LA TERTULIA

Alfredo Bielma Villanueva

La respuesta fue inmediata, casi lógica; acaso justificada. Era una tertulia muy plural, en la que de inicio un perredista hablaba a sus contertulios acerca de la intromisión del aparato gubernamental del Estado en el proceso electoral veracruzano y pronto encontró respuesta cuando, como impulsados por un resorte, los afiliados al PRI que allí estaban respondieron al unísono: “¿y que se hace si el gobierno federal está metido hasta la cocina en todo esto”? También instantáneamente recibieron la respuesta de los pros azules: “¿Qué acaso pintar de rojo al Estado en temporada electoral no es intromisión del gobierno estatal?”


Reservado, y hasta un poco apartado, el grupo de los convergentes y uno que otro petista escuchaban con atención el intercambio de enfoques que sus contertulios políticos esgrimían. A su interior meditaban que estos siquiera mantenían una disputa definida, mientras que ellos _ Convergencia, PRD y PT­_ debiendo asumir juntos la contienda, habían menguado sus filas para una disputa comicial en la que cada cual actuó por separado. Demasiado tarde, perdida la oportunidad ahora buscan con afán no quedar relegados uno del otro, aunque respecto de los demás definitivamente se han rezagado con el agravante de que uno de ellos sufre severa crisis existencial.


Un panista de los de nuevo cuño, sin ningún recato expresó que “en el rango de los hechos habría que justificar la acción del gobierno federal, porque lo que importa es ganar el dominio en el Congreso veracruzano y el mayor número de municipios. Al PAN lo que le interesa es, por lo menos, mantener su actual situación política en el Estado, que es envidiable si consideramos el progresivo avance en el control de importantes municipios veracruzanos.


“Ustedes, priístas, ya comieron durante mucho tiempo de ese pastel, no se quejen si el pueblo ya no los favorece, con todo el despliegue publicitario y la teórica simpatía popular de su gobernador, cuyo nombre por cierto no aparecerá en las boletas electorales”.


Esto último no agradó a quien llevaba la voz entre “los rojos”. “Momento, dijo, a Fidel ni lo toques, es el mejor gobernador que hemos tenido, el más político, el mejor preparado para el cargo, un fuera de serie. Muestra de ello es que ni ustedes ni Calderón han podido con él, ni podrán como decía Don Teofilito. Además, le temen porque será el próximo candidato del PRI a la presidencia de la república pues está mejor posicionado que Beltrones, Gamboa, Beatriz y que los gobernadores del Estado de México, Nuevo León y Durango”. Al oír aquel encendido panegírico los presentes intercambiaron miradas y sonrisas y uno de ellos iba a responder pero se lo impidió la fuerte granizada de palabras:


“Por otro lado, a pesar de que ustedes, los panistas, ya aprendieron las viejas mañas que en nosotros criticaban y han demostrado que en corrupción también sacan dieses, nosotros les vamos a ganar el Congreso y les vamos a arrebatar municipios importantes. Por lo demás, extraña que ustedes hablen de “pueblo” cuando nunca han sentido ni sus necesidades ni lo que es vivir en la miseria”.


Un Convergente que entró al tercio, analiza y expone que “al Partido Revolucionario Institucional, particularmente al Gobernador del Estado, le urge una mejor posición en el esquema político estatal, porque si bien el PRI se mantiene en el Gobierno, no se le ha visto con la fuerza suficiente que este hecho supone. Los tres primeros años del gobernador no han sido miel sobre hojuelas porque ha tenido que batallar para mantener cierto control, no del todo conseguido. Es obvio el dolor de cabeza que le significa tener en la conurbación Veracruz-Boca del Río a alcaldes que no le rinden pleitesía y, peor aún, que le oponen marcada resistencia a sus disposiciones.


“Por esta y otras razones nosotros-prosiguió el convergente- creamos la figura de un candidato con perfil ganador y se lo hemos ofertado al gobernador para aligerarle la preocupación de no tener un candidato con posibilidades para Boca del Río. También concedimos obviarle problemas en Xalapa y trabajar juntos si ganamos en Orizaba y Córdoba. Esperemos que cuando nuestro líder nacional plantee abiertamente su candidatura al gobierno del Estado en el 2010, recibamos las muestras de reciprocidad que nuestro actual comportamiento merece. Mmm, aunque ….quien sabe”.


Receloso, el perredista escucha y no opina. Se sabe en desventaja. Él sólo pertenece a una de las tantas fracciones de su Partido y está consciente de que éste va en pleno declive y se debate en una crisis existencial de serias proporciones. La integración y ajustes de sus planillas municipales, la renuncia de algunos de sus candidatos así lo demuestran. Además, la discordia con Convergencia es reflejo de lo que ocurre a nivel nacional en su Partido. Flota en su ambiente el rumor fantasmagórico de la creación de un nuevo Partido y el nombre de López Obrador ocupa el centro de ése murmullo.


