LA BÚSQUEDA DEL PODER

Alfredo Bielma Villanueva


Se observa, cual Quijote luchando contra molinos de viento, a quien fuera el candidato de la coalición “Por el Bien de Todos” a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador; recorriendo los llanos, las sierras, las regiones marginadas y las ciudades de nuestro país. Una insignificante diferencia, porcentualmente considerada, le arrebató el triunfo a la izquierda mexicana; pero en la historia del proceso electoral de 2006 hay un apartado que habla de un supuesto, descomunal fraude, en el que intervinieron desde el gobierno federal que contó con la complicidad de los integrantes del órgano electoral, hasta las fuerzas más oscuras de la reacción mexicana, la Iglesia incluida.


Con sus frecuentes recorridos López Obrador se esfuerza en consolidar su imagen, mantenerla vigente, con un discurso que al pragmatismo político mexicano poco le dice porque habla de la problemática social de los marginados de éste país y no de la desenfrenada búsqueda del poder para el enriquecimiento. Es como la gota de limón sobre la herida fresca, que recuerda que en este país más de la mitad de su población vive en condiciones de pobreza y que tenemos un gobierno federal por el que votó sólo la tercera parte de la población con derecho a voto.


López Obrador anda en campaña y viene a Veracruz en donde ya empezó la encarnizada lucha por conseguir mayores cuotas de poder, lucha que se va antojando desigual, si juzgamos por la dimensión de los recursos desplegados. Al igual que “El Peje”, Felipe Calderón lleva siete visitas a este Estado y para nadie es un secreto que estas están motivadas por el capital político que Veracruz representa en el concierto federal. De allí el generoso dispendio que ya se empieza a ver, todo porque las elecciones en este país globalizado y subdesarrollado se ganan con dinero. En medio de esta lucha en la que los recursos financieros provenientes de fuentes fiscales estarán a la disposición de los votantes a través de las consabidas dádivas de campaña, vemos a López Obrador recorrer nuestra entidad acompañado sólo con su entusiasmo y su convicción; él no trae recursos que repartir, solo esperanzas, ¿podrá contra aquella derrama de recursos?
Será la de Septiembre una Elección de Estado, ¿quién lo pondría en tela de duda? Basta ver cómo el gobernador hace campaña permanente a favor de su partido, en una actitud en la que mucho tiene que ver el instinto de supervivencia, que su experiencia ha aguzado ante lo que está por venir.


Con todo lo antidemocrático que pinta el panorama, será interesante conocer la reacción de la ciudadanía. ¿Cuál será su conducta electoral frente a un gobernador que le está apostando a su imagen, al permanente posicionamiento que los medios transmiten día tras día? Es interesante porque con el resultado se definirá el rumbo de su gobierno en su segunda mitad y se podrá dilucidar si el constante ir y venir por el territorio veracruzano _antes de Villarín- rindió sus frutos y si el incalculable monto de recursos destinados a la promoción de su imagen permeó favorablemente entre la ciudadanía. Sin embargo, en esta campaña pareciera que el gobernador está solo porque no se ha dejado acompañar, ha confiado demasiado en su trabajo pero no hay eco que lo repita. No ha hecho crecer a su gente, no la deja crecer, luego entonces no lo pueden arropar.


En cuanto al gobierno federal, el resultado de los comicios le dará un acercamiento a su diagnóstico de la elección para gobernador en el 2010 que es realmente lo que busca, pero como para hacer caldo primero se requiere cazar la presa le está apostando a todo lo que puede. La presa para el caldo son las diputaciones y alcaldías que logre conquistar su partido. El interés y los propósitos del gobierno de Calderón se ven claramente reflejados en la abierta participación del Director General del ISSSTE, cuya destreza y oportunidad para situarse en la lucha por el poder están fuera de toda duda.

En este entorno, qué decir del Instituto Electoral Veracruzano, institución creada para organizar y vigilar la elección, provista con una normatividad que le da el marco de referencia de lo que debe ser una elección confiable. Pero poco podrá hacer para mantenerse en el justo medio sin cargarse hacia lado alguno porque, obligado por sus circunstancias financieras, tiene que solicitar al gobierno estos recursos y algún compromiso se derivara de su dación. Esto provocará aún más, en tiempos del celo político, la desconfianza y la escasa credibilidad en los resultados del proceso.


La judicialización de las elecciones que vienen se observa en lontananza, una posibilidad nada deseable, pero sucede que la obtención del poder es una lucha sin miramientos, simple pragmatismo y utilitarismo, en la que no existe la mínima pizca de ideología y, en estos términos, no hay argumentos que presentar cuando lo que se persigue es el poder. Por esta razón hay descuido en las formas, descuidos aparentemente involuntarios pero pareciera que lo que priva es la intención de llevar al extremo de los tribunales la decisión de los resultados.


Alguien tendrá que pagar los platos rotos, ojala no sea una vez más la ciudadanía porque a esta lo único que interesa es que triunfen los mejores, independientemente del color con el que se adornen.


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007