ACCIÓN Y REACCIÓN
Por Alfredo Bielma Villanueva
Por Alfredo Bielma Villanueva

Lo cierto, el hecho histórico, es que El Monitor, El Diario del Hogar, El Hijo del Ahuizote y otras publicaciones más modestas acertaban en sus críticas al régimen dictatorial de Porfirio Díaz, el tiempo les dio la razón a sus certeras apreciaciones acerca de una realidad que no correspondía al optimismo gobiernista. En el contexto social alguien tiene que decir la verdad, aún en contra de la corriente; como lo hicieron esos periodistas que nuestra historia registra como próceres del periodismo nacional y adalides del movimiento revolucionario de 1910.

En la sociedad se produce el enfrentamiento entre las fuerzas que desean un cambio y las que pugnan para que todo siga igual en aras de defender los intereses creados. Tal como acontece en nuestro micro universo veracruzano, en el que cotidianamente escuchamos versiones interesadas que afirman que la voz del gobernador debe ser acatada simplemente por venir de quien viene. Aquellos que no la obedezcan son tildados de soñadores, cuando no de “locos”, de aventureros, que no entienden las leyes del juego. Se les zahiere en comentarios sotto voce, aunque quizás en el fondo solo sea la expresión de una furtiva envidia por no tener los arrestos necesarios para hacer lo propio. Cuánto no se ha dicho de quienes disienten públicamente, de quienes al no aceptar el cinturón de la consigna se lanzan a una contienda en la que encuentran mil obstáculos.
Pero, ¿qué sería de la historia si no hubiera inconformes? Simplemente no avanzaríamos como sociedad y el curso de las civilizaciones no hubiera caminado. No, sin el cura Hidalgo, ¿cómo arrostrar la fuerza del alto clero político? ¡Iluso! Por eso su cabeza fue exhibida en la picota durante casi una década, por instrucciones de los dignatarios de su orden. No un Benito Juárez, porque, ¿cómo, oponérsele a la Francia Imperial? ¡Qué insensato! Madero, ¡cuán inocente!, ¿cómo enfrentársele al Dictador todopoderoso?
Pues sí, gracias a ellos hubo movimiento para la independencia, se inscribió La Reforma y se inició la Revolución en 1910.
Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo fueron infamados y tildados de traidores cuando salieron del PRI y formaron otro partido; pero gracias a ellos, al movimiento de inconformidad que encabezaron, el 88 se convirtió en un parte agua electoral, a partir del cual se iniciaron las reformas electorales y se crearon instituciones de la materia. Porfirio Muñoz Ledo, en el recinto parlamentario de la Cámara de Diputados, en pleno del Congreso interpeló al presidente de la república Miguel de la Madrid, ¡Qué osadía! ¡Qué falta de respeto a la investidura presidencial! De todo se le dijo, ya está en la historia. Como lo está Aurelio Manrique, el diputado que increpó a riesgo de su vida al presidente Calles por la muerte de Obregón.
Quienes, impulsados por una recia convicción interna, convencidos de que la disciplina abúlica contradice el sentido de su convencimiento, prefieren apartarse de la consigna que atosiga y enfrentan los retos que su actitud le propicia demuestran, una vez más, que en la interrelación con el poder hay quienes a él se avasallan y otros que rechazan la servidumbre acrítica, entonces se establecen las armonías y discordancias necesarias para que el reloj de la historia camine. Alguien tiene que jalar la cobija para despertar al dormido.
alfredobielmav@hotmail.com
Marzo 2010
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