¿QUO VADIZ PRI?
Alfredo Bielma Villanueva



Para aquellos a quienes les escuece el alma cuando se afirma sobre la necesidad de transformar a las instituciones, pues aducen que no hay que tocarlas, habrá que recordarles que la evolución de la sociedad obliga al permanente cambio de sus estructuras. Nada que sea producto del hombre es inmutable; nada que nazca del avance de la sociedad es permanente; todo cambia, nada es para siempre; “nadie se baña en un río dos veces” decía Heráclito en el amanecer de la filosofía griega.

Hay quienes confunden la legalidad con la perfección y el inmovilismo social, privilegiando todo lo que es “legal” aún en contra de la necesidad del cambio. Así, si es legal, no importa que se convierta en valladar para el progreso, “no hay que desobedecer a las leyes”, dicen. Es la interpretación formal de la historia, por no decir que la más simple, elemental y retardataria; pero las condiciones sociales finalmente se imponen y obligan al cambio o a la adecuación de las instituciones y de las leyes que las crean; las propias leyes son instituciones.


La Iglesia, por ejemplo, es una institución milenaria (la primera trasnacional, dicen) que se ha visto en la necesidad de acomodarse a los tiempos y circunstancias de su devenir. Para no abundar demasiado, cualquiera que vaya a misa, podrá dar constancia de la forma en cómo en los últimos cuarenta años el rito ha sufrido radicales cambios, entre ellos la misa en español, en vez del ininteligible latín para las masas. Atrás quedó la prohibición de no entrar al templo con pantalón, minifalda o sin velo. Atrás también la prohibición al vulgo de leer la Biblia, práctica exclusiva para los clérigos, etc. En estos cambios, la iglesia sólo obedeció al mandato de las circunstancias, no hacerlo era atentar contra su propia existencia. Forzar la realidad cuesta, como lo es para el Vaticano mantener los anacrónicos impedimentos que impone el celibato de sus sacerdotes y de no ordenar a sacerdotisas, por ejemplo; a lo que en cualquier momento tendrá que franquear, o atenerse a mayores descalabros provocados por las acusaciones de pederastia que con mayor frecuencia se van conociendo.


De la misma manera, han cambiado las condiciones sociopolíticas en el planeta y, por supuesto, en nuestro país. ¿Quién se acuerda del “dedazo” como forma de definir candidaturas a cargos de elección? ¿Se ha olvidado que el gobierno organizaba las elecciones y se autocalificaba? Después de aquél “es usted un farsante… ¡asesino!”, que en 1928 en la Cámara de diputados le soltara Aureliano Manríquez a Calles, hasta la interpelación de Porfirio Muñoz Ledo a De la Madrid pasaron muchos años, por lo que causó extrañeza aquel arrojo personal; aunque ahora ya no sorprendió que los diputados de una fracción parlamentaria impidieran al presidente leer su informe.¿Qué diputado sería capaz, 10 años antes del suceso, de ponerse orejas gigantes para burlarse de un presidente electo, como lo hizo Fox en 1988 respecto de Salinas de Gortari? Muy joven será quien no recuerde que desaparecer los poderes de un Estado de la federación, durante el autoritarismo, era un procedimiento que, sino de rutina, bastaba con la voluntad presidencial para “enfermar” a la víctima propiciatoria. ¿Quién en la actualidad podrá dar por seguro vencedor al PRI en alguna justa electoral, como era costumbre en el pasado?

Así se transforma la sociedad, modificando leyes y creando otras instituciones de acuerdo a la realidad. Cuando en el panorama político nacional se escuchan voces que alertan de la caducidad de muchas de nuestras instituciones porque su tiempo ya transcurrió y su obsolescencia está dañando al cuerpo social, es porque la reacción ciudadana así lo está demandando. Allí está la exigencia de la Reforma del Estado, uno de los temas que seguramente figuran como prioritarios en la agenda del próximo presidente de la república. La quisieron emprender De la Madrid, que no supo cómo; Salinas y Zedillo lograron un buen avance. Fox llegó a la presidencia gracias a aquellos antecedentes, montado en la vorágine de inconformidad nacida en 1988 que propició, entre otras, la reforma al artículo 82 constitucional que lo habilitó como candidato, pero ya en el poder, afectado por su ignorancia sobre el tema, no acertó a interpretar con hechos lo que significaba “el cambio” que utilizó como slogan y se perdió una preciada oportunidad.


Las transformaciones en las estructuras económicas invariablemente traen cambios sociales y políticos. De la época del sistema autoritario que prevaleció en México, cuando el auge del desarrollo estabilizador conforme a los lineamientos de la Alianza para el Progreso, a la etapa del Tratado de Libre Comercio en la era de la globalización económica, es impensable la supervivencia de las mismas instituciones. De los tiempos del país con partido de gobierno, hegemónico y protagonista principal en la actividad política nacional, nadie pondría en tela de duda que el Partido Revolucionario Institucional fue factor determinante del cambio, impulsor y dique, del avance democrático. En tiempos de la globalización económica, el pluralismo estabiliza las condiciones para la convivencia política y el desarrollo económico, por lo que se requieren instituciones que otorguen confianza y transparencia a los procesos electorales.


