CANDIDATOS TUTIFRUTI

Alfredo Bielma Villanueva


El Grupo San Ángel, formado en 1994, aglutinó a cerca de 70 ciudadanos mexicanos interesados en aportar sus conocimientos, experiencias y su emoción para mejorar la vida democrática del país que atravesaba por momentos verdaderamente dramáticos y marcaron indeleblemente el fin del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Se hablaba entonces de la “ciudadanización de la política”, en el sentido de que había que rescatarla de los “demonios que andaban sueltos” después de los asesinatos cometidos en las personas de Luís Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, acompañados en el tiempo por la sublevación del EZLN en Chiapas.


Políticos e intelectuales se sumaron al Grupo: Enrique Krauze, Carlos Fuentes, Manuel Camacho Solís, Carlos Villorio, Elena poniatowska, Guadalupe Loaeza, Amalia García, Elba Esther Gordillo, Adolfo Aguilar Zinder, Alejandro Gertz Manero, Santiago Creel Miranda Jorge G. Castañeda, Vicente Fox, entre otros, los más, obtuvieron la oportunidad para participar en el gabinete de Cuauhtémoc Cárdenas en el Distrito Federal en 1997 y en el gobierno de Fox en el 2000. Todavía está por descubrirse si su incursión en la política práctica llevó beneficios a la forma de conducir la cosa pública.
El Grupo San Ángel fue, de todos modos, un buen intento para aportar ideas y conductas diferentes a las tradicionales; forma parte de las etapas previas a la alternancia que, vista a toro pasado, estaba a solo seis años de producirse.


La lenta pero evidente evolución política de México en estos últimos años repercute en todos los ámbitos del quehacer público, principalmente en la apreciación ciudadana respecto de los actores políticos, de los procesos electorales y de los partidos. Estos últimos han caído en tan enfatizado descrédito que muchos candidatos a cargos de elección popular prefieren adoptar la faceta de “candidatos ciudadanos”.


En Xalapa se observó claramente en el año 2004 cómo el candidato priísta a la alcaldía, cobijado en la franquicia priísta, prefirió acentuar su condición de candidato de la ciudadanía que ser identificado como candidato de un partido determinado.


En Boca del Río, Adrián Ávila Estrada, originalmente de extracción panista y como tal fue alcalde de ese municipio en el año 2000; después participó como candidato a diputado federal de la Coalición “Por el Bien de Todos” en 2006, pero fue derrotado por su ex partido. Ahora compite por la alcaldía boquense como candidato de una alianza partidista que él y sus estrategas han preferido vestir de alianza ciudadana. En su diagnóstico seguramente figura el demérito de los Partidos pero, principalmente, la carga de pragmatismo que luce cuando en sólo seis años su actitud política-electoral confluye en la sintonía con variados partidos de signos muy diferentes.


En Xalapa, la candidata por el Partido Acción Nacional, Cinthya Lobato, no tardará en mostrarse como una postulación ciudadana, pues esta versión de la oferta electoral es actualmente la más rentable. Pero cambiar de Partido Político de manera inopinada siempre conlleva un estigma y en tiempos de elección obliga a necesarias explicaciones. ¿Por qué el cambio de Partido? ¿Acaso en la competencia electoral todo se reduce al uso de la franquicia para participar sin importar la ideología? ¿Y ésta, con que se come?
Ni caso tienen las respuestas. Estamos ciertos de que finalmente en la elección municipal no se dirimen ni proyectos de nación ni modelos económicos, pero sí interesa la seriedad con la que se vaya a conducir quien resulte electo, que cumpla con los compromisos de campaña, que arribe al cargo con auténtica vocación de servicio y se conduzca con honestidad administrando eficientemente el recurso público.


Con los casos anotados, que se repiten en todo el territorio nacional, es cada vez más irrebatible que los ciudadanos, al no sentirse fielmente representados por los partidos, buscan opciones independientes para participar en política. A no dudarlo la iniciativa para la Reforma del Estado incluirá en su agenda esta demanda ciudadana.


Lo políticamente o ideológicamente polifacético de un candidato es un escenario al que la ciudadanía paulatinamente se va acostumbrando y poco faltará para que los empiece a calificar como candidatos tutifruti, por lo versátil de su conducta política al aceptar arroparse alternativamente con una buena variedad de colores, a ver cuál les queda.


alfredobielma@hotmail.com

Julio 2007