NEOLIBERALISMO ECONÓMICO

Por Alfredo Bielma Villanueva

El neoliberalismo es un modelo económico surgido a partir de la segunda mitad del siglo XX, aunque aplicado hasta la década de los ochenta en Inglaterra, los Estados Unidos y de ribete en México; su gurú principal fue Milton Friedman, creador de la teoría monetarista que postula la idea de reducir el gasto público por considerarlo propiciatorio de la inflación. También privilegia controlar el circulante monetario y abrir el libre juego de las leyes del mercado en la economía, con mínima intervención del Estado, salvo para regular la oferta monetaria. Por supuesto, en esta teoría los subsidios de cualquier naturaleza están excomulgados y de remate, en el combate a la pobreza, el estado debe implementar programas de asistencia social que no afecten al mercado.

En su esencia, el liberalismo propone la integración económica de los países abatiendo fronteras nacionales, así como lo vemos en la Eurozona y en el Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos y Canadá. Esta estrategia es propicia para la creación de empresas internacionales, exige la privatización de empresas estatales, mínima rectoría económica del Estado y una decidida desregulación.

Durante los siete gobiernos federales que antecedieron al de Miguel de la Madrid Hurtado (de Ávila Camacho a López Portillo) el producto interno bruto de México creció a una tasa anual media de entre 5.78% al 6.84%; en cambio, ya bajo el modelo neoliberal, en el gobierno de De la Madrid el PIB solo creció 0.22 anual. Así fue durante la transición del modelo Keynesiano al neoliberal en su primera fase de 1982 a 1987, año este último en que se firmó el Pacto de Solidaridad Económica que se basó en el adelgazamiento del Estado a través de la venta de empresas públicas, la restricción al aumento salarial, la reducción del gasto público programable, la apertura comercial y la abstención del estado en la rectoría económica, entre otras medidas que significaron dejar a un lado las directrices provenientes de la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL) para quedar a expensas del dictado del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Después de un sexenio de crecimiento cero, 1982-1988 encabezado por de la Madrid, en el gobierno de Salinas de Gortari México solo creció 3.04%, nada comparable con los números del periodo previo al nuevo modelo. Salinas privilegió la estabilización de los precios acelerando la apertura comercial, la fijación del tipo de cambio, la reducción del déficit fiscal restringiendo el gasto público, la privatización de empresas estatales (teléfonos de México, Bancos, Altos Hornos de México, etc.), que supuestamente ayudarían al gobierno a saldar compromisos financieros y, más grave aún, la casi absoluta parálisis de programas de fomento económico sectorial.

Salinas insertó a México en la economía globalizada a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá en 1994. Le dejó a Ernesto Zedillo la economía prendida con alfileres, lo que originó la gran crisis económica que terminó por poner la economía de México a la entera disposición de los Estados Unidos, tras haber recibido un préstamo, que para el Fondo Monetario Internacional formaba parte de una estrategia para salvar al sistema financiero internacional mas que un programa de salvamento de la economía mexicana. 

Lo que siguió ya lo sabemos, pues las crisis económicas han sido recurrentes con gobiernos priístas y con gobiernos panistas. Porque hemos de saber que el color del partido en el poder viene a menos cuando la estrategia para el desarrollo económico que se ha adoptado es la misma. Con estas experiencias pudiéramos deducir que, mientras no hagamos los cambios necesarios en el modelo económico, en términos de desarrollo económico, para la población mexicana será indistinto que partido gobierna en el país.

Con esa experiencia histórica los gobiernos mexicanos debieran discernir la forma en cómo escapar del circulo vicioso de las recurrentes crisis económicas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pone a disposición de nuestro país una alternativa, que es la que ha ayudado a Brasil, a través del fortalecimiento de su mercado interno, a alcanzar mayor crecimiento con el aumento de la demanda.

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, ha alertado que “vale la pena reflexionar sobre cuál es la estrategia productiva de México. Es una economía que tiene un mercado interno importante, que debería apoyarse un poco más en el mercado interno”, sería-dijo- una solución a la brasileña para alcanzar elevadas tasas de crecimiento. “incentivando su mercado mediante la utilización de políticas fiscales encaminadas en esa dirección”.