Es pues, claro que, al cambiar las condiciones, cambian las circunstancias de cada cual de los actores. Veamos, por ejemplo al de mayor historia política, al más convulsionado de la actualidad y el que padece, hoy por hoy, la incertidumbre más patética sobre su futuro: el Partido Revolucionario Institucional. El espacio no nos permite un análisis de fondo pero si podemos con un ejemplo exponer la calamitosa situación de este Partido en el país y en Veracruz; limitémonos a Jalapa: Ante la evidente carencia de opciones que le permitan participar con relativa competitividad en el próximo proceso electoral municipal, se ha acrecentado el rumor en el sentido de que el PRI, echará mano de la actual diputa federal, Elizabeth Morales, recientemente elegida, para competir por la alcaldía jalapeña. El razonamiento que fundamenta la hipótesis deriva del hecho de que ganó con holgura su elección; es un joven valor de este partido, no cabe duda pero ¿a pesar de lo magro que está en cuanto a cartas por jugar decidirá el PRI lanzarla y ella aceptará participar? Por otro lado, ¿la ciudadanía jalapeña, versátil en su conducta electoral, respaldará a Elizabeth tal cual hizo en la anterior elección? Sería volver a lo dicho, lo que ayer fue hoy no es; y nos trae al ejemplo del torero que ayer tuvo una buena tarde y hoy lo cogió el toro.


Este panorama nada halagüeño lo enfrenta el Partido Revolucionario Institucional en casi todo el Estado de Veracruz, las culpas son del tiempo. Si las universidades son el reflejo de lo que ocurre en la sociedad, la opinión de los jóvenes que en ellas estudian es un interesante termómetro cuando se les ausculta acerca de los Partidos Políticos. Las nuevas generaciones nacieron en las épocas de crisis económica, entre devaluaciones, inflaciones y deflaciones, atribuidas al deficiente manejo gubernamental, y como quienes conformaban el gobierno eran del PRI, este Partido terminó por cargar todas las culpas de aquellos entuertos. Esta, entre otras, es la razón por la que infinidad de jóvenes militan o simpatizan con otros partidos y es difícil, con sus excepciones, encontrarlos en el otrora invencible PRI.


Las elecciones en el Estado de Veracruz se realizarán después de que el Consejo Político Nacional haya elegido a su nueva dirigencia que, mucho se teme, se conformará con los rostros de siempre, aunque más viejos; salvo que tenga la capacidad de regenerarse a sacudidas y nuevas gentes orienten y estabilicen sus derroteros. En Veracruz se ha dado oportunidad a jóvenes con vocación política para asumir puestos de mandos partidistas quienes, si bien requieren de la asesoría que la experiencia y los años otorgan, el exceso por concentrar las decisiones los despersonaliza y minimiza, al grado de restarles autoridad y confianza entre los militantes y ante la opinión pública, lo que les resta capacidad de convocatoria. De esta manera, a la innegable designación autoritaria de los cuadros dirigentes, se carga a su aparente noviciado la idea de que quien decide no está allí; luego entonces, si no es ese el lugar en donde reside la capacidad de negociación ¿para qué gastar tiempo acudiendo a una dirigencia que sólo transmite instrucciones? Parece que talento hay, deseos de demostrarlo también, la medida la darán los resultados.


alfredobielma@hotmail.com


Octubre 24-07

SAN RAFAEL GUIZAR Y ENRIQUE
C. RÉBSAMEN

Alfredo Bielma Villanueva


Parafraseando a Carlos Marx diríamos que la ignorancia es el opio de los pueblos; y en México no podría ser de otra manera cuando sólo destinamos el 0.4% del PIB a investigación y el desarrollo, mientras que Suecia destina el 4.3% de su PIB a la investigación; no tan lejos, Estados Unidos dispone del 3% de su PIB que en nada es comparable al nuestro, la diferencia, obviamente, es estratosférica.


Mientras legiones de padres mexicanos, con capacidad de pago, buscan la manera de que sus hijos estudien en Universidades privadas de México o de otra parte del planeta, olvidamos que nuestra insigne Universidad Nacional se encuentra entre las primeras 70 del orbe, muy arriba de algunas de Europa que el subdesarrollo mexicano prestigia como las idóneas para sus hijos.


En este orden de ideas, como la investigación sociológica arroja resultados que pueden ser calificados de científicos, debemos creerles cuando concluyen que en México la clase gobernante mantiene un escaso nivel académico; no por cierto por carecer de grados escolares (las universidades patitos han subsanado ese renglón), sino por la cancelada oportunidad de no utilizar el razonamiento como mecanismo previo a la acción. No está por demás recordar que, sin la premisa del razonamiento, no habrá plan ni programa que pueda implementarse con éxito; las políticas públicas primero se diseñan antes de poner en movimiento al gobierno para su aplicación.


