LA POBREZA EN VERACRUZ

Por Alfredo Bielma Villanueva


Para nadie es un secreto la penuria económica en la que vive más de la mitad de la población veracruzana, que por lo demás es el reflejo de la penosa condición económica por la que atraviesa el país; no podría ser de otra manera cuando el gobierno federal acepta que en tres años solo se han podido crear poco más de 500 mil nuevos empleos. Este último dato puede revelarnos de manera clara y expedita que en Veracruz no se ha creado el número de empleos que la oficialidad promulga, pues simplemente significaría que de todo el país solo nosotros estaríamos en jauja aunque nuestra realidad nos avisa que estamos lejos de esa utopía.

El escenario amenaza con ponerse aún más tétrico pues la proletarización de la clase media sigue avanzando, a pesar del diseño optimista del gobierno estatal que no acaba de aceptar que Veracruz no ha avanzado en estos últimos años, según le consta a la sociedad veracruzana. Un breve recuento a vuelo de pájaro nos lo puede confirmar:

En Veracruz aún recordamos que el 15 de agosto de 2006, apenas dos años de ejercicio del actual gobierno, el gobernador se pronunció por un Pacto Nacional que coadyuvara a combatir la pobreza y presumió que en este Estado fuimos capaces de construir un Pacto de Gobernabilidad “que ha permitido crecer, combatir la pobreza, el desempleo, el desaliento, limitar la expulsión de nuestros mejores hombres y mujeres a buscar el ingreso fuera de nuestro territorio”. Sin embargo, los hechos demostraban que aquello era retórica pura, según el resultado de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que aseveraba que Veracruz se encontraba en el cuarto lugar nacional en desempleo. Lo confirmó la secretaria de Desarrollo Social, Silvia Domínguez, al reconocer ante el Congreso local la existencia de 4 millones de veracruzanos sumergidos en la pobreza y la marginación.

De lejos se ve que los tres ejes de la segunda etapa del gobierno de Fidel Herrera: el combate a la pobreza, la generación de empleos, salud, vivienda y desarrollo no se manifestaron en hechos y, como decía don Teofilito, no se manifestarán, al menos en este gobierno que ya finiquita. Todo ello a pesar de lo que aseguró el gobernante de que el estado de Veracruz era otro a tres años de haber iniciado su gobierno, y “si en medio de dificultades extremas pudimos llegar hasta aquí, seguramente lo que sigue va a ser de mayor esfuerzo, de mayores resultados para nuestro estado”, según aseveró el 3 de diciembre de 2007.

Lo contradecía el reclamo del alcalde de Tatahuicapan, el profesor Esteban Bautista Hernández, el 7 de enero de 2008 cuando pide al gobernador voltear a la zona serrana “aquí donde está la pobreza y el retraso social, necesitamos el apoyo del gobierno del Estado…aquí la pobreza está a flor de tierra y no nos voltean a ver”. Por su parte, el alcalde de Mixtla de Altamirano, Regino Díaz Núñez, el 6 de marzo de 2008 describió su municipio: “…Mixtla tiene 38 comunidades, de esas 12 carecen de agua potable, 15 no tienen acceso a caminos”.

Las cifras no mienten: Veracruz es la cuarta entidad con mayor marginación, tercer lugar en pobreza alimentaria y quinto en pobreza de patrimonio. A pesar de esta triste realidad el 30% de los recursos destinados a pueblos indígenas se subejerce en Veracruz, según Copladever (22-IV-2008). En este Estado hay 37 municipios con un grado de marginación muy alto, 94 con un grado alto, 51 medio y 10 muy bajo: Mixtla de Altamirano, Tehuipango, Ilamatlán, Zozocolco de Hidalgo, Atlahuilco, Mecatlán, Texcatepec; Zontecomatlán, Soledad Atzompa y Filomeno Mata entre ellos. En todo el país hay 250 municipios con menor índice de desarrollo humano; de los 25 que tiene la entidad veracruzana 13 están en la Sierra de Zongolica. En tanto, los municipios que en 2005 alcanzaron los mejores índices de desarrollo humano del país son: Boca del Río, en el lugar 18 nacional; Xalapa en el 33; Orizaba en el 35; Veracruz en el 41; Coatzacoalcos 69 y Nanchital y Poza Rica en los lugares 92 y 93.

