cercanos. Sin embargo, como ocurre con las zambullidas en los ríos, una vez en la turbulencia no hay más que nadar hasta la otra orilla, sin flotadores, atenido solo a la destreza personal. Quizá pronto conoceremos al verdadero Duarte; mientras tanto, su calidad de novicio lo supedita a la relación con la vieja clase política veracruzana; veteranos los más, son quienes forman el equipo integrado por su ex jefe para acuerparlo y llevarlo a buen fin; gente con vasta experiencia en lides electorales. De entre ellos, algunos, no muchos, están manejando las candidaturas en cuanto a composición de ayuntamientos y fórmulas para representantes populares. Otros preparan lo conducente para avituallarlo en mítines y prepararle la parafernalia correspondiente; algunos más están en el conocido “anonimato” preparando la guerra sucia y diseñando estrategias para desmantelar a las contrarias. Los maletines con abultados sobres no esperarán mucho para aflorar.


La tarea de Duarte en este proceso es conducirse con prudencia para no resbalar, cuidando el discurso. En este renglón se marca una desigualdad respecto de sus oponentes electorales, porque a diferencia de ellos no ha tenido que lidiar en las negociaciones con sectores, cuadros políticos, líderes regionales, caciques financieros etc., para conformar las candidaturas de su partido a legisladores, a alcaldes, síndicos y regidores. Se ha arrogado esa tarea quien lo ha impulsado auxiliado por quien pronto accederá a la presidencia del PRI estatal. En cambio, obligadamente Dante y Yunes distraen esfuerzos y se desgastan para acomodar sus piezas tratando de evitarse el menor daño colateral posible.


Si el debate es ineludible habrá que escoger qué opción daña menos: omitir la asistencia, generando con ello la idea de no estar a la altura del reto, o asistir enfrentando un riesgo calculado. Lo anterior, porque un debate en las circunstancias actuales no sería solo para contrastar programas, sino también para escudriñar personalidades. La dicción, la figura, la trayectoria personal, el conocimiento de la agenda pública, forman parte importante de la confrontación electoral. Obviamente, enfrentar a Dante y a Miguel Ángel Yunes sin la debida preparación sería prácticamente un suicidio.


No escapa a cualquier análisis la ventaja con la que arranca el candidato priísta, se debe más que nada al previo posicionamiento del Partido Revolucionario Institucional, respaldado en los recientes resultados electorales y en una intensa campaña previamente establecida y divulgada profusamente en medios predispuestos para el caso. El asunto resulta de doble filo porque el visible acercamiento de los porcentajes que revelan las consultas de opinión puede generar la impresión de perder terreno, a pesar de todo lo que ya se ha hecho. Débese tomar en cuenta que los contrincantes electorales de Duarte acaban de empezar la tarea, habrá que observarlos una vez que tomen velocidad.


Recientemente agregadas al gasto político-electoral no pocas firmas encuestadoras han perdido crédito, esto es debido a que sus personeros dan la impresión de tomar partido y someter el resultado al gusto de quien paga el trabajo, en demérito de la verdad escrutada, sin apego ético al procedimiento con el que debieran conducir sus investigaciones; empero, son herramientas útiles para orientar estrategias y hasta para engañar a la ciudadanía y al cliente mismo.


El espacio escogido para el acto multitudinario reviste especial importancia; con todo, no es la primera ocasión que se le destina para tales efectos. En 1998 lo hizo Miguel Alemán. Más lejano aún, en 1974 el insigne gobernador Rafael Murillo Vidal acondicionó el lugar, una vez tragados los sapos del “Carbonelazo”, para recibir allí al presidente Echeverría y propiciar el escenario que prepararía la candidatura de don Rafael Hernández Ochoa al gobierno de Veracruz. El lugar tiene historia política, supera en ello a los logros deportivos que en él se han alcanzado.


