PEÑA NIETO, ¿UN NUEVO ESTILO?

Por Alfredo Bielma Villanueva


Quizás debido a la perceptible desconfianza y rechazo de la ciudadanía mexicana respecto a los dichos y a las acciones de los políticos algunos de estos han llegado a extremos que nos hubieran parecido demagógicos no hace mucho tiempo, algo así como artilugios adicionales de la prestidigitación retórica de la que hacen gala. En esa lógica, algunos aspirantes a gobernadores desde su campaña han documentado ante la fe de notarios públicos los ofrecimientos y de la misma manera-ya como gobierno-a cada uno de los cumplimiento se le ha conferido la misma formalidad.


Un procedimiento sin duda bastante plausible porque quien ofrece cumple y al dar cumplimiento a su promesa genera confianza, rescatando del oprobio en que se encuentra a esa noble actividad que es la política, tan vilipendiada por muchos debido a probadas razones de las que en México hay plena constancia.


Independientemente de que sea o no verdad el rumor de que el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, es un invento mediático de una de las grandes televisoras mexicanas para impulsarlo a la presidencia de la república, habrá que reconocerle el puntual cumplimiento que va dando a los 608 compromisos establecidos durante su campaña ante notario público; de ellos ha resuelto 329, según su dicho en la entrevista que Mario Vázquez Raña le hiciera para la OEM y publicada en Diario de Xalapa. De acuerdo a lo que se lee no se trata de cualquier tipo de compromisos, pues allí figuran, entre otros, el Libramiento de Toluca, la Autopista Toluca-Zitácuaro, la Primera Etapa del Circuito Exterior Mexiquense, “que es un gran libramiento de la Ciudad de México”; está el sistema de Tren Suburbano, de Cuautitlán a Buenavista y el “Circuito Exterior Mexiquense, que es un gran libramiento del DF y del cual ya opera su primera etapa de 53 kilómetros de longitud, conectando las autopistas México-Querétaro, México-Pachuca y Peñón-Texcoco”.




También llama la atención que ya se llevan entregados 4,025 tractores, de un ofrecimiento de seis mil. “La meta es mecanizar 240 mil hectáreas, las de mayor productividad en nuestro estado, con seis mil tractores”. De ello hay constancia notariada. De ser cierta tanta maravilla constituye un gran registro en materia de resultados fidedignos de un gobierno estatal mexicano.


No es esta ni remotamente una apología del gobierno mexiquense, eso le corresponde hacerla a sus gobernados. Pero sirve de rodeo y tema introductorio para esbozar una semblanza, aunque muy somera por razones de espacio, de algunos de los más recientes gobernadores veracruzanos.


En su columna “Por si Acaso” del martes 17 del presente mes, el destacado columnista Carlos Jesús Rodríguez, cita un parte del libro “El Ocaso del Camaleón” (que es un repertorio de actores y acontecimientos políticos del Estado de Veracruz de los últimos 40 años), en donde se atribuye al gobernador Agustín Acosta Lagunes la paternidad del despegue a la modernidad de la conurbación Veracruz- Boca del Río; lo cual, salvo pruebas en contrario, es cierto. En su análisis pasa a señalar en breve comparación el estilo de gobernar Hernández Ochoa, Gutiérrez Barrios, Dante Delgado, Patricio Chirinos, Miguel Alemán y Fidel Herrera., un tema siempre interesante que invita a la reflexión, más aún cuando el ejercicio del poder es matizado por la personalidad de quien lo ejerce.


De suyo, cualquier actitud del hombre de poder importa e interesa, por cuanto a que su comportamiento y ejercicio afectan a la población que le otorgó el mandato. Por ello, cuando gobernaba a Veracruz el Lic. Agustín Acosta Lagunes con un comportamiento atípico, al menos respecto de sus tres más cercanos predecesores, surgió en su momento la pregunta acerca de si era positivo gobernar por tarjetas. Esto último porque su alergia hacia los modos políticos le impedía contemporizar con los “Rolleros”, como calificaba a los políticos. Su comportamiento lo aisló de sus colaboradores y de la población en tal medida que, a pesar de haber realizado una indiscutible obra pública sin precedente en Veracruz, pocos se lo reconocen. No “cacaraqueó” el gran huevo.


Los predecesores inmediatos de Don Agustín: Don Fernando López Arias, Don Rafael Murillo Vidal y Don Rafael Hernández Ochoa recibían a sus colaboradores para acordar asuntos que requerían de la aprobación del mandatario y de esta manera darles el curso apropiado, nada de importancia se movía sin la autorización del gobernador. Cada uno de ellos se daba “baños de pueblo” a su manera, aunque siempre mantenían una prudente distancia que los libraba de los rumores de la maledicencia pública.