Despertando de su somnoliento pesar el petista interviene para no quedarse aún más atrás, aunque él bien sabe que su partido vela por su existencia, ya no para ganar. “A nosotros nuestros cofrades nos han discriminado, somos, dicen, el patito feo de la alianza, al menos en Veracruz. Y si a esa vamos hemos de recordarles que en política todo se vale, hasta realizar alianzas subrepticias con nuestros opositores. Aquí vale más la franquicia que el número de afiliados, lo estamos demostrando en Xalapa y otros municipios en donde nos utilizan y utilizamos; todo sea por la sobrevivencia personal, del grupo y, si se puede, también del partido”.


Junto a la nutrida y bien servida mesa de estos contertulios un solitario parroquiano había escuchado con atención a estos salvadores del Estado. Frente a su copa escanciada con modesto licor meditaba que la lucha electoral es dura, palmo a palmo, que requiere de muchos recursos, por supuesto dinero de todos aplicados para la conquista del fin de unos cuantos. Lo que se traduce en una perversión de nuestra democracia electoral, todo por el prurito de conservar o de obtener el poder.


Pensaba también en lo inútil que resulta en esos términos cualquier juego democrático si quienes lo practican, salvo contadas excepciones, no muestran respeto a la norma jurídica ni interés por la comunidad. Miró en su entorno y observó las otras mesas, también plenas de gente, cada cual con su tema, muy ajenos a lo que él había estado escuchando de sus vecinos.


Desalentado, murmuró: “por eso estamos como estamos”.


alfredobielma@hotmail.com
Agosto 2007



CRECIMIENTO SIN DESARROLLO-
II (Continúa)


Alfredo Bielma Villanueva



Cortadores de caña venidos de Michoacán, Guerrero y Oaxaca aclimatados para resistir aquella boca de horno trabajaban durante ocho horas o más para ganar 40 o 50 pesos, cuando mucho, a la semana, y el sábado de raya gastar buena parte del salario en alcohol y el resto para el fríjol, el chile, el arroz y el maíz. La Escuela primaria “Artículo 123” daba albergue a los hijos de los trabajadores de la fábrica y muy ocasionalmente a alguno del campo. Solo primaria, porque para estudiar la secundaria había que salir a San Andrés Tuxtla, con el consiguiente sacrificio familiar por la sangría económica que eso significaba en su estrecha economía.


Para olvidar las penas, la fatiga y el fastidio sólo el alcohol, con las consiguientes reyertas: campesinos abiertos en canal, con las vísceras expuestas, que “de urgencia” eran llevados en improvisadas hamacas desde el cañaveral al Centro de Salud de San Juan Sugar para que el Dr. Marote, un exiliado español, los atendiera con mejoral, alcohol y sulfatiazina espolvoreada sobre la herida, que casi sin anestesia era obturada. Muchos vivieron para recordar y contar la odisea entre el pleito alcoholizado, el destello de la “moruna”, machete o “mocha” cayendo sobre la cabeza o el abdomen, hasta verse trasladado sangrante con intensos dolores para ser remendado en “la clínica”.


Cuántos niños fueron atendidos por auténticos misioneros de la medicina, como los Doctores. Bermúdez y Simpson que, apenas abastecido con mejorales, aceite de ricino y sal de higueras para las purgas, salvaron la vida de inocentes y paupérrimos niños que tomaban agua de río y comían tierra. Y qué de los mordidos por las venenosas víboras, salvados por el brebaje de los “culebreros”, medicina tradicional tan infalible que aún sigue exitosamente vigente. Los “hueseros”, también de primera, hacían y hacen las veces de los modernos traumatólogos.


Muchos años mas tarde, por fin, llegó “la civilización”. La brecha se pavimentó, se construyó el puente, llegó el ADO, también el Seguro Social; se introdujo la energía eléctrica en el ´62 con los “avances” colaterales: el receptor de radio, la televisión, el ventilador y el refrigerador, la estufa de petróleo sustituyó al anafre de carbón y leña, no tardó mucho el lujo de la estufa de gas. Algunos comerciantes de San Andrés Tuxtla lograron acumular fortuna acelerada pero de manera honesta por la venta a plazos (no podía ser de otra manera) de aquellos enseres domésticos; proliferaron entonces los agentes de ventas que cada semana, portafolio en mano, se apersonaban a recoger el abono hebdomadario en los sábados de raya de los obreros, porque para los campesinos simplemente el gasto era imposible.


El nombre del poblado se hizo laico y se sustituyó el “San Juan Sugar” por el del ilustre jalapeño Juan Díaz Covarrubias, casi a la par en que Puerto México se convirtió en Coatzacoalcos. Covarrubias, congregación del municipio de Hueyapan de Ocampo erigido como tal en 1923, es el centro comercial e industrial del municipio. El ingenio Cuautotolapan, ya propiedad de don Aarón Sáenz-aquél que perdió la postulación a la presidencia de la república ante Pascual Ortiz Rubio en 1929- con sus obreros, se esforzaban por alcanzar las 40 mil toneladas de azúcar para poder escalar en categoría ante la UNPASA (Unión Nacional de Productores de Azúcar, SA.) y ganar derecho a recibir mayor financiamiento para la reparación de la factoría.