Llenarlo no reviste dificultad alguna, bastaría con que cada planilla municipal, de las 212, acarree cien “compañeros de partido”, sería suficiente para repletarlo. O bien, 150 que alcanzarían hasta para colmar las vallas. Pero la opción más confiable es traer gente de Veracruz- Boca del Río, Córdoba-Orizaba, de poblaciones aledañas a la capital y de las colonias de Xalapa. Será un evento cuya parafernalia, su orden del día y hasta el contenido de los discursos puede ser adivinado por cualquiera que haya asistido a por lo menos dos eventos de similar naturaleza.


Faltaba más, y no es para menos, en el acto de asunción estarán presente buena parte de la dirigencia priísta y de su nomenklatura. Se requiere reflejar la impresión de unidad y potencia política, ya lo han hecho en Tamaulipas y en Oaxaca. Algunos permanecerán en el Estado, Gamboa, Yackson, entre ellos, conocen lo que enfrentan y están conscientes de que Veracruz representa una gran tajada electoral para el 2012 como para ponerlo en riesgo, adicionalmente el grupo político en el poder veracruzano se juega su permanencia en la jugada, sin menoscabo del gran problema que representaría para más de uno un resultado adverso.


alfredobielmav@hotmail.com


Abril 2010

¿GOBIERNO DE RESULTADOS?

Por Alfredo Bielma Villanueva



No son pocos quienes coinciden con la idea de que el actual gobierno de Veracruz tiene entre sus principales características la de ser mediático, entendido esto como el privilegio de la imagen por sobre otras consideraciones. En un gobierno con este perfil se soslayan elementos de mayor importancia, como la eficiencia y la eficacia, por ejemplo; la productividad en el trabajo pasa a segundo término porque se confía al virtualismo de una información “hacedora”; para ello nada como una exitosa campaña en los medios. Débese señalar que en los tiempos actuales ningún gobierno podría prescindir del empleo de la promoción de sus acciones, es una herramienta útil que además sirve para cumplir con la obligación de informar a la comunidad.


Sin embargo, el uso excesivo de este perfil acarrea el riesgo de falsear la realidad, hasta suplantarla. Cuando se abusa en la promoción de imagen sobreponiéndola a acciones de gobierno que, en este caso, no dejan de ser solo efectistas, se cae en el círculo de lo virtual. En México sufrimos esta penosa forma de gobernar en tiempos del sexenio perdido de Vicente Fox.


El abuso de los medios para solo formar imagen se atiene a que la mente colectiva es débil, fácilmente manipulable. Sabe que la memoria del ente colectivo es impermeable, se le escurre todo lo que le llega, más aún cuando en la dinámica social las noticias mas destacadas dejan de serlo inmediatamente que otra ocupa su lugar. En esa concepción está la base de la manipulación de la gente, repitiéndole, por ejemplo, la realización de una obra cuya conclusión llevará uno, dos o tres años, mientras tanto se aprovecha propagandísticamente para generar la idea de un gobierno de muchas obras, pero en los hechos el recuento de estas llega a ser verdaderamente pírrico.


No obstante, no es posible mantener permanentemente el mundo que se va construyendo de manera virtual, sobre todo cuando la realidad contrasta. En ese contexto se puede llegar al extremo de que ya nada de lo que se diga penetre como una verdad, sino como una más de las ideas que se pretenden vender. Se alcanza así el otro extremo, el de la desconfianza, el de la incredulidad. Por mucho dinero que se siga empleando en ese propósito ya no será posible conseguir crédito, entonces lo mediático deja de ser útil, eficiente. Una etapa en la que el gobierno da justificaciones y la población se desengaña, parecida a un puente que va de la esperanza a la decepción.


Acontecimientos como el de “Tembladeras”, por ejemplo, que llegan cuando el gobierno está próximo a escribir su obituario, despiertan en la opinión pública un sentimiento de desconfianza que será difícil de diluir, aún con toda la campaña mediática de que se eche mano, sobre todo porque ya no hay tiempo. En este caso la ciudadanía ya está prejuiciada porque se le quiso sorprender y el resultado ha sido la obligada marcha atrás de un proyecto que infligiría grave perjuicio a la ya muy dañada naturaleza en los humedales veracruzanos. Entonces se produce el fenómeno de la “tuerca trasroscada”, ya ni para adelante ni para atrás funciona.


