HIPÓTESIS

Alfredo Bielma Villanueva


El viernes 4 del presente mes los gobernadores priístas, acompañados por la lidereza del Comité Ejecutivo Nacional del PRI se reunieron con el presidente de la república. Entre otros temas, se trató el relativo a la actuación partidista de los delegados de dependencias federales en los procesos electorales que este año se efectuarán; el Ejecutivo Federal ofreció revisar los casos.


Previamente, como sucedió en Veracruz, se había realizado una intensa campaña priísta en contra de los nombramientos de titulares de las delegaciones, algunos de ellos, según los detractores, no cumplen con el perfil requerido para desempeñar con eficiencia la función encomendada. Todo lo que se arguya en este sentido no será para menos porque lo que está en juego son posiciones políticas de mucha relevancia como, por ejemplo, la gubernatura de Yucatán.


Cuando en 1988 los resultados de la elección presidencial dejaron serias dudas en la ciudadanía mexicana, pusieron en graves aprietos los titubeantes inicios del gobierno que encabezaba el cuestionado Salinas de Gortari, este tuvo que emplearse a fondo para de alguna manera deshacer los entuertos de una elección censurada. Por esta razón se iniciaron las que se convertirían en las famosas “concertacesiones”, que se referían a la entrega de posiciones políticas a cambio de obtener legitimidad.



Por una de aquellas negociaciones se llegó a la entrega del gobierno del Estado de Baja California Sur al candidato del Partido Acción Nacional, aún después de que el presidente del CEN priísta, Luís Donaldo Colosio, había anunciado el triunfo de su partido. La idea era desahogar la intensa presión que hacía el PAN aprovechándose de la debilidad política con la que ascendió al poder el presidente Salinas. De tercero en los resultados de aquella elección, el PAN supo cómo obtener sustanciales avances políticos. La Iglesia y los grandes capitales también consiguieron ganancias. La primera reposicionándose hasta lograr el reconocimiento oficial y los segundos organizándose para incrementar sus cuotas de poder.


De tercero en la elección de 2006, el PRI ahora se encuentra en similares circunstancias de negociación ante el gobierno de Felipe Calderón, el que requiere del concurso favorable de este Partido para rebasar la etapa inicial y fortalecer su posición. Dos pasos atrás y uno adelante, sería la divisa. Su golpe de timón lo dio al guarecerse con el Ejército, institución que históricamente en México y en el orbe ha sido un irrebatible factor de poder. En la negociación política, en un rejuego de valores entendidos, el PRI y el gobierno se van entendiendo en una sutil estira y afloja.


En esta tesitura, en la primera elección del año ¿dejará Calderón al libre juego de las correlaciones políticas el resultado electoral en Yucatán? Es decir ¿habrá instruido que las dependencias federales se abstengan de participar activamente en el proceso? Como jugada de ajedrez ¿cambiara alfil por torre?


Analicemos: En su trinchera tiene el presidente de la república a un dirigente de su partido que no le es propicio. Es más, pareciera que Manuel Espino está dedicado a hacerle la contraria al Presidente. Si gana Yucatán el PAN, Espino se fortalece, no sin despertar la inmediata reacción del PRI, quejándose de los apoyos federales al candidato panista a través de las delegaciones federales. Un asunto importantísimo en la agenda pública y de gobierno es la Reforma del Estado, que incluye, entre otros asuntos la reforma hacendaria. No pasarían sin los votos favorables del PRI en el Congreso. Con el resultado en contra, por supuesto que no quedaría bien parada la flamante dirigente del PRI, Beatriz Paredes.


En el escenario opuesto, si el gobierno federal cierra las válvulas de su apoyo y gana el PRI, Espino quedará en evidencia como un dirigente nada idóneo para su partido; la bancada legislativa priísta se esforzaría por las reformas y Beatriz Paredes tomaría un interesante vuelo. Aquí sí todos contentos. Hasta al derrotado panista, al que no tardarían en encontrarle acomodo en un cargo federal. Al gobernador Patrón Laviada, el agradecimiento por el apoyo que proporcionó a Calderón a favor de su candidatura para la postulación por el PAN a la presidencia de la república y, quizá, también un espacio en la cúpula federal a pesar de su mal gobierno.


Según las encuestas la candidata del PRI repunta y el del PAN se estanca; pero esto es solo un asunto de percepción; las campañas actuales se ganan con recursos y si estos escasean el impacto es demoledor. Frente a frente, sin utilizar los programas federales como mecanismo clientelar, pareciera clara la ventaja priísta. Al menos así lo otean los dirigentes del tricolor que, en caso de perder, no aceptarían la versión del juego limpio porque en este ramo hay experiencia histórica en la que el PRI cursó el doctorado.

Del resultado electoral de Yucatán dependen muchos expedientes para el futuro político de México, roguemos porque sea el mejor para los mexicanos.


alfredobielma@hotmail.com
Mayo 2007