El pueblo creció cuantitativamente, aquel cristalino arroyo se contaminó porque lo llenaron de basura y desechos orgánicos, agregados a los letales ácidos que sin misericordia, sin medida ni limitantes, diariamente en tiempos de “zafra” vierte el Ingenio hacia lo que se conoce como la “zanja apestosa”, antes una laguna pantanosa que albergaba lagartos, tortuga y rica variedad de peces. Problema largamente conocido por la burocracia de la Profepa y que ha servido para engordar cuentas bancarias de los que cobran por “vigilar” el respeto al medio ambiente.


Durante mucho tiempo los pobladores de Covarrubias estuvieron ajenos a los vaivenes de la política, todo lo dejaban a los grupos de la cabecera municipal, Hueyapan de Ocampo, quienes por décadas manejaron el presupuesto municipal a discreción hasta que, como sucede con el valiente que vive hasta que el cobarde quiere, la población de Covarrubias exclamó un ¡Ya basta! y tomó las riendas del poder municipal. Pero, política al fin, nada cambio a parte de que el poder se desplazó de los grupos de una a los grupos de otra población.


Es Covarrubias una población de 10 mil habitantes, no marginada según las sesudas categorías de la burocracia que “investiga” en laboratorios con aire acondicionado en la CONAPO o el INEGI. La calificación que lo salva de la categoría de no marginada y lo establece en marginación media seguramente será porque está a la vera de la carretera al Istmo.


Pero cualquiera que conozca aquella realidad dirá que en estos tiempos en los que la “modernidad” y la “civilización” llegaron al pueblo de Juan Díaz Covarrubias, antes “San Juan Sugar”, todo cambió, a parte del nombre. Con la “modernidad” llegaron las drogas, (alcoholismo ya lo había); el hacinamiento familiar, la escasez de agua para consumo humano, agua entubada, no potable, surtida en tres tandas; más del 60% de casas sin drenaje; el 90% de sus calles sin pavimento; la Corett no termina de regularizar la tierra del asentamiento urbano; altísima tasa de población emigrada; 70% de la población económicamente activa está desempleada, etc.


De la infame deforestación y de la inmoderada caza de animales silvestres que provocó su desaparición de la zona, de la evaporación de la otrora laguna del “macuil” cuyo vaso está convertidos ahora en verdes cañaverales o en potreros de ganadería extensiva, deben hablar los informes de gobierno en el ramo agropecuario o de la salvadora acción de las instituciones creadas para la defensa del medio ambiente. Pero conociendo la realidad ¿para qué hurgar en farragosos informes que pretenden justificar la existencia de inútiles burocracias?


Frank Kafka, escritor surrealista difícil de entender para quien no está acostumbrado a ver la realidad ante sus ojos, se asombraría si aún viviera y visitara estas tierras, al saber que el producto de su imaginación competía con cientos, miles de realidades y de que la fantasía más cruda no supera ni con mucho aquella existencia.


Cualquier parecido con otras poblaciones veracruzanas en este Veracruz que “lo tiene todo… por hacer”, según la atinada frase del gobernador Fidel Herrera cuando fue candidato al cargo, sería fruto de las indeseables coincidencias.


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007








LOS EMPRESARIOS Y LA POLÍTICA

Alfredo Bielma Villanueva


Desde siempre, los hombres del capital han participado en política, las más de las veces orientándola de manera subrepticia a través de personeros bien identificados con sus propósitos; no podría ser de otra manera puesto que lo que está en juego es la defensa de sus intereses desde posiciones de poder. De allí que quienes de democracia conocen no sean tan optimistas como para repetir lo que el incienso cotidiano dice acerca de la obsoleta cantaleta de que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.


Las formas de gobierno deben sus características a la experiencia histórica, a la cultura y al grado de desarrollo económico que los pueblos alcanzan; nada en la sociedad es un producto ajeno al contexto social y económico. En México, por ejemplo, es un hecho que tanto los partidos políticos como los políticos-políticos, es decir aquellos que viven de la política y en la política, ya han perdido la credibilidad y la confianza de la ciudadanía; su descrédito es tal que ha motivado que la clase empresarial haya decidido prescindir de intermediarios para intervenir directamente en los asuntos públicos, ya sea a través de la vía electoral o en el ámbito de la administración pública. De esto último el gobierno de Fidel Herrera es un notorio caso.


En el escenario nacional hay ejemplos que sirven para subrayar el gradualismo con el que la clase empresarial ha avanzado en la toma de posiciones políticas. Se observó claramente cómo, ante la amenaza echeverrista de expropiar las tierras del Yaqui y del Mayo, surgieron en Sinaloa y en Sonora los representantes de la clase propietaria de los medios de producción agrícola en defensa de sus intereses. En Sinaloa Manuel J. Clouthier, cuando invadieron su rancho “Paralelo 38” y en Sonora Carlos Sparrow presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Obregón, después dedicado a escribir en la revista Impacto sus puntos de vista acerca de lo que él consideraba las desviaciones del régimen hacia el comunismo. En 1983 Francisco Barrio Terrazas logró para el PAN la alcaldía de Ciudad Juárez y en 1992 conquistó el gobierno de Chihuahua.


En 1995 un empresario ganó por el PAN la alcaldía de Aguascalientes y dos años más tarde alcanzó por la misma vía electoral y partido el gobierno estatal.


