IMPUNIDAD = INSEGURIDAD
Alfredo Bielma Villanueva
23/Septiembre/2006


Entre las principales causas de la patología social se encuentra la creciente inseguridad, que amenaza con romper determinantemente con los valores tradicionales de la sociedad mexicana. El pandillerismo, el alcoholismo, la drogadicción, la violencia intrafamiliar y la pérdida de valores, son las lacras sociales que, sin duda, afectan la armonía social.

La hasta ahora imparable ola de violencia que se acentúa particularmente en algunas de las entidades de nuestro país ha dado lugar al reconocimiento por parte de Felipe Calderón Hinojosa de que la delincuencia amenaza seriamente al Estado Mexicano. Afirmó Calderón que por el costo político algunos gobiernos no aplican ni la ley ni cumplen con sus responsabilidades a cabalidad pero, en su caso, “se va a desterrar el concepto de que por el costo político generalmente se evita cumplir la ley… necesitamos reconstruir la base de la convivencia que es la legalidad”.

Que bien que se pretenda corregir las tremendas omisiones que en el ramo de justicia y la seguridad se dan en nuestro país, que mejor que se corrijan las irresponsabilidades de quienes por su encargo tienen la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley. No es ocioso recordar que en nuestra entidad, Veracruz, la Seguridad y la procuración de justicia no constituyen el mejor ejemplo de eficiencia. Basta para confirmarlo una breve, brevísima y muy recortada relación de los casos de homicidio que están por resolverse; entre muchos otros: Aquél en el que el acusado es Basilio Picazo, ex alcalde de Coyutla; el aún no aclarado asesinato de Raúl Gib en Poza Rica; la ex síndica de Minatitlan que permanece fuera del alcance de la justicia; el multihomicidio en donde resultó muerto el ex alcalde de Tuxtepec, Oax y, el más reciente, el penoso caso en el que la viuda del ex regidor de las Choapas implora justicia porque presume que el Partido Acción Nacional defiende al indiciado alcalde de aquél municipio.

En un régimen de democracia más que imperfecta resulta muy complicado para la ciudadanía acercarse siquiera a los vericuetos del poder, por lo que nada extraña en consecuencia que allí se negocie con la justicia en términos de arreglos “políticos”. El fundamento para esta conclusión no es difícil de encontrar si se recuerda que, por ejemplo, cuando el Congreso devolvió a la Procuraduría de Justicia el expediente en el cual esta dependencia probaba la autoría intelectual del alcalde Choapense en el homicidio del regidor, el Procurador atribuyó la remisión del documento a causas de carácter político. Aseguró el Procurador que una vez revisado el documento seria inmediatamente entregado al Congreso, pues estaba debidamente fundado.

Después de un mes de aquellas declaraciones el documento no ha sido devuelto al Congreso y ahora el Procurador habla de una fiscalía especial para que se encargue de ese asunto. Sería lastimar al lector con más argumentos que trataran de explicar la creación de una fiscalía especial para encargarse de un asunto que en un sistema de justicia expedita, o justicia a secas, se resolvería sin más trámite que el de la responsabilidad y seriedad en el desempeño de una función pública.

El espíritu de la reforma a la ley para que el nombramiento del procurador de justicia se hiciera en dos tiempos, es decir, que la propuesta del gobernador la autorice el Congreso con mayoría calificada, conlleva la intención de proporcionarle solvencia a la procuración de justicia. En la lógica de la reforma, el gobernador ganaría un buen colaborador y los veracruzanos una confiable procuración de justicia.

Desafortunadamente la hipótesis del deber ser no se ha confirmado. Salvo pruebas en contrario y hechos que contradigan lo que es evidente, la negociación “política” parcializa la justicia y la demerita.

Que lamentable que así suceda; porque ese es precisamente el camino por el que se genera el desánimo y la desconfianza ciudadanas. Es un auténtico círculo vicioso que empieza en la impunidad y concluye en la inseguridad que en Veracruz, si bien no ha rebasado los límites de lo controlable, la percepción ciudadana empieza a ver las gotas que pueden derramar el vaso.

Sus comentarios serán bien recibidos en mi correo:alfredobielma@hotmail.com

ACUERDO POLÍTICO
NACIONAL
Por: Alfredo Bielma Villanueva



El Acuerdo Político Nacional, al que en 1995 llegaron los partidos políticos y el gobierno del presidente Ernesto Zedillo, es una muestra muy clara de la forma en cómo la realidad ha obligado a los gobiernos a actuar en consecuencia. Así se vio cuando López Portillo ejecutó su Reforma Política empujado por la enorme discordancia entre los sectores de la producción dejada por su antecesor respecto del gobierno y, desde luego, puesto en la necesidad de otorgar a las diferentes corrientes de oposición los canales institucionales para que, a través de ellos, expresaran sus planteamientos.

Lo vimos también con Miguel de la Madrid que se acogió al Pacto de Solidaridad Económica para resolver el estropicio económico-financiero que le heredó López Portillo después de la nacionalización de la Banca.

Lo observamos en algunos estados de la federación, Veracruz entre ellos, en los que una conflictiva realidad ha obligado a sus gobernadores a acudir al expediente de formalizar un Pacto o Convenio con las fuerzas opositoras para a través de él enmarcar sus diferencias y procurar los acuerdos para la gobernabilidad.

