CIFRAS EN CONFLICTO

Por Alfredo Bielma Villanueva



Las cifras emanadas de la jornada electoral del pasado 4 de julio ratifican, una vez más, el fin de una era en la vida política de este país. Señalan que el tránsito del viejo al nuevo régimen se está consolidando y que es irreversible por cuanto a que en cada elección ya no es previsible el triunfo de candidato alguno, tal como sucedía en el antiguo régimen cuando de entrada se sabía que consiguiendo la candidatura del PRI automáticamente se presumía el triunfo.

Sin embargo falta mucho por madurar a nuestra incipiente democracia electoral porque aún no se proscriben ni la desconfianza ni la duda en los resultados, a pesar del marco electoral que nos hemos dado y de las instituciones creadas para otorgar objetividad, equidad, legalidad, certeza e independencia al desarrollo de los procesos y a sus resultados. Los hechos demuestran que, al menos en Veracruz esto último no se ha conseguido; de entrada es atribuible entre otras razones a la desaseada conducta de encumbrados políticos estatales cuya desaforada actividad ha puesto en riesgo hasta el triunfo de sus correligionarios y ha propiciado la inminente prolongación del conflicto para llevarlo instancias jurídicas ulteriores.

Por lo pronto, en base a las cifras ya conocidas, el mapa político veracruzano refleja la voluntad ciudadana. Bien se dice que toda elección es un referéndum que califica al gobierno en turno, aunque en este caso la expresión sea indirecta pues su objeto no fue certificar o reprobar acciones de gobierno sino elegir nuevas autoridades.

De entrada, es bastante obvio que esta reciente elección tiene como principal característica la diferenciación del voto, es decir, que la población sufragante supo darle a su voto la dirección que a su juicio era la correcta en cuanto a candidato y/o a partidos. No fue un voto rígidamente direccionado.

Según los resultados, la votación en la gran mayoría de los municipios veracruzanos fue favorable a los partidos de oposición al PRI. Por otro lado, la mayor parte de las diputaciones obtenidas por el PAN provienen de la zona norte del Estado; en cambio, las del PRI son marcadamente del centro y sur de la entidad. Ciudades como Xalapa y Veracruz-Boca del Río votaron mayoritariamente por el PAN en lo que hace a la candidatura para gobernador del Estado. ¿Civilidad política? Ya habrá oportunidad para ir profundizando sobre este particular porque es un indicativo del comportamiento electoral diferenciado de la ciudadanía veracruzana.

Por lo pronto llama la atención lo que parece ser un claro mensaje de la ciudadanía veracruzana al gobierno estatal que encabeza Fidel Herrera Beltrán. Un mensaje cuyo contenido no es difícil de descifrar, aunque de entrada se podría decir que no fue de aprobación; no al menos en los términos que la euforia del lenguaje hiperbólico ha venido insistiendo respecto de la famosa “cercanía a la gente”. ¿En donde quedó aquel slogan del 2007 que presumía-y dio resultados favorables- de que los candidatos priístas se acogieran al capital político del gobernador? Lo que se advierte en cambio es que en esta ocasión optaron por disociar los supuestos beneficios gubernamentales del proceso de la elección.

Las cifras electorales del norte del Estado pudieran reflejar que los pobladores de aquella región emitieron un voto de protesta porque los dejaron en espera de las grandes obras y los beneficios que les fueron prometidos. Por el contrario, ¿en el sur, qué sucedió? ¿Acaso allá sí hay un progreso evidente y se votó en base a esa circunstancia? De bote pronto podría contestarse que no es por allí en donde habría que buscar las razones del voto favorable al PRI. Y no lo es porque sencillamente el Sur está igual que el norte, pobre, con infraestructura carretera del tercer mundo; con agricultura que sale adelante por el esfuerzo personal de los agricultores (porque grandes apoyos del gobierno no los ha habido). Lo pueden confirmar los piñeros, los arroceros, tabacaleros. De los cañeros ni hablar porque su relación es con las empresas y poco apoyo externo les llegó en estos seis años que el viento se llevó.

Entonces ¿cómo explicar que en el sur y el centro del Estado radiquen las ganancias electorales que le darán mayoría legislativa al PRI? ¿Acaso fue en el centro-sur en donde hubo mayor concentración de “operadores” electorales dejándole al PAN el Norte como un cebo? Paulatinamente se irán conociendo los detalles de esta faceta de la estrategia electoral que, de cualquier manera, solo arrojó una pírrica diferencia entre los votos conseguidos por los contendientes al gobierno estatal.

