CLUB DE TOBIS: PERFILES

Por Alfredo Bielma Villanueva



Es ya casi una tradición el que los veracruzanos nos vanagloriemos de nuestra proclividad hacia la política; de que nos congratulemos del que se diga que aquí en materia de política “el calvo peina trenzas” y el “más chimuelo masca plomo”. Pero si por política entendemos una actividad humana cuyo fin fundamental es la solución de los problemas colectivos la presunción no nos ha servido de mucho pues en resultados somos altamente deficitarios. Allí están los elevados índices de marginación en la que vive buena parte de los veracruzanos, lo que no honra para nada a aquella premisa pues nuestro Estado se encuentre en permanente debate entre la pobreza y la inseguridad. Todo ello, a pesar de los exuberantes, variados y ricos recursos naturales que adornan nuestras hermosas montañas y los ubérrimos valles.


La explicación a ése estado de cosas es múltiple y puede ir desde la pertenencia a un régimen federativo hasta la exagerada dispersión de los poblados en nuestro alargado territorio. Sierras, playas, llanuras y pantanos, por las razones que se quieran, en todas partes el hombre ha hecho su hábitat y esto representa esfuerzos adicionales para la satisfacción de las necesidades que exigen servicios públicos. Con todo, los gobiernos locales que hemos tenido, vistos ya en retrospectiva, en mayor o en menor medida y en justicia cada uno hizo su parte.


Pero hete aquí que ya estamos en los tiempos en que, de acuerdo a la normatividad, empiezan a ponerse en práctica las acciones tendientes a la elección de diputados federales y, en el caso de Veracruz, inmediatamente después se inician los preparativos para el relevo del gobierno que encabeza Fidel Herrera Beltrán, al que aún no es posible evaluar, primero porque aún le faltan 22 meses de funcionamiento y segundo, porque una genuina apreciación de sus resultados requiere de un sustancial desbroce de todo aquello que impida dejar al descubierto lo que del esfuerzo gubernativo se haya traducido en beneficios colectivos, al margen de la movilidad física de la que tanto se habla.


¿Quién de los que ahora aspiran por el PRI al gobierno de Veracruz pudiera suceder a Fidel Herrera Beltrán? Obviamente aquí se trata de solo una fracción de la clase política veracruzana, pues también la encontramos en el Partido Acción Nacional, en el PT, en el PRD y en Convergencia, en donde otros actores políticos de no menor importancia aspiran al honroso cargo de gobernar Veracruz.


En el PRI, el almácigo de aspirantes lo componen (más los que se agreguen), en estricto orden alfabético: Duarte de Ochoa, Javier; Mota Hernández, Adolfo; Yunes Landa, Héctor y Yunes Zorrilla, José, el orden de los factores no influye en el resultado, al menos eso dice la más elemental regla de la aritmética.


De estos cuatro connotados aspirantes al gobierno veracruzano quien formalmente lleva la delantera es Javier Duarte de Ochoa, así lo hacen ver las apariencias y las fotografías del momento. Pero, paradójicamente, es el más presionado porque su entorno inicial contó con todas las ventajas sobre sus contrapartes, pues ocupar la titularidad de la Secretaría de Finanzas de un gobierno no es cosa menor, si nos atenemos a la definición de Poder que dice que es el grado de influencia sobre las circunstancias del mayor número de personas. Pero ahora ya no lo tiene y, aunque cuenta con la abierta disposición del gobernador en su favor, muchos de quienes pululaban en su alrededor lamiendo la dulce sabia del dinero empezarán a reacomodarse en otros “ismos”. Actitud a la que Duarte habrá de acostumbrarse y sumarla a su experiencia personal, porque ahora mucho de lo que haga ya no tendrá el poder de la firma.


De Adolfo Mota Hernández se sabe de su natural disposición para la política que le ha permitido recorrer en poco tiempo importantes pasillos del poder: diputado local, presidente del PRI estatal y ahora diputado federal en sucesivas oportunidades que hablan del favorable acomodamiento de sus circunstancias; su actual posición en el enjambre de legisladores federales expresa su capacidad de maniobra pues es conocida su relevante ubicación en la cúpula de la actual legislatura federal. Miguel Alemán le dio la primera oportunidad; tuvo un serio resbalón en la elección para gobernador en 2004, pero de alguna manera sus hados lo favorecieron para superar ese tropiezo y ahora está en la tesitura de ser un probable candidato del PRI al trono veracruzano, empujado desde el centro a la periferia, aunque se ignora si cupiera una “relación dialéctica” que lo impulsara también de la periferia al centro.


Héctor Yunes Landa, sin ser viejo es el de mayor edad de quienes aspiran a suceder a Fidel en el gobierno veracruzano. Está en plena madurez política, después de desempeñarse como dirigente juvenil cenopista, diputado federal, diputado local, subsecretario de gobierno con dos gobernadores y, como indiscutible y muy positiva referencia, cuenta en su haber con la derrota como candidato a diputado federal en 2006, de la que abrevó, como el Cid Campeador, para de nuevo buscar el apoyo del electorado y convertirse en diputado local. Yunes Landa sabe de los tiempos políticos y de que los mensajes nada sibilinos del apoyo oficial a Duarte no deben ser óbices que inhiban aspiraciones, pues las circunstancias cambian y en política no todo lo que parece, necesariamente es. Por lo pronto, pareciera que Héctor Yunes Landa ha dado un paso adelante con su actitud de abierto pretendiente.


Cuando se habla de relevo generacional debiera hablarse también de cambios en la conducta y en las actitudes del político frente a sus elevadas responsabilidades. Esta es la imagen que evoca José Yunes Zorrilla: Alcalde de su natal Perote, diputado federal, diputado local y presidente del PRI estatal. Como la política es de tumbos, en 2006 vivió la experiencia de no alcanzar la senaduría, a pesar de su intensa campaña por todos los rincones de Veracruz, al verse derrotado por las argucias internas en las filas de su partido y por el incontenible arrastre del Peje y de Dante Delgado. Una experiencia que supo convertir en sabia lección para desempeñar con extraordinaria eficiencia el cargo de presidente de su partido. Esto le dio oportunidad de hacer precampaña en todo el estado y, de alguna manera, se supone, integrar cuadros afines que pudieran apuntalarlo en su legítima aspiración al gobierno veracruzano.


De todos ellos-con sus matices por supuesto- se puede decir que, en términos de mercadotecnia, son un buen producto y habrá que ver en qué medida la marca afecta a cada cual al salir al mercado. Una vez a llano abierto sabremos de qué cuero salen más correas.


Por cierto, ¿Club de Tobis? ¿Porqué creerlo? El gobernador Fidel Herrera Beltrán guarda experiencias históricas y personales que lo acreditan como un político aventajado y como tal nunca jugaría una partida tan importante con una sola carta. Por otro lado, ¿Qué acaso las mujeres no cuentan? ¿Y los empresarios? No hay peor ciego que el que no quiere ver.


alfredobielmav@hotmail.com.


2009-01-27