Con una presidencia en tela de juicio, Salinas de Gortari maniobró para concederle a los diferentes grupos de presión lo que con vehemencia habían peleado por décadas; la Iglesia y el gran capital tuvieron su parte correspondiente y los conservadores lograron un avance de consideración, que contribuyó con creces a la obtención de la presidencia de la república en el año 2000.

Ernesto Zedillo asumió la presidencia de la república tras de una fugaz campaña en donde el miedo fue el principal protagonista, pues había sido el candidato sustituto del Partido Revolucionario Institucional al que le habían asesinado a Luís Donaldo Colosio, su candidato original. La pugna por el poder que desató la muerte de Colosio y la aparición del movimiento Zapatista en Chiapas, aunada a la crisis económica derivada de “los errores de diciembre” tenían al régimen en ascuas, por lo que urgía una drástica toma de decisiones para atenuar el complicado panorama. Por esta razón, desde el inicio de su gobierno Zedillo planteó a las fuerzas políticas nacionales la necesidad de una reforma política que satisficiera las exigencias que la sociedad demandaba.

La reiterada insistencia del gobierno para que se aceptara su convocatoria a la reforma política se concretó cuando los partidos firmaron el Acuerdo Político Nacional, para avocarse a formular las reformas constitucionales, que hicieran posible la transformación a fondo de las instituciones electorales, hasta ese momento hechas ad hoc para favorecer al gobierno. Destacaba la idea de proporcionar criterios de equidad, objetividad y transparencia en los procesos electorales, dar término a la sobre representación en la Cámara de Diputados y fortalecer la pluralidad en el Senado, al que se le agregaron 32 miembros más electos por el principio de representación proporcional señalados en una lista nacional de los partidos.

En la primera experiencia electoral con la puesta en práctica de estas reformas, en 1997 se dieron cambios en el mapa político mexicano pues el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y en la elección para jefe de gobierno, que desde 1929 no se daba, es apabullado por el candidato del PRD Cuahutemoc Cárdenas. La Asamblea de Representantes, convertida ya en Asamblea Legislativa se integró por una mayoría de miembros pertenecientes al PRD.

En las elecciones del año 2000 la participación ciudadana fue de un poco más de 37 millones de votantes; es cuando el PRI pierde la presidencia de la república y la jefatura del gobierno el Distrito Federal. En correspondencia con la derrota en la elección para jefe de gobierno, el PRI también perdió la mayoría de las delegaciones de la Ciudad de México ante el PRD.

En la provincia mexicana proseguían los signos de la debacle priísta: en 1997 en los Estados de Campeche, Colima, Nuevo León, Querétaro, San Luís Potosí y Sonora se celebraron elecciones para gobernador, el PRI perdió Querétaro y Nuevo León. En 1998 se realizaron elecciones en 14 estados 10 para gobernador: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Oaxaca, Veracruz, Zacatecas, Tamaulipas, Sinaloa, Tlaxcala y Puebla; el PRI ganó en siete mientras el PAN ganó Aguascalientes y el PRD obtuvo Tlaxcala y Zacatecas.

En el ámbito municipal las cosas no iban mejor: en Morelos, Campeche, Colima, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, San Luís Potosí, Sonora, Tabasco y Jalisco de 298 alcaldías en juego, el PRI retuvo 176, el PAN 78 y el PRD 33; las 11 restantes fueron para otros partidos. Al siguiente año, 1998, en los estados de Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Oaxaca, Veracruz, Zacatecas, Tamaulipas, Sinaloa, Tlaxcala y Puebla se eligieron 998 ayuntamientos y los números, que alguna vez fueron absolutamente favorables para el PRI, denotaban una considerable declinación.

Los seis años transcurridos, durante los cuales el gobierno de Vicente Fox no fue capaz de avanzar ni política ni económicamente al país, convirtiendo la ambicionada transición en mediocre y dudosa alternancia, están haciendo crisis, que se ve agravada por la estrecha diferencia de votos entre dos de los aspirantes. Después de una elección en la que la ciudadanía mexicana ha expuesto el grado de madurez alcanzada, una de las partes se ha inconformado y se lanza a una aventura política cuyo desenlace aún no es posible dimensionar. Lo coetáneo del evento altera el observarlo con objetividad meridiana pues, así como el bosque impide ver al árbol, la intermitente sucesión de acontecimientos, en los que a querer o no estamos inmersos, no permite avizorar sin apasionamientos ni precisar las consecuencias.

Por consiguiente, no es difícil que haya quien califique la actitud de López Obrador como un acto de berrinche, de capricho, de desmesura, de intolerancia y hasta de demencia. Tal vez haya algo de cierto en eso, o tal vez no, según quien enfoque. Pero, guardadas todas las previsiones respecto de los hechos que la historia narra; considerando que a esta se le escribe con la tinta de los que triunfan, recuerdo que en algún capítulo del peregrinar juarista, la clase económicamente poderosa de México criticaba al Benemérito que recorría el país con casaca y sobrero, en frío o calor, subido a una vieja y polvosa carroza portando el discurso sobre la dignidad de la patria, de la legalidad y de la defensa de la República. A aquél incansable viajero por el solar de la patria se le tildó de “indígena alocado”, entre otras lindezas.

