INFANTILISMO DE IZQUIERDA

Por Alfredo Bielma Villanueva


“Donde hay dos personas de izquierda, hay tres fracciones”, solía decirse en la década de los `80 del siglo pasado, cuando la profusión de partidos de izquierda reflejaba la patética realidad de su militancia partidista multifraccionada, compuesta por aquellos que presumen que su lucha es por el bienestar de las mayorías de este país, obviamente de los más pobres. La frase sigue vigente, pues su actualidad es inobjetablemente comprobada en los hechos.

Con el propósito de ampliar la representatividad democrática en México, con sustento en la Reforma electoral del presidente José López Portillo se invitó al pluralismo político-ideológico de México a la participación abierta en comicios en busca de la adhesión ciudadana a los respectivos proyectos de nación. Por lo pronto, el viejo Partido Comunista Mexicano salió de la clandestinidad dispuesto a dar la batalla en términos que la normatividad electoral establecía. Creado en 1919 el PCM vivió épocas de relativa gloria cuando controlaba sindicatos importantes tales como el de ferrocarrileros, electricistas y el de tranviarios en el Distrito Federal, aunque nunca fue el Partido fuerte que sus tiempos requerían.

El PCM consiguió su registro el 4 de mayo de 1978 y en 1979 alcanzó a formar un importante grupo parlamentario en la Cámara federal de diputados; un significativo sector integrado por intelectuales lo promovía a través de ensayos y artículos periodísticos, pero en un país de escasos lectores esto último carecía de relevancia propagandista. Alentado por los resultados electorales de 1979 el PCM convocó a una fusión con otras tendencias de izquierda en un Congreso celebrado el 5-6 de noviembre de 1981 al que asistieron delegados del Partido Socialista Revolucionario, del Partido del Pueblo Mexicano, del Movimiento de Acción y Unidad Socialista y del Movimiento de Acción Popular; quedaron al margen de esa convocatoria el Partido Revolucionario de los Trabajadores y el Partido Mexicano de los Trabajadores.

Ese Congreso representó la desaparición del Partido Comunista Mexicano cuando Valentín Campa firmó el acta de defunción para dar lugar al surgimiento del Partido Socialista Unificado de México; allí terminaba una etapa de la izquierda mexicana. Previamente a este Congreso, en Marzo de 1981, el PCM había sufrido una escisión debido a serias diferencias internas. No transcurrió mucho tiempo (1983) para que el PSUM padeciera una crisis más, esta le provocó nuevos desprendimientos de sus filas por culpa “del reformismo estatal y del socialismo burocrático y autoritario”; cosas del dogmatismo y del sectarismo ya tradicional en nuestra izquierda.

Agréguense las monsergas de “Estalinistas”, “Trotskistas” “Lombardistas” que sus “letrados” gustan en proferir cada vez que se les ocurre vestir de luces académicas. Para no variar, en otro movimiento cismático se desprendieron del PSUM el Partido Socialista Revolucionario, y Alejandro Gascón Mercado con su antiguo Partido del Pueblo Mexicano.

El sectarismo, el dogmatismo, la incontrolable sed de “purgas” y la querencia de sus dirigentes a perpetuarse en los mandos partidistas dieron al traste con los avances que electoralmente había conseguido el PSUM, pues al distraer sus energías en pugnas intestinas olvidaron que su lucha era contra la “aborrecida” burguesía. No podían evadir el hecho de que ellos mismos estaban adoptando los “vicios” del adversario al convertirse inexorablemente en “pequeños burgueses”. Allí está también el caso del Partido Socialista de los Trabajadores, de Graco Ramírez que “por estrategia” decidió postular a Joaquín Hernández Galicia como su candidato a la gubernatura de Veracruz; una estrategia de muchos pesos, por supuesto. Presumía Graco de que su partido era la primera fuerza electoral de la izquierda, en base a los resultados de 1979 y 1982 en los que obtuvo 325 mil y 425 mil votos, respectivamente. Fiel a la costumbre, como si le sobraran arrestos enfocaba sus baterías contra sus pares ideológicos del PSUM, PMT y PRT y en cambio apoyaba el programa anticrisis del gobierno de De la Madrid, era la “Vía Constitucional al Socialismo”; cada cual mata las pulgas como puede.

