EL PASADO NO SE HA IDO

Por Alfredo Bielma Villanueva


“Las canas denuncian la vejez, pero nunca dicen cuanta juventud les precedió” escribe José Ingenieros en “El Hombre Mediocre”. Cuanto más pudiera decirse en un antes y un después respecto del poder que suele acumular una sola persona durante un mandato constitucional en México. La diferencia es abismal. Este considerando evoca la imagen del licenciado Miguel de la Madrid Hurtado cuando ya en su vejez sus propios “amigos” y antiguos protegidos decidieron expedir algo parecido a un decreto que lo declara decrépito y no responsable de sus dichos, por aquello de su recula en las afirmaciones acerca de que Carlos Salinas, su sucesor en la presidencia de la república, se había robado parte de la partida secreta que el presupuesto federal puso a su disposición.


Las declaración rectificada de De la Madrid vale para la reflexión de aquellos que pretenden trascender su poder a través de interpósitas personas a quienes consideran maleables a sus designios, a pesar de que la historia del hombre ha demostrado hasta la saciedad que en el dominio del poder una vez que éste es transferido a otras manos no se comparte, simplemente se ejerce, y que si en el andar encuentra un obstáculo no hay impedimento alguno para arrollarlo y despejar el camino.


Ya en alguna ocasión comentamos el arrepentimiento expreso de Gustavo Díaz Ordaz por haber señalado a Echeverría como su sucesor. También las intentonas de Echeverría por trascender su poder personal en el gobierno de López Portillo y la reacción de éste cuando, ya investido de poder, lo mandó como embajador plenipotenciario de México en las Islas Fidji, allá en el confín del mundo y para no dejar dudas encarceló a cercanos colaboradores de Echeverría, mientras que a otros los despachó como embajadores para alejarlos del país.


La justicia divina repitió su aleccionadora dosis cuando el heredero de López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, encarceló al Ing. Díaz Serrano, ex Director de PEMEX y uno de los más cercanos al corazón de López Portillo; también encarceló al amigo de juventud del ex presidente, el tristemente célebre Arturo, “El Negro” Durazo.


En los inicios del gobierno de De la Madrid también fue muy sonado el proceso judicial que se le siguió a Everardo Espino, quien se desempeño como Director del Banrural durante la presidencia de López Portillo: “Durante uno de mis primeros acuerdos en Palacio como Director del Banrural, el licenciado López Portillo me indicó que la caja chica del Presidente de la República, manejada en tiempo del licenciado Echeverría con recursos de la Lotería Nacional, en adelante quedaría bajo mi responsabilidad”, según comentó Espino a Julio Sherer García y éste publicó en “El Poder, Historias de Familia” en 1990.


El 8 de enero de 1983, (seis años mas tarde el 9 de enero de 1989 Salinas encarcelaba a “La Quina”), apenas un mes y días de haberse iniciado el gobierno de De la Madrid, ingresó al Reclusorio Norte de la Ciudad de México Everardo Espino, acusado de peculado en su tránsito por Banrural y por la Comisión Nacional de la Industria Azucarera. Fue Espino un reconocido actor político, afamado por entregar cuantiosos recursos para el pago de campañas políticas del PRI y para allegarse a columnistas y articulistas, así como de Directores de periódicos de la Ciudad de México y de la provincia mexicana, a quienes suministraba generosos “chayotazos”, mucho de lo cual salió a la luz pública confirmando a la ciudadanía lo que era un lugar común en el régimen de impunidad y corrupción que caracterizó al México del siglo XX, constituido en una verdadera epidemia nacional que aún no ha sido erradicada.


En 1981, al acercarse la fecha del “destape” del candidato a la presidencia de la república, el país enfrentaba una tremenda crisis económica y política que recordaba la de seis años antes con Echeverría. A López Portillo su gabinete económico no le mostraba con certeza los síntomas de la enfermedad económica pues en agosto de 1981, al examinar las cifras del ejercicio, Ibarra, el Secretario de Hacienda, le advertía de un déficit superior a los 600 mil millones de pesos, mientras que el Secretario Técnico del Gabinete Económico, Carlos Salinas de Gortari, dependiente de De la Madrid, le informaba que el déficit sería de 490 mil millones.


El 25 de Septiembre de 1981 el PRI destapó la candidatura de Miguel de la Madrid Hurtado. El perfil de este precandidato distaba radicalmente del político tradicional, pues su procedencia, al igual que Echeverría en su tiempo, era totalmente burocrática. Aquel perteneciente a la llamada Tecnoburocracia formada en los perfumados cubículos de Hacienda y el Banco de México de donde emergía para tomar el poder.


Según el presidente López Portillo el factor que inclinó la decisión a favor de De la Madrid fue el económico debido a los graves problemas por los que transitaba el país, aunque reconoció que al final llegaron García Paniagua y de la Madrid: “Uno, para el caso de que se desordenara el país por la crisis económica y se necesitara una mano de fuerte y sabia raíz popular; el otro, para el caso de que la expresión critica fuera fundamentalmente financiera. Como esto último es lo que básicamente ocurría, el Partido se fijo en quien, desde hacía dos regímenes, estaba vinculado en distintos grados de responsabilidad, con el proceso del financiamiento del desarrollo y las políticas económicas”.


José López Portillo escribe en sus memorias que el 3 de noviembre, después de tomada la gran decisión, el nuevo Secretario de Programación Ramón Aguirre sustituto de De la Madrid, confirmó en reunión de Gabinete Económico que el ejercicio 1981 se terminaba con un déficit de 715 mil millones. “Yo, desconcertado, no lo podía creer. Ibarra, sonriente, con cara de ”. Un presidente engañado por sus colaboradores del ramo presupuestario; paradójicamente, a favor de ellos había decidido su sucesión, y así le fue.


Ya como candidato De la Madrid inició su campaña con el lema de “renovación moral de la sociedad” que implicaba una demoledora censura al terrible deterioro político con el que cerraba la administración de su ex jefe. Ungido presidente encarceló a los arriba citados; inició proceso penal contra Roberto Martínez Vara, sobrino de López Portillo; al hijo de éste, el “orgullo de su nepotismo” como el mismo lo calificara, lo mandó a la FAO en Roma; a la preferida de López Portillo, Rosa Luz Alegría, a quien hizo subsecretaria de Programación, simplemente la borró del escenario político. Todo en “pago” a los favores de la sucesión. ¿Condición Humana o valor para enderezar las desviaciones del sistema? He aquí al ahora tristemente defenestrado Miguel de la Madrid.


En estos antecedentes podemos leer que en el libreto de los actores políticos el guión no ha cambiado y que en el fondo está la explicación a la crisis existencial de quienes ostentan un poder que por designios constitucionales fatalmente tendrán que entregar. Es como construir castillos de arena, viene la ola y los derrumba. Cuando bien les va.


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Mayo 2009