En Guanajuato la clase empresarial estimuló la actividad de Vicente Fox para hacerlo diputado en 1988 y en 1995 gobernador, para más tarde impulsarlo, aprovechando su carisma y desparpajo, a la presidencia de la república. En Nuevo León, los empresarios hicieron perder a Natividad González Parás como candidato al gobierno estatal, pero seis años después, aclarados los términos, lo convirtieron en su gobernador. En el presente, una expresión muy clara de éste fenómeno y de la maraña de intereses en juego es Jorge Hank Rhon como candidato del PRI al gobierno de Baja California Norte, su carisma y su perfil de empresario exitoso en aquella entidad le proporcionaron la oportunidad para ser un candidato con posibilidades de triunfo.


En Veracruz lo hemos venido observando a nivel municipal cuando en 1979 el PRI echó mano de un empresario, Juan Osorio López, para recuperar lo que en dos elecciones municipales (1973 y 1976) habían perdido los políticos tradicionales del lugar. Ya desde entonces se notaba en aquellos lares una abierta animadversión hacia los grupos políticos que bien tipificaban el sentido patrimonialista del poder.


Después vinieron los casos de Veracruz y Boca del Río, en donde los dos primeros alcaldes panistas no tuvieron el perfil de los políticos de siempre. Aunque actualmente en Boca del Río gobierna municipalmente un empresario, que nos da pie para el argumento de que ser hombre de empresa metido a político no implica ni garantiza necesariamente una gestión pública eficiente.


En Córdoba y Orizaba es un fenómeno que se ha convertido en regla el que sean hombres de empresa quienes participen, principalmente por partidos políticos de oposición al PRI. En Lerdo de Tejada un empresario priísta aspira actualmente a conducir por cuarta ocasión el ayuntamiento de ese lugar. En Tuxpan el actual alcalde es de extracción empresarial. En Xalapa se observó el fenómeno en las elecciones de 2004, cuando el PRI postuló al empresario xalapeño Ricardo Ahued, quien prefirió mostrarse como candidato ciudadano que ser referido como priísta. Su convocatoria resultó arrolladora pues no estaba identificado con ninguna corriente partidista.


Ahora el PRI lanza a otro empresario, David Velasco Chedraui, pero en esta ocasión no hay visos de que pretenda desligarse de estas siglas y presentarse como candidato de la ciudadanía. El PAN lanza como candidato a Diputado por Xalapa rural a otro “iniciativo”, de familia cuyo éxito empresarial se debe a una laboriosa dedicación al trabajo, con largas jornadas cotidianas durante ya muchos años; muy diferente al tipo de empresario surgido en los pasillos del poder, que encaja bien en lo que dijo Monsivais: “El político de éste sexenio es la iniciativa privada del siguiente”.


¿Por qué la incursión directa de estos hombres de empresa en la política? Desconfianza en los políticos, corrupción en el manejo de los recursos públicos, pudiera ser parte de la respuesta. Principalmente ahora en que la aplicación del impuesto del 2% a la nómina los incita a conocer de cerca la aplicación de sus tributos.


Desafortunadamente, por razones propias del interés de clase, será muy difícil conciliar el beneficio de los que nadan en la abundancia con la esperanza de quienes carecen de casi todo, por lo que inevitablemente se radicalizarán aún más las posiciones políticas entre la dupla PRI-PAN con el partido que realmente exprese los intereses populares, que por supuesto no es la congregación de tribus-sectas- aglutinadas en el PRD que, salvo contadas excepciones, están más preocupados por atrapar la siguiente liana que en buscar mejores condiciones sociales para la comunidad a la que dicen representar y servir. Se admiten argumentos en contrario.


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007





EL PODER Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Alfredo Bielma Villanueva


Partiendo de la tesis de que en política el poder es la referencia, para bien o para mal, es aplicable al caso de Aguascalientes, por poner un ejemplo de actualidad. En este sentido podemos deducir cómo el prolongado periodo durante el cual el Partido Revolucionario Institucional ostentó el poder en México lo hizo fácil objeto del escrutinio público, pues el largo lapso le permitió una identificación tal con el gobierno que era innegable que lo que hacía uno era por consigna del otro. Luego entonces, puestas en la balanza las acciones buenas y las negativas estas últimas se cargaron al Partido Revolucionario Institucional un expediente que, expresado en las urnas, fue lo que todo el mundo conocimos como el “voto de castigo”


Es frecuente escuchar, en un loable intento por defender al PRI, que todas las instituciones que tiene este país son debidas a los gobiernos emanados de ése partido. Ciertamente el Seguro Social, el ISSSTE, el Ejido, la defensa de las condiciones laborales de los trabajadores mexicanos, las grandes presas, las autopistas, la Comisión Nacional de Electricidad, PEMEX y muchas empresas ya desaparecidas como Ferrocarriles Mexicano, forman un grueso portafolios con cargo a los gobiernos “emanados de la revolución”, la pregunta en contrario sería ¿eso es todo, en tantos años?