Pero si no se razonan los actos de gobierno, que por su naturaleza afectan al conglomerado social en el que se aplican, necesariamente habrá reacciones en contrario. Quien suscribe estas líneas cree en la santidad de Rafael Guizar Valencia, no por cierto porque el Papa y la Iglesia así lo hayan convenido, sino porque el ser natural de quien fuera obispo de esta Diócesis lo llevó a acreditar con hechos que es posible trasmitir, por el crisol llameante de una alma grande, el mensaje y el sentimiento sublime de la santidad a quienes requieren y están ávidos de consuelo y esperanzas. Tiene ahora Rafael Guizar Valencia, un lugar en los altares físicos de las iglesias y el reconocimiento oficial de esta para que la feligresía ortodoxa lo venere; aunque aún sin el rito oficial ya era reverenciado como un auténtico santo por su capacidad para interceder en los casos difíciles.


Pero parece que la divisa de “dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, después de veinte siglos no ha sido comprendida en su real significado; esto viene al caso porque el ayuntamiento jalapeño ha acordado asignarle el nombre de Rafael Guizar a la calle que por muchos años, hasta ahora, ha llevado el de Rébsamen.
Cualquier egresado normalista, y aún quienes estudian para mentores, podrán citar con conocimiento de causa los méritos de Enrique Conrado Rébsamen y su aportación a la educación normalista en nuestro país. Es, Don Enrique, supongo yo, un paradigma para los maestros veracruzanos y del país porque tiene méritos suficientes para figurar en el panteón civil mexicano, y ciertamente también en el jalapeño.


Pero los ediles de la capital del Estado se dejaron llevar por la inercia sentimental del momento, y sin más reflexión (si la hubo nos gustaría conocerla y están en obligación de darla a conocer) toman el acuerdo para cambiar el nombre de una calle que lleva el sello de un distinguido civil, benefactor de la comunidad veracruzana, como si no hubiera otras calles sin significado alguno para la cultura o la adoración religiosa a la cual colocarle el nombre del flamante santo mexicano. Si la intención fue motivada porque por aquel rumbo de la ciudad se ha erigido el templo dedicado al novel santo, la calle más idónea para destinarla a su memoria sería la denominada “Arco Sur” que empieza o termina, según se vea, en donde se construyó aquel santuario.


Esta es la reflexión de un ciudadano jalapeño, que no pretende rasgarse las vestiduras con la fe de millones de mexicanos, por el respeto que todo sentimiento religioso merece; pero lleva implícito un respetuoso reclamo ciudadano a las autoridades municipales para que reflexionen los actos que llevan a cabo, porque estos son de naturaleza pública y trascienden a la sociedad en general, afectando por igual, al laico y al religioso. No es solo por el evento que nos ocupa, pero preocupa el hecho de concluir que si de esta manera se toman las decisiones que involucran a toda la comunidad jalapeña, aliviados estamos. Con la misma ligereza algunos se preguntarán ¿en que afecta la medida? La respuesta la daría cualquier conocedor de la historia universal del hombre, o cualquier estudiante en las aulas universitarias que se encuentre abrevando en los anales patrios las amargas experiencias por las que este país ha tenido que transitar.

Octubre 16-06

alfredobielma@hotmail.com

EL CÓDIGO Y LA REFORMA
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Alfredo Bielma Villanueva



Después de los amargos momentos que pasaron quienes la hicieron posible; tras una interminable carrera de declaraciones, aclaraciones, fricciones personales, rumores insidiosos, etc. la reforma fue, al fin, aprobada por el Congreso del Estado. Un proceso que exhibió a diputados y fracciones partidistas erráticas, procurando cada parte imponer sus condiciones a las otras. En esta ocasión, como rara vez que se recuerde, se produjo la coalición entre el PAN y el PRD para sacar avante sus intereses políticos y electorales.


También, como no se había visto, se observó a la bancada priísta batirse en retirada estratégica, para no avalar una reforma que claramente lesionaba sus intereses en lo que corresponde al Instituto Electoral veracruzano, debido a la manifiesta partidización que ha infiltrado a este Instituto. Este es un hecho que ha pervertido su esencia, porque va exactamente en sentido contrario a la intención de ciudadanizarlo y le resta considerablemente la confiabilidad que debería tener.


Pero este proceso de reforma electoral ha servido para ventilar el hecho de que en política sin mediar consideraciones de carácter moral alguno, se mezclan las alianzas, las aberraciones, las animadversiones y las defecciones. Por ejemplo, cuando ya se creía que la reforma transcurriría por caminos de tersura, porque el operador por parte del gobierno Dionisio Pérez Jácome, con muy probada experiencia legislativa, había negociado con las partes la aprobación de esta Ley sin problema alguno, de pronto se encuentra con un frente sólido de diputados que conformaban, por su número, la mayoría requerida para la aprobación, sin necesitar para ello de la diputación priísta. Aquí empezó el embrollo, que ocasionó incluso las fricciones entre los operadores del gobierno.


Como el número requerido para la aprobación podía alterarse, entonces se diseñó la estrategia de mandar llamar del limbo en el que se encontraba al Diputado con licencia Francisco Herrera Jiménez, para reincorporarlo a su función. Lo que en otros tiempos sería un simple trámite apegado al reglamento interior del Congreso, ahora se topó con la decisión infranqueable de las diputaciones unidas del PRD y del PAN, y no pasó. Lo curioso fue que se intentaba incorporar a un diputado que inicialmente formó en las filas del PAN, para que ahora votara con la intención priísta Pero todavía más, el dirigente panista en Veracruz se tomó la libertad, democrática eso sí, de recordarle al gobernador que si no publicaba la reforma que iban a votar en coalición, la respuesta al veto se daría en la Comisión del presupuesto, en donde hacen mayoría.


