SEMEJANZAS (Primera Parte)


Por Alfredo Bielma Villanueva


Siguiendo el método comparativo podemos encontrar infinidad de casos cuyas similitudes servirían para establecer algunas hipótesis y conclusiones, sin embargo sería un análisis que se complicaría por hacerlo en el corto espacio de una columna hebdomadaria; por esa razón, permítasenos solo un ligero esbozo. Salvando las inexistentes sincronías de tiempo y espacio, tomemos como caso para observar las similitudes de dos políticos, uno de rango nacional y otro aldeano; presidente uno, gobernador el otro: Luís Echeverría Álvarez y Fidel Herrera Beltrán.


En 2006 presenté mi libro “Recuento de un Estilo” acerca del primer año de Fidel en palacio, entonces escribí: “Debo confesar-y acaso lo debí apuntar desde el principio- que el presente ensayo ha sido inspirado en la obra “El Estilo Personal de Gobernar” de Don Daniel Cossío Villegas y, por asociación, por la personalidad extrovertida de Fidel Herrera Beltrán, quien por cierto conoce el texto citado, a juzgar por las públicas referencias que ha hecho a su contenido”.


Prosigo: “La cita viene al caso, porque la extrovertida personalidad política de Fidel Herrera Beltrán, inevitablemente recuerda al Presidente Echeverría. Para quienes lo vimos actuar como Presidente y, por otro lado, observamos crecer y transformarse políticamente desde su noviciado a Fidel Herrera, ahora convertido en gobernador de Veracruz, la comparación es simplemente lógica.


Si coincide en su estilo Fidel con Echeverría no es nuestra intención enfatizarlo como un rasgo de imitación, en todo caso salta a la mente un suplicante deseo: que no gobierne como Echeverría pues de aquel desastroso y nada pensante peregrinar por el solar nacional y la jubilosa verborrea, nos quedó, como a Díaz Ordaz, su benefactor e impulsor, un sentimiento de perplejidad ante tanto trajinar sin rumbo y sin sentido. Hay quien piensa que se puede establecer un parangón entre Fidel y el ex-gobernador Hernández Ochoa, por aquello del sombrero y los discursos, tal vez lo haya, pero finalmente la imagen que aquí prevalece es la de Echeverría, pues no olvidamos que el propio Don Rafael fue expresión de Don Luis”.


Hasta allí la cita. Vamos a las similitudes: Echeverría ejerció el poder presidencial hasta el último minuto de su periodo sexenal y se decía que con el ánimo de prolongarlo hizo candidato del PRI a su Secretario de Hacienda, José López Portillo, un amigo de juventud muy culto con perfil más burocrático que político, dejando atrás a Mario Moya Palencia el joven Secretario de Gobernación con ligas en diferentes grupos políticos; cercó al candidato presidencial José López Portillo con la gente de su confianza: a Porfirio Muñoz Ledo lo puso en la presidencia del PRI, a Gómez Villanueva en la Secretaría General, a Cervantes del Río en la presidencia del PRI en el DF., se decía que con fines de instalar un maximato.


Al integrar su gabinete, por la vía del compromiso político López Portillo nombró a Muñoz Ledo Secretario de Educación, a Gómez Villanueva líder de la Cámara de diputados al Congreso de la Unión y a Cervantes del Río en la Comisión Federal de Electricidad. A Carlos Sansores Pérez, gente de Echeverría lo puso al frente del PRI.


Apenas pudo quitó a Gómez Villanueva y lo mandó de embajador a Italia; no tardaron mucho en sus puestos Muñoz Ledo ni Cervantes del Río. Sansores sobrevivió un poco más en el PRI entre continuos rumores de su relevo.


Fidel Herrera decidió la sucesión a favor de su Secretario de Finanzas, Javier Duarte, a quien primero dio un baño de pueblo haciéndolo diputado federal, sacrificó para esto las aspiraciones de Héctor Yunes Landa, con un perfil político más completo que el elegido. Se decía que la operación fidelista se debía a la aspiración de Fidel de prolongar su mandato interpósita persona. Nombró a Ranulfo Márquez en el PRI, dispuso a su antojo de las candidaturas a alcaldes y legisladores locales y “sugirió” al coordinador de estos, se dice que con el propósito de “cuidarse las espaldas” por aquello de la aprobación de la cuenta pública.


El gabinete de Duarte lo integran muchos de la “fidelidad”, son titulares en Agricultura, Comunicaciones, Procuraduría, entre otros. Al tomar posesión de la presidencia, Echeverría recalcó con pertinaz insistencia la deuda que le heredaba su benefactor e impulsor, Díaz Ordaz, de 4 mil 263 millones de Dólares, pero en 1976 los pagos por el servicio de la deuda contraída por su gobierno obligaron a establecer una partida de 45 mil millones de pesos para pagar amortización e intereses. Se devaluó el peso a 26.5 por dólar. La deuda externa aumentó a 20,065 millones de dólares, o sea, 511,657 millones de pesos al tipo de cambio del momento.


El circulante creció de 40 mil millones en 1971 a 114 mil en 1975. Casi en consonancia, Fidel Herrera durante su primer año de gobierno magnificó con diversos comentarios la deuda que le heredó Miguel Alemán; pero ahora le deja Duarte un débito descomunal pues, según la calificadora Fitch Rating, las obligaciones totales de largo plazo ascienden a poco más de $17,250 mdp, compuesta por $10,000 mdp de créditos bancarios que fueron contratados y dispuestos a finales de 2010 y $7,250 de saldo insoluto de las emisiones bursátiles.


Los pasivos no bancarios se han incrementado en forma considerable durante los últimos años, al pasar de $3,323 mdp en 2006 a $16,325 mdp en 2010; quienes pagaremos el despilfarro maquinado somos los veracruzanos. Durante el gobierno de Echeverría se expandió acentuadamente el gasto público sin que tuviera el respaldo de una mayor disponibilidad de recursos reales para financiarlo. Similarmente, Fidel incrementó potencialmente el gasto corriente, por lo que ahora su sucesor realiza esfuerzos para reducirlo, porque además es un requisito que exigen las calificadoras para elevar la calificación.


Echeverría recurrió al endeudamiento y a distraer una proporción mayor de los ahorros captados a través del sistema bancario para financiar el déficit público, restando recursos para la inversión productiva. Sobre el particular, después del gobierno de Fidel Herrera ¿alguien podría decirnos con precisión cuánto se le debe al Instituto de Pensiones? Ahora resulta que tan mal están las finanzas de esa institución que no pudieron pagar los impuestos correspondientes a Hacienda durante el exento fidelista.


A cuatro meses de iniciada la administración en el IPE no saben qué hacer con la famosa lotería pues no rindió beneficios, y a los encargados de operarla se les retiene con el propósito de que aclaren las cuentas. (Continuará)










EL GRAN PRESTIDIGITADOR

Por Alfredo Bielma Villanueva



Por lo visto, aquella recomendación que le atribuían al presidente Ruiz Cortines con la que exhortaba a los gobernadores de “Construye que algo queda”, fue cumplidamente implementada durante el gobierno de Fidel Herrera en Veracruz, solo que aquí se trastocaron los términos porque quedó poca obra- y no muy buena, por cierto - y anda volando mucho dinero.