Pero el PRI dio aún más. Durante los primeros años de la década de los 60, América Latina vivió una época de acentuada inestabilidad política, que se traducía en golpes militares y en la formación de guerrillas que tenía como paradigma la cercana experiencia cubana. El Che Guevara proponía la revolución permanente e incluso amagaba con trasladarse al continente sur para hacerla realidad. México, en cambio, se salvaba de estos avatares violentos y de manera pacífica orientaba su rumbo hacia el anhelado desarrollo económico.


En aquella época, en pleno éxito del “desarrollo estabilizador”, como siempre, los Estados Unidos intentaron reorientar las economías del sur continental y crearon para tal propósito el Plan de Acción Inmediata, dentro del programa denominado Alianza para el Progreso. El Plan incluía una reforma fiscal con el propósito de incrementar la recaudación tributaria en México —incluyendo los tres niveles de gobierno— de 10.3% del PIB en 1960, a 14.1% del PIB en 1965 y 17.8% del PIB en 1970. Pero, también como siempre, como ahora, los grupos del privilegio económico se opusieron a la medida y el propósito se estacionó en una modesta reforma, por lo que la recaudación tributaria del gobierno federal sólo alcanzó a pasar de 7.2% del PIB en 1960 a 8% del PIB en 1970.


El brutal estancamiento económico de México es tan manifiesto que en aquella década el PIB de México era superior al de España y dos veces al de Corea del Sur; dos economías que ahora compiten en el primer mundo mientras que la nuestra permanece empantanada en el marasmo del subdesarrollo. Un expediente que, siguiendo la lógica de los logros, también se agrega a los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional.


Por añadidura, para entender las raíces del cambio en las preferencias electorales de los mexicanos, habrá que sumar la serie de devaluaciones e inflaciones que las recurrentes crisis económicas de fin de sexenio acarrearon, dañando las economías domesticas. Esto sin considerar la larga experiencia en fraudes electorales que éste país ha vivido, sobre la corrupción, el pan nuestro de todos los días, está por demás argumentar.


Una vez contextualizado, en este orden de ideas, volviendo al caso del Estado de Aguascalientes, una entidad federativa territorialmente pequeña en la que electoralmente la capital significa el 50% del Estado, hace doce años empezó su cambio de preferencias políticas derivándolas hacia el Partido Acción Nacional cuando ganó en 1995 cinco de los 11 municipios, incluida la capital, y la mayoría en el Congreso, y en 1998 ganó la gubernatura con Felipe González González líder del Centro Patronal.
La causa específica que inició el proceso fue el problema de la escasez de agua para consumo humano y la discusión del dudoso manejo de su administración por el Estado. Una vez privatizando la concesión del recurso bajaron las tarifas y el pueblo se volcó hacia lo que consideraba una buena administración.


Entonces, entre acusaciones de corrupción la ciudadanía emitió su voto de castigo contra el PRI. Ahora, a 12 años de perder la capital, el PRI la ha recuperado electoralmente y tras la serie de desatinos de los gobiernos panistas ha avanzado también en el control del Congreso, ¿logrará dentro de dos años recuperar la gubernatura? Si la historia caminara en círculos nadie dudaría en declarar que de la misma manera en que el PAN, al ganar la alcaldía de Aguascalientes en 1995 se agenció más de la mitad de los votos a su favor y dos años después logró el gobierno estatal, ahora el PRI no tendría problemas para obtener el Gobierno del Estado.


Pero sería una interpretación simplista de la historia. En tres años al interior de cualquier conglomerado social suceden variados acontecimientos y, en este caso, intervienen múltiples factores: el gobierno federal es uno de ellos; el del Estado otro, los Partidos Políticos, su trabajo y su aplicación, los grupos empresariales, la Iglesia, etc. Estos dos últimos de singular importancia en un territorio que vio los mejores días del sinarquismo mexicano, etc. En fin, en Aguascalientes ha ganado el PRI, buen motivo para el festejo, pero no para echar las campanas al vuelo.


Agosto 2007

alfredobielma@hotmail.com






UN PROCESO ELECTORAL CRÍTICO

Alfredo Bielma Villanueva


Para nadie es un secreto la directa intromisión de autoridades del orden federal y del estatal en el proceso electoral para elegir a los 50 diputados al Congreso local y a quienes integrarán los 212 ayuntamientos de igual número de municipios en que se divide políticamente el Estado de Veracruz. A confesión de parte relevo de pruebas, dice un principio general de nuestro derecho positivo, que puede aplicarse sin duda alguna a las constancias que día a día se han venido observando desde mucho antes de iniciado el proceso. Hacen constancias, por ejemplo, las licencias que algunos funcionarios públicos del gobierno estatal han presentado para dedicarse de lleno a un encargo que ya tenían desde tiempo atrás de la solicitud actual para separarse eventualmente de su cargo.


Hacen constancias también la decidida, y por su dimensión nada ocultable, participación del gobierno federal a través de los programas de apoyo social, por más que la delegada del ramo haya firmado el “blindaje” de esos programas y de que el gobernador haya ido a establecer el compromiso de no intromisión ante el órgano electoral veracruzano. Como prueba del entremetimiento el PRI acaba de presentar denuncia contra la delegada de sedesol en Veracruz.