Desafortunadamente, cuando se habla de avances todo queda en el ámbito del proyecto, en el de la idea sin sustento en los hechos. Por ejemplo, el 28 de mayo de 2008, el gobernador publicó su artículo semanal en Diario de Xalapa (página 12), en el que hace referencia al programa de emergencia alimentaria lanzado por el presidente Calderón: “Veracruz cuenta en este momento en la gran oportunidad de aportar a la nación los alimentos y los granos que requiere y, de esta manera, impulsar el desarrollo rural para terminar con la pobreza en la que aún se encuentran 4 millones de veracruzanos”, escribió. Nada de eso ha ocurrido en seis años porque “Veracruz ocupa uno de los últimos lugares nacionales por sus escasos índices de desarrollo social, según aseguró la directora del Instituto de Desarrollo Social, Lydia Madero García. A decir de la funcionaria federal, la combinación de los rezagos en infraestructura social, económica, educativa y la dispersión de poblaciones son factores que impiden a Veracruz salir de los altos índices de marginación y pobreza…. “Es uno de los últimos en materia de desarrollo humano, solamente está cuatro antes del último”.

En septiembre de 2008, Rafael Arias, del Copladever, admitió que los esfuerzos del gobierno para combatir la pobreza eran insuficientes pues 1 millón 990 mil personas vivían en pobreza alimentaria, razón por la que Veracruz estaba en tercer lugar en pobreza. Sin embargo, el gobernador en octubre siguiente reiteraba su discurso optimista porque decía que la crisis que asolaba a México era “el gran momento que México necesitaba, en el que Veracruz está preparado y vive un periodo de expansión económica, de crecimiento y de focalización de la lucha contra el rezago, pobreza y la injusticia”. (9-X-08): “Es la hora de invertir en la infraestructura, dijo, “la salud, la educación, las carreteras, las telecomunicaciones la seguridad es infraestructura” y contrario a lo que muchos piensan, reiteró, es la gran oportunidad, “estoy convencido en parte porque estoy entrenado para los retos, porque conozco la historia de nuestra sociedad, porque sé y conozco a fondo los sectores productivos, sociales, económicos y políticos del estado de Veracruz, sé que esta es una gran oportunidad para todos”.

No obstante, algunos no pensaban igual. El vocero de la arquidiócesis de Xalapa, Quintín López Cessa, el 3 de XI-08, al hacer una evaluación del cuarto año de gobierno de Herrera Beltrán, dijo: “Yo veo un gobierno que trabaja mucho, que es cercano a la gente, que tiene capacidad de dialogar, eso todos lo vemos… pero qué más vemos: que ha crecido la pobreza, y no hay programas para solucionarlos, hay reparto de despensas, un poquito de ayuda, pero programas no los hay”. López Cessa señaló que el tema de la corrupción es otra de las problemáticas que impera en la actual administración estatal, de la que “todo mundo se queja”. De igual forma, es evidente el control en los medios de comunicación, en donde no se dice cuáles son las deficiencias, “por el contrario, sólo se habla de buenas acciones del Gobierno estatal”. Finalmente, la evaluación y diagnóstico de nuestra realidad, verídica, al margen del interesado y lúdico optimismo oficial, lo tiene la sociedad veracruzana.

Lo arriba anotado es solo un somero avance que contrasta con lo que se afirma acerca de que Veracruz ha cambiado y es otro por obra y gracia del actual gobierno estatal. Muy en el fondo el sucesor seguramente opinará lo contrario, tal cual millones de veracruzanos que no vivieron la euforia, la vorágine de una imagen diseñada por la publicidad que, como hojas del otoño expuestas al viento, pronto se llevará el tiempo.

alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2010

¿ALIANZAS PERVERSAS?