En realidad a nadie debiera sorprender la basura que está brotando a medida que transcurren los días acerca de las malas artes utilizadas por buena parte del equipo que integró el desgobierno encabezado por Fidel Herrera Beltrán en Veracruz. Allí sí se demuestra que nada nuevo hay bajo el sol. El ex gobernador maniobró impunemente, como pudo y quiso; a los ciudadanos nos trató como a menores de edad; se burló de la clase política veracruzana, esa que bailó al ritmo que él le impuso; así devolvía golpe por golpe las desavenencias y menosprecios que tuvo que sufrir para poder llegar al cargo.

Para empezar, Fidel Herrera convirtió a un numeroso grupo de aspirantes a mejorar su condición económica en una Comalada de nuevos ricos, algunos de ellos son actualmente legisladores, otros disfrutan del dinero mal habido lejos de la nómina presupuestal, aunque quien sabe si aún figuran en ella. A pesar de todo, muy pocos de estos sus favorecidos sacarán la cara por Fidel porque este ya no tiene poder, ese versátil instrumento que utilizó para denigrarlos, hacer escarnio de ellos y propinarles el trato que quizás merecían.

Innumerables casos transparentan las anomalías que caracterizaron la obra pública veracruzana durante el periodo de gobierno 2004-2010 y, a la vez mostraron el peculiar estilo de Herrera Beltrán que se distinguía por el ofrecer y no cumplir. Las víctimas de la metodología fidelista se encontraban principalmente en el ámbito político, aunque también en otras esferas como la empresarial, por ejemplo. Pero por su elevado número-212- y en razón del cargo, quienes más lo sufrieron fueron los alcaldes veracruzanos, algunos incluso ventilaron en los medios de información su inconformidad. Pero a nadie debiera sorprender porque la prestidigitación la hizo a la luz pública, de ello no se enteró quien no quiso.

Obras ofrecidas y reportadas como ya concluidas fue un denominador común que frecuentemente se puso en evidencia. Como en octubre de 2006 cuando el alcalde de Misantla encabezó una comisión de ciudadanos de aquel lugar y se apersonaron en el programa de Lunes de Puertas Abiertas para protestar el que hubiera obras del programa del Fondem, reportadas con un avance de 30%, cuando ni siquiera se habían iniciado; por el mismo motivo este alcalde publicó una carta en la que reclamaba el cumplimiento de la oferta gubernamental para hacer obras en su municipio. En la publicación protestaba “porque no nos queda otra salida ante la negativa y la burla de quienes le han faltado el respeto al pueblo misanteco al no hacer valer lo que por derecho es nuestro”. (Anexaron video y audio del compromiso del gobernador sobre el particular). El alcalde explicó que el gobernador se había comprometido a realizar las obras que ahora exigían en la comunidad de Poxtitlan y que a pesar de haber convenios firmados con el Secretario de Comunicaciones y la Junta Estatal de Caminos, con fechas de iniciación de las obras, estas aún no se concluyen y algunas no están iniciadas….”

De los pueblos serranos ya ni hablar; desencantados por tantas promesas y engaños el alcalde de Tatahuicapan, Esteban Bautista y el Comisariado Ejidal, Ciriaco Cruz, se reunieron en asamblea pública; era septiembre de 2008, allí el alcalde relataba que en enero de ese año había entregado al gobernador un pliego de peticiones y que hasta ese mes aún no tenían respuesta. Habló de “mentiras y engaños” y que había constancia que la Comisión de Desarrollo Indígena había entregado recursos a Theruel para construir la carretera a Venustiano Carranza pero no existía camino alguno. El gobernador les había prometido 22 millones de pesos en obras sociales. Y nada.

Similarmente, en agosto de 2006, el alcalde de Catemaco solicitaba al gobierno cumpliera con lo ofrecido de ampliar el malecón, traer agua por gravedad a la ciudad, asfaltar el camino Tebanca- Las Margaritas y el muelle de Sontecomoapan no iniciadas después de más de un año del ofrecimiento. realizó una sesión pública en la que exigían el cumplimiento de lo ofrecido por el titular del ejecutivo estatal de ampliar el malecón, introducir agua potable por gravedad y la construcción de varios caminos. Por allí deben descansar las minutas relativas a los ofrecimientos incumplidos y que ahora laten con fuerza pugnando por salir a la luz pública. Y nada.

También en agosto de 2006 en nota periodística se publicó que los constructores se quejaban del tráfico de influencias en la Secretaría de Comunicaciones “La calidad de la obra pública de Veracruz se está poniendo en riesgo debido al abierto tráfico de influencia que existe” en esa Secretaría “y es que la voracidad ha llevado a elevar el diezmo que por lo regular se imponen a los constructores tanto locales como foráneos” En este operativo-decía la nota- intervienen Marcos Theurel Cotero, titular de la SC, Marco Antonio Anaya…y Gastón Hernández, a quien se le señala como el responsable de abultar los volúmenes de las obras”. El día en que se publicó la noticia el gobernador invitó a presentar ante la Contraloría del Estado las pruebas de la corrupción en Comunicaciones. Argumentó que su gobierno es de transparencia y apego a la ley. “Estoy muy preparado y soy un servidor público que le llama a las cosas por su nombre…”. Así lo dijo.

Nunca se escondió el gobernador Herrera Beltrán para expresar asuntos inconexos a la verdad, sobre eso abundan constancias; como la entrevista del 8 de agosto de 2008 con el Consejo Editorial de IMAGEN de Veracruz a quienes dijo que la obra pública realizada en la entidad hasta ese momento se había hecho con recursos estatales, no federales y puso como ejemplo el Libramiento de Xalapa, cuando en realidad es una obra que la construye el gobierno estatal ni de él depende su conclusión.

Qué más muestras del orquestado desorden que desde el interior del equipo de gobierno se hacían denuncias boomerang. Como la que formuló el 26 de agosto de 2008 el entonces Director de la JEC, Silvio Lagos Martínez, al afirmar que la SECOM asignaba obras a empresas particulares, “algunas propiedad de amistades del secretario Marcos Theruel (que) dejan botados los trabajos.”

Cómo sorprendernos ahora si en diciembre de 2008 se publicó que 70 empresas no inscribieron sus obras en el IMSS, de entre ellas 18 realizó trabajos para la SECOM y, según la noticia, la mayoría tenía relación directa con el Secretario.

Estaban tan conscientes del desbarajuste provocado que en junio de 2009 la SECOM elaboró “un catálogo de información reservada y confidencial”, por el que no habría información sobre los procesos de licitación de obra pública; tampoco se proporcionarían informes sobre las revisiones y auditorías “para evitar daño moral grave por presunciones de malos manejos de recursos…”

En enero de 2009 el titular de SECOM recibió apercibimiento de la contraloría del estado para que presentara comprobantes del ejercicio presupuestal y según la Comisión de Vigilancia del Legislativo había un daño patrimonial de tres millones de pesos por obras mal hechas y puentes no edificados. En esa fecha la contraloría informó de la rescisión por incumplimiento de contrato a 22 empresas en 26 obras. Aunque aquí, según el órgano de control, la Procuraduría Fiscal aplicó el respaldo de las fianzas por 50 millones de pesos.