Vale señalar que la alternancia municipal es ya una constante en Veracruz pues consta en hechos que un gran número de municipios ha sido gobernado alternativamente por diversos partidos. Así se puede colegir en la investigación de quien esto suscribe concretada en el libro editado por el Colegio de Veracruz, intitulado EL FIN DE UNA ERA, DE LA HEGEMONÍA A LA OPOSICIÓN” de próxima presentación. Es una investigación de la casuística electoral veracruzana de 1973 a 2007. “En este punto- allí se dice-, en el detalle habría que analizar casuísticamente si lo que ha decidido la tendencia del voto ha sido el partido o los candidatos”.

En esta primera fase del proceso veracruzano se pudo observar el conflicto que viene, pues al acortarse la diferencia de votos se produce la natural resistencia a admitir la derrota y a suscitar desconfianza. Tal sucedió también en el 2004, cuando el PRI solo ganó 70 municipios y el PAN 89, la alianza de izquierdas 42 y el PRV 10; un empate en Coetzala entre el PRI y el PRV en 310 votos. El PAN ganó 14 diputados, fidelidad por Veracruz 13 y Unidos por Veracruz 3 diputados. La geografía de Veracruz se pintó de azul en el norte del Estado y en buena parte del centro. Ahora, en 2010 según cifras del IEV, el PRI obtuvo 1 millón 392 mil 386 votos; el PAN 1 millón 307 mil 811 sufragios y Convergencia 430 mil votos; este último, por cierto, e esta ocasión no ganó ninguna diputación por mayoría relativa y redujo a la mitad los votos obtenidos respecto del 2004.

Según se anota en el referido libro del Colegio de Veracruz: EL FIN DE UNA ERA, de quien esto suscribe, de próxima presentación, respecto de la elección de 2004: “Un diagnóstico preciso de este resultado lo hizo el presidente de la Fundación Colosio en el Estado, Antonio Nemi, quien expresó: “Debemos ser autocríticos no sólo de Mota (el presidente del PRI estatal) sino de toda la dirigencia, hay responsabilidad de muchos, no podemos ser cínicos y hay que aceptar que aprobamos de panzazo y si ganamos la elección de gobernador fue gracias al prestigio y activismo de Fidel Herrera Beltrán, pero si el aparato de partido se hubiese hecho cargo, el resultado sería catastrófico(…)
Equivocamos la estrategia de la Alianza con el PRV, se suponía que ese mecanismo de Alianza nos iba a dar muchos votos y nos quitó, no fue una decisión afortunada”.

Ahora, respecto del dirigente estatal del PRI pudieran atribuírsele muchas culpas, entre otras su evidente inmadurez para una empresa como la que le “tocó emprender”. Pero lo cierto es que no es él quien operó este proceso por parte del PRI, suponer lo contrario nos equipararía a lo que de él se presume. Sin embargo, como siempre ocurre, los triunfos tienen muchos padres, mientras que las derrotas son huérfanas.

Pero no está por demás un relato: por mera casualidad coincidimos con el actual presidente del PRI estatal en una cafetería. Él estaba acompañado por el diputado Laborde, Tomás Montoya y Pepe Valencia. Quizás por no dejar o por mera curiosidad Carvallo me preguntó acerca de quien pudiera ser el candidato de su partido en Hueyapan de Ocampo. La respuesta fue en el sentido de que cualquiera de los que se mencionaban pudiera ser, eran igual de malos. Pero, en cambio se le precisó la idea acerca de quién no debería ser. ¡Y el candidato fue justamente ese! Un indiciado por asesinato, según el ya finado licenciado Pericles Namorado Urrutia, tal y como consta en la prensa de su tiempo. Desde el arranque del proceso electoral municipal, en Hueyapan todo mundo daba por perdido al candidato del PRI pues peleó con su comité municipal y amenazó al alcalde priísta de meterlo a la cárcel si es que ganaba. ¡Ganó! Porque el hambre de la gente está canija y por allá, recibir $ 300 en un solo día, es como sacarse la lotería.

Por ello es posible afirmar que un intento democrático combinado con la pobreza extrema va en sentido contrario a la legalidad y la equidad entre los competidores.


alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2010