PRESIDENCIABLES

Por Alfredo Bielma Villanueva



Hasta ahora, por lo menos dos gobernadores en funciones han registrado sus respectivas aspiraciones para la presidencia de la república. Uno, Enrique Peña Nieto, del Estado de México, quien figura desde hace rato como la punta de lanza priísta en la carrera hacia Los Pinos; otro, Fidel Herrera Beltrán, del Estado de Veracruz, quien se ha venido incorporando a esa competencia, aunque se ignora si detrás suyo existe algún grupo político que lo sostenga y confíe en él, tal y como parece que sí sucede con el mexiquense.


Al margen de las probabilidades que uno y otro pudieran tener para alcanzar su pretensión, bueno sería que, sin menoscabo de las apreciaciones de opinión pública respecto de cada quien, se realizara un estudio de los méritos que dicen tener para aspirar, (aunque está visto que Peña Nieto le lleva a Fidel una delantera de muchos copetes). No necesariamente de los cargos que han desempeñado en su trayectoria política, pues al final eso no dice más que o han sido políticos logreros o que las condiciones se les han acomodado para su beneficio personal.


En este caso no es para menos, pues de lo que se trata es de gobernar a todo un país, luego entonces, bueno sería que se analizaran sus alcances como administradores de la cosa pública y el resultado que en ese tenor han bridado a sus coterráneos. Qué hicieron por sus respectivos gobernados, de cuánto dinero dispusieron para su ejercicio, el grado de eficiencia y honestidad con la que administraron el recurso público, de esa manera se podrían evaluar los resultados de su gestión en un comparativo del costo-beneficio, al margen de trucos publicitarios. Obviamente, la base del análisis tendría que partir de la premisa que lo informado por ellos es fidedigno, verificable, fácilmente ubicable, y a quienes y a cuántos beneficiaron.


La asimetría presupuestal entre uno y otro Estado introducen variantes en el análisis, de allí que no se podrían comparar con el mismo rasero las obras colosales en aquella entidad con las que aquí encontramos. En esa dimensión no pudiéramos presumir, por ejemplo, el “moderno” puente en la avenida Lázaro Cárdenas en Xalapa (cuya tardanza en finalizarlo quizá se deba a exigencias de especificaciones técnicas muy sofisticadas, que los neófitos en la materia desconocemos), en comparación, por decir lo menos, con el puente de “la Concordia”, construido en combinación entre el gobierno mexiquense y el gobierno del DF. Qué decir de las autopistas estatales de allá con las que difícilmente pudiéramos competir, que no fuera con la de Santa Fe a Paso del Toro. O la obra cuatripartita del puente El Remolino cuya construcción empujó Xochilt Gálvez en 2005 en acto en el totonacapan presidido por Fox para que el gobierno del estado le entrara con un 25%, completado en partes iguales por PEMEX, la SCT y la dependencia que aquella presidía. Acaso el túnel sumergido bajo el Río Coatzacoalcos pudiera darnos alguna significación en el sector de obras, desafortunadamente se atascó y ya no será de Fidel Herrera, pues habiendo iniciado el proyecto con Miguel Alemán el actual gobierno no logró su conclusión.


Así sería la comparación, rubro por rubro, en el campo, en la industria, en salud, en educación, en seguridad pública, guardando las debidas proporciones. No quién dice mejor los discursos, sino quien cumplió a cabalidad. No quién está mejor posesionado en la opinión pública pues de entrada se percibe que Peña Nieto lleva delantera, sino quién merecería por sus resultados como gobernante dirigir a éste país que ya no ve la suya. No quién está más capacitado electoralmente para ganar una elección, sino quien está calificado por la suma de los logros entregados a su pueblo y que así pudiera hacerlo para toda la nación mexicana. No quien se acerca más a la gente, eso no da de comer a la población, sino quién le resuelve realmente sus problemas en el campo, en la industria, en el comercio, en la salud, en educación, seguridad, etc.


En la utopía, con estas variables podríamos acaso concluir cuál de los gobernadores que hasta ahora registran su aspiración merece llegar al máximo cargo político de México. Sin embargo, la lista no se agota con estos dos pretendientes. También están Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes, ambos ex gobernadores; estarán, hablamos del PRI, otras figuras relevantes que poco a poco irán surgiendo. Con todos ellos debería seguirse un análisis de sus resultados como servidores públicos.


En cuanto a pecados cometidos, sería interesante saber quien tira la primera piedra. No se olvida aún la penosa exhibición pública que sus adversarios propinaron a Arturo Montiel para cerrarle el paso a su candidatura por el PRI. Este es un factor que indudablemente pesará en la revista minuciosa de las acciones que en el decurso de su trayectoria política hayan realizado estos actores, quienes están sometidos al crisol público difícilmente estarán libres de ese riesgo.


Para evitar sustos, ya en el Estado de México advierten señales, tal como se refleja en el reciente discurso del Secretario de Gobierno de aquella entidad, al decir ante el monumento a Juárez que el gobernador Enrique Peña Nieto es “Un actor que rompe estereotipos, un político de nueva generación que se rige con los altos valores del esfuerzo, de la responsabilidad…. Sin embargo, algunos actores en el escenario de competencia, ven a la política como una ecuación de suma cero; de tal forma que cifran la fortaleza de su adversario como el riesgo y la debilidad propia. Por esta razón se intensifican los embates contra el Ejecutivo Estatal. Por eso es previsible un incremento en la lluvia de piedras de lodo que después se esconden en hoyos de avestruz”.


Para cuando llegue el momento de analizar prospectos presidenciales, acerca de Fidel Herrera y de Peña Nieto seguramente ya se habrán esculcado de manera exhaustiva sus antecedentes, pues si alguno malo hubiera qué mejor ocasión para exhibirlos que en la sucesión de sus gobiernos. De Fidel Herrera ya se han esbozado insinuantes comentarios, ninguno comprobado; el ha precisado que tiene “amigos -nacos- no narcos. Si algún expediente existiera en este sentido, o en cualquier otro, seguramente saldrá a la opinión pública en los momentos que a la estrategia electoral del adversario convenga, como dice el gallego, sino, no; por lo menos en ése ramo Fidel habría pasado la prueba de fuego, que incluye entregar el gobierno de Veracruz a un correligionario. Sin estas últimas condiciones, difícilmente podría competir para ser un futuro presidente del PRI.

alfredobielmav@hotmail.com
Marzo 2010