Más, mucho más se puede glosar respecto del tan discutido ramo de la obra en administración pública estatal pasada. Para que no haya duda que nada se hizo en lo oscurito sino que lo irregular siempre fue evidente recordemos que la SECOM elaboró el catalogo de información reservada y confidencial por la que se decidió que no habría información sobre los procesos de licitación de obra pública, ni se harían públicos los datos sobre las revisiones y auditorías para “evitar daño moral grave por presunciones de malos manejos de los recursos…”

Ahora, tras del lujurioso festejo y del alegre tronar de los cohetes, es tiempo ya de recoger las varas.

alfredobielmav@hotmail.com
Marzo 2011








PRI HISTÓRICO

Por Alfredo Bielma Villanueva



Entre sus muy variadas características el Partido Revolucionario Institucional se distingue por la riqueza de su recurso humano y, a diferencia de sus contrapartes, no enfrenta problemas en el momento de escoger a quien lo dirija. Esto último, débese aclarar, no necesariamente significa prestancia democrática o que cualquiera que lo encabece por ese solo hecho se distinga por su destreza o sabiduría política; por supuesto, en el renglón de los conceptos habría que detallar qué se entiende por destreza y si esta se refiere a conjugar marrullería política con luces intelectuales que permitan pensar más allá del simple interés partidista. Porque, crease o no, dirigentes ha habido que no leen un libro, ni de cocina pues.

A nivel de dirigencias nacionales pudiéramos recordar a viejos zorros de la estrategia política: al versátil General Alfonso Corona del Rosal, al beligerante Carlos Madrazo Becerra, al talachero Alfonso Martínez Domínguez, al afanoso Lauro Ortega, al trapacero Carlos Sansores Pérez, formados al calor de la política militante y trepadora, provenientes de un esfuerzo al que la combinación de las circunstancias les fueron acomodando el ascenso. A contrario sensu, dirigentes como Jesús Reyes Heroles y Porfirio Muñoz Ledo asentaron tesis y simultáneamente dirigieron un partido político con la diversidad clasista del PRI, de estos últimos realmente este partido ha tenido pocos.

Sin embargo, no debemos soslayar que las dirigencias del PRI estuvieron fuertemente matizadas por el estilo del presidente de la república en turno, de quien finalmente dependía su permanencia en el cargo. En estricto apego a la verdad histórica, de entre los más destacados presidentes del CEN del PRI: Carlos Madrazo Becerra, Alfonso Martínez Domínguez, Jesús Reyes Heroles, Porfirio Muñoz Ledo, Jorge De la Vega Domínguez, Luís Donaldo Colosio, etc. ninguno de ellos accedió a la alta dirigencia por méritos de militancia sino por la voluntad presidencial que los encumbró, sin menoscabo de sus antecedentes- nutridos o escasos- en la talacha partidista. Al relevante Jesús Reyes Heroles no le valieron sus dotes de ideólogo partidista para eludir el imperio de la voluntad presidencial, indicativa a leguas de que el verdadero líder del partido estaba en Los Pinos; sobre el particular ¿quién no recuerda aquel “primero el programa y luego el candidato” que predicaba Reyes Heroles, precisamente cuando le enteraron que se había destapado a López Portillo como candidato del PRI a la presidencia?

Es el PRI toda una institución política cuya vida, con todos los defectos y virtudes que se le pudieran atribuir, va aparejada a la historia del México del siglo XX. Durante décadas su diseño funcionó a la perfección, hasta que devino su desfase respecto de la realidad apartándose de las causas que decía defender para convertirse abiertamente en ciego y fiel instrumento de los gobiernos, destacadamente de Echeverría hasta Ernesto Zedillo. No podía ser de otra manera, porque su plasticidad no le alcanzó para convertirse y adaptarse desde el populismo echeverrista a la concepción tecnocrática que implementó el modelo económico neo-liberal; ¿cómo hacerlo sin rasguños al pasar de una economía cerrada, con elevada intervención del Estado a la globalización económica; de resistir los efectos del movimiento estudiantil del ´68; de transitar por la conflictiva elección de 1988 y resistir los efectos del movimiento Zapatista de Chiapas aparejado con la muerte de Colosio, y sincrónicamente explicar la entrada en vigor del TLC?

Con esas crisis el PRI llegó a la elección del año 2000, justo después de inciertos seis años durante los cuales seis personas encabezaron sucesivamente su Comité Nacional, mientras el líder real profesaba públicamente la “sana distancia” del partido que lo había llevado a la presidencia. Obviamente sobrevino el desconcierto y como lógica consecuencia el partido extravió la brújula, pues nunca había caminado sin la consigna presidencial; el resultado: perdió la elección del milenio que comenzaba. De allí a la transición.

Una década ha transcurrido y el PRI se ha acomodado como ha podido a las circunstancias: ya no depende del autoritarismo presidencial, y aunque está en una muy suigéneris oposición, gobierna en 19 de las 32 entidades federativas. Al estallar el presidencialismo autoritario hubo un corrimiento de aquel poder epicentrito hacia los titulares de los gobiernos estatales, ahora convertidos en el factor que determina las candidaturas de su partido a cargos de elección popular. Por cierto, este policentrismo ha sugerido la hipótesis que postula que a los gobernadores priístas no les conviene un presidente priísta.

Es una concepción errónea porque no discurren que, en y por la alternancia, el federalismo ha ganado espacios al redistribuirse las porciones presupuestales que corresponden a cada orden de gobierno; se soslaya también que ha habido importantes cambios institucionales y una muy diferente relación entre los poderes de la federación; que ya no es el Legislativo un poder dependiente del presidente en turno ni el Poder Judicial permanece sometido a sus dictados. Se olvidan de la subrayada pluralidad y la diversidad social que existe en el México de hoy. Adicionalmente, recordemos que, como producto de la transición, ha surgido la partidocracia, es decir, la forma en cómo se toman las decisiones en el Poder Legislativo a partir de los reductos partidistas.

Con base en este panorama no es imposible visualizar cuál será el proceso que prevalecerá en el PRI para llegar a la elección federal del próximo año. Al igual que hace seis años, al no existir un actor que centralice la decisión de la candidatura priísta, esta se está polarizando entre Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones. El primero lleva una aparente ventaja porque su precandidatura ya es abierta y se ha ido forjando en los medios de comunicación una imagen de seguro ganador; algo muy parecido a la percepción que se tenía en el 2006 respecto de Andrés Manuel López Obrador, quien finalmente no alcanzó la banda presidencial.

