Bursatilización Municipal
Por
Alfredo Bielma Villanueva
CAMALEÓN.
La
Historia es una ciencia social, y como tal no sólo debe narrarse sino contener
elementos que permitan comprobar lo que se afirma, de esta manera se evita
convertirla en un simple cuento, de esos que abundan en nuestro universo
político tercermundista, que ni los mexicanos ni los veracruzanos merecemos.
Sobre la bursatilización como herramienta de desarrollo nada pudiera
argumentarse en contra, siempre que la aplicación del recurso así obtenido se
haga con honestidad, responsabilidad y eficiencia. A continuación se presenta
en síntesis fragmentos del proceso que en el gobierno estatal precedente llevó
a la bursatilización del 20% del impuesto a la tenencia y uso de vehículos
correspondiente a los municipios veracruzanos, con el argumento base de
adelantar infraestructura.
En
aquel entonces, 2008, la fiebre bursatilizadora estaba en su apogeo y la
impulsaba un desaforado deseo de pedirle prestado dinero al futuro sobre la
base de adelantar las obras que tanto requería la modernización de la entidad
veracruzana. Después de conseguida la bursatilización del 80 por ciento del
impuesto a la tenencia de vehículos, el plan bursatilizador debía consumarse al
cien por ciento, pero el 20% restante estaba en los 212 municipios de la
entidad y había que convencerlos. Para esa tarea auxiliaban a Javier Duarte,
Secretario de Finanzas, el Director del Instituto Veracruzano de Desarrollo
Municipal, Alberto Silva Ramos, y Jorge Carvallo Delfín, asesor técnico del Programa
de Bursatilización, obviamente los diputados priistas coadyuvaban en esa labor
de convencimiento.
Según la intencionada consigna, por voz de Silva
Ramos se sabía que para abril de ese año 180 municipios habían decidido
bursatilizar en la Bolsa Mexicana de Valores, por 30 años, el Impuesto sobre
Tenencia y Uso de Vehículos. El procedimiento bursátil acercaría recursos
adicionales por mil 500 millones de pesos, pero implicaba que las próximas 10
administraciones municipales no recibirán los recursos de dicho gravamen, pero
“la obra pública estará allí”. La presión sobre los ayuntamientos fue
impresionante y se puso como fecha tope para entrarle el 31 de mayo de 2008.
Duarte de Ochoa subrayaba: “Se trata de explicarles
de manera puntual acerca de los beneficios de la bursatilización, porque si los
212 municipios aceptan incorporarse a este esquema financiero, podrían acceder
a una bolsa de 1,500 millones de pesos que se distribuiría según el tamaño de
cada ayuntamiento, como es el caso del puerto de Veracruz que recibiría cerca
de 120 millones de pesos para infraestructura (…) Nosotros queremos transmitirle
a los ayuntamientos estos mecanismos financieros, que les permitan tener mayor
margen de maniobra financiera, porque muchos recibieron deudas que les
imposibilitan tener un gasto desahogado en sus programas de obra pública” y los
ayudará a “acceder a recursos importantes para obras de infraestructura urbana
que difícilmente podrían con presupuestos limitados…En un plazo de dos semanas,
confió en que la totalidad de los municipios con algunas excepciones,
utilizarán de manera correcta la bursatilización…”.
No era fácil mover a la burocracia política
municipal, pero no pocos alcaldes caían en la tentación de imitar lo que se
hacía a nivel estatal con el recurso público, pues se trataba de dinero
adicional sobre cuya aplicación habría poco control con planes municipales
diseñados al vapor. Sin embargo, al fenecer el plazo de 31 de mayo sólo se
tenía la solicitud de 100 ayuntamientos, según reconocía el presidente de la Comisión
de Hacienda Municipal, Julio Hernández Ramírez.