En el “Estudio económico de América Latina y el Caribe 2010-2011” de la Cepal se registra que de 2005 a 2010 nuestro país tuvo un crecimiento acumulado de 12.6 %, es decir, un promedio anual de 2.1 por ciento. Mientras que Brasil, en el mismo periodo, alcanzó una expansión del 25.4 por ciento, para un promedio de 4.2 por ciento anual. Como contraste se registra que en 2009, debido a la crisis económica global, Brasil decreció solo un 0.6 por ciento; en cambio, nosotros en México tuvimos un retroceso de 6.1%, impactados por nuestra relación societaria con los Estados Unidos, que fue golpeado por una fuerte recesión que en la coyuntura nos lastimó severamente a nosotros.

Decía Carlos Marx que el capitalismo lleva en su seno los gérmenes de su propia destrucción, cierto o no podemos advertir que la economía occidental orientada por los principios del neoliberalismo está nuevamente al borde de una crisis económica internacional si la Unión Europea no logra resolver los graves problemas económico-financieros de Grecia. En ese intento, la eurozona autorizó un segundo plan de rescate griego, ahora con un préstamo de 160 mil millones de euros, que sirvan para salvarse a si misma y al mundo financiero internacional. De no tener éxito, se provocará una nueva convulsión en cadena que aunada a la crisis de la deuda de los Estados Unidos provocaría “un Apocalipsis financiero” impactando severamente a México, uncidos como estamos a la economía estadounidense.

Más de cincuenta millones de pobres, elevado porcentaje de desempleo, Pemex entre la obsolescencia y la quiebra, crecimiento del PIB insolvente para impulsar el desarrollo, reformas política, fiscal y laboral en la congeladora de un Congreso atrapado por la partidocracia, y muchos etcéteras más debieran motivar a la clase política y a los factores fácticos del poder y la economía a pensar en nuevas estrategias de desarrollo económico que sirvan para salir del estancamiento, crecer y desarrollarnos, e implementar una reforma política que incluya elementos para regenerar a la ya caduca clase política que padecemos en México.

Julio 2011





KARMAS NACIONALES

Por Alfredo Bielma Villanueva

El Karma  es la consecuencia de las acciones buenas o malas ejecutadas por el individuo durante su vida, se reflejan en el transcurso de su existencia física y aun trascienden a la misma. Doctrinas como el budismo y el hinduismo orientan al hombre a encontrar la manera de escapar del condicionamiento del Karma y así evitar la recurrencia a través de la resurrección. Esta doctrina bien pudiera ser aplicada a las naciones, México en nuestro caso.

A través de la teoría del Karma explicaríamos algunas de las razones del porqué estamos como estamos y y si como estamos es consecuencia de acciones anteriores; para medianamente entendernos será buena la siguiente referencia: en una muy amena narración, Frances Erskine Inglis o Madame Calderón de la Barca- esposa de Ángel Calderón de la Barca primer ministro plenipotenciario que España mandó a México después de la Independencia- escribió sus observaciones sobre “La Vida en México” fruto de sus dos años de residencia en este país (1840-1842). En una de sus cartas habla sobre las grandes obras realizadas en la ciudad de México para desaguar los lagos: “El gran Desagüe se empezó en 1607, cuando el Marqués de Salinas era virrey en México; y se empezaron los trabajos con gran pompa, asistiendo el Virrey en persona; se dijo una misa en un altar portátil, y se juntaron quince mil trabajadores, y el mismo Virrey dio principio a las excavaciones, dando la primera azadonada. De 1607 a 1830, se habían gastado ocho millones de pesos y la gran obra no llegaba a su fin”.