Durante la hegemonía priísta, el presidente de la república polarizaba las diferencias y era un factor de unidad, “el que se movía no salía en la foto”, pero una vez definido un nombre la “cargada” devenía casi unánime. De allí que la divisa fundamental al interior del priísmo siga radicando en la unidad, en este caso de su nomenclatura, y que esta logre trascender sus dictados al mayor número de gobernadores priístas. Por eso la importancia de estados como Veracruz, cuyo padrón electoral atrae a los estrategas políticos, desde Salinas de Gortari, Peña Nieto y Beltrones, pasando por Moreira; sin olvidar al lobo feroz, Felipe Calderón, muy pendiente de su presa; un apetitoso bocado ubicado en un escenario en el que participan muchos actores políticos. Pero eso es otra historia.

alfredobielmav@hotmail.com

Marzo 2011








AYER Y AHORA

Por Alfredo Bielma Villanueva



Fue en 1971 cuando se inauguró la avenida Ignacio de la Llave en la capital veracruzana, es el tramo que va del Teatro del Estado hasta empatarlo con la salida “vieja a Coatepec”. Era una obra pública de extraordinaria utilidad para los habitantes de Xalapa pues evitaba dar el rodeo que significa bajar todo Ávila Camacho y dar vuelta en Ursulo Galván para llegar a la carretera a Coatepec y a la zona del mercado Jáuregui. Fue un festejo citadino con atole, tamales, café y garnachas que los vecinos agradecidos ofrecían a quienes acudieron a la inauguración. El alcalde era el distinguido médico Xalapeño Pedro Coronel Pérez y gobernaba el Estado Rafael Murillo Vidal, ambos presentes en la inauguración de la obra. El presupuesto del gobierno del Estado no rebasaba los 800 millones de pesos, en esa proporción ya podemos suponer el alcance del erario municipal.

Para la pavimentación de la calle el municipio contó con el respaldo del gobierno del Estado, de otra manera no hubiera sido posible dado el exiguo presupuesto municipal. Consta a los vecinos del lugar que el pavimento actual de esa calle es el mismo que se colocó hace cuarenta años, así de buena fue la mezcla y la verticalidad moral del funcionario encargado de la obra. A nadie extrañó que el gobernador estuviera presente en la inauguración, la bonhomía del gobernante era proverbial. En esos tiempos Xalapa era un pueblote desde el punto de vista urbano, los límites citadinos no rebasaban en exceso la avenida 20 de noviembre; en esa romántica época la zona de los actuales lagos constituía un suburbio nada seguro. Nada mefistofélica, pero se entraba y se salía de la ciudad por los panteones: Palo Verde al sur y el Xalapeño, al norte. La carretera, “circunvalación” le llamábamos, lucía semioscura en las noches y solo uno que otro automotor citadino pasaba por allí. Pocos recordarán los enormes espacios deshabitados aledaños a la avenida circunvalación

La calle, “Avenida”, por favor, Enríquez, era de doble sentido, y aún no se construía el “Túnel” debajo del Parque Juárez; por esta razón la calle Leona Vicario tenía “intenso” tráfico vehicular porque conectaba Ursulo Galván con Allende para poder rodear el parque Juárez y llegar a Zaragoza.

El Arco de Bienvenida a la ciudad se ubicaba enfrente del monumento a Tejeda, mejor conocido como “El agua potable”; allí cerca aún no se construían la Central de Bomberos, ni su vecino el edificio de Telmex, tampoco el hospital de maternidad, aquello era un campo deportivo anexo a la Escuela Primaria Carlos A. Carrillo. El fraccionamiento de lujo era el Veracruz y la avenida Orizaba terminaba su pavimento en la esquina con lo que ahora es Reyes Heroles. La Avenida Ruiz Cortines no era transitable en automóvil y asemejaba un lodoso camino vecinal entre sombrías y arboladas cañadas. San Bruno terminaba en la represa, ahora convertida en fraccionamiento de interés medio.

Lejos quedaba la moderna Escuela Normal Veracruzana, situada a espaldas de la Colonia del Magisterio, último asentamiento urbanizado al norte de Xalapa. Excursionar al Macuiltepetl era una aventura, pues las nacientes colonias a su alrededor, a parte de lodosas eran peligrosas después del ocaso solar. Hacia el sur, la iglesia de La Piedad bendecía a los viajantes que tomaban “20 de noviembre oriente” para salir de Xalapa; Las Trancas al Sur y Banderilla al Norte brindaban la “carnita” dominical, muy afuera de la ciudad capital. Como dato cultural, el único motel disponible era “El Banderilla” que iniciaba una exitosa rama de la hotelería en Xalapa.

El gobernador Murillo Vidal, siguiendo su propia consigna que dicta que todo gobernador debe hacer algo por la capital puesto que es asiento de los poderes y residencia del gobernador, hizo una gran obra pública en la Atenas veracruzana, de acuerdo al erario disponible: amplió a cuatro carriles-tal como ahora luce- la Avenida Xalapa para dignificar la entrada norte a la capital del Estado; construyó el majestuoso Paseo de los Lagos al convertir en un digno lugar de recreo una cañada cuyo lado sur lucía de basurero que ocultaba drenajes a cielo abierto; allí mismo rescató la vieja casona que pronto se convertiría en una señorial Casa de Artesanías, con un salón para fiestas y reuniones políticas bastante socorrido en su tiempo. Abrió la entrada a lo que es la avenida Murillo Vidal después del edificio de Correos, el llamado Palacio Federal, derribando casas, no sin indemnizar a los propietarios, para darle continuidad a la calle proyectar otra salida a Veracruz; construyó el túnel debajo del parque Juárez cuya inestimable utilidad es apreciable de manera cotidiana; pavimentó la “nueva” carretera a Coatepec de solo 8 kilómetros, que vino a aliviar el inconveniente de la “carretera vieja”, más larga y peligrosamente sinuosa. No necesitó del contratismo porque la Dirección de Comunicaciones se bastaba para ello. Su cercanía a los jóvenes lo pueden certificar más de uno de los actores políticos que ahora van de salida.

No podemos dejar en el tintero que entonces, al igual que ahora, la malevolencia política corría el rumor de que otro era el que mandaba y no el gobernador; el tiempo ha comprobado lo contrario al reconocer la sapiencia para gobernar de Murillo Vidal y que el poder solo es delegable, no se comparte.

La remembranza-con la venia del ilustre cronista de la ciudad, el renombrado José Zayden- viene a cuento por la “reinauguración de la calle Sayago”, que se divulgó como si la dimensión de la obra comprendiera todo el largo de esa calle. En esencia y propósito cualquier obra pública es buena, y doblemente buena si es de calidad, porque su fin es el beneficio colectivo. Realmente a lo que asistió el gobernador fue a la apertura de la pavimentación de aproximadamente cien metros de la calle Sayago, en lo que se aprovechó para mejorar el drenaje y reparar conexiones de agua potable, pintar una raya en medio, no más. Por esa razón es sorprendente que se arguya el “beneficio de más de 500 familias (¿?) y 30 colonias” (¡!). Qué bien que se pavimenten calles en mal estado, es lo mínimo que se pudiera hacer, pero de eso a que se diga a los jalapeños medias verdades resulta un malogrado atentado a la inteligencia ajena.