La aberración se dio porque la diputada perredista, a cuya encomienda estaba la Comisión de revisar el Proyecto no se enteró, según ella, de los cambios que se le harían, y angularmente denunció como errónea la alianza, así fuera eventual, entre las diputaciones de la derecha y de la izquierda, geométricamente hablando. Lo que atrae la atención es la coincidencia entre el sentir de ella y del gobierno estatal respecto de la coalición; ¿cómo era posible, se dijo, que si a nivel nacional el PRD está en contra de Felipe Calderón, aquí en el Estado estas dos fuerzas hacen alianza? Allá, en el interior de las bancadas conocen la razón de los diversos enfoques y de las coincidencias que se antojan nada forzadas.


Finalmente sin ganadores ni perdedores la ciudadanía veracruzana tendrá mayores elementos de certidumbre, transparencia y confianza, que se pondrán a prueba en la elección del próximo año. El Congreso Local y los 212 ayuntamientos del Estado se renovarán con las nuevas bases que, se espera, desvirtúen cualquier intento de descalificación y apoyen a la organización de elecciones cuyos resultados, así sea con mínimas diferencias, estén exentos de toda sospecha.


Ha sido un buen paso hacia delante para auspiciar que haya elecciones que no contengan el virus de posteriores problemas electorales al día de los sufragios. Los habrá, se entiende, porque la política es pasión y todavía más si de elegir a las autoridades municipales se trata; pero sin duda habrá pocos elementos para llevar los asuntos a extremos que involucren movilizaciones sociales que, por onerosas e inconvenientes, no es deseable que se produzcan. Tal ha sido la intención de la reforma y en este sentido habrá que reconocerle al gobernador del Estado y a los Diputados todos, la preocupación, a parte de los insoslayables parcialismos, por darle a la ciudadanía un articulado lo más próximo posible a los márgenes de la democracia electoral que se desea.


Tampoco vamos a presumir de una reforma en toda su extensión, ha sido apenas un esbozo de lo que seguramente se hará a nivel nacional, la auténtica reforma del Estado que, concomitantemente, trascenderá a las partes de la federación. Por esto, Estados y Municipios deben involucrarse en esa gran transformación institucional, de reforma y generación de leyes que nos pongan al día, porque está claro que la realidad ha rebasado al marco legal. Se habla ya de la reelección de alcaldes o de la ampliación a cuatro años el término de su mandato; también de reelección de diputados, todo ello es materia para dilucidar en foros de consulta con la población y los especialistas. En la auscultación ciudadana seguramente surgirán figuras como la revocación del mandato a gobernadores y alcaldes, por ejemplo, y otros más de interés nacional que habrán de someterse al escrutinio público con la convicción de mejorar para México.
A propósito, el principio de no reelección fraguado junto con el de sufragio efectivo, se ha tomado como simple frase y slogan para consumo retórico, pero pocos se detienen a precisarlo en su real significado. Vale recordar lo que en 1932, Manuel Pérez Treviño en su carácter de Presidente del Partido Nacional Revolucionario decía al respecto: ¿“Por qué queremos evitar que en un hombre que guarde esas condicio­nes de la opinión pública, de respaldo de las mayorías, no pueda volver a ocupar, si ya la ocupó, una curul o un puesto de elección popular en el Gobierno? Es, a mi juicio, fundamental, que el prin­cipio esté por encima del derecho. La posibilidad de reelegirse es un derecho de ciudadano; la necesidad de renovarse es un prin­cipio de la Revolución. El derecho de los individuos, por debajo del derecho de las multitudes. Venimos, pues, a quemar un derecho en aras de un principio. Un derecho indiscutible, un derecho de ciudadanos. Por encima de los derechos de los ciudadanos, repito, están los principios, que son el derecho de las multitudes” La historia está plena de experiencias que debemos aprovechar ajustándolas al tiempo y las circunstancias del momento.
La otra parte de este fenómeno correrá a cargo de la ciudadanía, que debe participar activamente en el proceso como factor social que determine la eficacia de las leyes y las instituciones. Por supuesto que en el marco normativo que los habilita como mecanismos públicos de participación electoral, los Partidos son protagonistas de primer orden. Pero téngase en cuenta que la única forma de superar las imposiciones; el amiguismo y el compadrazgo, de evitar subterfugios con la ley; de impedir los tradicionales enjuagues en este tipo de procesos, es contar con una ciudadanía vigilante y participativa, al margen incluso de los Partidos, de otra manera las leyes electorales por sí mismas no tendrán ni la eficacia ni la fuerza suficientes para evitar que se originen los problemas.


10-X-06
alfredobielma@hotmail.com

LA MENTIRA, LA POLÍTICA Y EL PUEBLO
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Alfredo Bielma Villanueva


“La naturaleza de los pueblos es inconstante y es fácil persuadirlos de algo, pero es difícil mantenerlos convencidos…el favor popular se gana y se pierde por cualquier minucia”. (Maquiavelo).





