CANDIDATOS Y ENCUESTAS

Alfredo Bielma Villanueva



En los términos establecidos por la normatividad electoral los Partidos Políticos y sus respectivos candidatos han iniciado el periplo que llevará a unos a la ansiada consecución del poder, a otros a la frustrante desesperanza y a algunos más a rumiar las causas por las que no lograron concretar su cometido. El ruido ya empezó, la tremenda carga de ofrecimientos electorales aturdirá a la ciudadanía y, una vez más, servirá de tema catalizador para conversar entre amigos o familiarmente las ocurrencias y hasta las barbaridades que hacen y dicen los más de los aspirantes.


Porque es una barbaridad lo que una aspirante al cargo de alcalde hizo al iniciar su campaña en el cementerio del lugar, frente a la tumba de su esposo fallecido hace cuatro años en funciones de alcalde, y disparar discursos, uno de ellos pronunciado por el munícipe actual, que por cierto pertenece a un grupo político que combatió en vida al difunto. O el desatino de una candidata a diputada local que declaró que no votarían por la reforma fiscal propuesta por Calderón, como si tal función recayera dentro de las facultades del Congreso Local. Y qué del aspirante a legislador que ofrece crear fuentes de trabajo, mejorar la planta hospitalaria de la entidad, ampliar la planta industrial de Veracruz y mejorar la educación, uuf.


Lo peor del caso es que cualquiera de estos aspirantes se convertirá en autoridad por la gracia de nuestro voto y, de alguna u otra manera, les corresponderá decidir por todos nosotros el camino a seguir. Ello no preocuparía si por nuestra parte, la ciudadanía, ya hubiéramos alcanzado un grado de madurez suficiente para saber elegir a los mejores o, en su defecto, a los menos malos. ¿Quién es perfecto? Por lo mismo, debemos orientar nuestro voto no necesariamente por el que más se vea sino por el que mejor nos parezca, de esta manera nos consolará el hecho de que si la clase política obra mal, es por nuestra errónea decisión. Posición pesimista, pero en una democracia si la ciudadanía no madura sus decisiones, ese siempre será el riesgo.


Dicen en el llano sotaventino que en donde hay lagartos invariablemente habrá tortugas, lo cual es cierto. Trasladado el símil vernáculo al contexto social, en los tiempos que corren donde hay candidatos hay encuestadores y, efectivamente, estos ya han aparecido en el escenario. Los propietarios o representantes de empresas encuestadoras, mostrándose como profundos conocedores del quehacer electoral y magos de la política, que pueden hacer ganar, mejorando la imagen de los candidatos o bien recomendándoles estrategias para su buen desempeño y cómo desarrollar las tácticas de su campaña. Sin dejar de considerar que no es sino mercadotecnia para obtener contratos, bueno será recordar que un encuestólogo si bien útil, hace las veces de un fotógrafo que congela imagen a la que habrá que analizar, estudiar con detenimiento y obrar en consecuencia, pero difícilmente orientará el voto.


En realidad las encuestas son una herramienta útil para el político que desea conocer el ambiente en el que se mueve. Para el gobernante es fundamental enterarse de la opinión ciudadana acerca de su desempeño y para el aspirante a cargo de elección es de primera necesidad saber cómo va y en dónde poner más atención. Pero no lo son todo, las encuestas tienen la limitante de que sus resultados son vaporosos, quizá en el momento en que se están dando a conocer sus resultados la situación ha variado y ya no están reflejando la realidad.


Hace tres años, en 2004, en los altos mandos del Partido Revolucionario Institucional se insistió que la selección de sus candidatos a alcaldes y diputados se estaba haciendo en base a las preferencias ciudadanas que las encuestas revelaban. A juzgar por los hechos, las encuestas habrán sido tan malas como los resultados que se obtuvieron. En realidad, ahora se sabe, porque además la estrategia se repitió, que las encuestas fueron solo un argumento o un pretexto para tratar de convencer a los no escogidos que no estaban en el ánimo ciudadano. Pero, en última instancia, fueron desmentidas en los casos de quienes sabiéndose ganadores emigraron a otras siglas y tundieron electoralmente a su ex partido.