Sabemos que no hay dinero para iniciar de inmediato la remediación del atraso que vive Veracruz; nadie desconoce que el gobierno del Estado no está por ahora en condiciones para realizar magnas obras a cien días de su arranque. Por esas circunstancias la ciudadanía seguramente aplaudiría al gobernador si este, a más de la voluntad demostrada para deslindarse del estilo manirroto y desorganizado de quien le precedió en el cargo, informara a los veracruzanos a cuánto asciende realmente la deuda que mantiene en la bancarrota las finanzas públicas estatales y qué acciones se tomarán contra la corrupción e ineptitud que provocó el desastre, etc. Sin lugar a dudas aplaudiríamos ese gesto y le extenderíamos nuestro unánime respaldo solidario porque avistamos el gran paquete que tiene enfrente.

Digámoslo como se percibe: asistir el gobernador a la inauguración del tramo de calle en comento solo pudo haber sido un buen pretexto para mandar señales y aclarar paradas. Allí, por alguna razón el gobernador se ha visto precisado a declarar que quien manda en Veracruz es él y no su antecesor, sus motivos tendrá; pero dijo algo con razón histórica, porque el poder no se comparte, simplemente se ejerce. La historia no solo se narra, hay que comprobarla, y en este caso sobran testimonios que acreditan la desagradable sorpresa que se llevan quienes han pretendido trascender más allá de sus periodos constitucionales.

Por otro lado, bastante atareado debe andar Fidel Herrera en preocupaciones de otra índole como para pensar en indeseables e inaceptables injerencias políticas en Veracruz, un Estado que lo tenía todo antes de su arribo al palacio de gobierno y a cuya ciudadanía debiera explicarle la razón del desmesurado endeudamiento que su desgobierno heredó. La del gobernador Duarte pudiera ser una aclaración pertinente, pero no olvidemos que se hace camino al andar y que el movimiento solo se demuestra con el cambio.

alfredobielmav@hotmail.com
Marzo 2011






VERACRUZ TURÍSTICO

Por Alfredo Bielma Villanueva



No cabe la menor duda, el turismo es una industria que todo país con recursos explotables para ese propósito debe aprovechar en la mayor medida posible; México tiene para ese ramo vastos recursos naturales, culturales e históricos aptos para el fomento y la promoción con fines turísticos entre los potenciales viajeros de todo el orbe. El turismo es una fuente inagotable de divisas cuando se saben aprovechar los recursos, entre ellos el humano, que bien capacitado para atender al visitante multiplica los beneficios que reporta la “industria sin chimeneas”.

Los Cabos, Cancún, Manzanillo, Huatulco, Acapulco, Puerto Escondido, Puerto Vallarta, Cabo Rojo, Veracruz, etc. son destinos playeros con elevada vocación turística y cada cual atrae visitantes según su capacidad económica y la información que se le hace llegar. Oaxaca, San Cristóbal, Querétaro, Guanajuato, Zacatecas, Morelia, Puebla, Guadalajara, la Ciudad de México, Veracruz, etc. son ciudades que ofrecen atractivos coloniales con gran sabor a historia y tradición. Sitios arqueológicos como Palenque, Montalbán, Chichén Itzá, Teotihuacan, Papantla, Los Tuxtlas (Tres Zapotes), Tenochtitlán, etc. descubren nuestra muy versátil historia precolombina en un gran mosaico cultural difícilmente repetible en otras latitudes.

En el Estado de Veracruz nos enorgullecemos de poseer, en el Norte, los vestigios de la Cultura Huasteca, cuya muestra más significativa la encontramos en la pirámide de Castillo de Teayo y su museo de sitio; de la Totonaca, en las extraordinarias Pirámides de El Tajín y sitios como Filobobos o el Señor de las Sombras, Mictlantecuhtli, en Tlalixcoyan, que dibujan el extenso territorio que cubrió esa misteriosa cultura aún no suficientemente explorada; qué decir de la Cultura Olmeca que pobló gran parte del sur veracruzano y allende sus límites, con sus monumentales cabezas de Tres Zapotes y Tenochtitlán, más una abundante riqueza de piezas encontradas casi a flor de tierra.

Por el gran atractivo de estas muestras se puede deducir la estrecha relación entre la cultura de los pueblos con la emigración con motivos turísticos, y la aventura del hombre por conocer lo que sus congéneres de antes y de ahora han sido capaces de construir. El turismo un eventual movimiento de migración en pos de conocimiento y diversión; por ello, el turismo es cultura.

En Los Tuxtlas, por ejemplo, el encuentro de la cultura conquistadora con la cultura Olmeca produjo un sincretismo que le da vida, fama y personalidad muy propias a esa bella región veracruzana, una de las más hermosas de México, del México mágico, en donde el misticismo moderno se confunde con las antiguas creencias que en mucho pueden estar expresadas en la estela conocida como “El Negro”, esa piedra que en uno de sus extremos muestra un rostro con caracteres negroides (nariz chata, pómulos salientes, labios gruesos etc.), y en la parte superior una oquedad que supuestamente servía para colocar en ella el corazón de las víctimas en ofrenda. Las características de esa piedra supuestamente cargada de energía pueden muy bien constatarse en el Museo de Sitio de Santiago Tuxtla, en donde se exhibe junto con otras muchas piezas representativas de la llamada “cultura madre”, la gran cultura Olmeca.

¿A quién no enorgullece la enorme riqueza turística de la Ciudad de Veracruz que, conjugada con el calor humano del pueblo jarócho, las efemérides históricas de la Conquista, la Reforma y la Revolución, forman el portaestandarte veracruzano?

El 11 de enero pasado el gobernador Duarte de Ochoa instaló la Comisión Ejecutiva para el Fomento del Turismo en Veracruz, con el propósito de impulsar esta rama de muy particular importancia en la actividad. De acuerdo a cifras proporcionadas por la Secretaría de Turismo Federal, Veracruz no se ha consolidado aún como un atractivo en el ámbito internacional pues sólo un 10% de sus visitantes proviene del extranjero, cifra muy baja si consideramos los atractivos aquí descritos. A esta Comisión Ejecutiva le corresponderá apoyar a la dependencia del Ramo en las obras de infraestructura carretera y urbana que faciliten imagen y transporte, para la implementación de los programas de Fomento y Difusión Turística.

No está por demás enfatizar que ningún programa alcanzará el éxito deseado si el reto no se enfrenta con la seriedad y el compromiso que el tema requiere. Para empezar, sería conveniente abandonar la viciosa práctica de hacer declaraciones vanas, tales como asegurar que a nuestro Carnaval acude un millón de personas y otros tantos en Semana Santa. Tales sofismas solo son buenos deseos, pero en realidad se reducen a mentiras sin sustento razonable. No obstante, sería deseable visualizarlos como metas alcanzables, cumpliendo los programas con acciones eficientes y eficaces, no con lirismos fatuos que nos evidencian como vulgares manipuladores de cifras que a nadie convencen.

En el pasado reciente fuimos testigos del indiscriminado uso y hasta abuso político de fiestas y tradiciones populares como el Carnaval, el Primer viernes de marzo en Los Tuxtlas, la Cumbre Tajín, la Semana Santa, la Candelaria en Tlacotalpan, etc. en las que invariablemente la actuación principal corría a cargo del gobernador del Estado, como si su presencia constituyera el imán de atracción para que la gente asistiera; dejémoslo en una cuestión de estilo, pero con el profundo deseo de que no se repita.