Adolfo Hitler, en su libro “Mi Lucha”, interpreta la manipulación de la psicología de las masas cuando afirma que “una gran mentira es una mentira de tal magnitud y audacia que por fuerza ha de tener un efecto en la opinión pública, aún si la mayoría no la cree. Consiste en una mentira inicial de la cual se deriva todo un sistema de verdades que son meras extensiones de lo no verdad inicial, todas las cuales se repiten constantemente de diferentes maneras y por distintos canales, de modo que lleguen a formar en la masa un reflejo no pensado”. Es indiscutible que el dictador germano conocía la mentalidad infantil y primitiva de la opinión pública cuando esta se convierte en masa, siempre maleable a la arbitraria consideración de quienes conocen lo más recóndito de sus reacciones. Por esto, en las grandes concentraciones humanas, a las que previamente a su intervención acondicionaba con la música estridente de Wagner para arengarlas con proclamas nacionalistas, acompañadas con los gestos de cuerpo y cara, les arrancaba lágrimas y juramentos de lealtad y fidelidad a su señor.


Maquievelo, quien fue un sistemático observador de la condición humana y del desempeño de esta en la sociedad, afirmaba, y no sin razón, que "Los hombres son tan simples y están tan sometidos a sus necesidades inmediatas que a los embaucadores nunca les faltarán ingenuos". Esto es en lo que corresponde a la plasticidad de un conglomerado humano, del primero o del tercer humano que, en masa, está impedido para razonar las conveniencias de sus acciones y debe ser referido a la endeble capacidad del hombre para razonar, cuando se encuentra en la tesitura de ser solo un conjunto amorfo de individuos que por alguna razón se encuentran congregados. En la condición de masa, a esa congregación de individuos corresponderá esparcir el pensamiento, sin postura crítica alguna, que se le haya inoculado a través de diferentes medios e independientemente de la consideración acerca de lo correcto o incorrecto de ese pensamiento, al que considerará, sin duda alguna, como propio. Por este mecanismo es que se produce la coincidencia de los más, que inocultablemente rechazarán a quienes osen expresar un pensamiento diferente. Esta es una consecuencia de la labor de lo que Maquiavelo califica como embaucadores. Sometido a la ingente necesidad de conseguir el diario sustento el ser social se encuentra así a expensas de unos cuantos.


Un líder de la comunidad británica de naciones, el legendario Wiston Churchill, fue convertido en paradigma de todo un pueblo cuando los angustiosos días de la segunda guerra mundial. Con su probado conocimiento de lo que el hombre colectivo es capaz, o incapaz de absorber, expresaba: "En tiempo de guerra, la verdad es tan preciosa que siempre debe ser custodiada por un guardaespaldas de mentiras".


George Bush, el nada inteligente presidente de los EE.UU. de Norteamérica, utilizó la gran farsa de las armas de destrucción masiva, que según él tenía Hussein en IRAK, para esgrimirlo como el argumento más convincente que le proporcionara el pretexto idóneo e intervenir en aquella nación del cercano oriente para derrocar a Sadam Hussein. Esa gran mentira le permitió engatusar a todo un pueblo y a los gobiernos afines de Europa para conseguir el respaldo internacional que convalidara la invasión. A partir de esa farsa Bush ha implementado la más grande falacia de los inicios del siglo XXI al instalar en todo el planeta el régimen de terror que le ha servido para sostener su política fascista que, incluso, ha afectado severamente la ilusión de los emigrantes mexicanos al solicitar, y obtener del Congreso, el apoyo financiero para construir el gran muro de la ignominia a lo largo de nuestra frontera.


Por supuesto que la intención ulterior ha sido apropiarse del petróleo del medio oriente, que en los tiempos que corren se ha convertido en el motivo más codiciable para el supuesto progreso de la humanidad y su carácter de no renovable lo convierte en una riqueza aún más preciada. Y eso bien vale una guerra de mentiras, aunque con miles de muertos de verdad.


He aquí sólo algunas estimaciones sobre la mentira utilizada como argumento subrepticio para engañar a los pueblos. La plasticidad de la mente humana, la casi nula capacidad de razonamiento de la masa, se traducen en una esponja propiciatoria para que el fenómeno de la mentira política se reproduzca con facilidad y, además, obtenga éxito.


En México es poco alentador lo que se pudiera relatar respecto de lo que el presidente Vicente Fox hizo en sus otrora esperanzadores años de gobierno, pues las alentadoras arengas que se le escucharon durante su campaña se redujeron a despiadadas mentiras; convirtiéndose en la más decepcionante de las realidades. A una mente analítica parecerá difícil observar cómo son aceptadas las continuas afirmaciones de Fox acerca de que deja un país en calma y con menos pobreza. Particularmente porque son aseveraciones sin sustancia ya que no están apoyadas en el argumento de los hechos, toda vez que en el entorno nacional será bastante difícil encontrar vivas referencias de su dicho.