La indolencia, la simulación y el “ay se va” son un Karma que históricamente nos persigue. Es posible ejemplificarlo con una referencia específica, como la que desde 2004 Fidel Herrera presumía que terminaría la autopista México-Tuxpam (una obra federal iniciada en 1994 por el gobierno de Salinas de Gortari, continuada por Zedillo, Fox y Calderón y este, 2011, es el año en que aún no se concluye). Durante su desgobierno Fidel Herrera insistió en la terminación de esa autopista, aún cuando su contribución en ella se reducía a pagar el derecho de vía, nada que ver en la construcción. Otro caso: recientemente, pobladores de Mariano Escobedo se quejaron públicamente del desastroso estado de la carretera que los une a Orizaba; recordaron que Fidel Herrera fue a dar el banderazo de arranque de los trabajos y hasta maquinaria acercaron, obviamente, aún están esperando a que les componga el camino.

Los Karmas del siglo XIX mexicano nos acosan: cuenta Don José María Bustamante, ilustre ensayista de aquellos tiempos, que el General Valencia, un compinche de Santa Ana, al rendir su informe sobre la liquidación de sus tropas consistentes en 850 elementos, anotó un costo de 70 millones de pesos; nada comparable con el reporte de otro General, este de Guadalajara, que liquidaba a mil cien elementos con un gasto de 55 millones de pesos. No se requiere de un gran talento administrativo para deducir las diferencias, explicables porque el General Valencia, de origen muy humilde, fue de los militares más ricos de su tiempo y de la camarilla de Santa Ana.

Transcurridos los años, y los siglos, en este 2011 no están lejanos los tiempos en los que se asentaba que México era el país de los Banqueros ricos (Fobaproa), con Bancos pobres; de los dirigentes obreros multimillonarios con obreros paupérrimos; de dirigentes campesinos ricos y “nylon” con campesinos en harapos; de dirigentes ganaderos, sin hato ganadero, etc., etc. 

Pero, además, como en México los malos ejemplos cunden por doquier, Porfirio Díaz no podía ser la excepción. Su apetito de poder lo han degustado al pie de la letra un sinnúmero de dirigentes sindicales, empezando por Luís N. Morones, quien desde que fundó la CROM en 1918 fue su dirigente y todavía a su muerte en 1964 gravitaba sobre esa central obrera. Qué decir de Fidel Velazquez, cofundador de la CTM a la que lideró desde 1942 hasta su muerte en 1997. En el Sindicato de Telefonistas, Francisco Hernández Juárez encabezó en 1976 un movimiento para democratizar al gremio, desde ese año no ha dejado la Secretaría General. En 1989, fue defenestrado del liderato del SNTE Carlos Jonguitud Barrios por el presidente Carlos Salinas de Gortari, quien maniobró para poner en su lugar a la compañera sentimental del dirigente desbancado; a partir de ese año Elba Esther Gordillo es ama y señora de las cuotas del profesorado mexicano. La lista no tiene fin, y por asociación nada pudiera asombrar a los veracruzanos las permanencias de Acela Servín al frente del SETSE, de Juana Consuelo Méndez en el Sindicato del Poder Ejecutivo, a Ricardo Diz Herlindo en el Sindicato de Enseñanza Media, a Enrique Levet en el FESAPAUV y a la fallecida doña Eloína en el sindicato de empleados de la UV. ¿Quién de ellos le gusta para pobre?

Sin duda estos dirigentes son categóricos prototipos  del patrimonialismo sindicalista que hiede a anacrónico, por decir lo menos. Dirigentes magisteriales hay que se organizan fiestas faraónicas con cargo a las cuotas de sus seguidores cautivos. Así lo evoca el reciente festejo de cumpleaños en honor del “líder moral” del magisterio veracruzano, Juan Nicolás Callejas, quien reunió en su agasajo cumpleañero, dicen las notas periodísticas, nada menos que a 17 mil profesores, quienes disfrutaron de un menú en el que se ofrecieron carnes de animales en extinción, como el armadillo y el tejón. La reunión se amenizó con grupos de música folklórica y como platillo fuerte la orquesta de música salsera “Guayacán”; todo un banquete rociado por generosos vinos que no todos los allí presentes pudieran agenciarse para homenajearse asimismo.