¿Qué decir del Partido Popular Socialista? Surgido en 1948 como Partido Popular con el impulso y prestigio de Vicente Lombardo Toledano que años después agregó a su denominación el término “Socialista”. En tiempo ha “convivido” en la oposición con el PAN, su antípoda ideológico y acérrimo adversario. Para nadie es un secreto la tendencia colaboracionista del PPS con los diferentes gobiernos priistas, al grado de ganarse el mote de palero del PRI. Desde 1971 se dieron los primeros impulsos para crear el Partido Mexicano de los Trabajadores, inspirado en el movimiento de 1968. Si Diego Rivera y José Revueltas alentaron el nacimiento del Partido Popular, al PMT lo impulsaron Octavio Paz, Carlos Fuentes, Fernando Benítez, entre otros; pero también Demetrio Vallejo, ex del PSUM, Cesar del Ángel, Carlos Sánchez Cárdenas, Rafael Aguilar Talamantes (quien más tarde se opondría a su registro estando en el PST) y Graco Ramírez, ex del PST. Heberto Castillo presidía el impulso del PMT.

Si alguien ha escuchado el cuento de los cangrejos en una olla, el caso de la izquierda mexicana es un paradigmático ejemplo de esa conducta; como cuando se discutió en la Comisión Federal Electoral el registro del Partido Mexicano de los Trabajadores en 1981; con el argumento de que se pulverizaría a la izquierda los Partidos de esa tendencia no poyaron su solicitud ocasionando que la Comisión Federal electoral le negara el registro al PMT, aunque finalmente éste lo consiguió en 1984.

Otro Partido más, el Revolucionario de los Trabajadores, también de izquierda aunque con vocación trosquista, alcanzó su registro en 1982 cuando candidateó a Doña Rosario Ibarra a la presidencia de la república. Ella-ilusa- pretendió unificar a los partidos de izquierda pero encontró que: “Las propuestas unitarias que hemos hecho no han encontrado respuesta satisfactoria en el PSUM y en el PMT”, decía en 1985.

Mientras esperamos que los trabajadores tomen conciencia de que un amplio sector de la geometría política se preocupa por mejorar sus condiciones de vida aquí está solo un esbozo de una historia preñada de pequeñas intrigas y mezquindades entre el mosaico izquierdoso, de grupos y grupúsculos que por instinto de supervivencia se adhirieron en 1988 a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas y entonces sí aportaron su capacidad de movilización, montados en la ola de inconformidad surgida al interior de la sociedad mexicana, principalmente en las clases medias acicateadas por un antipriísmo social que las llevó a la encrucijada de votar ya por el PAN ya por el Frente Democrático.

PC, PSUM, PMT y PRT, PST, PPS, ¡uff!, forman parte de la ficción y la realidad de la izquierda mexicana, intrincada y plena de vericuetos en la que falta auténtica convicción ideológica, ahogada por la simulación y la pose, la que inmediatamente se adopta una vez conseguida una posición política por muy mediana que esta sea. Por ello es que en sus filas hay más generales que tropa y sobran ejemplos de quienes han negociado con el poder prebendas personales.

Y mientras la izquierda peleaba entre sí, la derecha, el PDM, pero principalmente el PAN, avanzaba a pasos agigantados apoyados en los caballeros de la industria y la sotana en cotos regionales bien definidos. Más congruente con sus propósitos el PAN ganaba importantes espacios electorales en 1982 y 1985; era el preludio de la siguiente elección, la de 1988, un parte aguas político-electoral en México.