La estrategia fundamental para promover con éxito el turismo debe contemplar la correcta implementación de programas bien diseñados, cuya permanencia trascienda a la transitoriedad de los hombres que eventualmente desempeñan los cargos públicos; de esto último hace constancia la Cumbre Tajín, instituida por el gobernador Miguel Alemán y continuada por su sucesor, se espera que Duarte la instale definitivamente en la agenda turística nacional e internacional. En pocas palabras, requerimos de un programa turístico de Estado, aprovechando lo que la naturaleza, la tradición, la cultura y la historia nos han conferido; convertirlo en realidad no es difícil, mucho menos imposible.

alfredobielmav@hotmail.com
Marzo 2011











POLVOS DE AQUEL PANTANO

Por Alfredo Bielma Villanueva



La inicial contralora del gobierno estatal pasado, Susana Torres, una vez más debe estar congratulándose por haber tomado el camino de la dignidad y de la congruencia con el cargo que desempeñaba cuando decidió que era hora de renunciar y no continuar en el mismo. De lejos se veía venir lo que ahora sale a flote con solo un pequeño esfuerzo de investigación; imaginémonos lo que hubiera ocurrido si al gobierno estatal no lo presidiera un priísta; circunstancia esta última que habrá que destacar por cuanto a que demuestra voluntad para aclarar lo mucho de turbio que dejó la administración que le antecedió.

En paradoja, debemos preguntarnos en qué lugar poner aquella declaración que Clara Luz, la sucesora de Susana en la contraloría, produjo ante los medios cuando aseguró que no se había encontrado irregularidad alguna en las revisiones que su dependencia hiciera al interior de la administración pública. El autoengaño era evidente, tanto como los esfuerzos para que la opinión pública lo compartiera. Ahora, según lo que va aflorando de irregularidades, si viviéramos en un régimen de estricta aplicación de la ley de responsabilidades tendría que aclararse si hubo complicidad o candidez en el desempeño de un cargo cuya función consiste en vigilar, evaluar y controlar los procesos administrativos y financieros de un gobierno. No es lirismo, pero la ineptitud también es corrupción.

“Nosotros vamos a cubrir todo lo que corresponde a nuestra administración y no tenemos porque dejar nada pendiente, no debe tener ninguna preocupación ningún proveedor ni contratista en cuanto que lo proveído se haya entregado, sea de calidad y la obra haya pasado todos los requisitos de la contraloría; cerramos cuentas claras y el chocolate espeso”, dijo Fidel Herrera el 1 de noviembre del 2010 afirmando, además, que las finanzas de Veracruz eran sólidas. Aunque para ese entonces su credibilidad ya volaba a ras de piso y los proveedores del gobierno pasaban las de Caín porque temían al largo calvario que seguirían padeciendo para cobrar lo que se les debe.

Como consecuencia de una evidente carencia de orden y planeación en el gasto público el ex gobernador Fidel Herrera heredó a sus sucesor finanzas en crisis, una deuda pública onerosa, un aparato administrativo enfermo de obesidad, una calificación crediticia que resta aptitud para conseguir recursos frescos y un erario que no cuenta con el efectivo suficiente para aportar los porcentajes convenidos para que la Federación suelte el dinero de programas conjuntos. Todo ello pone al descubierto a un gobierno manirroto que lastimosamente gastó en fuegos fatuos el tiempo y el dinero de los veracruzanos.

Obligado por el enorme gasto corriente de su gobierno, desde octubre de 2009 Herrera Beltrán ordenó tomar medidas de austeridad y una “reingeniería” para evitar “duplicidad de funciones”. Según la orden, las dependencias debían presentar sus proyectos de reingeniería a más tardar el 30 de octubre de 2009. Todo era sin embargo pura faramalla porque nunca hubo un hasta aquí al dispendio; y la dependencia- la Contraloría- que le cuesta a los veracruzanos 146 millones de pesos al año para vigilar, controlar y evaluar la operación del gobierno no demostró para que servía su elevado costo operativo.

Ahora se descubre solo una punta de la madeja cuando el Gobernador habla de que se investiga a 156 empresas observadas por haber dejado obras inconclusas, obras no iniciadas u obras terminadas pero que no cumplen con los requisitos de calidad requerida; es decir, obras de mala calidad. Por su parte, el Secretario de Comunicaciones informa que andan bailando cientos de millones de pesos que fueron entregados a contratistas sin que estos hayan realizado obra alguna y uno de ellos no figuraba en el padrón de la secretaría de finanzas. Pero entonces: ¿quién dio la orden para entregar ese dinero? ¿Quién entregó millones de pesos sin requerir el cumplimiento de los requisitos señalados por la normatividad? ¿Qué señaló la contraloría sobre el particular?

Solo basta con jalar un poco la cobija para dejar al descubierto lo que vox populli adivinaba y que aflora con la investigación respecto de la obra pública, como las fianzas apócrifas que entregaban algunos constructores para recibir los anticipos de obras. Este es otro asunto que duerme al amparo de la impunidad porque existen actas sobre al particular y no se ha procedido en consecuencia.

La virulencia de los actos de corrupción ofende a la ciudadanía, más aún al recordar aquella cándida declaración proveniente de la Contraloría del Estado el 20 de noviembre de 2010: “Año con año se aplicó un estudio de “evaluación patrimonial” para detectar alguna irregularidad en el patrimonio de los funcionarios estatales y a 9 días de concluir funciones el actual Gobierno estatal no se ha detectado que algún servidor público se haya enriquecido o alguna situación anómala” ¿No son mucho 146 millones de pesos para una dependencia que solo sirvió para convalidar lucros indebidos? ¿A pesar de todo será borrón y cuenta nueva?

alfredobielmav@hotmail.com

Marzo 2011







LA CORRUPCIÓN SOMOS TODOS

Por Alfredo Bielma Villanueva



“Presunto Culpable” es un excelente documento que testimonia el síndrome de nuestro tiempo al difundir un caso de esos que en México forman parte de nuestro proverbial costumbrismo; la explicación del elevado interés por ver el documental debe buscarse en la patología de una sociedad afectada por la impunidad y la corrupción que, por lo visto, lo han permeado todo; y no es de ahorita. Es, de cualquier manera, una fotografía de nuestro tiempo.

Cuando en 1976 hacía su campaña por el PRI en búsqueda de la presidencia de la república, José López Portillo la emblematizó con el lema: “La solución somos todos” un aforismo que con el transcurrir de su administración vox populli convirtió en: “La corrupción somos todos”, para referirse al dispendio que se hacía de los dineros del pueblo desde la cúpula del poder. Pero la corrupción entre nosotros no deviene de esos tiempos, encuentra raíces más profundas en el siglo XIX y lo más seguro es que empezó con la conquista. Cuenta Don Guillermo Prieto en sus memorias que cuando Ignacio Ramírez, mejor conocido como “El Nigromante”, presentó su solicitud de ingreso a la Academia de Letrán a la pregunta sobre que le gustaba más de México, contestó: “Veracruz, porque por allí se sale de él”; EN manifiesta inconformidad con la discriminación hacia los indígenas y a las cotidianas muestras de extorsión del hombre por el hombre.