Elección de Estado se dice cuando, contraviniendo la normatividad establecida, las autoridades de cualquier orden de gobierno intervienen en el proceso electoral con fines partidistas. Por esta razón poco se podría hacer para darle credibilidad a los comicios porque ya existe daño, empezando porque habrá que agregar que el órgano encargado de organizar los comicios está partidizado y, por si fuera poco, los tribunales de la materia al igual que el IEV fueron sometidos al prorrateo partidista en el nombramiento de sus integrantes.


Aunque sería ingenuo pensar que por el sólo hecho de ser consejero electoral se tiene la mente ajena a preferencias políticas, después del proceso, bueno será exigir que se reestructuren los órganos electorales, sin los nocivos prorrateos partidistas para otorgarle al IEV el verdadero sentido que le dio vida, pues el espíritu de la ley que lo creó pensó en su auténtica ciudadanización, entendiendo por esta un manejo a su interior ajeno a los partidos, finalidad que, como se observa, ha sido pervertida. Cuando los órganos creados y diseñados para otorgar confianza a la ciudadanía en sus procesos electorales pierden credibilidad ¿qué confianza pudieran tener sus veredictos?


Lo peor viene al caso cuando se observa que los actores de la arena electoral están polarizando sus posiciones, a tal grado que la animosidad entre los candidatos permea fuertemente hacia quienes los han acogido como sus favoritos y, si arriba hay cierto control, en la base, la masa, por el número de sus componentes de escaso raciocinio las reacciones son impredecibles. Un fenómeno que ocurre con mucho acento en Boca del Río, en Alamo, en San Andrés Tuxtla, en Las Choapas, etc.


Si bien la política es el arte de lo posible, según gustan de repetir los que piensan que eso se oye bien, cualquier eufemismo es fácilmente superado por la realidad. Como, por ejemplo, el probable arreglo entre el líder de Convergencia con las autoridades estatales, por lo menos en los casos de Boca del Río y Xalapa. Bien vale especular porque:

En Boca del Río, en donde el PRI, que no tenía la mínima oportunidad de figurar con posibilidades de triunfo, se sumó a la oferta que engarzó sutilmente Dante Delgado al preparar como candidato de una Alianza Ciudadana a Adrián Ávila Estrada (ahora un aguerrido antipanista), que con la bien estructurada estrategia del líder de Convergencia pudiera dar la sorpresa. Con la potencial victoria se obtendrían satisfactores de toda índole, tanto del lado del gobierno estatal como de parte de Convergencia. Pero no se ha cuidado que el barómetro político indica alta presión, lo cual es riesgoso.



En política, para jugar con las frases hechas, lo que se ve, es. Ante la evidencia no se requiere de información, ni de ser testigo, ni de poseer bola de cristal; basta con la simple observación. Por ejemplo, en Xalapa: para nadie medianamente informado escapará conocer la estrecha relación entre el ex gobernador Dante Delgado y la familia del actual candidato priísta por Xalapa, lo que ni es juzgable ni nada de raro tiene. Pero en la materia que nos ocupa no se requeriría de mucho esfuerzo deductivo concluir porqué la candidatura de la Alianza por el Bien de Todos recayó en un esforzado y honesto perredista, a quien, al margen de su voluntad, los menguados recursos de que dispone no le alcanzarán para superar los de sus adversarios. ¿Porqué no lanzó ahora Convergencia a Armando Méndez de la Luz, cuyos números electorales en 2004 fueron bastante aceptables? Y aún teniendo otra buena carta en sus filas, ¿Por qué ahora Dante no esgrimió el argumento de las encuestas como base para la designación de su candidato? por obvias, las respuestas no dan margen a la elucubración.


Una y mil conjeturas pueden hacerse desde la ciudadanía en torno a la actitud, a la actividad y posiciones de los actores políticos veracruzanos, pues a todos interesa el destino común, también forman parte del tejido social. Es válido por lo tanto que quienes tienen la responsabilidad partidista o de gobierno guarden con celo sus estrategias; ese no debería ser el problema.


El problema radica en que nosotros, los ciudadanos, en virtud que los Partidos ya no son interlocutores de la sociedad ni le dicen o aportan nada significativo, no hayamos sabido ni podido estructurarnos de tal manera que evitáramos que la clase política haga de la política lo que quieran, que la ensucien, la llenen de lodo y todavía usufructúen inmoralmente y con absoluta impunidad el recurso de nuestras aportaciones fiscales. El error es nuestro, de una sociedad aún no madura para los menesteres electorales, que es en donde deberíamos poner énfasis para el cambio y la verdadera transición.
Pero mientras no tomemos conciencia plena de que en nuestro voto está la solución seguiremos atenidos a lo que unos cuantos decidan por nosotros. Votar es la solución, por quien sea, claro lo mejor sería hacerlo por lo menos malo, pero hay que votar.


alfredobielma@hotmail.com


Agosto 2007







CRECIMIENTO SIN DESARROLLO

Alfredo Bielma Villanueva



Hace casi un siglo, al pie de la sierra popoluca de “Los Mangos”, bajando de Catemaco, inversionistas holandeses fundaron un pequeño ingenio azucarero al que trabajaban por tres meses mientras se molía la caña sembrada para convertirla en azúcar. Concluido el proceso, cerraban la fábrica y se iban a su lugar de origen, de donde regresaban meses después para realizar la misma operación. Los obreros de la factoría denominada Cuautotolapan, S.A, provenían, por el río San Juan, desde la cuenca del Papaloapan, o por tren desde el Istmo de Tehuantepec.