Sin ánimo de hacer propaganda a favor de quienes se dedican a elaborar consultas ciudadanas para efectos electorales, se recuerdan dos consultas que el Laboratorio de Investigación y Asesoría Estadística (LINAE), de la Facultad de Estadística de la Universidad Veracruzana realizó en 1997 por encargo de un Diario de la Ciudad de Xalapa para conocer cómo iban las preferencias ciudadanas en el ámbito municipal. Las conclusiones de aquellas consultas fueron puntualmente coincidentes con los resultados electorales que semanas después se obtenían en la capital veracruzana. La cita es porque, para mala fortuna de algunas empresas de consulta que trabajan con el gobierno-cualquiera que éste sea-, el resultado de sus análisis con frecuencia es manoseado políticamente. Lo que les proporciona una alta carga de desconfianza, sino de descrédito. Para su fortuna no ocurre con LINAE, cuyo prestigio está soportado-y debe cuidar-por la institución que representa.


De cualquier manera las encuestas son necesarias y útiles a los actores políticos y para la ciudadanía también, porque ésta al conocerlas se percatará si está siendo reflejada verazmente o simplemente retocada. No debe olvidarse que, finalmente, para el ciudadano la mejor encuesta es la apreciación que recabe en su entorno


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007









“CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO, SANCHO”

Alfredo Bielma Villanueva



Se antoja un anacronismo el que en México aún se plantee con monótona regularidad la frecuente intromisión de la Iglesia en los asuntos que competen al Estado y a la sociedad en su conjunto, tal como es el caso de los procesos electorales. Viene de antaño la rivalidad entre los órdenes eclesial y Estatal. La Iglesia no se ha resignado a saber perdidos los antiguos pero nada despreciables privilegios que el pensamiento liberal le arrebató.


Del proceso de la Reforma decimonónica han pasado más de cien años, un poco menos de la Revolución Mexicana y del movimiento cristero, y aún es tema de discusión la improcedencia e indeseable intromisión eclesiástica en los asuntos terrenales. Todavía el movimiento cristero de 1926-1929 luchó por desaparecer de la Constitución de 1917 los artículos que le hacían mella a la Iglesia y al gran capital. Muchos muertos hubo en aquella rebelión armada sin conseguir su propósito. Pero la perseverancia eclesial obtuvo frutos muchos años después, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, cuando este reformó los Artículos 3°, 5°, 27, 130 de la Constitución, en esta ocasión sin disparar un solo tiro.


Poder fáctico, nunca ha dejado la Iglesia Mexicana de intervenir en los procesos políticos de México. Solo que ahora, estimulados por el impulso de las reformas salinistas han salido a las calles y ya sin recato alguno hasta programas de radio tienen para difundir sus homilías. Cubiertos con el manto de la fe confían en su convocatoria para orientar voluntades; hablan de llamar a la población a votar ofreciendo imparcialidad en su invitación. Qué lo crean los ingenuos y quienes por pereza mental quieran creerlo, porque es obvio que guardar objetividad en tiempos de transición para ellos representa una grave omisión, pues están a favor de lo inmutable y lo inmutable es retroceso, es el conservadurismo que justifica y explica su existencia.


Orden y Progreso es la divisa del liberalismo político. Orden para conservar las cosas como están y progreso para quienes han tenido oportunidad para progresar, que no querrán, por cierto, ningún cambio en el orden que les ha dado esa posibilidad. Orden a pesar de la enorme brecha entre quienes tienen en exceso y quienes apenas subsisten. Sólo un país como el nuestro es capaz de exhibir al hombre más rico del planeta en un contexto social en el que más de la mitad de la población vive en condiciones de extrema pobreza.


Obispos de gran ralea hemos tenido en México, Sergio Méndez Arceo, de Morelos y Samuel Ruiz García, de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, son aves raras, por el sentido del apostolado que imprimieron a su misión en sus respectivas diócesis, lo que les ha valido el reconocimiento de las fuerzas progresistas, sobre todo la admiración y el respeto de los más necesitados. Antípodas de los obispos de Guadalajara y de Ecatepec, de cuyos nombres mejor es no acordarse.


En la esclerótica organización clerical, tan poco evolucionada, aún se observa la vieja separación, que el cura Hidalgo combatió con dureza, entre el clero pobre y el encumbrado, entre el que reparte con sus favoritos las parroquias y el que convierte su profesión en abnegado apostolado. Nada malo si se quedara allí, problemas internos que no trascendieran a la población; pero cuando aspiran a la repartición del poder, cuando incursionan en el ámbito del Cesar, entonces se produce la grave distorsión entre lo que se supone entrega metafísica y la ambición de triviales cuotas de poder.