A contrapelo, quien quiera ver la realidad actual del país como un estricto asunto de leyes e instituciones inalterables e intocables, olvida que a estas la realidad las transforma y que su vigencia permanece hasta en tanto sean compatibles con las circunstancias y las condiciones socioeconómicas y culturales del momento. En el exordio hablamos de Pactos y de reformas electorales a las que se llegó forzadamente, pues no fueron concesiones graciosas del gobierno, a través de esos mecanismos se legisló y se crearon nuevas instituciones y procedimientos, a las que ahora la realidad ha superado manifiestamente.

Si se quiere conservar al país en paz urge la conciencia de un verdadero cambio; se requiere actuar al margen de maniqueísmos de derechas o de izquierdas, porque independientemente del crisol con el que se inicien las reformas, estas tendrán que ser auténticas de otro modo, con paliativos, correremos el severo riesgo de una indeseable convulsión social violenta que nadie desea y a nadie conviene.

2006-09-20

alfredobielma@hotmail.com





JOSÉ VALENCIA SÁNCHEZ
Por: Alfredo Bielma Villanueva


Aunque no es saludable para una economía en vías de desarrollo la distracción de su fuerza productiva, el esquema de nuestro subdesarrollo político nos obliga a permanecer atentos al nutrido calendario electoral que año tras año se desarrolla en nuestro país. La explicación más válida a la hiperactividad político electoral que se ha despertado en México proviene de la muy reciente transformación que ha experimentado el sistema político con el desvanecimiento del PRI como eje rector de los procesos electorales mexicanos. De la disciplina monolítica de partido único en el gobierno, en el cual quien deseaba participar debía esperar los tiempos del PRI, pues este era el conducto seguro para acceder cargos en los tres niveles de gobierno, pasamos a la participación pluripartidista en la que con frecuencia cuenta más la calidad de los candidatos que la convocatoria de los partidos encargados por la Constitución para estimular la participación ciudadana en los procesos electorales.
En el Estado de Veracruz, recién salimos de la estridencia de las campañas para presidente, diputados y senadores, y ya estamos por entrar al más interesante y apasionante de los procesos electorales, pues se trata de elegir a quienes se encargarán de administrar los destinos municipales de siete millones de veracruzanos. Adicionalmente, pero de no menor importancia, se elegirán a los nuevos diputados del Congreso local que, sino fuera por el especial efecto que le dará su conformación respecto de qué partido obtendrá la mayoría, no despertaría mayormente los ánimos ciudadanos. Escrito sea esto con todo respeto para uno de los poderes que integran el gobierno, pero lo que hasta ahora han demostrado los actuales diputados es solo un protagonismo trivial, que ningún bien ha reportado a los veracruzanos.
No es por cierto Veracruz el único Estado en esta circunstancia, Chiapas primero y después Tabasco han tenido que organizar sus respectivas elecciones posteriores a la federal. Si bien en la primera entidad al parecer ya superaron la posibilidad de un conflicto ulterior a la elección del nuevo gobernador, en Tabasco se centra ahora la atención porque también elegirán ejecutivo local. El cambio de correlación de fuerzas políticas es el signo de estos tiempos en los que el otrora Partido hegemónico, el Partido Revolucionario Institucional, se juega su permanencia en la arena política nacional, aunque ya no como el gran arbitro que por muchos años fue.
Para el día de la próxima elección aún no se cumplirán los primeros 3 años del gobierno de Fidel Herrera y este se enfrentará a la disyuntiva de una votación que le proporcionará la medida en que su administración ha impactado en la ciudadanía veracruzana; pues, se quiera o no, será un referéndum para el trabajo realizado en estos sus primeros años. No todo, sin embargo, gravitará sobre la actuación del gobernador, contará y mucho la habilidad y el tino para seleccionar a los candidatos, a modo de que la población perciba en ellos capacidad y vocación de servicio que los habilite como sus preferidos.
En los tiempos que corren, la identificación del candidato con una fuerza política no deseable podría afectar sus posibilidades de triunfo. En ocasiones, la identificación de un aspirante con una determinada autoridad puede atraer votos. Aún se recuerda que en el año 2000, la capital del Estado tuvo la oportunidad de elegir a sus autoridades municipales de entre una variada gama de opciones presentada por varios partidos. Reynaldo Escobar por el Partido de Convergencia, Dalos Ulises Ortiz por el Partido Revolucionario Institucional, Antonio Luna Sánchez por el Partido Acción Nacional y José Valencia Sánchez por el Partido de la Revolución Democrática. Como todos sabemos, el ganador fue Reynaldo Escobar Pérez, cobijado en la simpatía que Dante Delgado conservaba en esta capital y al amparo de su entonces padrino político Rafael Hernández Villalpando, alcalde jalapeño y, por supuesto, con una buena campaña electoral superó a sus contendientes.
Aquella fue una campaña intensa para ganarse al electorado, sobre todo por parte de Pepe Valencia y de Reynaldo Escobar. El bajo perfil del candidato del PRI y la apenas vista campaña del PAN se reflejaron en el resultado de la votación; ganó Reynaldo que, ya en la operación de gobierno, de alguna manera sumó a su causa a algunos de los ediles del ayuntamiento xalapeño, tal cual fue el caso de Ulises Ruiz y del Dr. Antonio Luna.
En aquel entonces, de inicio, el candidato a vencer fue el periodista José Valencia Sánchez, quien por su desempeño como Director del Diario de Xalapa es bastante conocido en esta capital. La actitud aguerrida y hasta ofensiva del alcalde jalapeño frente al gobierno estatal, que esperaba que con el relevo mejoraran las relaciones entre ambos niveles de gobierno, influyeron considerablemente en el resultado electoral, que no favoreció a Pepe Valencia quien, aunque estuvo a punto de triunfar, se quedó en la antesala.
Ahora va de nuevo. Como una gran parte de la población jalapeña actual, José Valencia Sánchez no es nativo de esta ciudad; arribó a Xalapa, como la mayoría de los padres xalapeños actuales, en busca de superación y, al igual que ese gran segmento de los habitantes de Xalapa, sus hijos integran la generación de nuevos jalapeños. Tiene a su favor la ventaja de no ser un hombre al que se le pudieran imputar acciones de corrupción. Nadie podrá echarle en cara enriquecimiento ilícito, porque no es rico; vive con la honorable y digna modestia de quien percibe emolumentos a cambio de su trabajo, muy calificado por cierto; su honradez no estará en tela de duda en una campaña en la que, suele suceder, y sucede con frecuencia, que se ventilen asuntos de carácter personal.
Habrá quienes se pregunten ¿porqué renuncia José Valencia al cómodo, seguro y prestigioso sillón de Director de los “Soles” de Córdoba y de Orizaba para venir en pos de la alcaldía jalapeña? ¿Por qué ahora, apenas a meses de haberse ganado el reconocimiento de Mario Vázquez Raña, Director de aquella cadena periodística, por haber construido en Córdoba el moderno edificio que alberga aquel periódico, corta el cordón umbilical para lanzar su precandidatura? José Valencia quiere y conoce a Xalapa, como la amamos los miles de veracruzanos que, sin ser oriundos de estos magníficos lares, hemos sembrado la nueva semilla en las templadas tierras de esta romántica y paradisíaca porción de Veracruz. Qué bien que participe, porque enriquece las opciones de elección y seguramente será una que la ciudadanía jalapeña sabrá apreciar.
Tiene Pepe, entre otras ventajas más, la de ser una opción ciudadana que, independientemente del partido que lo postule, le dará nivel a la contienda. Los 6 años durante los cuales aguardó las atemperadas ansias de volver a participar seguramente sirvieron para madurar los proyectos susceptibles de ser aplicados en beneficio de la capital veracruzana. Entre el buen periodista y el buen político hay más semejanzas que discordancias; la diferencia es el enfoque con el que se miran los asuntos, pero en el desempeño de sus ejercicios ambos trabajan en el mismo universo. La experiencia viaja y se nutre en las alas de la inteligencia y del sentido común, José Valencia lanza ahora su aspiración de servicio, la ciudadanía jalapeña tendrá la última palabra.
12-IX -06
alfredobielma@hotmail.com