Que se sepa, no hay registro histórico de gobierno alguno que haya podido mantener una campaña mediática durante varios años sin que los resultados de estas no se le reviertan. El fenómeno guarda similitud con una fiesta permanente, en la que se desbordan las emociones producidas por estimulantes, cuyos dañinos efectos se reflejan en la resaca del día siguiente; en otras palabras, el gozo al pozo.


Casuísticamente, los veracruzanos hemos tenido oportunidad de advertir el acontecer del gobierno de Fidel Herrera, del que desde sus inicios fue observable su tendencia a privilegiar la imagen, sacrificando realidades en no pocas ocasiones. Esto último no es lirismo porque se atiene a la contundencia de los hechos. Tomemos como caso el reiterado anuncio de la construcción de infraestructura carretera, aunque por la profusión de ejemplos sólo enfocaremos el libramiento de Cardel:


“Todo parece indicar que son mucho más de lo que teníamos en mente, que las grandes obras que se soñaban ya están hechas o en marcha: la barra de Tampachichi, la México-Tuxpan, el Libramiento de Xalapa, el saneamiento de la bahía, el túnel sumergido y muchas miles y miles de obras de agua potable, drenaje, alcantarillado, educación, salud, vivienda; en fin, Veracruz va bien”. (21-V-2007) Era la euforia de mitad de sexenio, cuando se dijo que en tres años se había hecho lo que se tenía pensado para seis.


En febrero de 2008 se anunció una inversión de 15 mil millones de pesos para autopistas “con lo cual se duplicará ese renglón”-se dijo- e impulsar “aún más” el desarrollo de Veracruz. Entre otras obras, estaban Nuevo Necaxa-Tihuatlán, con 700 millones de pesos, libramiento de Veracruz, con 920 millones y libramiento de Cardel con 460 millones de pesos, que en marzo de 2008 se dijo que estaba por iniciarse, dentro de un programa que permitiría que al término del gobierno hubiera 508 kilómetros de autopistas adicionales a los 500 que ya existían.


En el vociferado programa de construcción de carreteras, en junio de 2008 se afirmó (Theurel dixit) que las carreteras de altas especificaciones se incrementarían en el gobierno de Herrera Beltrán casi un 90%; que si en 2005 Veracruz contaba con 11 autopistas que sumaban 794 kilómetros, para 2010 el gobernador Herrera dejaría concluida la “red troncal de autopistas de altas especificaciones y que suman un total de 631 kilómetros, así como una inversión de 12 mil 600 millones de pesos; allí incluía el libramiento de Cardel, de 7 kilómetros. (Obviamente hubo aplausos).


El 6 de agosto de 2008 se aseguró que el libramiento de Cardel entraría en funcionamiento en abril de 2009 (Theurel dixit), una obra de cuatro carriles por el lado nororiente de esa población que iniciaría en San Pancho hasta el entronque conocido como Coca-cola. Entonces aprovechó para repetir que al inicio del gobierno de Herrera Beltrán Veracruz contaba con menos de 600 kilómetros de autopista y que en cuatro años la cifra creció a mil 300 kilómetros (sic). Se hace la aclaración que la maña, o en la euforia enunciativa no se decía que las más eran obras del gobierno federal. Faltaba más, también se anunció la autopista Tuxpan-Tampico, Teziutlán-Nautla y Gutiérrez Zamora-Laguna Verde. (Obviamente, más aplausos)


El 13 de octubre de 2008 se decía que por el procedimiento de la bursatilización se habían hecho posible los libramientos de Cardel, Paso del Toro-Veracruz-Boca del río, “y tantas y tantas obras como el túnel sumergido allá en Coatzacoalcos”. El 19 de febrero de 2009 se informó que la Secretaría de Comunicaciones había recibido 12 millones 376 mil pesos de la bursatilización para el pago de asesoría financiera por las obras del libramiento de Cardel (ojo, de solo 7 Kms). En marzo de ese año se dijo que el libramiento de Cardel se concluiría en junio, con lo que llegaría “la modernidad a la zona”. (Por supuesto, más aplausos).