“Con la Iglesia hemos topado Sancho”, sigue siendo después de siglos la divisa más apremiante de quienes han pretendido que los pueblos ya no vivan más de rodillas, inmersos en supina ignorancia o de que ya no sufran la explotación de quienes, Dei Gratias, aprovechan la natural tendencia humana a buscar en lo desconocido el consuelo y la explicación a sus problemas. “Te rogamos señor”.


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007







LA BÚSQUEDA DEL PODER

Alfredo Bielma Villanueva


Se observa, cual Quijote luchando contra molinos de viento, a quien fuera el candidato de la coalición “Por el Bien de Todos” a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador; recorriendo los llanos, las sierras, las regiones marginadas y las ciudades de nuestro país. Una insignificante diferencia, porcentualmente considerada, le arrebató el triunfo a la izquierda mexicana; pero en la historia del proceso electoral de 2006 hay un apartado que habla de un supuesto, descomunal fraude, en el que intervinieron desde el gobierno federal que contó con la complicidad de los integrantes del órgano electoral, hasta las fuerzas más oscuras de la reacción mexicana, la Iglesia incluida.


Con sus frecuentes recorridos López Obrador se esfuerza en consolidar su imagen, mantenerla vigente, con un discurso que al pragmatismo político mexicano poco le dice porque habla de la problemática social de los marginados de éste país y no de la desenfrenada búsqueda del poder para el enriquecimiento. Es como la gota de limón sobre la herida fresca, que recuerda que en este país más de la mitad de su población vive en condiciones de pobreza y que tenemos un gobierno federal por el que votó sólo la tercera parte de la población con derecho a voto.


López Obrador anda en campaña y viene a Veracruz en donde ya empezó la encarnizada lucha por conseguir mayores cuotas de poder, lucha que se va antojando desigual, si juzgamos por la dimensión de los recursos desplegados. Al igual que “El Peje”, Felipe Calderón lleva siete visitas a este Estado y para nadie es un secreto que estas están motivadas por el capital político que Veracruz representa en el concierto federal. De allí el generoso dispendio que ya se empieza a ver, todo porque las elecciones en este país globalizado y subdesarrollado se ganan con dinero. En medio de esta lucha en la que los recursos financieros provenientes de fuentes fiscales estarán a la disposición de los votantes a través de las consabidas dádivas de campaña, vemos a López Obrador recorrer nuestra entidad acompañado sólo con su entusiasmo y su convicción; él no trae recursos que repartir, solo esperanzas, ¿podrá contra aquella derrama de recursos?
Será la de Septiembre una Elección de Estado, ¿quién lo pondría en tela de duda? Basta ver cómo el gobernador hace campaña permanente a favor de su partido, en una actitud en la que mucho tiene que ver el instinto de supervivencia, que su experiencia ha aguzado ante lo que está por venir.


Con todo lo antidemocrático que pinta el panorama, será interesante conocer la reacción de la ciudadanía. ¿Cuál será su conducta electoral frente a un gobernador que le está apostando a su imagen, al permanente posicionamiento que los medios transmiten día tras día? Es interesante porque con el resultado se definirá el rumbo de su gobierno en su segunda mitad y se podrá dilucidar si el constante ir y venir por el territorio veracruzano _antes de Villarín- rindió sus frutos y si el incalculable monto de recursos destinados a la promoción de su imagen permeó favorablemente entre la ciudadanía. Sin embargo, en esta campaña pareciera que el gobernador está solo porque no se ha dejado acompañar, ha confiado demasiado en su trabajo pero no hay eco que lo repita. No ha hecho crecer a su gente, no la deja crecer, luego entonces no lo pueden arropar.


En cuanto al gobierno federal, el resultado de los comicios le dará un acercamiento a su diagnóstico de la elección para gobernador en el 2010 que es realmente lo que busca, pero como para hacer caldo primero se requiere cazar la presa le está apostando a todo lo que puede. La presa para el caldo son las diputaciones y alcaldías que logre conquistar su partido. El interés y los propósitos del gobierno de Calderón se ven claramente reflejados en la abierta participación del Director General del ISSSTE, cuya destreza y oportunidad para situarse en la lucha por el poder están fuera de toda duda.

En este entorno, qué decir del Instituto Electoral Veracruzano, institución creada para organizar y vigilar la elección, provista con una normatividad que le da el marco de referencia de lo que debe ser una elección confiable. Pero poco podrá hacer para mantenerse en el justo medio sin cargarse hacia lado alguno porque, obligado por sus circunstancias financieras, tiene que solicitar al gobierno estos recursos y algún compromiso se derivara de su dación. Esto provocará aún más, en tiempos del celo político, la desconfianza y la escasa credibilidad en los resultados del proceso.


