¿CULTO A LA PERSONALIDAD= REFRENDO ELECTORAL?

Alfredo Bielma Villanueva


En esencia y por definición la ciencia política no está emparentada con las ciencias ocultas, ni apela a oráculo esotérico alguno para formular las hipótesis y hasta los vaticinios de lo que va a suceder en el campo de lo social. Tiene la Ciencia Política las herramientas que ponen a su alcance las demás Ciencias Sociales: sociología, psicología social, antropología, estadística, entre otras. Puede con esos elementos avizorar a cierta distancia, después de formular su diagnóstico, el escenario que a un cierto tiempo se tejerá.


Para poner en práctica un ejercicio de análisis podemos tomar como universo para el mismo el panorama político veracruzano y tomando por conocidos como punto de referencia los resultados de los más recientes procesos electorales y ajustarlos al contexto actual. En el entorno debe contemplarse la actividad de los principales actores políticos, las instituciones locales y la decisiva influencia de las federales.


El gobernador, los alcaldes, los diputados locales y los dirigentes partidistas son los actores cuya actividad, en mayor o menor medida, influye determinantemente en nuestra arena política. En lo institucional, algunas áreas de las burocracias estatal y federal forman parte de este universo por los programas de carácter social que desarrollan. A nivel del Estado, debido al alto grado de la fuerza centrípeta que el gobernador ejerce, es en él en donde se acumula gran parte del poder de decisión política.


De entrada, podemos observar que las circunstancias en las que ha tocado gobernar a Fidel Herrera son bien distintas a las de sus antecesores pues estos, incluido Miguel Alemán Velasco, tuvieron Congresos afines, ámbito en el que la nota musical que predominó (como bien dijera el líder panista de los ´70 Adolfo Chritlieb Ibarrola), era la del sí… señor; luego entonces no tuvieron que preocuparse en sacar sus proyectos legislativos. Tampoco padecieron en el territorio estatal las ínsulas de poder en que se han convertido algunos ayuntamientos panistas, como Veracruz y Boca del Río, por ejemplo, en donde a veces da la impresión que el gobernador navega contra la corriente y le hacen elocuentes vacíos.


En el caso del gobernador veracruzano, desde los inicios de su gobierno ha tenido un entorno político poco terso: un Congreso local nada favorable y ayuntamientos de diversos signos partidistas que ya no le queman incienso, como no sea para llevar agua a su molino.


En términos de gobernabilidad, el Ejecutivo local ha logrado superar la inicial problemática que la discrepancia panista le planteó. Pero ya acercándose los tiempos electorales, con un nuevo presidente de la república menos a modo, ha resurgido la beligerancia azul y se incrementará a medida que se cumplan los plazos. Perredistas, Convergentes, Pevemistas, Aliancistas y Petistas con estrategias de menor confrontación, de igual manera luchan por arrebatarle al gobierno estatal cotos de poder para llevarlos a sus respectivas cuadras.


En esta tesitura el gobernador estará en el predicamento de abrirse a la batalla, porque es el destino de su gobierno lo que está en juego: Si pierde el Congreso, permanecerá acotado, como está, y con el paso del tiempo el poder que le quede inevitablemente irá disminuyendo. Adicionalmente, una votación adversa será correlativamente una calificación desfavorable para su gobierno. Si logra la mayoría de diputados y de alcaldes tendrá oportunidad para maniobrar las tareas de su sucesión; lo que en términos electorales no necesariamente significa que vaya a dejar sucesor. (Hace seis años el gobernador Alemán cobijó y prohijó a un precandidato_ que era Fidel Herrera_, ahora no está a la vista nadie en el PRI, que no sea José Yunes Zorrilla, de los pocos jóvenes priístas con capacidad de convocatoria, integridad política y limpieza curricular).