Por Alfredo Bielma Villanueva



A partir de que la ciudadanía empezó a hacer valer su voluntad sufragante han surgido diferentes señales, nunca antes advertidas en los tiempos de la insípida democracia de un solo partido. Durante la hegemonía priísta todo mundo suponía que el PRI ganaba las elecciones gracias a su arrolladora simpatía, una apreciación incorrecta porque la realidad no lo registraba en esos términos.

Si bien el único partido que garantizaba a los noveles políticos su entrada al mundo oficial era el PRI, en la arena política se producían ciertos acontecimientos para facilitarlo, todos ellos conocidos por la población, como si fuera un valor entendido entre el ciudadano y el gobierno. El relleno de urnas era la rutina mayormente conocida, y como durante la jornada electoral los partidos de oposición al PRI no alcanzaban a cubrir la totalidad de las casillas con sus representantes se ocasionaba la oportunidad de que votaran hasta los muertos. Increíble, pero cierto. No había problema alguno, el gobierno organizaba las elecciones, las calificaba, controlaba las comisiones electorales y acomodaba a voluntad y gusto el registro de electores; disponía también del erario para lo que hiciera falta en los menesteres electorales.

Pero en la sociedad nada es estático, todo está sujeto a las leyes del cambio. En el siglo pasado, durante el periodo 86-88 fuimos testigos de la ruptura entre parientes que integraban la “familia revolucionaria” domiciliada en el PRI. La discusión se centró en el camino a seguir, el de la derecha que señalaba el pariente rico, poderoso, bilingüe, o el de la centro izquierda de pantalón de mezclilla y chamarra de pana, alérgico a la corbata, que deseaba compartir parte del avance económico con los vecinos más pobres. No conciliaron intereses y la familia antes monolíticamente unida diversificó sus rumbos y, como casi siempre sucede, olvidándose de sus comunes orígenes los ánimos se caldearon acabando por darse hasta con la cubeta.

Quienes se retiraron del dulce hogar se fueron casi con las manos vacías, pues pocos quisieron seguir su aventura al preferir la seguridad que los parientes ricos le proporcionaban; para acabarla, a quienes emigraron se les calificó de traidores, de apóstatas que olvidaban los beneficios que la casa paterna les había conferido y ahora le hacían oposición.

Al cambiar de domicilio otros vecinos se sumaron a su lucha, se trataba de aquellos a quienes antes se combatía en un juego de valores entendidos, eran los de “la auténtica izquierda”. Adicionalmente, quienes desde fuera del calor político hasta ese entonces se abstenían de participar, cansados de la impunidad de los fraudes electorales y de la deshonesta manera en que la clase política arreglaba sus diferencias hasta con crímenes irresueltos, decidieron entrarle para cambiar las reglas del juego, adecentar los procedimientos, conductas políticas y la política misma. Así fue naciendo una mayor oposición al PRI, que en un principio caracterizaba únicamente el PAN y, a partir de la ruptura del 86-88, también por los parientes más cercanos aglomerados desde el 5 de mayo de 1989 en el PRD.

Lo que sucedió después ya lo sabemos: fiel a su costumbre, la izquierda mexicana, sobreactuada, plena de individualidades autosuficientes que presumen del absoluto patrimonio de la verdad, se fracciona hasta el infinito y en las elecciones subsecuentes a las de 1997, cuando obtuvo un gran número de curules consolidándose como la segunda fuerza, fue perdiendo capacidad de convocatoria y en los comicios del 2000 simplemente ya no dio color y fue el PAN el partido que usufructuó el movimiento para el cambio iniciado por las izquierdas.

Así llegó la izquierda al 2006 con un mesías que paradójicamente dio al traste con su oportunidad de arribar a la presidencia de la república. Esta izquierda no ha sabido aprovechar la circunstancia de un universo proclive a sus designios, pues el reino los pobres está a su alcance. No ha sabido abrevar de la experiencia de quienes, forjados en la escuela priísta, han enriquecido sus filas con ánimo vencedor y alforjas cargadas de pragmatismo político.