Con el correr de los años la población se fue asentando y entre agricultores y obreros formaron un caserío al que los dueños de la factoría bautizaron como “San Juan Sugar”. Todavía en los años 50 del siglo XX era una zona rodeada por una intrincada frondosidad que continuaba la maravillosa espesura de la selva de Los Tuxtlas.


El pesado y calcinante sol obligaba a los pobladores de “San Juan Sugar” a cobijarse en la primera sombra que encontraban. Mosquitos, moscas y el chaquiste evitaban mantener los brazos y las manos quietas, aumentando así la sensación de calor. La pobreza obligaba a utilizar la misma “muda” por varias jornadas por lo que, cuando el calor y la humedad arreciaban, la ropa pegada al cuerpo olía al sudor seco y agrio de todos los días.


Pesada pero imprescindible prenda para el obrero eran los pantalones y las camisas de mezclilla, baratas y resistentes, que con su color azul oscuro ayudaban a ocultar la mugre y las manchas de aceite que por el trajín diario hacían constancia de su trabajo y aguantaban el uso rudo de toda una semana, para que el domingo fueran duramente fregadas aunque nunca despojadas de aquellas indelebles manchas.




Tierra de los llanos sotaventinos, rodeada de arroyos y lagunas plenos de flora y fauna silvestre, aguas ricas principalmente en mojarras, juiles, “pepesca, robalos y camarón. También en tortugas, lagartos y “perros de agua”. Naturaleza exuberante que cobijaba múltiples especies: lobos, coyotes, gatos monteses, tepezcuintles, armadillos, conejos, tuzas, venados; changos, guacamayas, chachalacas, garzas, águilas, halcones, gavilanes, zopilotes; víboras de cascabel, coralillos y nauyacas formaban una larga cadena alimenticia, parte del entorno natural de aquella pequeña población de no más de 500 gentes.


En un ambiente pleno de naturaleza viva el pensamiento mágico no podía faltar, las clásicas visiones nocturnas: “la llorona loca”, la “cochina encadenada”, “el jinete sin cabeza”, los “chaneques”, los “naguales”, que al mediar la noche recorrían las oscuras y lodosas calles del lugar; fenómeno que todos comentaban y temían aunque, curiosamente, nadie había visto, pero no faltaban los imaginativos que con lengua muy suelta describían sus visiones a su asombrada audiencia.


Por ese encanto no faltaban los consiguientes fetiches de “protección”, acompañados por los cotidianos hallazgos de vestigios prehispánicos entre los que abundaban infinidad de figuritas de barro. Sin duda aquel fue un importante sitio de asentamiento olmeca, como lo siguen demostrando los frecuentes descubrimientos, de cuya desaparición las autoridades del ramo son testigos de palo.


El lodo y la pertinaz llovizna del verano tropical eran un lugar común. Cuando el sol se ocultaba por un “temporal” que duraba semanas enteras se refrescaba el ambiente; pero a cambio venían los sabañones, las “niguas” y disenterías mortales, cuando no el temido tétano. El paludismo flagelaba a familias enteras, endemia fatal del trópico de aquellos años. Tal cual, la fiebre aftosa azotaba al ganado y brigadas enteras en Jeeps mandados por el gobierno federal se internaban en los fangosos llanos para combatir esa epidemia que mermaba los hatos ganaderos de la región y del país.


Cada año en la temporada de “las aguas” había que estar muy al pendiente de aquel pequeño y cristalino arroyo, afluente del Río “San Juan”, que por la fuerza de las lluvias se convertía en traicionero y peligroso caudal que arrastraba árboles sobre cuyas ramas, sirviendo de eventual balsa, se podían ver en convivencia obligada a peligrosas víboras, perros y gallinas; o bien reses y caballos muertos, hinchados ya, flotando en las peligrosa aguas color chocolate que bajaban con vertiginosa corriente desde la vecina sierra, formando remansos de letales remolinos.


Decenas de camiones cargados con plátano “Tabasco” permanecían varados por no poder cruzar el río hasta en tanto la rápida creciente no disminuyeran su caudal. Apenas reducido éste, niños y adultos conocedores del vado, por unos centavos conducían a los chóferes hacia la otra orilla evitando caer en fosas o atascarse en el fangoso lecho. También decenas de viajeros esperaban ansiosos a que la corriente menguara para transbordar en la otra orilla el autobús de relevo que los llevaría a su destino, con la secreta esperanza que la panga de Alvarado pudiera atravesar el Papaloapan, seguramente embravecido por la llegada de tanta agua de sus incontables afluentes.


Tiempos de un México del quinto mundo en el que los puentes escaseaban, por lo que viajar por aquellas “carreteras” de polvosas gravas que pintaban de colorado el pelo, rostro y ropas del viajante, era toda una aventura.


