LA METAMORFOSIS

Alfredo Bielma Villanueva




Después del fatigoso proceso de selección de candidatos, los partidos políticos pasarán a la etapa del registro de candidaturas para, finalmente, enfrentarse de cara a la sociedad. Los aspirantes a diputados y a ediles, a semejanza de un nadador, están listos para lanzarse al agua y prestos nadar para llegar el primero a la otra orilla, e busca de ser reconocidos como los vencedores en la competencia


Los candidatos, con la natural incertidumbre que provoca lo que vendrá, se enfrentaran a ese monstruo de mil cabezas en que de pronto para ellos se convierte el Leviatán ciudadano, a cuyo interior cada cabeza es un voto y frente al cual habrá que esbozarse una permanente sonrisa que, según se vaya apreciando la tendencia, podría convertirse en mueca de desaliento o en alegre manifestación de júbilo.


¿Cuántas reflexiones vendrán a la mente de los y las candidatas? La primera, quizá, sea para recordar que ya no hay elecciones seguras y que enfrente hay una ciudadanía más enterada y más participativa, aunque no lo suficiente como para ir más allá después del voto en defensa de su voluntad comicial. Otra reflexión, esta aunada a la natural preocupación por el destino inmediato, es la de persuadir a esa masa que está allí enfrente en tono de desafío y crítico, retando: ¡convénceme!; mientras interiormente calcula: ¿cuánto costará “convencer”?


En la arena pública los veremos recorrer colonias marginadas, mercados, hospitales, escuelas, calles céntricas, etc. invariablemente repartiendo saludos a diestra y siniestra, la mano siempre extendida, presta para la palmada y la expresión a flor de labios: vota por mí. El “cómo te va, salúdame a fulano de tal” se vuelve cliché; No faltará el beso a un niño o niña, el tierno abrazo al anciano o anciana, imágenes congeladas de cualquier campaña, estereotipos ya asignados y hasta arrogados, por quienes busca el favor ciudadano.


Él o la candidata del PRI añorarán tal vez los tiempos del poderío hegemónico de este partido, cuando, por el sólo hecho de ser su candidato, se tenía ya el pasaporte seguro al cargo; tiempos idos que, como las gaviotas de Bécquer, aquellas que aprendieron los nombres del éxito permanente, esas ya no volverán. En el PAN, en lontananza recordarán los esfuerzos de sus predecesores para enfrentar los difíciles días de la brega diaria en oposición a todo un sistema, contra el que invariablemente chocaban sin poder pasar adelante por los fraudes cometidos en su contra. Sin embargo, discípulos avanzados y avezados han podido demostrar que las lecciones fueron puntualmente aprendidas.


En el PRD tendrán tal vez presente que la experiencia de aquellos años de la militancia clandestina y las interminables luchas callejeras “para derrocar al sistema” ya pasaron y que tuvieron la oportunidad histórica de concretar anhelos cuando brotaron como la espuma en un boom político que los llevó a ser considerados como la segunda fuerza política nacional, pero que no creció más y se está deshaciendo entre dogmáticas y sectarias manos debido a las estériles pugnas internas que los han menguado. Quizá piense el candidato perredista que para ganar basta con la enhiesta figura de sus líderes, olvidándose que el afecto multitudinario es particularmente para el prócer y que la lucha es cuerpo a cuerpo con el adversario en una muy concreta realidad.


En Convergencia observarán en retrospectiva los avances que van obteniendo y que en el panorama veracruzano, por las característica de su líder, encuentran condiciones propicias y terreno abonado; tienen, como el PRD, guía que los acompaña, lo demás es cosa del “yo y mis circunstancias”. Nueva Alianza, con su poderoso motor sindical fuera de borda tenderá a crecer y los pronósticos son optimistas, al menos mientras que el buen fario del piloto perdure; después, ¿fatalidad histórica?, se repetirá el destino de la CTM., del Sindicato de Petroleros, de Ferrocarrileros, etc., El PT. No alcanza a despegar y se afana por que no le ocurra lo que al PST o al PSUM. Quien conoce el camino llega a Roma, pareciera decir la dirigencia del PRV, que en su primera competencia electoral obtuvieron ganancia; poco vivirá quien no conozca el desenlace de las próximas elecciones.


No hay nada para nadie, y quizá en este sentido nuestra incipiente democracia esté madurando, porque al menos ya no hay seguros vencedores; ya no se conoce de antemano al triunfador; el Estado ya no maneja ni organiza las elecciones y, sin embargo…hay que derrotar al abstencionismo.


En el transcurso de las campañas de proselitismo habrá metamorfosis: se verá a quien vaya resultando el vencedor que paulatinamente ya no será el mismo. Ya no saludará con la misma sonrisa de petición de cuando fue candidato, ya no más la mano extendida para el saludo, ahora ya no se sentirá solo, lo acompañará el poder. Y el poder significa, entre otras expresiones, docenas de peticionarios de trabajo, centenas de aduladores, celulares en ristre manejados por auxiliares porque será una forma de esconderse, además ¿cómo contestarlo personalmente, estando tan “ocupado” como se está?


De repente aquel muy buscado ciudadano-voto desaparece de la perspectiva del ya funcionario, porque desde este nuevo enfoque se ha convertido en un molesto pedigüeño: agua, pavimento, drenaje, luminarias, favores personales, rebaja de multas, conferencias, declaraciones, etc. ¡Ufff qué molestos! Asuntos que con generosa disposición ofreció durante la campaña de proselitismo, ahora resultarán difíciles de complacer.


Convertido por la aureola del poder en un o una semi dios (a), aquella persona de carne y hueso, perecedera como cualquiera otra, ahora llevando el báculo del poder, sintiéndose acariciada por la mano divina, tenderá a aislarse de la gente común escudándose en el “intenso trabajo”. Lo cual, entre toda la falsa parafernalia, tan eventual como todo lo transitorio, también será falso porque ningún Semi Dios trabaja tanto.


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Junio 2007