El sarao en comento llama poderosamente la atención porque a Nicolás Callejas se le menciona como uno de los precandidatos del PRI veracruzano al senado y si Ricardo Aldana del Sindicato de Pemex aspirante a lo mismo, festejó multitudinariamente su cumpleaños ¿Porqué el magisterio tendría que quedarse atrás?  El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación es la organización laboral con mayor número de agremiados en México, y por extensión en toda América Latina; la suma mensual de sus cuotas alcanza los 140 millones de pesos, de cuya aplicación el profesorado adscrito está ayuno de toda información. Su lidereza “moral”, Elba Esther Gordillo, es sin duda alguna una de las dirigentes sindicales más ricas y poderosas de México y del planeta, y en asunto de principios los suyos coinciden con los del priísmo, según lo dijera Enrique Peña Nieto. Qué bonita familia. ¿Podremos evitar esos pesados Karmas?


Julio 2011







EL SENADO

Por Alfredo Bielma Villanueva

Antaño, la escala política en México iniciaba con el cargo de presidente municipal, seguía la diputación local, continuaba con la diputación federal, proseguía con un escaño en el senado y se coronaba en el orden local con el gobierno de un estado, y en el federal, haciendo escala en una secretaría de estado, culminaba en la presidencia de la república. Obviamente, no que para ser gobernador o presidente de la república necesariamente debíase pasar por esas instancias de poder político, pero era una virtual gradería de jerarquías que afinaban el curriculum de los actores políticos del México del siglo XX,  posterior al movimiento armado de 1910.

Por lo menos durante el siglo XX, en la movilidad política de México, lograr un escaño en el senado de la república representaba instalarse en la antesala del gobierno de un estado. Esta observación es posible demostrarla estadísticamente porque hubo legislaturas que se convirtieron en auténticos semilleros de gobernadores y de secretarios de estado. Aunque también fue receptáculo, como ahora, de ex gobernadores con vida política por delante. Queda para el politólogo la tarea de vincular la integración de las legislaturas senatoriales con el régimen presidencial correspondiente, de tal manera de poder precisar fehacientemente si el presidente de la república en turno fue determinante desde el proceso de integración del senado para que de este surgiera buena parte de los gobernadores de su sexenio.

Es sabido que el presidente de la república palomeaba las candidaturas al senado de la república de entre sus amigos o a propuesta de los gobernadores. Algunos de estos obtenían el beneplácito a sus sugerencias porque o representaban factores de poder o eran amigos del presidente en turno, quien los favorecía en vías de fortalecer los grupos de poder.

Las Legislatura XL-XLI de senadores que funcionó de 1946 a 1952 durante el gobierno del presidente Miguel Alemán Valdés es un caso digno de analizarse porque allí se incubaron dos presidentes de la república: Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Por esta circunstancia varios de los senadores que convivieron con ambos llegarían a ser Secretarios de Estado o gobernadores de sus respectivas entidades. Además, esa legislatura congregó a buen número de ex gobernadores políticamente ya de salida y a otros que conformarían la clase política del porvenir.

Por ejemplo; Edmundo Games Orozco, de Aguascalientes, pasó del senado al gobierno de este estado (1950-1953); Eduardo Luque Loyola, de Querétaro, lo gobernó en 1949; Manuel Álvarez sería gobernador de su estado, San Luís Potosí, de 1955-1958; José S. Vivanco gobernaría su estado, Nuevo León, de 1952-55; Raúl López Sánchez gobernaría Coahuila de 1948 al 51; Alfonso Corona del Rosal gobernaría Hidalgo de 1957 a 61; José Limón Guzmán se iría a gobernar Nayarit de 1952 a 1957.

Fue sin duda una legislatura de muy distinguidos políticos porque no pocos de ellos ya habían sido gobernadores: Alfredo Chávez, de Chihuahua (1940-1946); Magdaleno Aguilar, de Tamaulipas (1941-1945); Félix Ireta, de Michoacán 1940-1944); de Morelos, Elpidio Perdomo 1938-1942); Calendario Miramontes, de Nayarit (1942-1945). Fernando Casas Alemán había gobernado Veracruz de 1939 a 40 en sustitución del Lic. Alemán Valdés. El senador veracruzano Fernando López Arias llegaría al gobierno de Veracruz cuando su amigo Adolfo López Mateos era presidente de la república y, para confirmar lo aquí asentado, quien lo sucedió en el gobierno veracruzano fue el Licenciado Rafael Murillo Vidal, impulsado por su amigo el presidente Díaz Ordaz, apoyando a quien se desempeñara como Oficial Mayor de la legislatura en comento.