LA COHABITACIÓN Y
LA REFORMA DEL ESTADO


Alfredo Bielma Villanueva


La etapa electoral ha sido consumada con la declaratoria del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal dando por válidas las elecciones del pasado mes de julio; esto convierte en presidente electo de México a Felipe Calderón Hinojosa. Se da fin a la parte que corresponde a la fase jurídica a la que seguirá la integración de un nuevo gobierno, el que sin duda enfrentará a una realidad plagada de dificultades, muchas de las cuales son producto o secuelas de la elección misma. Otras, son los compromisos no cumplidos de un gobierno que ya se va y que simplemente no pudo ni supo cómo cumplir con la responsabilidad que el pueblo le confió.


Las alegrías para unos y la inconformidad para otros tendrán que ser expresadas con mucho tiento, sin actitudes triunfalistas que exacerben aún más los ánimos, porque la situación nacional es delicada y cualquier chispa incendiará al país. Encontrará el nuevo gobierno a una ciudadanía que reclama políticas públicas que resuelvan con eficacia los grandes problemas nacionales que se han acumulado, de tal forma que Felipe Calderón se verá forzado a atender a las voces de descontento que en todo el país se escuchan, que deben ser atendidas con la implementación de programas sociales que satisfagan las necesidades de la población.


Un primer paso, que se dará por el camino en el que ya transitó Salinas de Gortari en los aciagos días del inicio de su acotado gobierno, estará seguramente orientado hacia la necesaria Reforma Electoral que desarraigue de la conciencia ciudadana la enorme desconfianza y la percepción de fraude provocada por el desaseo con el que actuaron los operadores de los órganos electorales. Aunque no siempre fue prioritario para los gobiernos “emanados de la revolución” la primera Reforma Electoral fue insertada en la Constitución de 1917 al establecer el sufragio efectivo y la no reelección. En adelante, con el surgimiento del Partido Nacional Revolucionario, pasando por el Partido de la Revolución Mexicana hasta el actual Partido Revolucionario Institucional, el Sistema Político Mexicano vertebró, a través de esas organizaciones partidistas, las reformas electorales que el crecimiento socio económico y la actualización política del país exigían.


Considerado como un Sistema Político con régimen de Partido Único, el nuestro fue estructurándose mediante paulatinas reformas que hicieron posible el arribo a los cargos de representación popular a las expresiones disidentes, si bien fueron tímidas pero exploraban hasta donde era posible conceder, bajo el lema, claro, de Democracia y Justicia Social que el PRI enarbolaba.