Con todos sus defectos, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel López Obrador, Manuel Camacho Solís, Dante Delgado, Gabino Cue, Ricardo Monreal, Demetrio Sodi, Alfonso Sánchez Anaya, Leonel Godoy Rangel, Leonel Cota Montaño, etc., salieron de las filas priístas capacitados para la operación política-electoral, unos empujados por su deseo de cambio, otros porque contando con respaldo ciudadano no fueron favorecidos con una candidatura y las encontraron en la franquicia del PRD convirtiéndose en gobernadores de sus estados al derrotar a su antiguo partido (Ricardo Monreal, Sánchez Anaya, Leonel Cota, etc.).

El boom de la izquierda obligó al PAN y al PRI a coaligarse para contrarrestar su avance, como la alianza que hicieron en 1992 para desalentar las presiones que Cárdenas (PRD) hacía para que se reconociera el triunfo del ex priísta Cristóbal Arias en Michoacán; esa alianza benefició a Eduardo Villaseñor quien se convirtió en gobernador de aquel. Otras alianzas entre el PRI el PAN constatan sus continuos entendimientos y explican la reacción pasional del PRI cuando el PAN buscó la leña de otro hogar.

Cuando en Marzo del año en curso se anunció la alianza entre el PAN y las apabulladas izquierdas (PT, PRD, Convergencia) el priísmo levantó las cejas y calificó la sorprendente nueva hermandad como perversa y contra natura, bien sabían de los desfavorables efectos de esa coalición de esfuerzos cuando ya se sentían sin adversario al frente en su marcha hacia la presidencia de la república. El mismo Peña Nieto sintió que sus bases (¿de barro?) se estremecían y de que pueden colapsar si la mentada alianza se concreta el próximo año para la elección de su sucesor; la nueva correlación de fuerzas políticas en el Estado de México ocasionaría un innegable cambio que repercutiría en lo más profundo del priísmo con todo lo que ello significa para el año 2012.

Quienes se ocupan de reflexionar, bien recuerdan que hace seis años el PRI tenía arraigada la percepción de que en 2006 recuperaría la presidencia de la república; con Vicente Fox deteriorado por el incumplimiento de sus exorbitadas expectativas, el adversario de peligro era Manuel López Obrador a quien el presidente Fox le estaba haciendo la chamba para desaforarlo. Sin embargo le temblaron las corvas, dio marcha atrás y el tabasqueño continuó en la brega hasta hacerse el harakiri.

Acontecimientos como los pleitos entre Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo que la obligó a salir del partido, y de Roberto Madrazo con el famoso TUCOM produjeron un candidato priísta débil, con una estructura reblandecida como consecuencia de las fisuras internas en su partido dejándolo en la más completa indefensión.

Ahora, sin lugar a dudas, el resultado electoral de 2010 imprime otro cariz al panorama partidista de México: Si bien el PRI recuperó en pírrica ganancia tres estados, Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas, perdió en cambio Oaxaca, Puebla y Sinaloa. Ante quien haya sido, es obvio que las derrotas contrastan con el carro completo triunfalmente anunciado en la víspera y que la dirigencia nacional encabezada por Beatriz Paredes ha sufrido serias abolladuras. Como sea, Peña Nieto representa la unidad en la cúpula priísta; si esta carta se pierde júrelo usted que empezará el pleito entre las otras personalidades que el operador mayor, Salinas de Gortari aún puede manejar. Las televisoras se conducirán según vaya soplando el viento.