La judicialización de las elecciones que vienen se observa en lontananza, una posibilidad nada deseable, pero sucede que la obtención del poder es una lucha sin miramientos, simple pragmatismo y utilitarismo, en la que no existe la mínima pizca de ideología y, en estos términos, no hay argumentos que presentar cuando lo que se persigue es el poder. Por esta razón hay descuido en las formas, descuidos aparentemente involuntarios pero pareciera que lo que priva es la intención de llevar al extremo de los tribunales la decisión de los resultados.


Alguien tendrá que pagar los platos rotos, ojala no sea una vez más la ciudadanía porque a esta lo único que interesa es que triunfen los mejores, independientemente del color con el que se adornen.


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007











LOS DÍAS DE PODER

Alfredo Bielma Villanueva


Todo gobierno requiere para su auxilio de elementos que entretengan, así sea fugazmente, a la población. Esto permite al gobernante trabajar en un clima de relativa tranquilidad que, aún los tiempos de paz, es necesaria. Principalmente cuando los problemas arrecian y, peor aún, no se tienen los recursos económicos para resolverlos.
Así ocurría, por ejemplo, en los últimos días del gobierno de José López Portillo durante los cuales, según confesión del propio ex presidente, ya no había mucho quehacer, que no fuera recoger criticas y reproches. Fueron amargos aquellos días finales de su gobierno, cuando había ya un presidente electo, una inflación galopante, una imparable salida de dólares y un radical enfrentamiento con los grupos económicamente poderosos del país.


Con amargura, confesaba el ex presidente: “Realmente, en perspectiva, sólo tengo decisiones amargas. Ya no tengo expectativas que manejar a cambio. Se me acabó la cuerda. Ahora puros manotazos hasta que termine mi responsabilidad. Puro perder y perder…Nada que alivie, pues las inauguraciones tienen un significado parcial, específico, que no compensa. (…) ¡Si contara con la Prensa!, pero como ya no hay elecciones, ni fútbol, Beirut se ha vuelto hábito y la guerra Irán-Irak se ha hecho vieja, las cabezas son para la inflación. Ni modo, adelante”

Un triste fin de un gobierno cuyos inicios, después de superada la desordenada herencia echeverrista, entró en una trepidante vorágine de ilusiones con avisos para “administrar la abundancia”, como frívolamente se anunciaba. El desenlace de aquellas desaforadas expectativas debiera ser asimilado por los gobernantes que con frecuencia olvidan que el pueblo, en base a las experiencias sufridas, antes de digerirlas mastica las promesas que retóricamente se le hacen.


La dramática lección que dejó el gobierno de López Portillo debiera servir a aquellos gobernantes que, sumergidos en el entusiasmo inicial de su desempeño, cuando priman los halagos, cuando se es víctima de las melosas mentiras que ficticiamente lo elevan al grado del endiosamiento, cuando la petulancia es tal que lo inclinan a olvidar que no es sino un común mortal, con virtudes y defectos como cualquiera otro y que sería mejor equilibrar ofertas con realidades para no caer en el caso de José López Portillo, que en sus mejores tiempos lució como el más conceptuosos de los oradores (que sí lo era), pero que privilegió tanto esta faceta que olvidó que vivía en el mundo de las falacias continuas.


También llegó al grado de sentirse el más galán de los presidentes, y lo pero es que se lo creyó. Lo que solo hubiera sido parte de la anécdota si los resultados de su gobierno se hubieran correspondido con los beneficios ofrecidos a un pueblo que supo de la grandeza petrolera, pero de la que sólo conoce sus perniciosos efectos.


Para el hombre público obnubilado por el poder es muy difícil aprender en cabeza ajena, aún después de las tristes experiencias; por ello vemos cómo los errores se repiten en cascada. Nunca es recomendable ofrecer más de lo que se puede hacer, porque por mucho que se realice siempre quedarán proyectos pendientes. Y no está por demás recordar que para la masa es más fácil recordar los ofrecimientos diferidos que las realizaciones.


alfredobielma@hotmail.com

Julio 2007





DE LA ESPERANZA A LA FRUSTRACIÓN

Alfredo Bielma Villanueva



Fueron citados a Palacio de Gobierno el jueves 12 del mes que corre seis precandidatos priístas a alcalde. Ninguno de ellos logró la postulación pero fueron citados para platicar con el Ejecutivo estatal. De las 10 a las 17 horas esperaron pacientemente hasta que alguien les informó que el propósito no sería cumplido porque “compromisos de última hora lo impedían”.