No fue el nuestro, sin embargo, un sistema de Partido Único, aunque sí monolítico y monopolizador del poder; desde 1939 surgió el Partido Acción Nacional como expresión del pensamiento conservador, originalmente inspirado en el concepto del “bien común”. Tradicionalmente opuesto a las políticas del gobierno y con particular énfasis contrario a la educación socialista e intentando por todo los medios desaparecer la instrucción laica y con abierta tendencia a favorecer la educación confesional. Siempre se manifestó en contra de la reforma agraria, al menos en la forma en cómo se implementó ese programa reivindicatorio de los campesinos sin tierra. Abanderando principios del más rudimentario de los liberalismos, inspirado en el individualismo egoísta y en el inmovilismo social. Tradicionalmente fue un declarado opositor de la redacción original de los artículos 3°, 27 y 130 constitucionales. No arrió banderas jamás, fue un digno adversario de los gobiernos priístas aunque en no pocas ocasiones adoptó actitudes colaboracionistas con el PRI, como cuando se aprobaron el iva y el fobaproa. Ahora ya instalado en el poder tendrá que afanarse al aplicar sus planteamientos pues enfrente hay una conciencia progresista muy arraigada en la cultura nacional.


Las enfermedades tradicionales de la izquierda mexicana, el dogmatismo y el sectarismo, impidieron que creciera como verdadera opción pues, fraccionada como ha estado, no supo aprovechar las condiciones sociales vigentes en el México de hoy. Fue con la escisión de la Corriente Democrática surgida al interior del PRI, encabezada por Muñoz Ledo y Cuahutemoc Cárdenas, cuando se convocó a la alianza de la atomizada izquierda, formalizando la creación de una organización ajustada a las condiciones sociopolíticas del país, que a punto estuvo de arrebatarle al PRI la presidencia de la república. No fue así, pero significó un avance considerable en la instalación de instituciones electorales que el gobierno de Salinas de Gortari, calificado de espurio por esa izquierda debido a su dudoso triunfo electoral, se vio obligado a instituir.


Así se creó el 11 de octubre de 1990 el Instituto Federal Electoral para organizar las elecciones, al ser reformada la Constitución General y se expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. La perfectibilidad de la reglamentación y la exigencia ciudadana obligaron a tres sucesivas reformas en 1993,1994 y 1996, y en este último año se ciudadanizó por completo aquel órgano electoral y se integró el Tribunal Federal Electoral al Poder Judicial, a instancias por cierto del Partido Acción Nacional. Si bien quedaron algunas lagunas por cubrir, el entramado legal funcionó hasta la elección de este año 2006, en la que queda de manifiesto que el marco normativo electoral ha sido rebasado por la realidad.


En la elección del año 2000 se observó que las preferencias ciudadanas estaban divididas, aunque no polarizadas. La inédita experiencia de cambio de Partido en el mando presidencial, aunado a la impericia del titular del ejecutivo para orientar el desarrollo económico y el político, dio al traste con la posibilidad de realizar una transición que modernizara política y económicamente al país. Al no saber aprovechar el momento que era propicio para una Reforma del Estado se perdió la oportunidad y, hete aquí que, seis años después, en una elección acentuadamente diferenciada, el sufragio se fraccionó en tres vertientes, tan parejas que el que alcanzó el mayor número de votos (21% del padrón), tuvo sin embargo mayor número de sufragios en contra. Por defectos de nuestra estructura electoral ya obsoleta, ahora nos debatimos en un México empantanado en un difícil conflicto. ¿Cómo explicar que de un padrón de 72 millones de votantes sólo voten 40 millones? Esto expresa que los partidos políticos no están convenciendo a la ciudadanía, por lo que incumplen con el espíritu del artículo 41 constitucional que los reconoce como conductos para institucionalizar la representación nacional.


Muchas interrogantes podrían formularse en torno a la actitud adoptada por Andrés Manuel López Obrador al exigir, primero, el voto por voto y después plantear acciones de resistencia civil para hacerse escuchar en un mundo de ciegos y sordos que anteponen el argumento leguleyo sin importar el cisma que pudieran ocasionar. Tal parece que desde fuera del país observan con mayor objetividad nuestra realidad; por ejemplo, el New York Times dice “en un país donde el fraude electoral es una rutina, el recuento era una posibilidad”. Sin embargo, a pesar de reconocer que existieron actitudes contrarias a la norma, y de que incluso el presidente de la república puso en riesgo la elección se siguió la ruta más complaciente, más “institucional”. ¿Qué faltó para decidir que si Fox puso en riesgo la elección esta se debía repetir? Criterio de jueces, cuyo dictamen, querámoslo o no, supone interpretar no la ley si no la voluntad de millones de votantes; y vale preguntar ¿a que parte de la población mexicana interpretó al emitir su dictamen? ¿Al 14% de la población nacional, que representa el número de votos a favor del PAN? También el Trife es una de las instituciones que han salido lesionadas en este proceso y que, por lo tanto, en el diluvio que viene deberán ser renovadas, transformadas o desaparecerlas.