Para apresurar el paso se intensificó el cabildeo
organizando reuniones regionales para convencer de las bondades del
procedimiento bursátil. El 4 de junio de 2008 llegó a San Andrés Tuxtla el
Secretario de Finanzas para escuchar las inquietudes de los empresarios; allí, Jorge
Carvallo Delfín anunció la utopía de una inversión económica de 150 millones de
pesos para el desarrollo de proyectos ecoturísticos que incluían la
construcción de la carretera costera de Los Tuxtlas, de la que evidentemente
nueve años después ni la intención sobrevive, ¡claro! Sólo se trataba de una
promesa acorde con una muy atípica forma de gobernar. Para enganchar a más
ayuntamientos se requería de un gancho adicional y se inventó el Programa Peso
a Peso, que el gobierno estatal entregaría a los ayuntamientos que aceptaran la
bursatilización, entonces recibirían 3 mil millones de pesos.
Ya en perspectiva se sabe que desde aquellos
tiempos, junio 2008, rondaba el fantasma del adeudo gubernamental a los
empresarios, así lo manifestó el presidente de la Canacintra-Xalapa, Miguel
Aguilar Morales: “varias dependencias del Gobierno del Estado adeudan millones
de pesos a socios de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación
por la ejecución de diversas obras, los cuales se arrastran desde hace un par
de años (…) Fidel Herrera es un gran aliado de la Canacintra y de los
empresarios, sin embargo, demandamos que las dependencias y funcionarios
agilicen los pagos y simplifiquen los trámites burocráticos para que se pague a
socios de la cámara y a constructoras, proveedores de insumos, prestadores de
servicios que estamos siendo afectados por esa falta de pago”, ¿qué hay de
nuevo bajo el sol?
La bancada panista se oponía al proyecto
burstilizador del 20% del impuesto a la tenencia correspondiente a los
ayuntamientos, pero no evitó que 203 Ayuntamientos aceptara. Y el Congreso
autorizó “efectuar las operaciones para constituir un fideicomiso bursátil
irrevocable por 29 años, cuyos fines principales serán la emisión y colocación
de valores en el mercado bursátil mexicano hasta por el equivalente a la cantidad
de un mil 500 millones de pesos, así como servir de instrumento de pago de las
obligaciones derivadas o relacionadas con la emisión y colocación”. El dictamen
establece que “cualquier disposición que emita el Congreso del Estado con
posterioridad al presente Decreto, no podrá desvirtuar o reducir las
obligaciones que asuman el Gobierno del Estado y los Municipios participantes
del fideicomiso bursátil en virtud de la emisión de valores que se autoriza”. O
sea, más seguro, más amarrado.
En ese documento se define que los recursos “no
podrán ser utilizados por los Municipios para sufragar gasto corriente y
deberán destinarse a financiar las inversiones públicas productivas
determinadas por cada Ayuntamiento, pero en todo caso sólo podrán aplicarse a
la ejecución de obra pública de impacto social y/o pago de su deuda previamente
contratada con instituciones financieras o bancarias, siempre que se encuentre
inscrita en el registro de deuda pública correspondiente”.
David Velasco, alcalde de Xalapa, que en principio
había declarado que no entraría a la bursatilización, cambió su postura y hasta
comentó que “el Ayuntamiento a su cargo duplicará su presupuesto anual gracias
a la bursatilización del 20 por ciento de los recursos municipales del Impuesto
a la Tenencia Vehicular… se impulsará la construcción del puente Galaxia…
la construcción de cinco distribuidores viales… un nuevo rastro, de primer
nivel, imposible de construir sin el recurso obtenido a través de la
bursatilización”.
¿Qué ocurrió con los recursos obtenidos a través de
esta bursatilización? Ya sabemos que lo único cierto es la deuda que pagan los
ayuntamientos, que nada o muy poco se reflejó en nueva infraestructura y que
los ayuntamientos de aquel entonces quedaron como el chinito, sólo mirando ¿entonces?
¡Esa es la cuestión! Peeero, con el cuento de que "bursatilizar es vender
bienes futuros, no constituye deuda…” el siguiente paso fue… sí, acertó, otra
bursatilización, esta vez se trataba del 5 por ciento de las participaciones
federales que recibe Veracruz. Pero ese es un cuento de terror, lo estamos padeciendo
los veracruzanos y lo sufre a su manera el gobierno estatal.
alfredobielmav@hotmail.com
sociedadtrespuntocero.com
Mayo-10-2015.