¿GOBIERNO DE RESULTADOS?

Por Alfredo Bielma Villanueva



No son pocos quienes coinciden con la idea de que el actual gobierno de Veracruz tiene entre sus principales características la de ser mediático, entendido esto como el privilegio de la imagen por sobre otras consideraciones. En un gobierno con este perfil se soslayan elementos de mayor importancia, como la eficiencia y la eficacia, por ejemplo; la productividad en el trabajo pasa a segundo término porque se confía al virtualismo de una información “hacedora”; para ello nada como una exitosa campaña en los medios. Débese señalar que en los tiempos actuales ningún gobierno podría prescindir del empleo de la promoción de sus acciones, es una herramienta útil que además sirve para cumplir con la obligación de informar a la comunidad.


Sin embargo, el uso excesivo de este perfil acarrea el riesgo de falsear la realidad, hasta suplantarla. Cuando se abusa en la promoción de imagen sobreponiéndola a acciones de gobierno que, en este caso, no dejan de ser solo efectistas, se cae en el círculo de lo virtual. En México sufrimos esta penosa forma de gobernar en tiempos del sexenio perdido de Vicente Fox.


El abuso de los medios para solo formar imagen se atiene a que la mente colectiva es débil, fácilmente manipulable. Sabe que la memoria del ente colectivo es impermeable, se le escurre todo lo que le llega, más aún cuando en la dinámica social las noticias mas destacadas dejan de serlo inmediatamente que otra ocupa su lugar. En esa concepción está la base de la manipulación de la gente, repitiéndole, por ejemplo, la realización de una obra cuya conclusión llevará uno, dos o tres años, mientras tanto se aprovecha propagandísticamente para generar la idea de un gobierno de muchas obras, pero en los hechos el recuento de estas llega a ser verdaderamente pírrico.


No obstante, no es posible mantener permanentemente el mundo que se va construyendo de manera virtual, sobre todo cuando la realidad contrasta. En ese contexto se puede llegar al extremo de que ya nada de lo que se diga penetre como una verdad, sino como una más de las ideas que se pretenden vender. Se alcanza así el otro extremo, el de la desconfianza, el de la incredulidad. Por mucho dinero que se siga empleando en ese propósito ya no será posible conseguir crédito, entonces lo mediático deja de ser útil, eficiente. Una etapa en la que el gobierno da justificaciones y la población se desengaña, parecida a un puente que va de la esperanza a la decepción.


Acontecimientos como el de “Tembladeras”, por ejemplo, que llegan cuando el gobierno está próximo a escribir su obituario, despiertan en la opinión pública un sentimiento de desconfianza que será difícil de diluir, aún con toda la campaña mediática de que se eche mano, sobre todo porque ya no hay tiempo. En este caso la ciudadanía ya está prejuiciada porque se le quiso sorprender y el resultado ha sido la obligada marcha atrás de un proyecto que infligiría grave perjuicio a la ya muy dañada naturaleza en los humedales veracruzanos. Entonces se produce el fenómeno de la “tuerca trasroscada”, ya ni para adelante ni para atrás funciona.


Que se sepa, no hay registro histórico de gobierno alguno que haya podido mantener una campaña mediática durante varios años sin que los resultados de estas no se le reviertan. El fenómeno guarda similitud con una fiesta permanente, en la que se desbordan las emociones producidas por estimulantes, cuyos dañinos efectos se reflejan en la resaca del día siguiente; en otras palabras, el gozo al pozo.