Seguramente en la agenda del presidente electo se incluyen ya los puntos más álgidos de la agenda pública. La experiencia de la reciente elección descubre la urgente necesidad de la Reforma del Estado que incluye, obviamente, la electoral. Pero también un replanteamiento del modelo económico, pues está más que demostrado que el neoliberalismo no es la solución para combatir la pobreza en México. Tampoco puede quedarse en el simplista argumento de que en virtud de que el Tribunal Electoral ya resolvió, todo debe volver a la normalidad. Pero, ¿Como intentar recomendarle a quienes se sienten defraudados se atengan a lo que institucional y legalmente dictaminan órganos electorales que han perdido la confianza de buena parte de la ciudadanía? ¿Pueden sin más doblar las manos y retirarse sin librar batalla alguna en defensa de su convicción? Si el protagonista central de esta historia navegara sólo, sin la adhesión, colaboración y participación de sus correligionarios, indudablemente que su protesta se desvanecería sin más, pero a la vista se observa que representa el pensamiento de un segmento importante de la población del país, en el que las cosas no van de ninguna manera bien para la inmensa mayoría, ¿estará a punto para abandonar la lucha? Cohabitación gubernamental es la alternativa para resolver el entuerto.


2006-09-08
alfredobielma@hotmail.com

SINERGIAS
Alfredo Bielma Villanueva


No es que se quiera que suceda; no es deseable que ocurra; no es conveniente que pase y, sin embargo, como no es producto de deseos personales a modo, ocurre. Lo que está acaeciendo en algunas partes del territorio nacional no es para ignorarlo ni intentar ocultar lo que para la población es un muy obvio. Al margen del criterio más que ligero con el que los hombres del gobierno foxista observan el acaecer nacional, la problemática amenaza con convertirse en un auténtico huracán de cuyas lamentables consecuencias habremos de cuidarnos. Argumentar falazmente con expresiones pueriles que los dichos de López Obrador son delirios tropicales, sin poner cuidado en las probables consecuencias, es desconocer el sentido de los acontecimientos políticos y, por lo mismo, absoluta incompetencia en la comprensión e interpretación de los movimientos ciudadanos.

Con Oaxaca convertida en un polvorín por el inicial descuido en las negociaciones y el muy probable conflicto pos electoral de Chiapas es evidente que no se puede descuidar ningún brote de inconformidad o de protesta que pudiera convertirse en elemento de discordia social. Así se trate de Estados, como el de Veracruz, en el que en apariencia nada grave ocurre, o al menos nada fuera de lo normal, comparado con el contexto nacional. Sin embargo, no dejan de llamar la atención los brotes de inconformidad y de protesta surgidos en la última semana: bloqueos de carreteras en el sur, por campesinos de Pajapan, que reclaman la reparación de sus caminos; en el centro, bloqueo en la carretera a Paso del Macho y a las instalaciones de la Alcoholera de Zapopan quejándose de la contaminación que esta factoría provoca en los ríos de la región y en el norte protesta de maestros y ciudadanos de Chicontepec, exigiendo la destitución del alcalde de aquel municipio.

El gobernador Fidel Herrera Beltrán aún no completa los primeros dos años de su mandato. Ha recorrido palmo a palmo el territorio veracruzano, como el dice, acercándose a la gente y, que se recuerde, sólo Dante Delgado ha actuado con el dinamismo que ahora muestra Fidel. Tiene un estrecho contacto con los medios en los que se difunde con profusión la actividad diaria que desarrolla. Saluda a niños, a jóvenes estudiantes; se retrata con quien se lo pide, desfila con ancianos, camina por las calles de la ciudad, visita pueblos y junto con los alcaldes inaugura obras, ha desmitificado el otrora distante puesto de gobernador. Por los tiempos que corren que bien que así sea pero…en términos de conciencia ciudadana ¿en qué medida ha servido esa su muy característica y particular forma de gobernar? ¿Realmente ha llegado al grado de que la población se identifique plenamente con su gobierno? ¿Es suficiente la visita y el dialogo para mantener contenta y tranquila a una ciudadanía cada vez más urgida de soluciones de fondo en los problemas sociales? ¿Puede en estos tiempos ser suficiente el comentario de prensa favorable respecto del político para convencer a los grupos necesitados de esperar a que lleguen los beneficios ofrecidos?

Muchas otras interrogantes más se pueden formular, pero antes habrá que explicar el porqué de las preguntas. Los veracruzanos estamos en el antecedente de que en el año 2004, cuando se llevaron a cabo las elecciones para elegir a quien gobernaría nuestro Estado el resultado fue bastante apretado entre los candidatos del PAN y del PRI. Recordamos cómo el veredicto final tuvo que ser procesado por las instancias institucionales que determinaron que el ganador había sido Fidel Herrera Beltrán; este proceso y el voto ciudadano a su favor legitimaron aun más la función que ahora desempeña. Sin embargo, la suma de los votos en contra es mayor que la que lo favoreció y es a estos ciudadanos a los que habrá de convencer de que su gobierno será de resultados positivos. Fidel Herrera ha hecho hasta lo inimaginable para lograrlo. ¿Lo ha conseguido?

Al menos, en lo más inmediato, con el incremento salarial concedido a los maestros se ha superado una instancia que pudo haber generado problemas. Se abre empero la puerta para que la burocracia negocie en similares términos el incremento que solicitará cuando le toque turno. La pregunta es si el presupuesto aguantará pues no hay que olvidar que el gobernador ofreció a los campesinos un incremento del 7% en el presupuesto de 2007 de los recursos destinados para el campo.

