AYER Y AHORA

Por Alfredo Bielma Villanueva



Fue en 1971 cuando se inauguró la avenida Ignacio de la Llave en la capital veracruzana, es el tramo que va del Teatro del Estado hasta empatarlo con la salida “vieja a Coatepec”. Era una obra pública de extraordinaria utilidad para los habitantes de Xalapa pues evitaba dar el rodeo que significa bajar todo Ávila Camacho y dar vuelta en Ursulo Galván para llegar a la carretera a Coatepec y a la zona del mercado Jáuregui. Fue un festejo citadino con atole, tamales, café y garnachas que los vecinos agradecidos ofrecían a quienes acudieron a la inauguración. El alcalde era el distinguido médico Xalapeño Pedro Coronel Pérez y gobernaba el Estado Rafael Murillo Vidal, ambos presentes en la inauguración de la obra. El presupuesto del gobierno del Estado no rebasaba los 800 millones de pesos, en esa proporción ya podemos suponer el alcance del erario municipal.

Para la pavimentación de la calle el municipio contó con el respaldo del gobierno del Estado, de otra manera no hubiera sido posible dado el exiguo presupuesto municipal. Consta a los vecinos del lugar que el pavimento actual de esa calle es el mismo que se colocó hace cuarenta años, así de buena fue la mezcla y la verticalidad moral del funcionario encargado de la obra. A nadie extrañó que el gobernador estuviera presente en la inauguración, la bonhomía del gobernante era proverbial. En esos tiempos Xalapa era un pueblote desde el punto de vista urbano, los límites citadinos no rebasaban en exceso la avenida 20 de noviembre; en esa romántica época la zona de los actuales lagos constituía un suburbio nada seguro. Nada mefistofélica, pero se entraba y se salía de la ciudad por los panteones: Palo Verde al sur y el Xalapeño, al norte. La carretera, “circunvalación” le llamábamos, lucía semioscura en las noches y solo uno que otro automotor citadino pasaba por allí. Pocos recordarán los enormes espacios deshabitados aledaños a la avenida circunvalación

La calle, “Avenida”, por favor, Enríquez, era de doble sentido, y aún no se construía el “Túnel” debajo del Parque Juárez; por esta razón la calle Leona Vicario tenía “intenso” tráfico vehicular porque conectaba Ursulo Galván con Allende para poder rodear el parque Juárez y llegar a Zaragoza.

El Arco de Bienvenida a la ciudad se ubicaba enfrente del monumento a Tejeda, mejor conocido como “El agua potable”; allí cerca aún no se construían la Central de Bomberos, ni su vecino el edificio de Telmex, tampoco el hospital de maternidad, aquello era un campo deportivo anexo a la Escuela Primaria Carlos A. Carrillo. El fraccionamiento de lujo era el Veracruz y la avenida Orizaba terminaba su pavimento en la esquina con lo que ahora es Reyes Heroles. La Avenida Ruiz Cortines no era transitable en automóvil y asemejaba un lodoso camino vecinal entre sombrías y arboladas cañadas. San Bruno terminaba en la represa, ahora convertida en fraccionamiento de interés medio.

Lejos quedaba la moderna Escuela Normal Veracruzana, situada a espaldas de la Colonia del Magisterio, último asentamiento urbanizado al norte de Xalapa. Excursionar al Macuiltepetl era una aventura, pues las nacientes colonias a su alrededor, a parte de lodosas eran peligrosas después del ocaso solar. Hacia el sur, la iglesia de La Piedad bendecía a los viajantes que tomaban “20 de noviembre oriente” para salir de Xalapa; Las Trancas al Sur y Banderilla al Norte brindaban la “carnita” dominical, muy afuera de la ciudad capital. Como dato cultural, el único motel disponible era “El Banderilla” que iniciaba una exitosa rama de la hotelería en Xalapa.