Estamos tan familiarizados con el tema de la corrupción desde el servicio público que a la menor muestra, por mínima que ésta sea, de que se van a tomar medidas para combatir esta lacra social nos entusiasmamos y alienta la esperanza de que así sea. Desafortunadamente una y otra vez el desencanto aparece cuando se descubre que solo fue llamarada de petate para terminar en más de lo mismo. Así ha ocurrido en Veracruz en no pocos de sus gobiernos, incluso uno de ellos, el más reciente, abusó del ejercicio patrimonialista del poder en grado superlativo, y parece que lo hizo impunemente.

Por esta razón se estima que algo debe hacer sobre el particular el gobierno que encabeza Javier Duarte de Ochoa. Primero, porque desde sus inicios sufre penuria económica como consecuencia del desordenado gasto público privilegiado por su antecesor y, segundo, porque la atención ciudadana se centra, entre otros temas, en el interrogante de si se tomarán acciones en contra de quienes se fueron al baile con el recurso público durante la administración pública pasada. No que sea una cacería de brujas, pero tampoco que se adopte el cómodo expediente del borrón y cuenta nueva. Tampoco que se acuda al formulismo constitucional de aprobar por mayoriteo cuentas públicas enlodadas por la sospecha, lo que con un pequeño esfuerzo puede ser testimoniado.

No ha mucho el responsable del órgano de fiscalización de la federación comentaba en entrevista periodística que en un recorrido por países del primer mundo le extrañó advertir que en los equipos de gobierno de esas naciones en muchos casos no existían órganos de Auditoría gubernamental, sí en cambio una actitud de la sociedad en la que ésta señala y hace escarnio de quien se enriquece con el dinero público. Actitud que estamos lejos de adoptar en México y, por el contrario, en vez de señalar al enriquecido con dinero público, sin esfuerzo laboral que lo justifique, le profesamos muestras de admiración y aún calificamos de exitoso. Defectos de nuestra cultura.

Aquí en nuestro Estado la corrupción es el nombre más socorrido para explicar muchos de nuestros males. Ya sabemos que en el Poder Judicial hay corrupción, una realidad diagnosticada por su propia jerarquía. No ignoramos que en el Legislativo, aunque por razones de su integración es menor, también hace agua; del Poder Ejecutivo ya ni hablar, la corrupción ha penetrado hasta el tuétano. Aunque de esto último, cual enfermedad de alto contagio, parece que el nuevo gobierno está protegiéndose al iniciar medidas correctivas que dan señales de una voluntad para combatir el mal. Una auténtica pandemia en Veracruz que se ha extendido siempre, pero ahora más, al ámbito de las administraciones municipales.

Hasta qué grado ha permeado la corrupción en Veracruz lo dice el hecho que el encargado del despacho de la Procuraduría de Justicia estatal, Reynaldo Escobar, ha asegurado que limpiará las agencias del Ministerio Público (porque) desde hace 40 años conoce la corrupción que impera en las corporaciones de impartición de justicia y, aseguró: “voy a recorrer todo el Estado y van a ver toda la porquería que va salir”. Viniendo de alguien que en su vida profesional litigó en juzgados y ministerios públicos habrá que creerle porque, además, su dicho coincide con la percepción que la ciudadanía tiene sobre el particular.

Por otro lado, en la Secretaría de Finanzas cesan a un funcionario de medio pelo porque-según se ha filtrado a la opinión pública- se le descubrieron malos pasos. Todo parece bien; pero inquietan ciertas actitudes que señalan a un olvido encubierto de impunidad. Porque para nadie es un secreto que el destino del dinero de la bursatilización recibido por los alcaldes navega la opacidad más ostensible. Agreguemos lo que al parecer ya se olvidó sobre el Fideicomiso del 2% a la nómina, respecto del cual no se ha informado de su aplicación y resultados.

Más, mucho más, campea en la opinión pública que observa el desempeño de un gobierno recién estrenado con la esperanza oculta de que ahora sí se combata en serio la corrupción en el servicio público. La burra no era arisca.

alfredobielmav@hotmail.com
Marzo 2011





EL PRI: FIN DE UNA ERA

Por Alfredo Bielma Villanueva



Analizar, estudiar los avatares de una institución como el PRI, tan sólida políticamente, tan longeva en operatividad y tan eficiente en sus resultados es, indiscutiblemente, todo un reto para quien desee desentrañar los secretos de su exitosa supervivencia. Es un desafío porque implica escudriñar el contexto social, político y económico en el que se ha desempeñado esta extraordinaria institución política que ha sido un puntal de primer orden en la estructura y el funcionamiento del Estado Mexicano.

Guardar la calidad de Partido casi único en entornos tan diversos y en el mosaico cultural de México es toda una hazaña; funcionar en un régimen de autoritarismo presidencial en el que fue acentuadamente versátil sin perder su identidad significa algo más que la conservación del poder; continuar en el poder a pesar de las intermitentes crisis económicas que han afectado la condición social de miles de mexicanos, guarda especial connotación, de allí el interés de investigar en dónde radica la capacidad de este partido para acomodarse a las circunstancias que lo rodean.

Por la sucesión de sus aconteceres es posible diagnosticar que la hegemonía del PRI fue resquebrajándose de la periferia al centro y que al final fue precisamente desde el centro del poder presidencial en donde se radicaron las condiciones para su derrota electoral en el año 2000.

Vértice coyuntural en los consensos y en los disensos, provocados por la pluralidad y la gran diversidad social de nuestro país, esta institución política siempre ha estado presente en las efemérides mexicanas del siglo XX a partir de sus avatares previos: en 1929, el PNR y en 1938 el PRM. De allí su posición de enclave histórico en nuestro entramado social y político, de allí también su importancia para explicar el decurso de los acontecimientos más importantes de México.

Este partido sobrevivió, y pudiéramos decir que salió ileso después del movimiento estudiantil de 1968, si lo juzgamos por el resultado de las elecciones federales de 1970. En cambio, sus operadores mostraron pereza o incapacidad de adaptación en la errónea interpretación de la realidad cuando no dieron correcta lectura a las nuevas circunstancias, porque calados por la intolerancia y la exclusión hicieron caso omiso en 1986 de la ruptura y el desgajamiento de una importante fracción de priístas que reclamaban al presidente de la república-hecho insólito- nuevas reglas de elección del candidato presidencial y un regreso del PRI al pensamiento político de la Revolución Mexicana.

Por razones de esclerosis política mostraron oídos sordos y solo por la sorpresa electoral de 1988 sacudieron la inercia para remediar la enfermedad, que en esta ocasión se extendía a todo el cuerpo del Estado: un autoritarismo presidencial exacerbado, una clase política y gubernamental desprestigiada, cambios radicales en el modelo económico y un aparato político rebasado, fuera ya de todo el contexto, que exigía urgente reformas al marco normativo electoral y al sistema político mismo.

