UN PROCESO ELECTORAL CRÍTICO

Alfredo Bielma Villanueva


Para nadie es un secreto la directa intromisión de autoridades del orden federal y del estatal en el proceso electoral para elegir a los 50 diputados al Congreso local y a quienes integrarán los 212 ayuntamientos de igual número de municipios en que se divide políticamente el Estado de Veracruz. A confesión de parte relevo de pruebas, dice un principio general de nuestro derecho positivo, que puede aplicarse sin duda alguna a las constancias que día a día se han venido observando desde mucho antes de iniciado el proceso. Hacen constancias, por ejemplo, las licencias que algunos funcionarios públicos del gobierno estatal han presentado para dedicarse de lleno a un encargo que ya tenían desde tiempo atrás de la solicitud actual para separarse eventualmente de su cargo.


Hacen constancias también la decidida, y por su dimensión nada ocultable, participación del gobierno federal a través de los programas de apoyo social, por más que la delegada del ramo haya firmado el “blindaje” de esos programas y de que el gobernador haya ido a establecer el compromiso de no intromisión ante el órgano electoral veracruzano. Como prueba del entremetimiento el PRI acaba de presentar denuncia contra la delegada de sedesol en Veracruz.


Elección de Estado se dice cuando, contraviniendo la normatividad establecida, las autoridades de cualquier orden de gobierno intervienen en el proceso electoral con fines partidistas. Por esta razón poco se podría hacer para darle credibilidad a los comicios porque ya existe daño, empezando porque habrá que agregar que el órgano encargado de organizar los comicios está partidizado y, por si fuera poco, los tribunales de la materia al igual que el IEV fueron sometidos al prorrateo partidista en el nombramiento de sus integrantes.


Aunque sería ingenuo pensar que por el sólo hecho de ser consejero electoral se tiene la mente ajena a preferencias políticas, después del proceso, bueno será exigir que se reestructuren los órganos electorales, sin los nocivos prorrateos partidistas para otorgarle al IEV el verdadero sentido que le dio vida, pues el espíritu de la ley que lo creó pensó en su auténtica ciudadanización, entendiendo por esta un manejo a su interior ajeno a los partidos, finalidad que, como se observa, ha sido pervertida. Cuando los órganos creados y diseñados para otorgar confianza a la ciudadanía en sus procesos electorales pierden credibilidad ¿qué confianza pudieran tener sus veredictos?


Lo peor viene al caso cuando se observa que los actores de la arena electoral están polarizando sus posiciones, a tal grado que la animosidad entre los candidatos permea fuertemente hacia quienes los han acogido como sus favoritos y, si arriba hay cierto control, en la base, la masa, por el número de sus componentes de escaso raciocinio las reacciones son impredecibles. Un fenómeno que ocurre con mucho acento en Boca del Río, en Alamo, en San Andrés Tuxtla, en Las Choapas, etc.


Si bien la política es el arte de lo posible, según gustan de repetir los que piensan que eso se oye bien, cualquier eufemismo es fácilmente superado por la realidad. Como, por ejemplo, el probable arreglo entre el líder de Convergencia con las autoridades estatales, por lo menos en los casos de Boca del Río y Xalapa. Bien vale especular porque:

En Boca del Río, en donde el PRI, que no tenía la mínima oportunidad de figurar con posibilidades de triunfo, se sumó a la oferta que engarzó sutilmente Dante Delgado al preparar como candidato de una Alianza Ciudadana a Adrián Ávila Estrada (ahora un aguerrido antipanista), que con la bien estructurada estrategia del líder de Convergencia pudiera dar la sorpresa. Con la potencial victoria se obtendrían satisfactores de toda índole, tanto del lado del gobierno estatal como de parte de Convergencia. Pero no se ha cuidado que el barómetro político indica alta presión, lo cual es riesgoso.



En política, para jugar con las frases hechas, lo que se ve, es. Ante la evidencia no se requiere de información, ni de ser testigo, ni de poseer bola de cristal; basta con la simple observación. Por ejemplo, en Xalapa: para nadie medianamente informado escapará conocer la estrecha relación entre el ex gobernador Dante Delgado y la familia del actual candidato priísta por Xalapa, lo que ni es juzgable ni nada de raro tiene. Pero en la materia que nos ocupa no se requeriría de mucho esfuerzo deductivo concluir porqué la candidatura de la Alianza por el Bien de Todos recayó en un esforzado y honesto perredista, a quien, al margen de su voluntad, los menguados recursos de que dispone no le alcanzarán para superar los de sus adversarios. ¿Porqué no lanzó ahora Convergencia a Armando Méndez de la Luz, cuyos números electorales en 2004 fueron bastante aceptables? Y aún teniendo otra buena carta en sus filas, ¿Por qué ahora Dante no esgrimió el argumento de las encuestas como base para la designación de su candidato? por obvias, las respuestas no dan margen a la elucubración.


Una y mil conjeturas pueden hacerse desde la ciudadanía en torno a la actitud, a la actividad y posiciones de los actores políticos veracruzanos, pues a todos interesa el destino común, también forman parte del tejido social. Es válido por lo tanto que quienes tienen la responsabilidad partidista o de gobierno guarden con celo sus estrategias; ese no debería ser el problema.


El problema radica en que nosotros, los ciudadanos, en virtud que los Partidos ya no son interlocutores de la sociedad ni le dicen o aportan nada significativo, no hayamos sabido ni podido estructurarnos de tal manera que evitáramos que la clase política haga de la política lo que quieran, que la ensucien, la llenen de lodo y todavía usufructúen inmoralmente y con absoluta impunidad el recurso de nuestras aportaciones fiscales. El error es nuestro, de una sociedad aún no madura para los menesteres electorales, que es en donde deberíamos poner énfasis para el cambio y la verdadera transición.
Pero mientras no tomemos conciencia plena de que en nuestro voto está la solución seguiremos atenidos a lo que unos cuantos decidan por nosotros. Votar es la solución, por quien sea, claro lo mejor sería hacerlo por lo menos malo, pero hay que votar.


alfredobielma@hotmail.com


Agosto 2007