El cómo vaya a ser el comportamiento de los ganadores de Sinaloa, Oaxaca y Puebla una vez constituidos en gobierno no cambia para nada el balance electoral, pero se supone que el fruto de las alianzas ha prendido focos rojos en la dirigencia del otrora invencible partido, por cuanto a que el mensaje de la ciudadanía revela que la memoria histórica está pesando al interior de una población votante a la que basta con presentarle opciones atractivas para cambiar la dirección del voto. Una condición que, por lo visto, no favorece al PRI.

alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2010


CREDIBILIDAD Y CONFIANZA

Por Alfredo Bielma Villanueva



Cuando en este país las elecciones eran organizadas por la desaparecida Comisión Federal Electoral, encabezada por el Secretario de Gobernación, y en cada Estado su similar la Comisión Estatal Electoral respectiva, por los Secretarios de Gobierno, las protestas post electorales eran una rutina que se reflejaba en tomas de palacios municipales, bloqueos carreteros, quema de urnas, etc.

Fue a partir de la conflictiva elección presidencial de 1988, caracterizada por la muy cuestionada “caída del sistema”, cuando el gobierno diagnosticó que era hora de adecentar los procesos electorales subsiguientes creando el marco normativo con nuevos procedimientos, instituyendo órganos electorales diseñados para sustituir a los que operaban en medio de la desconfianza y el fraude. La enorme inequidad que subsistía al recaer en el gobierno la responsabilidad de organizar y calificar las elecciones lo convertía en juez y parte, pues para nadie era un secreto que el PRI, su partido, era una extensión más del oficialismo. Ese dispositivo propio del viejo régimen daba como lógico resultado que el PRI fuera el principal beneficiado de allí la razón de su larga hegemonía.

El aviso ciudadano de 1988 tuvo como consecuencia el nacimiento del Instituto Federal Electoral en 1991 que en un principio se integró con Consejeros Ciudadanos, pero seguía siendo presidido por el Secretario de Gobernación. La elección intermedia de 1991, mediados del gobierno salinista, demostró una importante recuperación del PRI en el Congreso que le permitió a Salinas de Gortari consolidar su proyecto de instaurar el Neoliberalismo Económico en el país y la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y los Estados Unidos.

La elección presidencial de 1994 estuvo fuertemente impactada por la muerte de Colosio, que como el Cid de la novela sirvió al PRI para obtener una elevada votación a favor de un candidato de repuesto. Con las reformas electorales de ese año se prosiguió no tanto la ciudadanización del IFE como su despartidización; surgió también la insaculación-y ya no sorteo- de los funcionarios de casillas; el control de las boletas electorales; la mampara en las casillas; el número de casillas especiales; los debates entre candidatos y su transmisión televisiva; se creó la FEDAPE, etc., fueron las elecciones del miedo esas de 1994: miedo a la violencia, miedo a las crisis económicas, miedo a la alternancia, lo que permitió a Zedillo alcanzar una votación histórica, única, de 17 millones de sufragios, el PRI ganó 300 diputaciones con el 48% de la votación, mientras que el PAN alcanzó el 25%. Esta de 1994 fue la última votación con estas características. Una de ellas, la inequidad, según lo reconoció el propio Zedillo.

Por ello prosiguió la movilización de importantes cuadros ciudadanos que exigieron y lograron obtener profundas reformas al marco electoral en 1996.

Con el IFE corren aparejados los principios de legalidad, independencia, objetividad, imparcialidad, certeza y equidad respecto a los procesos y resultados electorales. En busca de lo perfectible nació el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), cuyo primer antecedente en Veracruz se encuentra en la elección municipal del 19 de octubre de 1997. Su implementación, que debe agregar mayor certeza al proceso, pero de fallar conlleva el riesgo de inducir peligrosas suspicacias que pudieran contaminar seriamente la percepción respecto a los resultados electorales.

Si bien lo económico no determina sino que interactúa con lo político, era interés del gobierno mexicano demostrar a los Estados Unidos nuestros avances democráticos, de allí la motivación para crear nuevos órganos y procedimientos electorales, contando entre sus primeros y más inmediatos efectos la sustancial reducción de las tomas de palacios municipales y los bloqueos carreteros. De entrada el número de observadores internacionales se redujo sustancialmente.