En junio de 2009 se informó que el tramo Temaca-Paso del Toro, el bulevar de la Riviera y el libramiento de Cardel llevaban un avance del 85%. En julio de ese año se dijo que aunque había retraso por los derechos de vía, solo faltaban 50 metros para su conclusión. Pero, mala noticia, el 12 de febrero de 2010 se informó sobre el pago por derecho de vía a doce ejidatarios y que, ahora sí, el libramiento estará concluido en seis meses más. Siete kilómetros, dos años y contando. (No muchos aplausos).

He aquí uno de los resultados de un gobierno mediático. Y aún hay más.

alfredobielmav@hotmail.com
Abril 2010

BURRA ARISCA

Por Alfredo Bielma Villanueva



Es un hecho, que la evidencia revela sin necesidad de artilugios de adivinación, el que las finanzas públicas en el Estado de Veracruz no gozan de cabal salud. Este diagnóstico encuentra fundamento en declaraciones que se hacen desde la cúpula gubernamental, lo confirma la larga lista de acreedores ante la ventanilla de pagos, lo reafirma la evidente lentitud y casi paralización de la obra pública. Las causas de ese mal pueden ir desde una mala administración hasta el retardo en la entrega de las participaciones por parte del gobierno federal; pudieran ser las dos; aunque nos atenemos a lo declarado por el senador Juan Bueno Torio en el sentido de que no ha habido omisión alguna, tal como insiste el gobierno local. De cualquier manera, lo que se advierte es preocupante porque en el sexto año de la actual administración el elevado monto de la deuda pública que ahora existe pudiera incrementarse, según los signos que el panorama enseña.


Las diferencias políticas entre el gobierno de una ínsula estatal y el gobierno federal repercuten negativamente en la población pues esta se ve afectada porque no le llegan los beneficios que deben correr a cargo de los gobernantes, que para ese mandato cuentan con el recurso público proveniente de los ingresos fiscales. En el caso de Veracruz es más que obvio que la obra pública no ha caminado al ritmo que las ingentes necesidades requieren y ello es debido a múltiples y variadas razones.


Para una mejor comprensión de lo que se teme acontezca en los últimos meses de la administración fidelista vale la pena acudir a la historia reciente porque, como el tango canta, la “vieja historia vuelve a repetirse”. Si la memoria no falla, precisamente hace seis años entre sutiles desmentidos ya se cocinaba el préstamo bancario que el gobierno de Miguel Alemán finalmente contrató para solventar los gastos de fin de sexenio.


El 14 de enero de 2004 entró al relevo de Juan Amieva Huerta en la Secretaría de Finanzas Juan Felipe Aguilar de la Llave. En una de sus primeras declaraciones el nuevo Secretario aseguraba que no dejarían deuda alguna, que la deuda estimada era de 1,480 millones de pesos y que sería pagada. Para ese entonces ya se había puesto en el tapete de la discusión pública el tema de la deuda que el gobierno federal tenía con el gobierno del estado por concepto de transferencia de recursos en materia educativa. Flavino Ríos Alvarado, Secretario de Gobierno, informó que el débito era de 5 mil millones, pero que la federación sólo quería dar 400 millones y que por esta razón se promovería un litigio e informó que la Suprema Corte dictaminaría sobre el particular a más tardar el 15 de octubre de aquel año.


Con sofismas, el gobernador Miguel Alemán aseguraba que no dejaría ninguna deuda al gobierno entrante sino que, por el contrario, le entregaría una solución con un proceso de financiamiento que se iniciaba con la solicitud del crédito hasta por 3,500 millones de pesos. (D. X. 6-X-04). A solo seis días antes de concluir su administración, cuando inauguró el fraccionamiento “Las Fuentes” y una estatua en honor al legendario héroe negro “Yanga”, el gobernador Miguel Alemán informó sobre el crédito por 3,500 millones de pesos que su gobierno contrajo con Banamex. Asumiendo su responsabilidad por esa acción comentó que no le había dicho nada a Fidel Herrera “porque en estos momentos el gobernador soy yo, el lo será a partir del primero de diciembre próximo.” Agregó que si Herrera Beltrán quisiera resolver la deuda la podría pagar con el adeudo que la federación tenía con el gobierno del Estado por 5 800 millones, después de pagarla todavía contaría con casi 2 mil millones de pesos.


