EL RUIDO EN VACACIONES
Alfredo Bielma Villanueva




El ruido mediático que los gobiernos estatal y municipales y los partidos políticos, sobre todo los del PRI y del PAN, han introducido en la sociedad es tanto o más molesto que el zumbido y la ponzoña de un mosquito a medianoche, lo peor es que aquello no sirve ni para el efectivo desarrollo económico de la entidad ni para el perfeccionamiento de nuestra muy incipiente democracia. Adicionalmente, ha irrumpido con violencia en nuestro solar provinciano el mortal murmullo de las armas; un lamentable escenario que ni en pesadillas esperábamos.


Para no formar fila entre los agoreros del desastre, sin que ello implique soslayar la realidad que ya era perceptible, ocupémonos por ahora de otra clase de ruido que aún siendo incruento conlleva una intensa carga negativa por su nocivo efecto en la sociedad. Son múltiples los asuntos que se ventilan con asiduidad ante la opinión pública y su excesiva repetición levanta más de una ceja porque finalmente el resultado no se multiplicará como los panes de la Biblia. Por ejemplo, el asunto del Fondo Veracruz planteado como si fuera una gran obra de ingeniería financiera, cuando no es más que la inversión de un dinero disponible para cubrir compromisos de fin de año, al que se le pretende sacar los mayores rendimientos financieros posibles. No es mala la opción porque es preferible que a mantener el dinero ocioso en las arcas públicas.


Es un procedimiento que ya se ha hecho en los Estados de Nuevo León y de México y que aquí, por un exceso de “negociación” con el Congreso, o porque aún no se tiene completo el expediente, o porque para hacer ruido se adelantó la noticia como tema para distraer la atención, aún no se ha concretado, pues lo que se anunció para el 23 de marzo ahora se difiere para el 23 de abril. Para cuando eso cristalice seguramente escucharemos el mismo ruido mediático de estos días sobre el particular. Es como brincar, caer en el mismo sitio y aparentar que se hace ejercicio de alpinismo.


Lo mismo podemos observar en cuanto a la anunciada arribazón de miles de turistas a nuestras costas. Algo que de antaño sabemos es que nuestros plácidos lugares han sido atractivos para la clase media del Distrito Federal y de los Estados de Puebla, Hidalgo y Tlaxcala. Por las indiscutibles bellezas naturales, su gente y sus precios, Veracruz es atractivo, porque sus hoteles y restaurantes- con su buena calidad y servicios- no alcanzan los elevados precios de Cancún, Puerto Vallarta, Los Cabos, etc. Destinos turísticos estos, reservados para quienes pueden prescindir de hoteles como el “Camarena” de nuestro Veracruz, por ejemplo.


Nos visitan por la cercanía de destino turístico y porque ya es cultural pues es la senda que generaciones de turistas han seguido, y seguramente vendrían más si se promoviera con eficacia y con la debida anticipación allá en los sitios desde donde viene la gente; no como ocurrió con la llamada “promoción” del carnaval de Veracruz que “fue a hacer” el Secretario de turismo a España, apenas quince días antes de que se llevara a cabo nuestra afamada y rumbosa festividad.


Vienen, a pesar de que nuestra infraestructura carretera deja mucho que desear, y no es de ahora, pues el Estado de Veracruz siempre ha sido un destino turístico preferido. Lo importantes es que se adopten políticas de promoción, difusión y fomento a nuestras regiones turísticas que, por cierto, van más allá de la conurbación Veracruz_ Boca del Río. Para esto serviría de mucho el dinero que se destina para convencernos de lo que se está haciendo en este ramo tan importante.


