NO MENTIRÁS

Por Alfredo Bielma Villanueva


Si por alguna razón se pretendiera investigar las causas que motivan el descrédito de los políticos en nuestro país, bien convendría hurgar en los renglones escritos de nuestra historia. Allí se podrá encontrar que la mentira es una práctica añeja en el decir de nuestros políticos, y acaso por simple vocación investigadora habría que indagar si la conducta de hogaño no es una consecuencia de las prácticas de antaño.


Aunque buena parte de lo que sabemos de la historia patria es producto de lo que el sistema ha querido que sepamos, algunos documentos hablan por sí solos si los enmarcamos en el entorno que les dio vida y revisamos las acciones de quienes los promovieron. Acto y potencia deben ser cotejados para revelar si existió avenencia entre lo que el documento expresa y las acciones de los actores políticos para traducirlos a los hechos.


Un caso que pudiéramos denominar como “clásico” por cuanto a que transparenta la pervertida relación entre el dicho y el hecho lo encontramos en Porfirio Díaz Mori, inspirador del Plan de Tuxtepec proclamado el 10 de enero de 1876 en la Villa de Ojitlán, Oaxaca. El propósito de este Plan era derrocar a Don Sebastián Lerdo de Tejada, tal como lo había intentado anteriormente aunque sin éxito cuando el 1 de octubre de 1971 lanzó el Plan de la Noria para desconocer a Benito Juárez quien, al igual que Lerdo ahora, le había ganado la elección constitucional. En ambos Planes Porfirio Díaz proclamaba el respeto al principio de No Reelección, del que se mostró ferviente defensor.


Para fundamentar sus propósitos, en el Plan de Tuxtepec decía que el gobierno de Lerdo de Tejada era una farsa, que utilizaba el tesoro público para dilapidarlo en juergas de placer, que la administración de justicia estaba prostituida; que los municipios no eran respetados y que la educación pública era un desastre. “Que la República Mexicana está regida por un gobierno que ha hecho del abuso un sistema político, despreciando y violando la moral y las leyes (…) que el sufragio político se ha convertido en una farsa, pues el presidente y sus amigos, por todos los medios reprobables, hacen llegar a los puestos públicos a los que llaman sus "candidatos oficiales", rechazando a todo ciudadano independiente”. ¿En donde habremos escuchado esta reiterada letanía?


El movimiento militar de Díaz se coronó con éxito al renunciar Sebastián Lerdo de Tejada a la presidencia de la república, por lo que aquel asumió ese cargo el 28 de noviembre de 1876. Desde ese momento hasta su renuncia transcurrieron poco más de tres décadas pisoteando el principio de No Reelección que le había servido solo de pretexto para encumbrarse en el poder.


Cuando el movimiento revolucionario de 1910 inspirado por Madero alcanzó la victoria ¿Qué dijo Porfirio Díaz en su oficio de renuncia del 25 de mayo de 1911?: “El Pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra de Intervención, que me secundó patrióticamente en todas las obras emprendidas para impulsar la industria y el comercio de la República, ese pueblo, señores diputados, se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo, es causa de su insurrección.


“No conozco hecho alguno imputable a mí que motivara ese fenómeno social”; (…) Todavía agrega una mentira más: “En tal concepto, respetando, como siempre he respetado la voluntad del pueblo…” ¿Sinceridad?, ¿amnesia profunda? ¿Cinismo? ¿Manifiesta falsedad?


Desterrado Porfirio Díaz, Francisco Madero asciende a la presidencia de la república pero es traicionado y victimado por Victoriano Huerta. Por esta vil acción algunos gobernadores se negaron a reconocerlo; entre ellos el de Coahuila, Venustiano Carranza, quien proclama para ese efecto el Plan de Guadalupe. Ya en campaña para arrojar del puesto a Huerta, Carranza pronunció un discurso en Hermosillo el 24 de septiembre de 1913 en el que habla del reparto de las tierras para los campesinos. Un discurso revolucionario que desmintió con hechos al amonestar al General Lucio Blanco por haber repartido éste las tierras de la hacienda “Los Borregos”, cercana a Matamoros, tan sólo porque lo “hizo sin un apoyo legal”.


Dice Victoriano Huerta en el último párrafo de su renuncia el 15 de julio de 1914:”Para concluir, digo que dejo la presidencia de la república llevándome la mayor de las riquezas humanas, pues declaro que he depositado en el Banco que se llama Conciencia Universal, la honra de un puritano, al que yo, como caballero, le exhorto a que me quite esa mi propiedad. Dios los bendiga a ustedes y a mí también”.


Sin demérito del contenido de los pocos conocidos “Tratados de Bucareli” de infame memoria, de No Reelección hablaba también Álvaro Obregón y murió abatido cuando ya había sido reelecto para la presidencia de la república, gracias a las reformas constitucionales iniciadas por Calles pero forzadas por el propio Obregón.


López Portillo juró defender al peso “como un perro” y dar a conocer el nombre de los saca dólares y así nos encontramos todavía, esperando la lista y con el peso devaluado.


Carlos Salinas de Gortari calificó de mitos todo lo referente al “complot” contra Manuel López Obrador y ahora Ahumada lo descobija con las revelaciones que hace en su libro, que parece ser una novela costumbrista. Echeverría niega haber participado en la matanza de Tlatelolco pero históricamente ya ha sido juzgado. Roberto Madrazo habla en su libro “La Traición” de la actitud displicente y hasta contraria a su partido que varios gobernadores adoptaron en la elección de Julio de 2006. Y tomando vuelo ahora escribe el libro intitulado “El despojo” seguramente de corte costumbrista como el de Ahumada porque habla de la conducta de actores políticos; obviamente refiriéndose a traiciones y actitudes deshonestas.


Con las declaraciones del ex presidente Miguel de la Madrid sobre la actuación de Carlos Salinas y familia ya no sabemos a qué temerle más, si al virus que causa la influenza o a nuestra clase política, además, expresamente reflejada en el contenido de los spots de campaña difundidos por los partidos políticos, que serían de risa sino le costaran a la población y no estuvieran plagados de mentiras tan patéticas.


En fin, si al infringir flagrantemente el 8° Mandamiento de la Tabla de Moisés (del 7°, “no robarás” ya ni hablar), trajera como consecuencia un castigo divino, ni duda cabe que la clase política mexicana ganaría de calle todas las amonestaciones disponibles. Del quebranto por parte de los políticos a esos preceptos somos testigos los mexicanos de cualquier lugar del país; Veracruz de ninguna manera es la excepción porque aquí pudiéramos confeccionar todo un rosario de casos que ni remotamente están cerca de la verdad. Pero esa será otra historia que pronto podrá ser contada, y hasta cantada.


alfredobielmav@hotmail.com



MAYO 2009