DESARROLLO CON NACIONALISMO, NO SUMISIÓN

Alfredo Bielma Villanueva

¿Quien podría negar que Vicente Fox es un político con iniciativa y que además es congruente con lo que dice y con lo que hace?. No de otra manera se entienden las coincidencias de las barrabasadas últimas a las que ha llegado con lo que casi al término de su mandato declaró en una transmisión de radio, Off the record, que podía decir las tonterías que quisiera, “al fin y al cabo ya estoy terminando”.


No obstante, llama la atención el que su personalidad atraiga a la gente, al grado de pedirle fotografiarse con él y ¡hasta se le pague por dar conferencias! Indiscutiblemente un fenómeno al que habrá que analizar con paciencia y con objetividad porque aunque, nos parezca un rústico, ese señor fue el presidente de México y como tal ya ha ingresado al registro histórico del país, y no como cualquier otro presidente. Sino como quien interrumpió una interminable cadena de presidentes surgidos de las filas del Partido Revolucionario Institucional.


De que es un ignorante, ¿Quién pudiera discutirlo?; de que en su vida haya leído algún libro ¿quién pudiera no suponerlo? ¿De que su gobierno dejó expedientes inconclusos? sólo otro inculto lo desconocería. De que es audaz ¿quién pudiera ponerlo en tela de duda? Si solo bastaría para comprobarlo su intención de “escribir” un libro; aunque por supuesto no sería el primer analfabeta funcional que se lo propusiera.


Por estos y muchos motivos más vale la pena reflexionar sobre el fenómeno que Vicente Fox representa en el contexto político mexicano. No es, ciertamente, un fuera de serie, entonces ¿porqué llama tanto la atención esa personalidad nada apocada a pesar de sus evidentes limitaciones? Si partimos de la base de que “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, tendremos que empezar a preocuparnos; aunque pretendiéramos consolarnos con la información de que W.Bush con su sólo 91 de coeficiente intelectual, es presidente de la mayor potencia mundial de la era.


Pero, nos guste o no, Vicente Fox fue electo por una inmensa mayoría de mexicanos, muchos de los cuales aún no aciertan a saber si hicieron bien o mal al elegirlo. Sin embargo, es un alfil que sigue siendo útil a los propósitos de la extrema derecha, ya en evidentes alianzas con la extrema derecha internacional, con la cual trabaja en común para enfrentar a la creciente ola “populista” que viene del sur del continente.


En medio está el presidente Calderón al que consideran un tibio por cuanto a su proyección ideológica en el centro de la derecha y por su resistencias o impedimentos para aplicar rigurosamente las políticas que la extrema derecha requiere para terminar de posicionarse en México Para esto necesitan a Vicente Fox, un gran distractor y un gran imán para las descerebradas masas que, como el vaivén de las olas, obedecen a los vientos que sobre ellas soplan.


La lucha no es sólo por imponer sus condiciones en México, tiene extensiones allende nuestras fronteras. Es, al interior, hacerse del poder absoluto en México a través del Partido Acción Nacional; por esta razón la lucha es abierta para que el gobierno federal se pliegue sin condiciones a los dictados de la dirigencia partidista para que lo apoye y entonces sí vayan en su mismo sentido. La perspectiva interna de la derecha es obligar al gobierno a conducirse, al margen de consideraciones que la realidad impone, según los dictados de la metrópoli del imperio a través de sus cónsules mayores: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. Nada de revisiones al TLC, el Tratado se hizo en un solo sentido que es el de beneficiar a la economía estadounidense.


Aunque el desempeño del Presidente Calderón en esta gira de Bush fue casi diametralmente opuesta al estilo foxista, pues para nada se puso de alfombra y con sus declaraciones dejó en claro que caminaría con los intereses del continente latino, hay fuerzas nacionalistas que están alertas para luchar porque así se haga. De todas maneras es alentador escuchar a Felipe Calderón decir que no será ariete contra Cuba y exigir correspondencia de los Estados Unidos en la lucha conrea el narcotráfico, buen inicio y muy diferente de aquel bochornoso “comes y te vas”.


En ese diferendo se inscribe la gira de Bush por algunos países del continente y a México, también las invitaciones a Vicente Fox para “disertar” sobre la democracia en el continente americano; no importa los desbarres del “conferencista” porque en el fondo se trata de generar divisiones al interior del gobierno mexicano al que consideran débil, debilitarlo aún más y hacerlo presa fácil de sus designios; esa es la función de los peones y alfiles a los que maneja a su entero placer la metrópoli. Por ello requiere con urgencia del contrapeso que le sirva de dique a Fidel Castro, a Lula, a Chávez y a Evo Morales aunque ya se habrá percatado, más que obviamente, que con Fox, con Espino y con el presidente colombiano no tiene ninguna oportunidad de éxito.


Por lo demás, pronto se verá si la comida entre Calderón y Fox en los Pinos, más que una rutinaria reunión entre amigos, fue para advertir al ex presidente los riesgos de su desatada actividad. Y aprovechar para narrarle lo que su dilatada ignorancia le ha impedido saber que: “hace muchos años, 67, hubo una vez en que, un señor que se creía todopoderoso, y lo era, habló de más provocando el enojo del presidente, a grado tal que éste lo invitó a pasear fuera del país, sin gastos pagados y, como escarmiento, le expropió su hacienda de descanso…” Si es cierto, la historia, o se repite o es bastante susceptible de repetirse con ligeras variantes, según las condiciones de tiempo y lugar.





Marzo 2007