CIUDADANÍA-PARTIDOS Y REFRENDOS

Alfredo Bielma Villanueva



En Boca del Río, el desmedido despliegue de diferentes expresiones políticas, algunas con fuerza más aparente que real, parece más un desaforado propósito de acentuar la intención de hacer perder al candidato panista que demostrar adhesión a un candidato que no era el suyo pero que convierte una lejana posibilidad de ganar en una oportunidad real de triunfo.

En este asunto, el que ninguna de las partes pensó previamente como un escenario posible, llama la atención el que se haya hecho todo un aparato de información para hacer saber que en Boca del Río casi todas las corrientes políticas estarán en una disputa electoral contra el PAN, o más precisamente, contra un candidato y lo que éste representa.

La estrategia tiene sus asegures pues es evidente que se quiere dar la imagen de todo un trabuco, dada las fuerzas aglutinadas. Pero ¿qué sucederá si aún con todo ese aparatoso despliegue no se logra alcanzar la victoria en ese municipio? Aunque una golondrina no hace verano, si el resultado no favorece al conglomerado partidista, los pitorreos se convertirán en puntos centrales de la orden del día en Radio Bemba.

Para nadie es un secreto que Ávila Estrada es una promoción de Dante Delgado, quien hábilmente diseñó su candidatura y maniobró para que el PRI y sus aláteres lo respalden; de resultar ganadora esta fórmula el mérito será de Dante y de su candidato, por lo contrario, en caso de derrota, el demérito alcanzaría al PRI, a pesar del papel secundario que juega en este rol pero que sabemos que está avalado por el centro del poder estatal. De todas formas, la Alianza luce ganadora: PRI y Convergencia unidos hacen una fuerza de consideración, a juzgar por los votos obtenidos por estos partidos en las elecciones de 2004 y de 2006.

La figura de las candidaturas comunes fue utilizada en las elecciones del año 2000 con resultados bastante rentables. En aquella elección en la que participaron once Partidos Políticos se pudo comprobar que la unión de varias fuerzas políticas en elecciones municipales sí es conveniente y que en ellas lo que menos cuenta es el factor ideológico. Así se evidenció en las coaliciones entre el PAN y el PRD en municipios como en Pánuco, Ozuluama, Cerro Azul, Paso del Macho, etc. o entre el PAN-PT (Platón Sánchez) o entre el PRI-PARM y el PAS (Poza Rica). En éste último municipio, por ejemplo, de no haber ido en coalición, el PRI no hubiera obtenido la alcaldía, pues en solitario perdió la elección y lo salvaron los votos adicionales de sus aliados.

La que viene no será una votación ordinaria, porque a la elección de alcaldes y de legisladores hay que agregar que el resultado llevará una implícita calificación al gobierno de Fidel Herrera Beltrán, como casi siempre sucede en elecciones intermedias. Además, habrá oportunidad de observar si hay una reconfiguración de la geografía política veracruzana que verifique el avance electoral del PAN, PRD y Convergencia o que el PRI recupere espacios perdidos en contiendas anteriores.

Para el Gobierno Estatal será una elección de dos filos. La ineludible identificación que existe entre el Gobierno y el Partido Revolucionario Institucional hace pensar que el resultado que electoralmente obtenga éste Partido habrá que cargarse al crédito político del gobernador. En cambio, si los resultados son drásticamente adversos al PRI, el Gobierno no podrá adjudicárselos a su Partido; no al menos en la apreciación ciudadana. Este es uno de los porqué el gobernador ha abierto sus cartas en juego y su explicable y manifiesta actitud de apoyo a los candidatos del Partido que lo llevó al poder.

Los tiempos han cambiado no cabe duda, será una elección de difícil pronóstico, en cuanto a que los resultados serán apretados y muy debatidos. En ese escenario, desmejora el hecho de que el órgano que debe arbitrar está en medio de una virtual desconfianza ciudadana y partidista, que involucra a las partes en pugna por la abierta pertenencia partidaria de algunos de sus componentes.

En el ámbito de lo ideal qué mejor que los gobiernos estatal y federal se mantuvieran al margen de la contienda, lo cual es un deseo frustrado de antemano ya que, no obstante las limitantes normativas e institucionales impuestas a la autoridad para impedirlo, su participación directa es evidente. Pero aquí participará la voluntad de cuatro millones de electores, la voluntad general es la que va a decidir qué camino vamos a tomar y Fidel Herrera tendrá oportunidad de comprobar si realmente su imagen ha penetrado en la población y si esta le corresponde confirmándole su confianza.

En teoría la ciudadanía tendrá la oportunidad de expresar a través de su voto la manera en cómo aprecia la labor del gobierno en sus primeros tres años, si realmente éste ha cumplido sus compromisos. Pero, en última instancia, quizá en la realidad todo se reduzca al acto individualizado en el que para el ciudadano situado ante la urna solo contará la impresión que determinado candidato le haya causado y este sea el motor que lo oriente a emitir su voto por determinado partido. Entonces, en la forma de escoger a sus candidatos los partidos llevarán la penitencia.


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Julio 2007