Pero las corporaciones morales se integran por individuos que conviven en el mismo contexto social, cultural y político, con diferentes preferencias en cuanto a afinidades políticas. Aunque su arribo al cargo de Consejeros electorales está bien definido en las leyes, no están exentos de contaminarse por las redes que pudieran tenderse desde el poder.

Gobierno e instituciones electorales son dos instancias diferentes, con campos de acción perfectamente separados, aunque necesariamente tienen que coexistir conforme al marco jurídico. Cuando el campo de acción de uno invade al otro surgen los problemas, en orden a las suspicacias que inmediatamente se suscitan, lo cual suele ocurrir a partir de la integración de los órganos electorales.

Es el caso específico de Veracruz, en donde desde que se integró la plantilla de Consejeros del Instituto Electoral Veracruzano se levantaron no pocos comentarios en torno al perfil de cada uno de ellos. La suspicacia se fue incrementando conforme avanzaba el proceso electoral. Por lo menos, de entrada, permeó la desconfianza.

Algo parecido sucedió en abril pasado cuando los representantes de los partidos de oposición cuestionaron la determinación del IEV de contratar a la empresa que realizaría el PREP, que es la misma que lo operó en la elección pasada cuando se le pagaron 7 (siete) millones de pesos y ahora se le pagarían casi 40 millones de pesos por la misma labor. Si adicionalmente, durante el desarrollo del PREP, por las razones que hayan sido, se hizo un mal trabajo esto lo ubicó en la suspicacia, de tal manera que los problemas se agudizan y se corre el riesgo de caer en las protestas de antaño y, aún más, de generar las condiciones que judicialicen los resultados de la elección.

No todo debe cargarse a los personeros de los órganos y procedimientos electorales. En la creación de desconfianza y resentimientos también ha tenido que ver- y no poco por cierto- la parte gubernamental, pues desde su cúpula, dejándose llevar por antagonismos personales se enderezaron, sin prudencia alguna, ataques contra el candidato del Partido Acción Nacional. La prensa escrita y la virtual están plenas de las referencias-abiertas unas, indirectas otras- que “ingeniosamente” se hicieron durante el proceso electoral.

Independientemente de estrategias políticas, acertadas o no, el que desde el más elevado sitial político del Estado se genere la apariencia o efectiva actuación de participar en el evento electoral como una de las partes contendientes, necesariamente le restará capacidad negociadora cuando- como ahora - se trate de convocar a la concordia, después de que previamente se actuó con fruición a favor de la discordia. En ese orden de ideas la intromisión afecta a su propio partido, que quizás no requería de tan desaseada intromisión.

En este último caso estamos frente a un serio conflicto, porque quien debería ser por su elevado encargo el árbitro político de toda confrontación entre ciudadanos; quien, con miramiento a su alta investidura, debiera permanecer vigilante del respeto a la ley; quien por la elevada responsabilidad de cuidar el orden, por patológico protagonismo o insaciable sed de poder no puede o no sabe abstenerse de ser juez y parte, carecerá de credibilidad y de confianza y a la vez pierde convocatoria para servir de mediador entre las partes de un conflicto de la naturaleza del que ahora nos preocupa.

alfredobielmav@hotmail.com
Julio 2010

CIFRAS EN CONFLICTO

Por Alfredo Bielma Villanueva



Las cifras emanadas de la jornada electoral del pasado 4 de julio ratifican, una vez más, el fin de una era en la vida política de este país. Señalan que el tránsito del viejo al nuevo régimen se está consolidando y que es irreversible por cuanto a que en cada elección ya no es previsible el triunfo de candidato alguno, tal como sucedía en el antiguo régimen cuando de entrada se sabía que consiguiendo la candidatura del PRI automáticamente se presumía el triunfo.

