DESARROLLO URBANO
Alfredo Bielma Villanueva


Durante muchos años los gobiernos estatales privilegiaron con obras a otras ciudades veracruzanas de no menor importancia que Jalapa, dejando a esta ciudad relegada con sus ingentes problemas de desarrollo urbano agravados por la singular topografía de su asentamiento. Fue así que, aunado a la explosión demográfica se sumó el boom de la compra de automóviles, generando un serio problema vial que ha restado considerable calidad de vida a los habitantes de esta otrora apacible ciudad.


Fue el gobernador Murillo Vidal quien inició el despegue urbanístico de la capital veracruzana al construir la Avenida Xalapa con el ensanchamiento de sus carriles dándole una mejor apariencia a su entrada norte, digna de una capital de Estado. La construcción del túnel bajo el parque Juárez fue una inequívoca previsión para lo que después vendría. El encantador Paseo de Los Lagos refrescó el entorno urbano de la ciudad capital, que en años posteriores sufrió un incontrolable crecimiento que hasta ahora no ha sido posible regular, debido a la incompetencia o indolencia de las autoridades.


El gobernador Acosta Lagunes le dio un segundo impulso a Xalapa al abrir a la circulación las avenidas Ruiz Cortinez y Murillo Vidal entroncándolas con la avenida Circunvalación, ahora Lázaro Cardenas a la que se agregaron más carriles de circulación. Seis años antes, don Rafael Hernández Ochoa había pavimentado la Avenida Américas, una ruta indispensable entonces y ahora. Dante Delgado pavimentó e iluminó colonias, introdujo mayor capacidad de agua potable a la ciudad y amplió a cuatro carriles la desembocadura de 20 de noviembre en la Lázaro Cárdenas.


Pero no fue suficiente y se empeoró aún más porque Patricio Chirinos y Miguel Alemán, en materia de vialidad fue poco lo que hicieron por esta capital. Fidel Herrera ha retomado la tarea de proporcionar a esta ciudad los canales viales que la hagan habitable; es tan grande la necesidad de obras para esta capital que es de reconocerle el esfuerzo que se está haciendo.
Se dirá que nunca se está conforme: “si no se hacen las obras, se reclama y si hacen, se critica por cómo lo hacen”. Ciertamente es hasta incómodo parecer ir contra la corriente, pero hay que decirlo porque es un derecho, también una obligación, que la normatividad otorga al ciudadano para expresar con libertad su pensamiento respecto a la actividad de sus servidores públicos y de la manera en cómo se invierte el dinero público, que mejor que hacerla extensiva de manera abierta a la consideración general, que es en primera instancia la que debe importar.
Cuando se construyó el “distribuidor vial de Las Trancas” se suponía que se iba a resolver el problema vial en el cruce de la carretera a la altura de esa población, pero no conectaron el acceso al famoso “distribuidor”, el que por el servicio que presta actualmente ha quedado reducido a la calidad de un simple retorno, que al final resultó bastante caro y no hay quien explique el porqué.
Respecto al Puente sobre la Avenida de los presidentes ¿Qué no hubiera sido mejor construirlo de sur a norte, o hacer un distribuidor vial que sirviera para despejar el nudo gordiano que día a día allí se escenifica? Es decir, que sirviera para despejar el terrible tráfico de sur a norte y salvar la vía del ferrocarril, porque en la dirección que se le ha dado se antoja que el paso de los vehículos sobre el puente los llevará a ninguna parte, mientras que por abajo, la avenida rebsamen seguirá siendo un terrible tapón vial, sin opción para aligerar el paso de los cientos de vehículos de aquella parte de la ciudad que es una de las de mayor crecimiento.
Agréguese a esto la posible construcción del centro comercial que se pretende instalar en el predio denominado “La Joyita” y no se requiere de gran imaginación para deducir el caos vial que se generará.
No esta por demás recordar que la falta de previsión en las obras urbanas ocasiona que estas sean más caras de lo necesario. Basta citar la continuación de circuitos presidentes que con apoyo estatal hizo el ayuntamiento xalapeño en 2004, Pero ¿Qué sucedió? Que pocos meses después se construyó el puente sobre la Avenida Murillo Vidal y parte de lo que se había realizado quedó sepultado, convirtiendo lo invertido en un fardo cargado inútilmente por la ciudadanía. Eso se llama imprevisión, carencia de planeación, por decir lo menos.
Es válido entonces preguntar ¿En Xalapa, hay Plano Regulador de la Ciudad? ¿Existe un Plan de Desarrollo Urbano? Cuando se va a hacer una obra, ¿se hace por inspiración o se tienen estudios serios respecto de sus beneficios a futuro y del impacto ambiental que va a ocasionar? Es preocupante porque un edil del ayuntamiento jalapeño ya adelantó que se van a construir más puentes, un “distribuidor vial”, dijo, en el entronque de Murillo Vidal y Lázaro Cárdenas. ¿Sabrá este señor lo que es un distribuidor vial y su diferencia con un simple puente?


Hay muchas interrogantes que saltan a la mente, como cuando el 13 de abril se lee la declaración del alcalde jalapeño de que hasta ese momento él no tenía conocimiento que hubiera en Desarrollo Urbano Municipal alguna solicitud de construcción en el predio “La Joyita”. Ante las brechas que allí se estaban abriendo, derribando árboles que han ocasionado la protesta de vecinos del lugar ¿No sabía el alcalde qué se va hacer allí?
Es preocupante porque él dejó temporalmente la digna condición de ciudadano para convertirse en servidor público y se ha desempeñado con seriedad y, se presume, con alto sentido de su responsabilidad en el cargo. Pero deja mucho que desear el argumento que esgrimió acerca de que “La Joyita” es una propiedad privada y que para saber qué es lo que están haciendo se requiere de una orden judicial. ¿De veras? Eso cualquier vecino se lo podría decir, o qué ¿las protestas son vanas? No estaría de más que suponga lo que él mismo, como ciudadano, hubiera pensado acerca de este su dicho pero expresado por algún otro servidor público.


Ante estas reflexiones ciudadanas se replicará: “Nunca están conformes” o se esgrimirá: “es mejor que no hacer nada”. Si así fuera serían argumentos baladíes porque el dinero invertido proviene de fondos públicos, no del bolsillo personal; ni es un favor que se le hace a la población, es una grave responsabilidad que recibieron al aceptar el cargo que con tanto afán buscaron en tiempos electorales y tienen la irrevocable obligación de hacerlo bien.


Los reconocimientos que la ciudadanía confiere a quienes les sirven con eficacia son justamente merecidos cuando el servidor público se afana al hacer las obras de beneficio común con honestidad, mirando siempre por el bienestar colectivo. Como Juan pueblo dice: “Hacer el bien sin saber a quien”.


alfredobielma@hotmail.com
Mayo 2007