Sucedió en la última década del siglo XX: el 6 de abril de 1990, en paradoja con el “ni los veo ni los oigo”, nació el Instituto Federal Electoral; en 1994 la sacudida a sus cimientos causada por la muerte de su candidato a la presidencia, se vio compensada por un extraordinario número de votos jamás alcanzado por abanderado priísta alguno; en 1996, producto de la intensa participación ciudadana que ejerció presión para los cambios se produjo la reforma electoral más trascendente del siglo pasado porque cerraba el círculo iniciado en 1946 cuando con el nacimiento del PRI una ley electoral dio al Estado el control de las elecciones, y ahora se lo arrebataba. En 1997 el PRI pierde la mayoría absoluta en el Congreso y el gobierno de la ciudad más poblada del país; una secuencia de acontecimientos que, acompañados por la “sana distancia” del presidente Zedillo, desembocaron en la derrota priísta en el año 2000.

Ahora la competencia es más plural, también se han reducido los índices de inequidad electoral que el propio presidente Zedillo reconocía. Han transcurrido casi dos gobiernos de origen panista y, al igual que hace justamente seis años, los partidos se alistan para la campaña que viene. En la imaginaria popular, esa que carece de elementos para análisis serios, de la misma manera que en 2005 daban por adelantado el triunfo de López Obrador, en esta ocasión ya hacen presidente a Peña Nieto. Para qué adivinar lo que pronto sabremos; poco vivirá quien no lo vea.

alfredobielmav@hotmail.com
marzo 2011


EL ESTRENO

Por Alfredo Bielma Villanueva



Como todo inicio de Gobierno, el encabezado por Javier Duarte de Ochoa en Veracruz no está exento de los sofocos del noviciado y de las consecuencias derivadas de los prolegómenos de su elección. La integración misma del equipo de gobierno, el origen de cada uno de los nombramientos, nos proporcionan señales muy claras acerca de cómo se vive al interior de un equipo entreverado de gente con experiencia y de quienes inician carrera política, entre ellos los reclutados por el signo de la amistad, otros por los compromisos contraídos en el fragor de la lucha electoral, y algunos porque su experiencia los garantiza. De la eficiencia y de la eficacia de su desempeño darán fe los resultados.

Sería infantil intentar una temprana evaluación de las acciones de un gobierno con apenas tres meses de funcionamiento, enfrentado a serias carencias financieras, apurado en formularse un diagnóstico cierto acerca del pasivo circulante y diseñando las estrategias para arrostrar el elevado monto de la deuda pública heredada. Sin embargo, ese panorama no obsta para calibrar lo que a simple vista es notable: un inicio de traspiés entre miembros del gabinete y los desaciertos de quienes por su encargo deberían revestir de sensatez a sus acciones.

De entre estos últimos, es proverbial la medida anunciada por las autoridades de turismo en el Estado acerca de que durante el Carnaval se prohibiría la tradicional estancia de visitantes en el “Hotel Camarena” y que para resarcirlos se les acondicionaría lugar en las escuelas de la conurbación. La desacertada medida no tardó en traer consecuencias, aparte del justo reclamo de los hoteleros que piden competencia honesta, la más rotunda provino del Secretario de Educación quien negó el uso de los espacios educativos para el fin anunciado; esta sí es una disposición ponderada y sin duda mejor meditada porque de ello se deduce que no existió un previo acuerdo, salvo que las protestas obligaran la reversa.

Para nadie es un secreto que el turismo que regularmente nos visita proviene de los estados de México, Tlaxcala, Hidalgo, Puebla y del Distrito Federal, en su generalidad de muy escasos recursos. Es el turismo “de horchata, torta y Jícama”, como coloquialmente se le denomina; para ellos disfrutar del mar y del calor veracruzanos es un aliciente anual, ahorran lo poco que pueden y salen a la aventura con grabadora en mano. Privarles de las noches de playa sería un atentado a su libertad para divertirse, no hay que olvidar que en esa eventual migración vienen familias enteras.

En abono a la idea de las autoridades de turismo pudiérase suponer que la medida intentada era para propiciar un turismo de mayor rango, pero ese fenómeno demográfico sin duda no se resuelve de la manera propuesta. Se requiere de un serio programa de promoción y fomento, que no necesariamente significa un repentino viaje a España con un costo cercano a los 500 mil pesos cuando no se tiene siquiera el programa de desarrollo turístico a la mano; así, por inspiración o improvisación no se conseguirá mas que proseguir el derroche presupuestal con resultado positivo.

En otro orden de ideas, a claras muestras se advierte que los rumores prosiguen a la orden del día: hoy renuncia el Secretario de Finanzas, mañana lo hace el de Agricultura; le sigue un ligero “llegue” a la alcaldesa xalapeña y prosigue con una manifestación de reclamo a joven legislador xalapeño; no escapa al síndrome el Banco de Obras y Servicios al que le arman una breve y desarticulada manifestación. Si juzgáramos por métodos estadísticos, por el número de declaraciones en torno a los transportistas y placas de taxis, se pudiera concluir que el Secretario de Gobierno tira más a Director de Tránsito que a regulador de la política interna; cuando se supone que debe ayudar a su jefe a poner un hasta aquí a las animosidades descritas; convocar a los actores políticos a guardar la serenidad necesaria en estos tiempos en los que, más que nunca, se requiere de unidad en el corporativo del gobierno.

Porque, por si fuera poco, en otro de los poderes-el Legislativo- se están dando hasta con la cubeta. De allí partió la descobijada por la que nos enteramos que algunos ex ediles merecedores de estar detrás de las rejas gozan de cabal impunidad, debido a los arreglos entre las cúpulas partidistas para proteger a quienes abusaron del erario municipal que tuvieron a su disposición. Vox populi sabe quienes son, en cada uno de los municipios el dedo flamígero de la moral pública señala a los infractores, a quienes salvaguardan inconfesables compromisos políticos. ¿Dónde están las cuentas públicas de Acayucan, de Minatitlán, de Cosoleacaque, de Córdoba, de Tuxpan, de Iztazoquitlán, etc.? Sin duda, la impunidad cubre al comendador.

También en esa vitrina de cristal que es “la casa del pueblo”, o sea el Palacio Legislativo, se ventilan malosamente los estratosféricos sueldos que reciben los legisladores, coloquialmente conocidos como “representantes populares”. Sin duda, a más de uno de entre ellos les brotará un acerado remordimiento (¿?) por recibir un emolumento que está directamente en proporción inversa a lo que la sociedad veracruzana obtiene de su actuación. Inútil por evidente es recordar que más de la mitad de nuestros coterráneos vive en pobreza extrema.

No todo está podrido en Dinamarca. La iniciativa que el gobernador Duarte de Ochoa acaba de remitir al Congreso local para otorgar pensión vitalicia y vivienda propia a deudos de policías estatales caídos en cumplimiento de su deber en la lucha contra la delincuencia, es un gesto que denota sensibilidad del gobernante al dar pronta respuesta al cuestionamiento que se le hiciera cuando privilegió a los militares en el mismo sentido que ahora lo hace con los cuerpos policíacos veracruzanos. Una buena señal porque es un beneficio concreto, sin las taras del lirismo discursero que solo promete y nada cumple.

Esto apenas comienza ¿qué más viene?

alfredobielmav@hotmail.com
Febrero 2011