Casuísticamente, los veracruzanos hemos tenido oportunidad de advertir el acontecer del gobierno de Fidel Herrera, del que desde sus inicios fue observable su tendencia a privilegiar la imagen, sacrificando realidades en no pocas ocasiones. Esto último no es lirismo porque se atiene a la contundencia de los hechos. Tomemos como caso el reiterado anuncio de la construcción de infraestructura carretera, aunque por la profusión de ejemplos sólo enfocaremos el libramiento de Cardel:


“Todo parece indicar que son mucho más de lo que teníamos en mente, que las grandes obras que se soñaban ya están hechas o en marcha: la barra de Tampachichi, la México-Tuxpan, el Libramiento de Xalapa, el saneamiento de la bahía, el túnel sumergido y muchas miles y miles de obras de agua potable, drenaje, alcantarillado, educación, salud, vivienda; en fin, Veracruz va bien”. (21-V-2007) Era la euforia de mitad de sexenio, cuando se dijo que en tres años se había hecho lo que se tenía pensado para seis.


En febrero de 2008 se anunció una inversión de 15 mil millones de pesos para autopistas “con lo cual se duplicará ese renglón”-se dijo- e impulsar “aún más” el desarrollo de Veracruz. Entre otras obras, estaban Nuevo Necaxa-Tihuatlán, con 700 millones de pesos, libramiento de Veracruz, con 920 millones y libramiento de Cardel con 460 millones de pesos, que en marzo de 2008 se dijo que estaba por iniciarse, dentro de un programa que permitiría que al término del gobierno hubiera 508 kilómetros de autopistas adicionales a los 500 que ya existían.


En el vociferado programa de construcción de carreteras, en junio de 2008 se afirmó (Theurel dixit) que las carreteras de altas especificaciones se incrementarían en el gobierno de Herrera Beltrán casi un 90%; que si en 2005 Veracruz contaba con 11 autopistas que sumaban 794 kilómetros, para 2010 el gobernador Herrera dejaría concluida la “red troncal de autopistas de altas especificaciones y que suman un total de 631 kilómetros, así como una inversión de 12 mil 600 millones de pesos; allí incluía el libramiento de Cardel, de 7 kilómetros. (Obviamente hubo aplausos).


El 6 de agosto de 2008 se aseguró que el libramiento de Cardel entraría en funcionamiento en abril de 2009 (Theurel dixit), una obra de cuatro carriles por el lado nororiente de esa población que iniciaría en San Pancho hasta el entronque conocido como Coca-cola. Entonces aprovechó para repetir que al inicio del gobierno de Herrera Beltrán Veracruz contaba con menos de 600 kilómetros de autopista y que en cuatro años la cifra creció a mil 300 kilómetros (sic). Se hace la aclaración que la maña, o en la euforia enunciativa no se decía que las más eran obras del gobierno federal. Faltaba más, también se anunció la autopista Tuxpan-Tampico, Teziutlán-Nautla y Gutiérrez Zamora-Laguna Verde. (Obviamente, más aplausos)


El 13 de octubre de 2008 se decía que por el procedimiento de la bursatilización se habían hecho posible los libramientos de Cardel, Paso del Toro-Veracruz-Boca del río, “y tantas y tantas obras como el túnel sumergido allá en Coatzacoalcos”. El 19 de febrero de 2009 se informó que la Secretaría de Comunicaciones había recibido 12 millones 376 mil pesos de la bursatilización para el pago de asesoría financiera por las obras del libramiento de Cardel (ojo, de solo 7 Kms). En marzo de ese año se dijo que el libramiento de Cardel se concluiría en junio, con lo que llegaría “la modernidad a la zona”. (Por supuesto, más aplausos).


En junio de 2009 se informó que el tramo Temaca-Paso del Toro, el bulevar de la Riviera y el libramiento de Cardel llevaban un avance del 85%. En julio de ese año se dijo que aunque había retraso por los derechos de vía, solo faltaban 50 metros para su conclusión. Pero, mala noticia, el 12 de febrero de 2010 se informó sobre el pago por derecho de vía a doce ejidatarios y que, ahora sí, el libramiento estará concluido en seis meses más. Siete kilómetros, dos años y contando. (No muchos aplausos).

He aquí uno de los resultados de un gobierno mediático. Y aún hay más.

alfredobielmav@hotmail.com
Abril 2010