Mientras esperaban, cada cual llevaba en su agenda la secreta esperanza de una rectificación a su favor o el ofrecimiento de contratos o cargo dentro de la administración pública que les permita resarcir gastos. Se comentaron sus respectivas peripecias; los esfuerzos que realizaron para concretar sus aspiraciones electorales, los préstamos en dinero que tuvieron que hacer para enfrentar a los onerosos gastos que toda aspiración político electoral conlleva.

También surgieron los inevitables recuerdos de momentos políticos de antaño, cómo conocieron al actual gobernador, cómo participaron en su campaña, las promesas que recibieron y que ahora, en la última oportunidad que se presenta para cumplirles, han visto frustradas sus esperanzas. Algunos hablaron del afecto hacia el gobernante, de su estrecha amistad cuando las vacas no estaban gordas. Conforme avanzaba la espera, la antesala se hacía pesada, los recuerdos se fueron haciendo amargos, los comentarios empezaron a tornarse agrios, y se profirió uno que otro improperio.

Cada cual tenía junto así un repertorio de experiencias para el comentario, uno que otro caso parecido al suyo en su región; gente que fue alentada y que finalmente vio sus aspiraciones rodar por el árido surco de la desesperanza, del engaño y de la frustración. Lo peor, como casi siempre sucede, era el desaliento porque consideraban que la carta escogida no era la mejor; no mejor que ellos. De allí el diagnóstico, más cruel y deseado que frío análisis: se va a perder.

Se va a perder, concluían, porque los delegados, “operadores” le llaman algunos, no reciben el apoyo de quien los envía a cumplir la comisión, porque quien los comisionó no los recibe y no tienen oportunidad de explicar su pronóstico. Cuando corren con suerte y se les atiende sus informes no son apreciados en su verdadera dimensión. Otros operadores hacen su agosto con las regidurías y sindicaturas, los nombres de quienes esquilman flotan en el ambiente porque es fama pública lo que sucede.

Planillas integradas como para perder, candidatos con un panorama enfrente colmado de heridas que cicatrizar; de gente que se la jugó con quienes no obtuvieron la candidatura y ahora no quieren participar; ofertas a los perdidosos para que ellos “armen” la planilla. Pero aún quien se decía el de mayor convocatoria y no fue el designado no tendría la capacidad ni la convicción suficientes para invitar a votar por quien le arrebató la oportunidad.

Según la apreciación de estos no escogidos pareciera que no importa el número de alcaldías que se pierdan porque lo más importante es obtener la mayoría en el Congreso, ya que de esta circunstancia depende el futuro del gobierno en sus próximos tres años, los más difíciles, los de la parábola inclinada, los de la lealtad menoscabada, de los francos desafectos, de los terribles-para algunos temibles- días del poder venido a menos.
Voz y experiencia autorizada la de estos frustrados aspirantes. Está en caliente su apreciación; aún les duele el menosprecio y la tomada de pelo, y la calentura demorará, sobre todo porque no hay ni tanto contrato ni suficiente espacio burocrático que repartir. Por lo pronto se conforman con ofrecimientos, pero a medida que se vayan valorando los síntomas de otra tomadura de pelo la calentura se volverá fiebre.

Pero la fiebre afecta a todos, principalmente en los últimos años, esa que en la vejez es letal porque las salvaguardias menguan con el correr de los días. Entonces, como dicen en el rancho, que Dios nos coja confesados, porque con menor defensa no se estará en aptitud para eludir el ataque de los contrarios de adentro y de afuera. Sobre todo con tanto ardor, como el que priva en el sentimiento de aquellos que aún esperan a ser atendidos, mínimo para que se les palmee las espaldas con el gesto reconfortante de una promesa más.

alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007









CIUDADANÍA-PARTIDOS Y REFRENDOS

Alfredo Bielma Villanueva



En Boca del Río, el desmedido despliegue de diferentes expresiones políticas, algunas con fuerza más aparente que real, parece más un desaforado propósito de acentuar la intención de hacer perder al candidato panista que demostrar adhesión a un candidato que no era el suyo pero que convierte una lejana posibilidad de ganar en una oportunidad real de triunfo.

En este asunto, el que ninguna de las partes pensó previamente como un escenario posible, llama la atención el que se haya hecho todo un aparato de información para hacer saber que en Boca del Río casi todas las corrientes políticas estarán en una disputa electoral contra el PAN, o más precisamente, contra un candidato y lo que éste representa.