Es temprano para realizar una evaluación, pero son preocupantes los signos de inconformidad social y la manera en cómo están brotando. Los medios nos lo dicen todos los días, es cuestión de analizarlos. Por ejemplo, en tono jocoso, se comenta en Acayucan la forma en cómo algunos ciudadanos han llevado la cuenta de los días acumulados a partir de que en campaña Fidel Herrera Beltrán ofreció la construcción de un campo deportivo. Hasta hace 20 días, celebrando los dos años de aquel ofrecimiento con la partida de un pastel, un enviado por el ejecutivo estatal fue con el aviso de que, ahora sí, se cumpliría aquella promesa. Efectivamente las máquinas estaban trabajando en el lugar. Poco después, aparece en un medio electrónico una carta remitida al director del muy concurrido sitio de Internet “Gobernantes. Com” por el alcalde de Tlacotepec de Mejía en donde este solicitaba públicamente una audiencia con el gobernador para recordarle el ofrecimiento de la construcción de dos puentes para algunas comunidades del municipio aquel. Dice el munícipe en su carta que a él y al gobernante “no los bajan de mentirosos” por el no cumplimiento de lo ofrecido. Una semana después el alcalde de Catemaco viene a Xalapa acompañado por su ayuntamiento para recordar que los ofrecimientos del ejecutivo no se han concretado aún.

Recientemente, el columnista político Luís Velásquez del Diario Imagen, refiriéndose al hecho de que, según información proporcionada por el Seguro Social en el Estado de Veracruz se han perdido empleos de enero a junio del presente año, escribió: “Pareciera que el Plan Estatal de Desarrollo está en una crisis de ingobernabilidad (en materia de empleos), sin rumbo ni destino, y lo que es peor, sin resultados concretos y específicos.
Por un lado, la estadística del Seguro Social es alarmante, primero, porque estamos en el segundo año de gobierno y en el 2007 habrá elección de alcaldes, síndicos y regidores y de diputados locales”.

Algo ocurre que lamentablemente no está bien cuando, por un lado, el gobernador empuja y jala en un intenso afán que aspira a resolver los problemas y por el otro una parte de sus colaboradores que o no entiende su trabajo o no sabe como desempeñarlo. Vale citar por ejemplo lo que hace algunas semanas el encargado de la Junta Local de Caminos casi en tono festivo informó en el sentido de que ya tenía 20 millones de pesos para reparar las carreteras estatales. Aún siendo un neófito en la materia, la inferencia lógica es que dicha cantidad no alcanza ni para bachear el profuso número de hoyos que todos los días encontramos en las principales ciudades de la entidad, la capital por delante.

De todos modos, no hay duda de que al gobernador y a Veracruz alguien le falla pues es elemental que a un ofrecimiento del titular del ejecutivo se le de el seguimiento correspondiente, aunque sea para informarle que ya hay una larga lista de pendientes por resolver. Para ello se requiere por supuesto de una actitud responsable y solidaria, ajena al chambismo, para decirle al gobernador lo que está sucediendo.