Acosta Lagunes rompe con el modelo de los acuerdos directos y lo hace solo mediante de tronantes tarjetas, en las cuales transmitía, mas que instrucciones, severas advertencias a sus colaboradores, solo mantenía la línea de comunicación con los Directores de área a través del Secretario y del Subsecretario de Gobierno. Para sus colaboradores era francamente difícil entrevistarse con el gobernador, quien según el criterio del presidente José López Portillo, tenía una “consistencia ideológica no muy rigurosa, mezcla de economista con ganadero…”. (Mis Tiempos). Rechazaba el contacto con la gente que se le acercaba, al igual que con las multitudes y a los “rollos políticos”. Está visto que en el balance de su gobierno sobresale una extraordinaria obra pública y, sin embargo, pocos lo recuerdan como el buen gobernador que fue, solo porque no supo comunicarse con la gente.


En cambio a Don Fernando Gutiérrez Barrios, quien solo estuvo dos años al frente del gobierno veracruzano, los medios llegaron a calificarlo como “el mejor gobernador de Veracruz”. Una opinión sin sustento en obra pública alguna, como no fuera la carretera a Alto Lucero y el inicio de la construcción del Centro Médico Rafael Lucio. Dante Delgado hizo una gran obra pública apoyándose en los ayuntamientos y fue uno de los gobernadores que mayor eficiencia demostró en el uso de los recursos del Programa salinista de Solidaridad. Pero no pudo evitar caer en el uso excesivo de las promesas, a grado tal que alguien de su equipo le tuvo que preguntar cuales de las obras prometidas se eliminarían de la relación de pendientes para darle cabida a nuevos ofrecimientos.


Patricio Chirinos desperdició la oportunidad de ser gran amigo del presidente en turno. Salinas de Gortari dijo desde el balcón del palacio de gobierno veracruzano el día de la toma de posesión de Patricio Chirinos que a Veracruz le iba a ir como nunca en su historia. No fue así, porque a Patricio le gustaba más estar en “Los Pinos” que en Xalapa; no fue oficioso el mote de “La Ardilla” que algunos le endilgaron. Aunque también hay que reconocer que gobernó solo dos años con Salinas y los cuatro años restantes con el presidente Zedillo, quien se convirtió en el adversario público número uno de Salinas.


A Miguel Alemán lo evaluaron, entre otros, el actual gobernador Fidel Herrera quien, cuando buscaba el voto de los veracruzanos aseguró que si resultaba electo daría continuidad a la obra “reformadora” del gobernador Alemán, “pues rescata la esencia histórica, cultural y social de la entidad y promueve el dinamismo económico” También dijo: Alemán encontró una crisis generalizada en la industria azucarera, en la cafeticultura y la ganadería pero ahora hay un Veracruz que tiene infraestructura legal y material, hay obra realizada en educación, salud, comunicación y vivienda”. Y el actual Secretario de Gobierno, como alcalde xalapeño dijo: “a diferencia de otros gobernadores anteriores que sólo veían hacia Veracruz y Boca del Río, deja sentadas las bases del desarrollo de Xalapa.”


No pecaríamos de omisión si no hiciéramos referencia al gobierno de Fidel Herrera Beltrán porque, en términos de resultados, aún no se pueden extraer conclusiones definitivas. Sabemos sí, de su movilidad física y que en Acatlán anunció el lunes pasado que incrementará su cercanía con la gente, lo que no es sino una variable que expresa su muy personal estilo de ejercer el poder. Mal haríamos en evaluarlo si, por ejemplo, se aceptara a pie juntillas que en tres años hizo lo que tenía pensado hacer en seis, o en base a las encuestas de aceptación que se han publicado; un análisis fundamentado en esos considerandos denunciaría precaria solidez.


Se tiene información periodística de que, por ejemplo, en Veracruz se han entregado 2,500 tractores a productores del campo, según se publicó el 12 de febrero de 2008 ante la presencia del Secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez durante la firma de un Convenio de Coordinación, eso es buena señal. De las obras carreteras hechas por su gobierno habría que deslindar aquellas construidas por la federación, como la México-Tuxpan, Amozoc-Perote, el Libramiento de Xalapa, que es concesionado, etc. de las que se hayan hecho con presupuesto estatal. Aunque ya no falta mucho, todavía no es tiempo para un análisis sereno y confiable, y mal se vería el intentar una calificación a estas alturas porque se incurriría en sospechosa cortesanía o en malévola intención.


En concreto, en vista de la volatilidad de las promesas políticas hechas en campaña, la estrategia de certificarlas con fe de notario público no es mala idea. Al menos se terminaría con los ridículos y costosos spots de los partidos, que nadie escucha, y se obligaría a los candidatos a comportarse con la sobriedad que requiere quien aspira a servir a la sociedad. ¿Para qué dejarlo a la discrecionalidad de estilos en vez de establecerlos como punta de lanza para el cambio en la conducta del político, para adecentar la política? He aquí los recovecos, sinuosidades de la política. El tema da para más, pero allí lo dejamos.


alfredobielmav@hotmail.com

Febrero 2009