En Veracruz, según lo que se ha venido observando en los últimos años, la situación no está para el optimismo. Las recientes manifestaciones de inconformidad en diferentes puntos del Estado así lo demuestran y ha sido reconocido por el propio gobernador como una expresión del no cumplimiento de las promesas. Son cada vez más frecuentes acciones como las de los habitantes de Pajapan, quienes bloquearon la carretera del Istmo y las de la población de Tatahuicapan que impidieron por dos días que fluyera el agua entubada hacia Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque, o el bloqueo de la autopista Acayucan-Minatitlan, por habitantes de Oluta, o el virtual secuestro de dos funcionarias del gobierno estatal, en Córdoba. El origen de estos hechos son los ofrecimientos acumulados de años atrás y los actuales, cuya satisfacción resulta complicada porque se requiere de mucho dinero, y eso es lo que más escasea.
Está por demás asegurar que la mentira para perdurar requiere de condiciones especiales, entre ellas la de ocasionarse en un espacio y tiempo en el que la pobreza apabulla a las mayorías, que son proclives a ser presa fácil del engaño; agregase una buena dosis de ignorancia y escasa participación ciudadana. Con este cóctel se obtiene una ciudadanía pasiva y atenida a lo que desde el poder se le proporcione y, en estas condiciones se mantienen en espera hasta que, cansada de las promesas que aseguran mejoras que nunca llegan, después de consumir paliativos, como las despensas por ejemplo, exigirán que se plasme en hechos lo incumplido acumulado. Se les aquietará eventualmente con promesas de obras, pero parecería que el tiempo se ha echado encima pues las necesidades y los requerimientos se han juntado y ahora las protestas se multiplican y cada vez se radicalizan en mayor medida. Esto no es buena señal y no es deseable que se produzca; pero el movimiento de las sociedades no está al arbitrio de los deseos personales y cuando por todos lados se ha despertado el anhelo del ansiado bienestar, que a gran parte de la población mexicana no ha llegado, ya estamos preparando la organización de los festejos del centenario de la Revolución de 1910; y esta es ¿Otra gran mentira?


7-X-06

alfredobielma@hotmail.com

MATAMORFOSIS POLÍTICA

Alfredo Bielma Villanueva





Pues si, ¿Quién podría negarlo ante la evidencia? hemos cambiado en la forma de hacer política en el Estado de Veracruz. Si el cambio ha sido para mejorar poco vivirá quien no lo alcance a comprobar, pues día tras día somos testigos de lo que ocurre en el ámbito político, particularmente respecto de las relaciones entre los Poderes que integran el gobierno veracruzano.


Aunque son signos de los tiempos, para quienes rebasamos con creces la media centuria de años y hemos sido testigos de la tácita supeditación al Ejecutivo de los poderes Legislativo y el Judicial, no deja de llamar la atención la metamorfosis política en nuestro Estado, de ninguna manera privativa de Veracruz, pero es la que observamos y afecta nuestro entorno social y político de manera directa.


En esta mutación intervienen varios factores sociales, entre ellos la globalización cultural y la económica; la intervención y participación de los medios de comunicación con toda su indiscutible influencia; la toma de conciencia de los servidores públicos (Alcaldes y Diputados), cuyo origen es la elección popular, de que ya no son el producto de un solo voto sino del esfuerzo en campaña; de la actual dinámica política que hace de los partidos que antes fueron sólo de oposición, convertidos ahora en auténticos factores de poder y, por supuesto, el patético tránsito del otrora hegemónico Partido Revolucionario Institucional hacia la oposición, obligado, quien lo imaginara, a buscar las coaliciones para mantenerse en el juego del poder.


El cambio lo constatamos, por ejemplo, en la advertencia que le hace al gobernador el dirigente estatal del PAN en Veracruz, acerca de que si veta las reformas al Código electoral aprobadas por mayoría en el Congreso local ellos, junto con otros partidos que forman mayoría en la Comisión de Presupuesto, podrían aprobar un presupuesto estatal diferente al enviado por el Ejecutivo Estatal.


Lo observamos, cuando el gobernador exhorta a los otros Poderes estatales a reducir el sueldo de sus integrantes y estos hacen caso omiso a la convocatoria.

En los medios, el cambio se adivina, por ejemplo, en un reportaje de Federico Lagunes Peña, publicado en el periódico Imagen el 27 del mes pasado, relatando las peripecias vividas por los alcaldes de Coatzacoalcos, Minatitlan y Cosoleacaque cuando negociaban en Tatahuicapan con el alcalde de este lugar para que dejaran libre el paso del agua hacia aquellas ciudades. Explica el reportaje, entre otras cosas, que quienes llevaron las negociaciones fueron los alcaldes, y no como se publicó en ciertos diarios de que el convenio que se suscribió había sido gracias a la determinante intervención del gobernador. Puntualiza el reportero que, después de horas de negociaciones, ya casi para terminar el arreglo, llegó el Secretario de Gobierno y fue este quien acordó mas que generosamente que el 50% de las “ganancias” del sistema de aguas de Coatzacoalcos y Minatitlan se entregara a Tatahuicapan. Al leer el reportaje se deduce el porqué el alcalde de Coatzacoalcos expresó, dos días después de aquel arreglo, que aún persistía el riesgo de que volvieran a cerrar las válvulas del agua. Y cómo no, si seguramente el 50% de “las utilidades” jamás llegarán a Tatahuicapan, pues estas simplemente no existen. Todavía más, en el mismo diario, al día siguiente del reportaje en comento, en su columna, “Maquiavelo” sugiere que el peligro de una agresión en contra de los alcaldes en aquella población serrana estuvo siempre latente y que fue presumiblemente orquestada desde Jalapa. Textualmente: “Todas las versiones confluyen a un sólo punto. El grave problema que confrontaron las autoridades de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque, en donde estuvieron a punto de perder la vida de manera violenta, por el grave conflicto de la presa del Yuribia, fue fabricado desde el palacio de Gobierno”. Qué diferencia de actitud respecto del tiempo en el que la prensa estaba uncida al Poder.