2006-08-28

alfredobielma@hotmail.com

LA FRUSTRACIÓN
Alfredo Bielma Villanueva


El primero de septiembre del presente año marca un hito en nuestra historia nacional y aproxima a nuestro país a acontecimientos, que seguramente trascenderán por su significado y su importancia a la acción del próximo gobierno federal. Lo que observamos que sucedió en el recinto parlamentario del Congreso de la Unión al impedirse al Presidente de la República acceder a la tribuna para rendir su sexto y último informe de labores, a pesar de lo inédito de la acción no era inesperado, ni siquiera sorpresivo. Fue más bien consecuencia lógica de la manera tan superficial y anodina que el gobierno foxista adopta para enfrentar los problemas del país. Fue, en términos de lógica política, la exacta respuesta al planteamiento del presidente Fox cuando afirmó que los actos de resistencia pasiva de la coalición “Por el Bien de Todos” era un problema que se reducía a una sola calle.
Con amarga experiencia que lo traslada a la historia como el primer presidente al que se le impide exponer su informe de labores, triste expediente pero quizá Vicente Fox pueda entender que los actos desde el sitial tan importante que ocupa no debía entremezclarlo con la arena política mexicana, sino mantenerse como el arbitro de todos los mexicanos y avocarse a la solución y al debate de los grandes problemas nacionales.
En transmisión especial, dice Fox un mensaje plagado de medias verdades. Si es el que iba a pronunciar ante los legisladores que mejor que no lo hizo, porque ir a hablar del ser democrático, asumiendo que él lo es, hubiera provocado aún más la ira de sus adversarios políticos. Ir a afirmar que en México se redujo la pobreza gracias a su gobierno es enviar un mensaje de ofensa a los mexicanos que padecen la extrema pobreza.
Quienes han dado seguimiento al primer gobierno emanado de las filas de un partido ajeno al Partido Revolucionario Institucional seguramente habrán encontrado, al igual que la gran mayoría de los mexicanos, innumerables contradicciones entre el decir y el hacer de Vicente Fox, el hombre en quien el pueblo de México depositó su confianza sin saber a ciencia cierta que este está incapacitado para el manejo de la cosa pública. Tarde se descubrió y lamentablemente nos hizo perder un irrescatable tiempo. Por eso es que no es aceptable escuchar sin responder a lo que en su mensaje a la Nación dice el presidente Vicente Fox. Así sea la voz del último de los ciudadanos de alguna manera habrá que expresar un punto de vista.
Dice Fox: “Hemos convertido a la ley en el primer instrumento de gobierno y la mayor garantía de las libertades y derechos ciudadanos”. Sí, que mejor que el ciudadano se cobije en las leyes para proteger sus derechos pero que mal que el gobierno la emplee para satisfacer sus apetitos de grupo. El caso del sindicato de mineros es claro ejemplo de la forma en cómo un Secretario del gabinete aprovecha la ley parcialmente a sus intereses. O el asunto de los videos de Carlos Ahumada manejados desde el poder para afectar las pretensiones de un aspirante a la presidencia.
“La democracia se consolida con el estricto apego a la legalidad; en el respeto a las instituciones; en el dialogo abierto entre todas las fuerzas políticas y en la toma de decisiones a través del acuerdo”. Si, pero si por respeto a las instituciones se pretende concebir que la fuerza del gobierno proviene de ellas, es revertir el orden democrático tomar ventaja sobre el mandante.
“Gracias a la acción corresponsable de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, hoy contamos con una ley y un instituto que promueven la transparencia”. Pronto veremos la forma en cómo el instituto de la transparencia cobijo la desmedida ambición de los hermanos sahagún.
“El Poder Legislativo ha dado pasos sustanciales para construir un nuevo marco legal propicio al desarrollo de una sociedad más próspera, justa, equitativa e incluyente”. Tarde, muy tarde; después de seis años de enfrentamiento con el Legislativo, al que se le imputó las causas de lo que no se hizo, ahora se dice lo contrario.
“Donde imperan la pobreza y la desigualdad, no puede echar raíces firmes la democracia.
“La democracia efectiva sólo se da entre iguales; su consolidación exige la superación de la pobreza….sin crecimiento económico, no hay desarrollo humano….es un patrimonio de todos los mexicanos; un patrimonio que se ha alcanzado con la lucha de generaciones”. Retórica pura. Durante seis años Fox nos hacía ver que alcanzamos la democracia gracias a él. Seis años hablando de que ya habíamos alcanzado la democracia por la lucha de generaciones y ahora resulta que sólo se da entre iguales.
“No hemos endeudado a las futuras generaciones. Por el contrario, hemos reducido de manera sustancial la deuda pública externa.” Efectivamente, de manera inexplicable en un país de tantas carencias, se hicieron pagos adelantados para disminuir y no de manera sustancial la deuda externa. A cambio se incrementó el monto de la deuda interna; esta por aquella.
“Los verdaderos demócratas piensan, hablan y actúan con apego a los valores y a las normas de la democracia. Para ser demócrata no basta proclamarlo. La convicción democrática se demuestra en los hechos”. En teoría tiene razón el presidente Fox; en los hechos si deseáramos encontrar un ejemplo de lo contrario allí está el propio Fox. Decenas de pruebas lo demuestran: “Vamos bien, para qué cambiar de caballo”. “Quien ganó la elección es Felipe Calderón”; y cientos de anuncios televisivos más que en abierto fueron proclamas de apoyo faccioso al candidato panista, al que ahora vemos cuánto afectó en vez de ayudarlo.
Después agrega: “El instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial demuestran, una vez más, que son baluartes…No se debe someter a la democracia bajo el argumento de la democracia. No se debe pretender acorralarla por la vía de la intransigencia y la violencia. Quien atenta contra nuestras leyes e instituciones, atenta contra nuestra historia, atenta contra México. Nadie puede decirse a favor del pueblo cuando atenta contra él. Una sociedad dividida es una sociedad débil; una sociedad incapaz de alcanzar sus fines; incapaz de atender a los más necesitados. Por encima de filiaciones y diferencias, tenemos una historia y un futuro comunes”. Seis años escuchando al presidente Fox han sido más que suficientes para concluir que con frecuencia, al leer lo que le escriben, lo hace de manera mecánica sin percatarse de las incongruencias que revelan su actuar y su decir.
Lee: “La pobreza y la desigualdad siguen siendo los principales enemigos de México. En estos seis años de Gobierno, me he conducido invariablemente con rectitud, con respeto a la palabra empeñada y con apego a la verdad”. Ya Felipe Calderón modificó parte de su discurso, es señal que empieza a considerar que realmente las condiciones políticas en el país están ciertamente difíciles. Reconocer que no hay otro enemigo que la pobreza es buen signo. La mejor receta para atacarla es reconocerla.
Por último, se podrá estar en desacuerdo con Vicente Fox, el político; pero su dicho de haberse conducido con rectitud no se puede desmentir. Pero aquí no es el ciudadano Fox quien interesa sino aquél que hace seis años convocó a la ciudadanía mexicana a estar de su lado a cambio de un mundo maravilloso que nunca llegó. Deja por el contrario una estela de insatisfacción casi generalizada y un México dividido. Los libros de historia hablarán de un Presidente Fox que no estuvo a la altura de las circunstancias; salvo que los vencedores, si los hay, perviertan el sentido del pasado.
La imagen que nos queda del Congreso de la Unión del primero de septiembre de 2006 nos trae a la memoria lo que el Francés Emmanuel J. Sieyés escribiera antes de la Revolución Francesa: ¿Qué es el Tercer Estado? Todo; ¿Qué ha sido hasta ahora en el orden político? Nada. ¿Qué es lo que desea? Ser algo.
Septiembre 2006-09-02
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