UN DÍA DESPUÉS

Por Alfredo Bielma Villanueva


Si como sucede durante el periodo que dura el proceso electoral, en el que se escucha decir mentiras por doquier, fuera el comportamiento permisible a los gobernantes para holgarse diciendo falsedades, quizá el encrespamiento social contra la clase política no se percibiría tan acentuado. Pero ocurre que los señores que desempeñan una responsabilidad pública: alcaldes, gobernadores, presidente de la república y sus correspondientes subordinados, ante lo magro que suelen ser sus resultados recurren con harta frecuencia a la simulación y a los sofismas, con el propósito de encubrir sus ineficiencias e incumplimientos. Lo que es peor, algunos pretenden aparecer como los inventores del hilo negro; desafortunadamente para ellos y para la sociedad esto no es así.


Agustín Carsten, el secretario de Hacienda quiere aparecer como quien salvó a la economía mexicana de un desastre, cuando en realidad no supo enfrentar el problema con la eficiencia que se requería y el “catarrito” se convirtió en influenza, a pesar de los avisos de la inminente crisis que en otros países sí pudieron enfrentar con éxito evitando los estropicios que en México derivan de un decremento del PIB de casi 9%.


En los estados de la república sucede lo mismo, como en Veracruz, en donde a pesar de los severos problemas de liquidez que padece el gobierno estatal y de los “levantamientos”, secuestros y cadáveres decapitados tirados en las calles, se nos dice que hay paz y tranquilidad y que somos la única entidad de la república en donde se crean empleos, mientras que en otras se viven cifras escalofriantes de recesión económica.


El día de mañana, 5 de julio, la ciudadanía mexicana tendrá la oportunidad de elegir legisladores federales, y en algunas entidades también se votará para alcaldes, legisladores locales y gobernadores. El lunes estaremos conociendo los primeros resultados. A través de ellos deduciremos el impacto que hayan producido las campañas proselitistas sobre el electorado y de qué manera se habrá reflejado en las urnas la ensalada de impotencias y esperanzas populares.


En las urnas se habrá depositado la síntesis de todo lo que ha permanecido oculto y reprimido en el ánimo ciudadano. Parte de ello ya lo hemos escuchado de Alejandro Martí, a quien el secuestro y asesinato de su hijo obligaron a gritar un ¡Si no pueden renuncien!, dirigido a los funcionarios de los tres ordenes de gobierno, que por desidia e irresponsabilidad se encapsulan en sus puestos solo para medrar del presupuesto que los cobija, olvidándose que tienen una obligación que cumplir y por la que reciben generosos estipendios. Encontraremos también reflejado en la votación el indignado reclamo del “¡No tienen Madre! de Nelson Vargas, a quien la delincuencia privó de la compañía de un ser querido.


Como el encrespamiento social va en aumento por el ya abierto diferendo entre la sociedad y sus servidores públicos, en Sonora se sabrá hasta qué grado habrá influido el desesperado, indignado y doliente grito del padre de uno de los niños que murieron a causa del incendio en la guardería de Hermosillo.


Roberto Zavala, que es un empleado de la Ford perdió a su hijo Santiago de Jesús en el incendio. Adolorido, no pudo más y explotó: “A nuestros señores gobernantes les quiero decir: ustedes creen que somos pendejos, ¿verdad?”---- “¿Creen que toda la gente que está aquí no sabe de lo que estamos hablando, que somos unos ignorantes? No señor, no somos pendejos, que seamos de clase media y que trabajemos no quiere decir que seamos pendejos”. — “Ustedes no conocen más a Santiago que yo, Santiago en este momento desde allá arriba está mirando hacia abajo y le está diciendo a todos sus amiguitos, ese pinche loco que está allá es mi papá y no se va a dejar de ningún pendejo. Gracias.”


Este 5 de Julio como muchos otros de nuestra ya larga historia electoral, que para algunos que no perdonan la burla “es la fiesta de la democracia”, y se presta para “sesudos” chascarrillos como que “votar es ser tomado en cuenta”, proporciona la oportunidad a la ciudadanía para expresarse en el sentido que la hayan conducido las insulsas promesas de campaña, un bulto de cemento, una lámina de Zinc, una despensa, mil pesos o, en el mejor de los casos, su probable toma de conciencia de que esto no debe seguir igual. Al menos que, como lo afirmó el desesperado padre de Santiago, “realmente seamos unos pendejos y de (que) toda la sociedad depende de ustedes que nos sigan tratando como pendejos”. Planteamiento con el que quien esto emborrona se solidariza en toda su extensión.


¿Seguirá todo igual? Si después de la elección-cualquiera que fuere el resultado- la ciudadanía vuelve a su “normalidad”, de una actitud de indiferencia sobre la cosa pública; si olvidamos que este país no anda bien debido a nuestra desidia en no participar; por no exigir a quienes les encargamos el gobierno que cumplan cabalmente con sus funciones; si permitimos que sigan cometiendo impunemente actos deshonestos en el manejo del recurso público; si seguimos tolerando la simulación y el engaño, entonces sí, todo seguirá igual.


Es decir, seguiremos oyendo malos chistes, como el que se le escuchó decir al presidente del PRI en Veracruz cuando contó que fue elegido en ese cargo por 600 delegados (y parece que se lo cree). También seguiremos leyendo, lo que seguramente ya registró Ripley en su libro de récords, del Acuerdo al que llegaron los coordinadores parlamentarios de la Cámara de diputados, en el sentido de “blindar” sus bienes materiales “para evitar el saqueo de recursos, mobiliario, equipo y archivos durante el relevo de la legislatura en agosto entrante, con la advertencia de iniciar procedimientos y aplicar sanciones a quienes incumplan los procesos de entrega-recepción”. Lo enternecedor del caso es que esas medidas cautelares se adoptan contra posibles actos de rapiña (saqueos, dicen) que pudieran cometer los legisladores cuya función concluye en agosto próximo. ¡Vaya clase política!


Así seguirá nuestro drama nacional, en una sociedad que se conmueve de vez en cuando al enterarse de la desgracia y del dolor de quienes han sido lastimados en cuerpo y alma pero que, pasado el momento, regresa a “su normalidad”, porque en este país no pasa nada y cuando pasa, no pasa nada.


alfredobielmav@hotmail.com


Julio 2009