Su experiencia y su incuestionable formación política le permiten al gobernador entender que los tiempos no le son favorables, que requiere de ganar para su causa la próxima elección, y que nada mal le caería a su partido triunfar en buena parte de los municipios. Para conseguirlo, se observa que el gobernador confía para rescatar su proyecto y el futuro de su gobierno a la aceptación que supone tiene entre la población veracruzana, “yo lo planteo desde la fortaleza moral del ejemplo, predico con el ejemplo, le trabajo a Veracruz desde que me levantó hasta que me acuesto, estoy en los sitios donde me reclaman y en donde aún no me han reclamado”. Efectivamente, nadie discutiría en Veracruz la movilidad física del gobernador, de la misma manera en que nadie ignora que, en el momento de depositar su voto, el ciudadano decide por un candidato, que en este caso no será por cierto Fidel Herrera Beltrán.


No obstante, luce presionado y esto lo lleva a conducirse fuera de la norma electoral vigente. Así lo demostró en su encuentro con los delegados del Congreso del Trabajo en el World Trade Center de Boca del Río, al convocarlos públicamente a votar por el PRI, “y tenemos que ganar para poder seguir gobernando como lo hemos venido haciendo al servicio de los trabajadores de Veracruz,” les dijo. Tal actitud que es plausible en un dirigente partidista; o que sería una impecable proclama pronunciada por un líder sectorial, pero nunca para un gobernador, ni en estos ni en los pasados tiempos. O, ¿en carácter de qué arengó a ciudadanos en un acto no partidista? Porque al evento fue invitado el gobernador del Estado, no Fidel Herrera el político. Cualquier otro servidor público de menor nivel pudiera esgrimir, aunque fuera precariamente, el argumento de estar fuera de sus horas de trabajo, un gobernador nunca. Ni jurídicamente, ni políticamente, ni éticamente es eso aceptable.


Porque hay un elemento que deben considerar los dirigentes políticos: la sociedad actual está integrada por ciudadanos con mayor información política y por lo tanto ya no es común que se les sorprenda con candidaturas inaceptables o imposiciones caprichosas. La falta de convocatoria de los partidos es una de las causas de la escasa participación ciudadana en las elecciones, y la conducta de esta hacia ellos está en proporción directa con la aceptación que cada candidato tenga ante el electorado, independientemente de las siglas que lo postulen. Luego entonces, el PRI, el PAN, el PRD, Convergencia, el PT, el PVEM, Nueva Alianza y el PRV obtendrán los triunfos en base a sus candidatos principalmente, lo accesorio será la estructura que los respalde, que de todas manera cuenta y es importante.


El 2 de septiembre veremos una elección que a la vez será muestra de laboratorio para la del cambio de gobernador en 2010. Observaremos alianzas circunstanciales, en distritos y municipios en los que la pulverización de los votos arrojará estrechos resultados; habrá algunos reposicionamientos de las fuerzas partidistas a nivel municipal; el nuevo invitado a la fiesta, el Partido Nueva Alianza, tendrá la oportunidad de organizarse municipalmente, a la vez que sondea el camino a futuro: Mientras, el PRI no se arriesgará a comprobar si todavía puede sólo; el PAN tiene un reto mayor que es el de, por lo menos, conservar el número de municipios (89) que actualmente gobierna y el número de diputados locales de su escuadra. Convergencia con el PRD ya han planteado alianzas históricas que paulatinamente les han producido beneficios electorales y seguramente ampliarán su cosecha; por cierto que el primero tiene en Dante Delgado un cimentado capital político. El PEVEM, cual franquicia al viento, jugará a las circunstancias que redituen. El PRV, habrá de demostrar si en los últimos tres años ha dedicado el tiempo a trabajar para acrecentar los triunfos que las circunstancias y los candidatos que abanderó le dieron en el 2004.


En el referéndum de septiembre veremos hasta qué grado la concentración excesiva del poder, así como gobernar a través de los medios, se traduce en frutos electorales. Habrá oportunidad de observar cómo percibe la ciudadanía el abierto proceso de culto a la personalidad: si lo aprecia como un elemento para el beneficio colectivo, o simplemente como una expresión de narcisismo sexenal. Por esto y más será sin duda una interesante jornada que puede reconfigurar el panorama político estatal. Pero, cualquiera que sea el resultado, esperamos que se refleje en el bien de todos los veracruzanos.




alfredobielma@hotmail.com
Marzo 2007