Alemán y Ruiz Cortines desde la presidencia impulsaron el progreso, llevaron esa única carretera hasta el sur y sureste del país. El país de la extrema pobreza.


Puerto México y Veracruz eran las metrópolis regionales entonces, qué alegría conocerlas, cuando se podía salir, así fuera por unas horas, de aquel candente hoyo. Visitar por unas horas a San Andrés Tuxtla y descubrir sus tejados y su mercado rico en frutos del campo y observar a tanta gente reunida para hacer sus compras y trueques. San Andrés era el paradigma regional, porque para Acayucan sólo en tren dando un rodeo que llevaba a Rodríguez Clara y a Achotal para llegar a la estación de Ojapa, Congregación de Oluta.


alfredobielma@hotmail.com
Agosto 2007

CANDIDATOS TUTIFRUTI

Alfredo Bielma Villanueva


El Grupo San Ángel, formado en 1994, aglutinó a cerca de 70 ciudadanos mexicanos interesados en aportar sus conocimientos, experiencias y su emoción para mejorar la vida democrática del país que atravesaba por momentos verdaderamente dramáticos y marcaron indeleblemente el fin del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Se hablaba entonces de la “ciudadanización de la política”, en el sentido de que había que rescatarla de los “demonios que andaban sueltos” después de los asesinatos cometidos en las personas de Luís Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, acompañados en el tiempo por la sublevación del EZLN en Chiapas.


Políticos e intelectuales se sumaron al Grupo: Enrique Krauze, Carlos Fuentes, Manuel Camacho Solís, Carlos Villorio, Elena poniatowska, Guadalupe Loaeza, Amalia García, Elba Esther Gordillo, Adolfo Aguilar Zinder, Alejandro Gertz Manero, Santiago Creel Miranda Jorge G. Castañeda, Vicente Fox, entre otros, los más, obtuvieron la oportunidad para participar en el gabinete de Cuauhtémoc Cárdenas en el Distrito Federal en 1997 y en el gobierno de Fox en el 2000. Todavía está por descubrirse si su incursión en la política práctica llevó beneficios a la forma de conducir la cosa pública.
El Grupo San Ángel fue, de todos modos, un buen intento para aportar ideas y conductas diferentes a las tradicionales; forma parte de las etapas previas a la alternancia que, vista a toro pasado, estaba a solo seis años de producirse.


La lenta pero evidente evolución política de México en estos últimos años repercute en todos los ámbitos del quehacer público, principalmente en la apreciación ciudadana respecto de los actores políticos, de los procesos electorales y de los partidos. Estos últimos han caído en tan enfatizado descrédito que muchos candidatos a cargos de elección popular prefieren adoptar la faceta de “candidatos ciudadanos”.


En Xalapa se observó claramente en el año 2004 cómo el candidato priísta a la alcaldía, cobijado en la franquicia priísta, prefirió acentuar su condición de candidato de la ciudadanía que ser identificado como candidato de un partido determinado.


En Boca del Río, Adrián Ávila Estrada, originalmente de extracción panista y como tal fue alcalde de ese municipio en el año 2000; después participó como candidato a diputado federal de la Coalición “Por el Bien de Todos” en 2006, pero fue derrotado por su ex partido. Ahora compite por la alcaldía boquense como candidato de una alianza partidista que él y sus estrategas han preferido vestir de alianza ciudadana. En su diagnóstico seguramente figura el demérito de los Partidos pero, principalmente, la carga de pragmatismo que luce cuando en sólo seis años su actitud política-electoral confluye en la sintonía con variados partidos de signos muy diferentes.


En Xalapa, la candidata por el Partido Acción Nacional, Cinthya Lobato, no tardará en mostrarse como una postulación ciudadana, pues esta versión de la oferta electoral es actualmente la más rentable. Pero cambiar de Partido Político de manera inopinada siempre conlleva un estigma y en tiempos de elección obliga a necesarias explicaciones. ¿Por qué el cambio de Partido? ¿Acaso en la competencia electoral todo se reduce al uso de la franquicia para participar sin importar la ideología? ¿Y ésta, con que se come?
Ni caso tienen las respuestas. Estamos ciertos de que finalmente en la elección municipal no se dirimen ni proyectos de nación ni modelos económicos, pero sí interesa la seriedad con la que se vaya a conducir quien resulte electo, que cumpla con los compromisos de campaña, que arribe al cargo con auténtica vocación de servicio y se conduzca con honestidad administrando eficientemente el recurso público.


Con los casos anotados, que se repiten en todo el territorio nacional, es cada vez más irrebatible que los ciudadanos, al no sentirse fielmente representados por los partidos, buscan opciones independientes para participar en política. A no dudarlo la iniciativa para la Reforma del Estado incluirá en su agenda esta demanda ciudadana.


Lo políticamente o ideológicamente polifacético de un candidato es un escenario al que la ciudadanía paulatinamente se va acostumbrando y poco faltará para que los empiece a calificar como candidatos tutifruti, por lo versátil de su conducta política al aceptar arroparse alternativamente con una buena variedad de colores, a ver cuál les queda.


alfredobielma@hotmail.com

Julio 2007