Sin embargo falta mucho por madurar a nuestra incipiente democracia electoral porque aún no se proscriben ni la desconfianza ni la duda en los resultados, a pesar del marco electoral que nos hemos dado y de las instituciones creadas para otorgar objetividad, equidad, legalidad, certeza e independencia al desarrollo de los procesos y a sus resultados. Los hechos demuestran que, al menos en Veracruz esto último no se ha conseguido; de entrada es atribuible entre otras razones a la desaseada conducta de encumbrados políticos estatales cuya desaforada actividad ha puesto en riesgo hasta el triunfo de sus correligionarios y ha propiciado la inminente prolongación del conflicto para llevarlo instancias jurídicas ulteriores.

Por lo pronto, en base a las cifras ya conocidas, el mapa político veracruzano refleja la voluntad ciudadana. Bien se dice que toda elección es un referéndum que califica al gobierno en turno, aunque en este caso la expresión sea indirecta pues su objeto no fue certificar o reprobar acciones de gobierno sino elegir nuevas autoridades.

De entrada, es bastante obvio que esta reciente elección tiene como principal característica la diferenciación del voto, es decir, que la población sufragante supo darle a su voto la dirección que a su juicio era la correcta en cuanto a candidato y/o a partidos. No fue un voto rígidamente direccionado.

Según los resultados, la votación en la gran mayoría de los municipios veracruzanos fue favorable a los partidos de oposición al PRI. Por otro lado, la mayor parte de las diputaciones obtenidas por el PAN provienen de la zona norte del Estado; en cambio, las del PRI son marcadamente del centro y sur de la entidad. Ciudades como Xalapa y Veracruz-Boca del Río votaron mayoritariamente por el PAN en lo que hace a la candidatura para gobernador del Estado. ¿Civilidad política? Ya habrá oportunidad para ir profundizando sobre este particular porque es un indicativo del comportamiento electoral diferenciado de la ciudadanía veracruzana.

Por lo pronto llama la atención lo que parece ser un claro mensaje de la ciudadanía veracruzana al gobierno estatal que encabeza Fidel Herrera Beltrán. Un mensaje cuyo contenido no es difícil de descifrar, aunque de entrada se podría decir que no fue de aprobación; no al menos en los términos que la euforia del lenguaje hiperbólico ha venido insistiendo respecto de la famosa “cercanía a la gente”. ¿En donde quedó aquel slogan del 2007 que presumía-y dio resultados favorables- de que los candidatos priístas se acogieran al capital político del gobernador? Lo que se advierte en cambio es que en esta ocasión optaron por disociar los supuestos beneficios gubernamentales del proceso de la elección.

Las cifras electorales del norte del Estado pudieran reflejar que los pobladores de aquella región emitieron un voto de protesta porque los dejaron en espera de las grandes obras y los beneficios que les fueron prometidos. Por el contrario, ¿en el sur, qué sucedió? ¿Acaso allá sí hay un progreso evidente y se votó en base a esa circunstancia? De bote pronto podría contestarse que no es por allí en donde habría que buscar las razones del voto favorable al PRI. Y no lo es porque sencillamente el Sur está igual que el norte, pobre, con infraestructura carretera del tercer mundo; con agricultura que sale adelante por el esfuerzo personal de los agricultores (porque grandes apoyos del gobierno no los ha habido). Lo pueden confirmar los piñeros, los arroceros, tabacaleros. De los cañeros ni hablar porque su relación es con las empresas y poco apoyo externo les llegó en estos seis años que el viento se llevó.

Entonces ¿cómo explicar que en el sur y el centro del Estado radiquen las ganancias electorales que le darán mayoría legislativa al PRI? ¿Acaso fue en el centro-sur en donde hubo mayor concentración de “operadores” electorales dejándole al PAN el Norte como un cebo? Paulatinamente se irán conociendo los detalles de esta faceta de la estrategia electoral que, de cualquier manera, solo arrojó una pírrica diferencia entre los votos conseguidos por los contendientes al gobierno estatal.