El gobernador Murillo Vidal, siguiendo su propia consigna que dicta que todo gobernador debe hacer algo por la capital puesto que es asiento de los poderes y residencia del gobernador, hizo una gran obra pública en la Atenas veracruzana, de acuerdo al erario disponible: amplió a cuatro carriles-tal como ahora luce- la Avenida Xalapa para dignificar la entrada norte a la capital del Estado; construyó el majestuoso Paseo de los Lagos al convertir en un digno lugar de recreo una cañada cuyo lado sur lucía de basurero que ocultaba drenajes a cielo abierto; allí mismo rescató la vieja casona que pronto se convertiría en una señorial Casa de Artesanías, con un salón para fiestas y reuniones políticas bastante socorrido en su tiempo. Abrió la entrada a lo que es la avenida Murillo Vidal después del edificio de Correos, el llamado Palacio Federal, derribando casas, no sin indemnizar a los propietarios, para darle continuidad a la calle proyectar otra salida a Veracruz; construyó el túnel debajo del parque Juárez cuya inestimable utilidad es apreciable de manera cotidiana; pavimentó la “nueva” carretera a Coatepec de solo 8 kilómetros, que vino a aliviar el inconveniente de la “carretera vieja”, más larga y peligrosamente sinuosa. No necesitó del contratismo porque la Dirección de Comunicaciones se bastaba para ello. Su cercanía a los jóvenes lo pueden certificar más de uno de los actores políticos que ahora van de salida.

No podemos dejar en el tintero que entonces, al igual que ahora, la malevolencia política corría el rumor de que otro era el que mandaba y no el gobernador; el tiempo ha comprobado lo contrario al reconocer la sapiencia para gobernar de Murillo Vidal y que el poder solo es delegable, no se comparte.

La remembranza-con la venia del ilustre cronista de la ciudad, el renombrado José Zayden- viene a cuento por la “reinauguración de la calle Sayago”, que se divulgó como si la dimensión de la obra comprendiera todo el largo de esa calle. En esencia y propósito cualquier obra pública es buena, y doblemente buena si es de calidad, porque su fin es el beneficio colectivo. Realmente a lo que asistió el gobernador fue a la apertura de la pavimentación de aproximadamente cien metros de la calle Sayago, en lo que se aprovechó para mejorar el drenaje y reparar conexiones de agua potable, pintar una raya en medio, no más. Por esa razón es sorprendente que se arguya el “beneficio de más de 500 familias (¿?) y 30 colonias” (¡!). Qué bien que se pavimenten calles en mal estado, es lo mínimo que se pudiera hacer, pero de eso a que se diga a los jalapeños medias verdades resulta un malogrado atentado a la inteligencia ajena.

Sabemos que no hay dinero para iniciar de inmediato la remediación del atraso que vive Veracruz; nadie desconoce que el gobierno del Estado no está por ahora en condiciones para realizar magnas obras a cien días de su arranque. Por esas circunstancias la ciudadanía seguramente aplaudiría al gobernador si este, a más de la voluntad demostrada para deslindarse del estilo manirroto y desorganizado de quien le precedió en el cargo, informara a los veracruzanos a cuánto asciende realmente la deuda que mantiene en la bancarrota las finanzas públicas estatales y qué acciones se tomarán contra la corrupción e ineptitud que provocó el desastre, etc. Sin lugar a dudas aplaudiríamos ese gesto y le extenderíamos nuestro unánime respaldo solidario porque avistamos el gran paquete que tiene enfrente.

Digámoslo como se percibe: asistir el gobernador a la inauguración del tramo de calle en comento solo pudo haber sido un buen pretexto para mandar señales y aclarar paradas. Allí, por alguna razón el gobernador se ha visto precisado a declarar que quien manda en Veracruz es él y no su antecesor, sus motivos tendrá; pero dijo algo con razón histórica, porque el poder no se comparte, simplemente se ejerce. La historia no solo se narra, hay que comprobarla, y en este caso sobran testimonios que acreditan la desagradable sorpresa que se llevan quienes han pretendido trascender más allá de sus periodos constitucionales.

Por otro lado, bastante atareado debe andar Fidel Herrera en preocupaciones de otra índole como para pensar en indeseables e inaceptables injerencias políticas en Veracruz, un Estado que lo tenía todo antes de su arribo al palacio de gobierno y a cuya ciudadanía debiera explicarle la razón del desmesurado endeudamiento que su desgobierno heredó. La del gobernador Duarte pudiera ser una aclaración pertinente, pero no olvidemos que se hace camino al andar y que el movimiento solo se demuestra con el cambio.

alfredobielmav@hotmail.com
Marzo 2011