La estrategia tiene sus asegures pues es evidente que se quiere dar la imagen de todo un trabuco, dada las fuerzas aglutinadas. Pero ¿qué sucederá si aún con todo ese aparatoso despliegue no se logra alcanzar la victoria en ese municipio? Aunque una golondrina no hace verano, si el resultado no favorece al conglomerado partidista, los pitorreos se convertirán en puntos centrales de la orden del día en Radio Bemba.

Para nadie es un secreto que Ávila Estrada es una promoción de Dante Delgado, quien hábilmente diseñó su candidatura y maniobró para que el PRI y sus aláteres lo respalden; de resultar ganadora esta fórmula el mérito será de Dante y de su candidato, por lo contrario, en caso de derrota, el demérito alcanzaría al PRI, a pesar del papel secundario que juega en este rol pero que sabemos que está avalado por el centro del poder estatal. De todas formas, la Alianza luce ganadora: PRI y Convergencia unidos hacen una fuerza de consideración, a juzgar por los votos obtenidos por estos partidos en las elecciones de 2004 y de 2006.

La figura de las candidaturas comunes fue utilizada en las elecciones del año 2000 con resultados bastante rentables. En aquella elección en la que participaron once Partidos Políticos se pudo comprobar que la unión de varias fuerzas políticas en elecciones municipales sí es conveniente y que en ellas lo que menos cuenta es el factor ideológico. Así se evidenció en las coaliciones entre el PAN y el PRD en municipios como en Pánuco, Ozuluama, Cerro Azul, Paso del Macho, etc. o entre el PAN-PT (Platón Sánchez) o entre el PRI-PARM y el PAS (Poza Rica). En éste último municipio, por ejemplo, de no haber ido en coalición, el PRI no hubiera obtenido la alcaldía, pues en solitario perdió la elección y lo salvaron los votos adicionales de sus aliados.

La que viene no será una votación ordinaria, porque a la elección de alcaldes y de legisladores hay que agregar que el resultado llevará una implícita calificación al gobierno de Fidel Herrera Beltrán, como casi siempre sucede en elecciones intermedias. Además, habrá oportunidad de observar si hay una reconfiguración de la geografía política veracruzana que verifique el avance electoral del PAN, PRD y Convergencia o que el PRI recupere espacios perdidos en contiendas anteriores.

Para el Gobierno Estatal será una elección de dos filos. La ineludible identificación que existe entre el Gobierno y el Partido Revolucionario Institucional hace pensar que el resultado que electoralmente obtenga éste Partido habrá que cargarse al crédito político del gobernador. En cambio, si los resultados son drásticamente adversos al PRI, el Gobierno no podrá adjudicárselos a su Partido; no al menos en la apreciación ciudadana. Este es uno de los porqué el gobernador ha abierto sus cartas en juego y su explicable y manifiesta actitud de apoyo a los candidatos del Partido que lo llevó al poder.

Los tiempos han cambiado no cabe duda, será una elección de difícil pronóstico, en cuanto a que los resultados serán apretados y muy debatidos. En ese escenario, desmejora el hecho de que el órgano que debe arbitrar está en medio de una virtual desconfianza ciudadana y partidista, que involucra a las partes en pugna por la abierta pertenencia partidaria de algunos de sus componentes.

En el ámbito de lo ideal qué mejor que los gobiernos estatal y federal se mantuvieran al margen de la contienda, lo cual es un deseo frustrado de antemano ya que, no obstante las limitantes normativas e institucionales impuestas a la autoridad para impedirlo, su participación directa es evidente. Pero aquí participará la voluntad de cuatro millones de electores, la voluntad general es la que va a decidir qué camino vamos a tomar y Fidel Herrera tendrá oportunidad de comprobar si realmente su imagen ha penetrado en la población y si esta le corresponde confirmándole su confianza.

En teoría la ciudadanía tendrá la oportunidad de expresar a través de su voto la manera en cómo aprecia la labor del gobierno en sus primeros tres años, si realmente éste ha cumplido sus compromisos. Pero, en última instancia, quizá en la realidad todo se reduzca al acto individualizado en el que para el ciudadano situado ante la urna solo contará la impresión que determinado candidato le haya causado y este sea el motor que lo oriente a emitir su voto por determinado partido. Entonces, en la forma de escoger a sus candidatos los partidos llevarán la penitencia.


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007