En este discurrir de los acontecimientos que tan vertiginosamente acontecen, la población veracruzana se encuentra entre los preparativos para el descanso y las estrategias políticas para desprestigiar al contrario, tal cual lo hacen los actores de nuestro entorno, como si la ciudadanía se estuviera chupando los dedos y fuera fácil presa de quienes, debiendo actuar con responsabilidad, se dedican a la mas pueril de las intrigas. (Subliminalmente atribuir, por ejemplo, que los hechos sangrientos en el puerto de Veracruz se pudieran evitar con “unidad de mando” en la policía; sin reflexionar acerca de la grave falla de los servicios de “inteligencia”, si es que los hubiere, al no detectar a tiempo las componendas de algunos policías con los agentes del crimen).


La sociedad recibe el impacto de manera cotidiana; cosas sin sentido, sólo para distraer la atención y que importunan aún más la paciencia ciudadana. Uno de ellos es demandar a un diputado local por que exhibió documentos que describen tácticas “ilícitas” del PAN para la campaña que se avecina, a sabiendas que es improcedente el recurso ya sea por la condición de diputado del demandado o por el baladí y supuesto ilícito en que incurrió.


Nuevos tiempos sin duda son los que corren, qué mejor que el hombre social se prepare para su participación que es, esa sí, la más importante, pues se trata de elegir a autoridades y representantes “populares” (¿¡!?). Para lo cual convendría evaluar las opciones que se le presenten e inclinarse no por quien haga más ruido en campaña sino por su condición de ciudadano honorable y útil; no por ser un político famoso, cualquiera que sea la razón de esto, sino por quien demuestre compromiso social, y después de esa valoración tomar la determinación de hacia donde orientar su voto.


La disyuntiva debe ser no por qué partido votar, sino a qué tipo de ciudadano vamos a elegir como responsable de trabajar para la sociedad. El trapecismo, el transfugismo, el tarzanismo (soltar una liana para asirse a otra), deben ser analizados a conciencia; es la única manera para adecentar la política e ir acomodando los valores que den fin a la tradicional práctica de querer hacerse “político” para enriquecerse con facilidad, aprovechando las canonjías y el tráfico del poder, como es de sobra sospechado. La ciudadanía es la responsable_ todos lo somos _ de crear una nueva clase política que tenga como objetivo el desarrollo social; eso lo resolveremos votando con conciencia para darle a nuestro voto el valor que merece.


En lo que corresponde a los candidatos a diputados por allí ya se mencionan algunos nombres, bueno será que la sociedad se entere respecto del origen de las fortunas de algunos de ellos. A esos habrá oportunidad de exhibirlos públicamente y de rechazarlos admonitoriamente, para que sirvan como defenestrables ejemplos de lo que no debe ser en el servicio público.
Queda para el análisis la eticidad, válgase la expresión, de estos saltos de un puesto de elección popular a otro. En campaña habrá de cuestionarles si al cabo de algún tiempo dejarán el cargo al que ahora aspiran para buscar otro que les permita vivir holgadamente, sin trabajar, tres años más. Terminar con esta aberración política solo será posible por la participación ciudadana que propicie la meta de la democracia que es un gobierno que camina en el sentido que la sociedad le requiera.


El excesivo ruido cansa porque la simulación molesta. En nuestro Estado, si bien se reconoce la movilidad física del gobernador, empeñado en hacer un gobierno “cercano a la gente”, lo sugestivo es comprobar fehacientemente hasta qué grado la ciudadanía percibe de cerca al gobierno y hasta qué grado eso le sirve y cuanto aprecia el cambio, si lo hubiere, en mejoras materiales. Obras las ha habido, puentes (aunque no cientos como se dice), caminos pavimentados, cerca de 559 millones para el saneamiento de la Bahía; negar las obras sería estulticia, pero no es admisible el triunfalismo que genera falsas perspectivas.


Nuestra población es tan numerosa y está tan dispersa que los exiguos recursos con los que cuenta el gobierno no bastan, ni duda cabe, para cubrir las ingentes necesidades del pueblo veracruzano. Esto último es preciso registrarlo con seriedad, porque al generar un ambiente de grandes expectativas puede revertirse en una decepcionante realidad para quienes así lo pretendan.


alfredobielma@hotmail.com
Marzo-abril 2007