Vale señalar que la alternancia municipal es ya una constante en Veracruz pues consta en hechos que un gran número de municipios ha sido gobernado alternativamente por diversos partidos. Así se puede colegir en la investigación de quien esto suscribe concretada en el libro editado por el Colegio de Veracruz, intitulado EL FIN DE UNA ERA, DE LA HEGEMONÍA A LA OPOSICIÓN” de próxima presentación. Es una investigación de la casuística electoral veracruzana de 1973 a 2007. “En este punto- allí se dice-, en el detalle habría que analizar casuísticamente si lo que ha decidido la tendencia del voto ha sido el partido o los candidatos”.

En esta primera fase del proceso veracruzano se pudo observar el conflicto que viene, pues al acortarse la diferencia de votos se produce la natural resistencia a admitir la derrota y a suscitar desconfianza. Tal sucedió también en el 2004, cuando el PRI solo ganó 70 municipios y el PAN 89, la alianza de izquierdas 42 y el PRV 10; un empate en Coetzala entre el PRI y el PRV en 310 votos. El PAN ganó 14 diputados, fidelidad por Veracruz 13 y Unidos por Veracruz 3 diputados. La geografía de Veracruz se pintó de azul en el norte del Estado y en buena parte del centro. Ahora, en 2010 según cifras del IEV, el PRI obtuvo 1 millón 392 mil 386 votos; el PAN 1 millón 307 mil 811 sufragios y Convergencia 430 mil votos; este último, por cierto, e esta ocasión no ganó ninguna diputación por mayoría relativa y redujo a la mitad los votos obtenidos respecto del 2004.

Según se anota en el referido libro del Colegio de Veracruz: EL FIN DE UNA ERA, de quien esto suscribe, de próxima presentación, respecto de la elección de 2004: “Un diagnóstico preciso de este resultado lo hizo el presidente de la Fundación Colosio en el Estado, Antonio Nemi, quien expresó: “Debemos ser autocríticos no sólo de Mota (el presidente del PRI estatal) sino de toda la dirigencia, hay responsabilidad de muchos, no podemos ser cínicos y hay que aceptar que aprobamos de panzazo y si ganamos la elección de gobernador fue gracias al prestigio y activismo de Fidel Herrera Beltrán, pero si el aparato de partido se hubiese hecho cargo, el resultado sería catastrófico(…)
Equivocamos la estrategia de la Alianza con el PRV, se suponía que ese mecanismo de Alianza nos iba a dar muchos votos y nos quitó, no fue una decisión afortunada”.

Ahora, respecto del dirigente estatal del PRI pudieran atribuírsele muchas culpas, entre otras su evidente inmadurez para una empresa como la que le “tocó emprender”. Pero lo cierto es que no es él quien operó este proceso por parte del PRI, suponer lo contrario nos equipararía a lo que de él se presume. Sin embargo, como siempre ocurre, los triunfos tienen muchos padres, mientras que las derrotas son huérfanas.

Pero no está por demás un relato: por mera casualidad coincidimos con el actual presidente del PRI estatal en una cafetería. Él estaba acompañado por el diputado Laborde, Tomás Montoya y Pepe Valencia. Quizás por no dejar o por mera curiosidad Carvallo me preguntó acerca de quien pudiera ser el candidato de su partido en Hueyapan de Ocampo. La respuesta fue en el sentido de que cualquiera de los que se mencionaban pudiera ser, eran igual de malos. Pero, en cambio se le precisó la idea acerca de quién no debería ser. ¡Y el candidato fue justamente ese! Un indiciado por asesinato, según el ya finado licenciado Pericles Namorado Urrutia, tal y como consta en la prensa de su tiempo. Desde el arranque del proceso electoral municipal, en Hueyapan todo mundo daba por perdido al candidato del PRI pues peleó con su comité municipal y amenazó al alcalde priísta de meterlo a la cárcel si es que ganaba. ¡Ganó! Porque el hambre de la gente está canija y por allá, recibir $ 300 en un solo día, es como sacarse la lotería.

Por ello es posible afirmar que un intento democrático combinado con la pobreza extrema va en sentido contrario a la legalidad y la equidad entre los competidores.


alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2010