 Otra legislatura de senadores digna de ser analizada es la de 1964-1970, durante el periodo presidencial de Gustavo Díaz Ordaz. Fue una extraordinaria pléyade de políticos del momento y del glorioso pasado, además de que marcó el arribo de la mujer al senado mexicano: María Lavalle Urbina de Campeche y Alicia Arellano Tapia, de Sonora. Allí volvieron a convivir nada menos que tres constituyentes de 1917: Alberto Terrones Benítez, de Durango, Juan de Dios Bojorques, de Sonora y Jesús Romero Flores, de Michoacán. También estuvo Luís León uno de los fundadores del PNR en 1929 y ex gobernador de Chihuahua. Figuraron hijos de prominentes políticos: Eulalio Gutiérrez Treviño, retoño de quien fuera presidente emergido de la Convención de Aguascalientes en 1914 y Gonzalo Bautista O´Farril hijo del gobernador poblano del mismo nombre que tuviera como Secretario de Gobierno a Díaz Ordaz.

Allí convergieron destacados líderes sindicales: Luís Gómez Zepeda, de los ferrocarrileros, Napoleón Gómez Sada, de los mineros, Jesús Robles Martínez, de la FSTSE, Rafael Galván del SME y Jesús Yurén de los trabajadores del DF- CTM.

De esa cámara salieron para gobernar sus respectivos Estados: Carlos Sansores Pérez a Campeche; Manuel Moreno Moreno a Guanajuato, Carlos Loret de Mola a Yucatán, Manuel Sánchez Vite a Hidalgo, Gonzalo Bautista a Puebla, Rafael Murillo Vidal a Veracruz y, después de servir en el gabinete de Echeverría, Hermenegildo Cuenca Díaz, quien moriría de un infarto siendo candidato del PRI por Baja California, y Manuel Bernardo Aguirre que gobernaría Chihuahua. He aquí la importancia de ser senador.

Pero en México ni antes ni ahora la calidad de Senador otorga en automático la garantía de convertirse en Gobernador, tal y como históricamente se encuentra comprobado en senadores que no han logrado su propósito. En Veracruz, por ejemplo, un caso clásico lo encontramos en el empeñoso esfuerzo de Arturo Llorente González por ser gobernador de Veracruz. Precisamente en 1968 siendo senador perdió la oportunidad porque su colega de escaño Rafael Murillo Vidal sí logró su intento. En aquella ocasión la voz ciudadana de Veracruz señalaba a Llorente como el más popular de los precandidatos, sin embargo un solo voto, el presidencial, bastó para que el PRI se decidiera por Murillo Vidal. En el análisis de aquella sucesión gubernamental se podrá encontrar que realmente, en los hechos, Llorente nunca estuvo cerca de la candidatura pues jamás habló con Díaz Ordaz sobre el tema.

En otra sucesión aconteció algo similar. Fue en 1986, cuando Manuel Ramos Gurrión, senador entonces, pretendió la candidatura priísta al gobierno veracruzano. Mientras acá en el llano su nombre era mencionado como entre los más probables para alcanzar el triunfo, en la cúpula de las decisiones quizás su caso solo fue marginal. La razón es que en los tiempos del autoritarismo presidencial y del monolitismo partidista el único voto que contaba era el del presidente y, ahora se sabe, que Miguel de la Madrid se inclinaba por Fernando Gutiérrez Barrios, a quien el poderoso Secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, apuntalaba con destreza. Y don Fernando gobernó Veracruz.

Apenas alcanza el espacio para esbozar lo mucho que se podría decir sobre el Senado en México, baste lo escrito para comprender algunas de las mil razones por las que Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla, Flavino Ríos, Eduardo Andrade, Carvallo, Ricardo Aldana, Nicolás Callejas, Miguel Ángel Yunes Linares, Alejandro Vázquez Cuevas, Julen Rementería, Armando Méndez, Miguel Moreno Brizuela etc., desean convertirse en senadores.

Julio 2011