Qué decir del asunto aquel de SAS de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, en el que, habiendo declarado el gobernador la posibilidad de que la administración de ese organismo pasara a cargo del gobierno del Estado, se desató una guerra de declaraciones entre las partes que concluyó con el acuerdo de que la administración seguirá como está, a cargo de los municipios.


Y ahora, con la pretendida reforma electoral, aconteció lo que por muchos años era inimaginable esperar: que diputados priístas fueran superados en una votación cameral respecto de una iniciativa del gobernador. Todavía más, el diputado con licencia, Francisco Herrera, seguirá “en sueños”, luego del frustrado intento de reincorporarlo a su curul en una estrategia que no fructificó, contrario a como antaño sucedía.
Lo que todavía no ha cambiado son ciertas actitudes de la militancia (no toda) del Partido Revolucionario Institucional, a juzgar por la fotografía aparecida en la primera plana del Diario “Política” de este lunes 2 de octubre. En la imagen, se ve al Presidente del PRI estatal en el presidium, acompañando al Gobernador, sostener y mostrar a la concurrencia una antigua fotografía de Fidel Herrera Beltrán, cuando joven. Salvo prueba en contrario, Ricardo Landa Cano es un hombre serio y responsable, al que le ha tocado bailar en tiempos de zapateado, pero debiera medir las consecuencias de sus actitudes, ya que está al frente de un Partido históricamente importante. Sobre todo, ahora que constituimos una sociedad más participativa, enterada y crítica y que con creces hemos superado todo culto a la personalidad, por anacrónico y por el significado negativo y retrógrado que este tiene en la historia universal del hombre. La juventud de México y de Veracruz, con inquietudes de carácter político, debe orientar sus pasos siguiendo los paradigmas de los cuales está colmada nuestra historia patria. No es para nada un pretexto para restarle méritos al gobernador Herrera Beltrán, porque indiscutiblemente los tiene bien ganados en su larga trayectoria política. Pero lo adecuado sería aguardar a que la dorada, aunque transitoria, aureola con la que el poder reviste a quien lo ostenta, transcurra al termino de su mandato para, entonces sí, lejos de sospechosas zalamerías, si persiste la alta estima y hay motivos para hacerlo, convertirlo en icono de las nuevas generaciones.


Largo sería referir los signos que muestran el cambio que ha experimentado la conducta política en nuestra sociedad, pero los aquí comentados sustancian la realidad actual y ya habrá oportunidad de analizar en la perspectiva del tiempo, los que sin duda se agregarán.


3 de octubre 2007

alfredobielma@hotmail.com

PARTIDOCRACIA
VS.
CIUDADANÍA

Alfredo Bielma Villanueva



De manera imperceptible, sin que nos hayamos dado cuenta ya no hablamos de democracia; no al menos con la asiduidad con la que hace apenas algunos años lo hacíamos, sobre todo en referencia al sistema político mexicano. Tal parece que con la pérdida de la presidencia de la república hace seis años, ante el impetuoso Fox, el discurso oficial cambió; basta para comprobarlo revisar la prensa cotidiana del país y leer las colaboraciones de opinión política en las columnas especializadas. Están, claro, las efusivas alusiones de Fox para hacernos creer que el inventó la democracia, pero esas son pecatas minutas comparadas con las barbaridades que acostumbra decir.


El vertiginoso ritmo de los acontecimientos sociopolíticos ha venido transformando con inadvertida frecuencia la acción de nuestras instituciones, sobre todo las de aquellas que hace una década fueron creadas para darle confianza a la ciudadanía de que en las elecciones se respetaría su voluntad transmitida a través del sufragio, y de que el ominoso fraude estaba por desaparecer. La fortuna que ha tenido México de cambiar su entorno político sin necesidad, hasta ahora, de explosiones violentas, es ocasión que a pocos países se les presenta; esto se ha debido al oportuno ajuste de su legislación y a la adecuación de sus instituciones a las condiciones sociales, políticas y económicas del país.