Explicó que el déficit se debía a que el Gobierno del Estado se hizo cargo de las prestaciones de 100 mil maestros, hasta sumar un total de 5,800 millones de pesos, que era el adeudo que la federación tenía con el Estado en el ramo educativo.


Ahora, hoy, hoy, hoy, pende sobre la entidad la idea de hacer efectiva la bursatilización de participaciones federales, ensanchando los límites de la ya de por sí abultada deuda pública que el actual gobierno estatal heredará a su sucesor (Por el momento casi el triple de la que dejó Alemán). A esta problemática habrá que agregar la deuda de los ayuntamientos, que, como lo ha asegurado también Bueno Torio, seguramente concluirán sus gestiones entre un lamentable contexto de descrédito y corrupción por la forma tan burda y turbia con la que han aplicado los recursos obtenidos por la bursatilización de su 20% del impuesto a la tenencia vehicular. Para no variar, se advierte resistencia a admitir el endeudamiento, rodeando el tema con explicaciones semánticas. Se tienen “obligaciones financieras”, no deuda pública directa, reconoció el Secretario de Finanzas en su comparecencia ante diputados. Son “obligaciones indirectas” por 9 mil 261.4 millones, aseguró.


Para buena o mala fortuna del Estado, según se vea, la calificadora Standard & Poors pasó de A a BBB la capacidad crediticia de Veracruz y con eso se ha detenido el proceso que bursatilizaría participaciones federales, en un esquema que incrementaría la deuda del gobierno veracruzano a niveles estratosféricos. Para superar la baja calificación se requiere cumplir algunas condiciones, entre las que se encuentran reformas estructurales que a estas alturas son prácticamente imposibles de realizar.


Según Sánchez Estrada la reducción de participaciones federales ha sido de 3 mil 449 millones, 400 mil pesos; también que hay un déficit en los depósitos de la federación, pues en el 2009, de 24 mil 877 millones 700 mil pesos, se hizo un primer anticipo de 11 mil 337 millones 900 mil pesos y un segundo anticipo por la misma cantidad, por lo que el déficit es de 2 mil 450 millones de pesos.


En esa lógica ¿qué camino seguir para obtener el dinero que hace falta? Los cuentos de los políticos han convertido a la dócil burra, que no era arisca, en un manojo de desconfianza. Dijo Sánchez Estrada que en marzo de este año se definiría la fecha para bursatilizar 6 mil 800 millones de pesos de las participaciones federales que corresponden a Veracruz, a fin de recuperar los recursos que se tuvieron que invertir ante los retrasos en las transferencias del gobierno federal registrados en 2009. Ya no se hizo, pero la pregunta es ¿para qué requiere tanto dinero un gobierno que está a sólo 7 (siete) meses de cumplir su ciclo constitucional?


Si se concretara el atentado bursatilizador del 5% de las participaciones, a la deuda ya existente habría que agregar las nuevas, aproximadas a 13 mil 500 millones. Ello sin contar los adeudos a proveedores, y se sabe que con el IPE tiene un préstamo no saldado.


Si todo esto es cierto y la situación continúa como va, el canto de las sirenas de que vamos bien se antojará parecido a un cuento guajiro en noche de verano, a punto de volverse pesadilla cuando se tenga que explicar el porqué de este desbarajuste financiero y en dónde están los beneficios que estrambóticamente se han anunciado. Ante semejante realidad no faltará quien clame en el desierto pidiendo cuentas claras y chocolate espeso.


alfredobielmav@hotmail.com


Abril 2010