Sin embargo, no siempre se cambia para bien, al menos eso es lo que podemos observar con lo que sucede en el Estado de Veracruz respecto de algunas instituciones. Se pueden citar a vuela pluma a dos muy conocidas: el Orfis y el Instituto Electoral Veracruzano, ambas con funciones muy importantes pero que han sido lamentablemente partidizadas y con ello parcializadas y despojadas de la intención que les dio vida y les ha arruinado su razón de ser. El Orfis tiene como misión “Generar, establecer y fortalecer una Cultura de Fiscalización que garantice lamás alta rentabilidad social de los recursos públicos y consolide la confianza de la sociedad en las instituciones del Estado” para su creación se invirtió mucho recurso público y su existencia representa un importante renglón de egresos en el presupuesto estatal, lo que estaría justificado si en verdad sirviera para evitar el desvío de los dineros públicos para beneficio de unos cuantos; no ha sido así ni en el reciente pasado ni en la actualidad. Sobradamente se presume que, quienes han desviado recursos en su desempeño como servidores públicos para su evidente beneficio personal, o son extremadamente hábiles para cometer sus fechorías, o los encargados de revisar las cuentas pecan de incompetencia o, peor, se convierten en cómplices de aquellos para arreglar los entuertos tras la previa repartición del botín. Cabe, sin embargo, conceder el beneficio de la duda a los nuevos integrantes de este órgano de fiscalización, de los que se espera puedan superar el ánimo partidista que allí los colocó y apliquen rigurosamente, apegados a la normatividad, los correctivos que sean necesarios, independientemente del signo político al que obedezcan aquellos que incurran en ilícitos.


Para nadie es un secreto la forma en cómo se integra actualmente la plantilla de mandos medios del Orfis. Allí conviven, gracias a las “habilidosas negociaciones políticas”, gentes que el PRI y el PAN acordaron ubicar para proteger y fomentar (¿enriquecer también?) sus posiciones políticas; a ver qué ingenuo piensa que para evitar los latrocinios de diversos servidores públicos a quienes tienen la obligación de vigilar y revisar sus cuentas. (Una prueba “científica” que corroborara a qué partido pertenecen y cual tiene más prosélitos allí sería la que en el día de una elección se instalara precisamente en ese lugar una urna).


Por otro lado, el Instituto Electoral Veracruzano, creado para dar certeza de objetividad y pulcritud a los procesos electorales en el Estado, en su estructura organizacional cuenta con el Consejo General, integrado por cinco Consejeros designados por el Congreso del Estado, los que debieran ser representantes de la ciudadanía pero, por la perversión derivada de las negociaciones son representantes de los Partidos: dos del PAN, dos del PRI y uno del PRD. Si viviéramos en un régimen de auténtica representatividad concederíamos que hay pluralidad al interior del IEV pero, ¿honestamente, confiamos en que los representantes partidistas expresan los intereses generales? Si consideramos el hecho de que los partidos políticos han perdido capacidad de convocatoria ante una ciudadanía incrédula, esta circunstancia les resta confiabilidad y sería perogrullada decir que un representante de partido, cualquiera que este sea, posee por ese sólo hecho una representatividad auténtica, que no sea la que formalmente se le concede por virtud de nuestro marco legal.


No que se juzgue la calidad moral del Consejero, esa está al margen del escrutinio público y respetarse debe, pero en lo que corresponde a su actuación política, entreverada con los intereses personales, partidistas y de grupo no hay duda que estos los anteponen al interés general. A tal grado de pragmatismo se ha llegado que se da prioridad al partido por encima de otras consideraciones; vale para confirmarlo lo que expresara la suplente del diputado con licencia, Francisco Herrera Jiménez, al enterarse de la pretensión de este de regresar a su curul: “no tiene vergüenza,-dijo- yo he representado dignamente al partido, eso debe estar por encima de lo demás”. Si no se tratara de una legisladora, volvemos a lo formal, que representa al pueblo ¿qué importancia tendría su dicho? Pero eso nos muestra, dicho con todo respeto, la medida de su tamaño y, por supuesto, de la ignorancia respecto del cargo que ostenta.


Frente a estas circunstancias ¿Quién representa los intereses de la sociedad? ¿En qué lugar queda la ciudadanía, a la que tanto se abruma con ofrecimientos y promesas de mejoras en tiempos de campaña? No hay que profundizar mucho para encontrar la respuesta en el cesto de la basura que es el destino final de aquellas. En los tiempos de la hegemonía priísta no había razón para disimular aunque, sin adversario al frente, los cargos de elección popular se alcanzaban previa consulta ciudadana, como un requisito para legalizar al cargo. Ahora, frente a una población más politizada, mejor enterada y más participativa, en apariencia no es mucho lo que se ha avanzado, pero hay evidentes signos de que se vota diferenciadamente e, incluso, con venturosa frecuenta independientemente de partido político alguno. Esto es alentador, porque traerá como consecuencia la supremacía de los ciudadanos sobre los partidos, que en la actualidad se muestran limitados por la camisa de fuerza de sus intereses y por la agonía existencial en la que algunos transitan.


En la medida en que la participación ciudadana en materia política se incremente, se irán corrigiendo las actitudes de quienes operan el ámbito político que, como producto cultural del momento, son la expresión de las actuales circunstancias que se resumen en el subdesarrollo político que padecemos. Si el Orfis y el IEV se han convertido en recintos en donde parece reinar la consigna partidista, es porque quienes así lo han dispuesto no han encontrado óbice a su voluntad. Paradójicamente, porque así lo dispone el artículo 41 de la Constitución General, será a través de los Partidos Políticos en que se transforme la actual realidad; salvo que prospere el acuerdo a que ha llegado la Suprema Corte de Justicia de la Nación respecto de las candidaturas independientes, lo que vendría a ventilar el ambiente político nacional.


30 de septiembre-2006


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