ROJO SUBIDO

Por Alfredo Bielma Villanueva



Poco a poco, conforme se acerca el final se va desvaneciendo gradualmente el intenso matiz rojo que coloreó durante los últimos seis años al Estado de Veracruz. El rojo es uno de los colores preferidos del hombre, ya sea por la impresión que causa a los sentidos en su combinación con otras tonalidades o para ser utilizado como prenda de vestir siguiendo el rito de los días destinados al Sol y a Marte. El rojo también es utilizado como distintivo de ideologías políticas, de esto último el mundo fue testigo cuando Mao Tse Tung tiñó de rojo la China comunista durante la muy caliente “Guerra Fría” y cómo aparejó al uso indiscriminado de ese color el culto a la personalidad, el culto a Mao, el que los sacaría de pobres con El Gran Salto Adelante. Parecido a lo que hace en Venezuela Hugo Chávez, cuya megalomanía pinta de rojo hasta los corales del siempre esmeralda mar Caribe.

Pero todo cambia, porque todo está sometido a un constante devenir de tal manera que lo que empieza termina y lo que sube tiende a bajar. Por ese efecto, en la dinámica social y política, el gran líder Chino ya está en la historia universal y de igual manera Hugo Chávez en su momento pasará al registro de la historia venezolana.

Análisis del subconsciente aparte, guardadas las debidas proporciones y con el debido respeto para Mao, curiosamente parecería que el color rojo va asociado al culto a la personalidad, porque acá en la aldea acabamos de experimentar un fenómeno de esa naturaleza. Tal ocurrió con el mito de la “fidelidad” que Fidel Herrera instauró en Veracruz durante los seis años de su gobierno y que ahora, una vez que transfiera el poder a Javier Duarte de Ochoa, seguramente finiquitará. Desde ese momento, el epifenómeno del rojo encendido pasará también al registro del pasado.

A partir del 1° de Diciembre deviene la etapa de la calificación al gobierno que fungió en el periodo 2004-2010, por ahora aún no es posible otorgarle calificación alguna pues el balance debe hacerse sin vísceras de por medio, atendiendo exclusivamente al costo-beneficio de su gestión. Pero existe expectación acerca de si habrá cambios con el advenimiento de un nuevo gobierno respecto a la implementación de las políticas públicas; en ello destaca la importancia del estilo que le imprimirá el gobernador entrante a sus actitudes y comportamientos oficiales que, aunque se refiere a la forma, atendiendo al clásico también es fondo.

No obstante, previo al recuento, es posible discernir que este Estado ha vivido seis años de aturdimiento mediático, de verdades a medias y de múltiples compromisos sin cumplir, por lo que se requerirá del nuevo gobernador una puntual seriedad en sus acuerdos e irrestricto apego y cumplimiento de lo que se ofrece, sin olvidar que la responsabilidad es con la población, con la ciudadanía que votó a favor y también con la que votó en contra ya que, juntos, ambos segmentos suman la voluntad del pueblo veracruzano.

Tal vez en su mensaje de ascensión al cargo escucharemos el diagnóstico del gobernador Duarte de Ochoa sobre la realidad veracruzana; por él conoceremos su visión de la problemática estatal y cómo piensa resolverla. Seguramente reconocerá los logros del gobierno que se va, lo que es el principio de una positiva continuidad, pero a cambio quisiéramos escuchar planteamientos sobre cómo piensa enderezar los entuertos que se heredan, bajo el estricto apego y aplicación del marco normativo; no “cacería de brujas”, tampoco el insano “barrer para atrás”, mucho menos “borrón y cuenta nueva”, pero es un imperativo categórico desfacer los temores de un indeseable continuismo al que la población veracruzana ha expresado su total rechazo.

No será el de Duarte un inicio fácil, su desempeño dependerá en mucho del equipo que logre integrar. Si se rodea de quienes asumen que acceder al poder es para enriquecerse-como recientemente ocurrió- difícilmente podrá rendir buenas cuentas a los veracruzanos y pronto se vería en la tesitura en cómo termina su antecesor, cuyo gobierno estuvo marcado por fuertes tintes de corrupción y, peor aún, hizo poco con mucho, es decir fue acentuadamente ineficiente. Ahora es imperativo invertir la ecuación-hacer mucho con poco- porque es evidente que las necesidades rebasan con creces al recurso financiero del que se dispondrá. Duarte lo sabe, las finanzas no están sanas y el dinero no fluirá al ritmo que las necesidades apremian.

Adicionalmente, los miles de afectados por las recientes inundaciones escucharon las múltiples promesas que les formularon las autoridades para resarcir sus daños y, como ya se ha visto, están dispuestos a manifestarse hasta que les cumplan.

Esa es una realidad insoslayable y habrá que enfrentarla con soluciones no con promesas, como fue el uso y hasta abuso del gobierno que ahora termina. El viejo cuento de las minutas solo para ganar tiempo es característico de una conducta irresponsable, de dejar correr el plazo del encargo y que cumpla el que siga. Ya habrá oportunidad de reseñar cuántas minutas se redactaron y firmaron al calor de la presión social con el ánimo oculto de no cumplirlas, obviamente no por falta de ganas sino porque hacerlo cuesta dinero, que por el desorden administrativo no alcanzó.

Hace seis años parecía que al gobernador que ahora sale lo motivaba la intención de cambiar las cosas; de inicio su gobierno emprendió en 2005 una insidiosa campaña contra el saliente Director de Tránsito, supuestamente porque había irregularidades en la entrega de concesiones de placas de taxis. Después del intento de linchamiento, bastó con que el ex director expresara que estaba dispuesto a aclarar cualquier duda, no sin recordar el recuento de los costos por concepto de acarreo de los “contingentes” priístas que durante la campaña estuvieron bajo su responsabilidad, el efecto fue terminante porque súbitamente la famosa investigación quedó en el olvido.

También se alentaron falsas esperanzas, como cuando el gobernador afirmó en 2005 que “....nuestras carreteras son un verdadero espectro lunar, ya no se sabe si es la superficie de Veracruz o la superficie de la luna, con tantos baches que hay”, parece que Fidel olvidó ese detalle ya que no cumplió con las expectativas porque aún ahora no hay carretera en este Estado que evite recordar que la superficie lunar está más pareja que cualquiera de nuestras maltratadas carreteras. ¿Pruebas?

Entre los deseos de que haya un genuino cambio destaca el que prevalezca autenticidad en la comunicación entre el gobernante y sus mandantes; que no se hable de asuntos inexistentes porque la verdad finalmente sale a flote, como por ejemplo aquel frustrado proyecto “Fénix”, del que durante dos años-2005-2006- se habló en Veracruz un día sí y otro también como si fuera una realidad impulsada por el gobierno local, cuando en los planes del gobierno federal ese era ya un asunto concluido y quedaba al margen de toda programación.

Por estas razones se abriga la esperanza de que se recupere la seriedad en el discurso oficial y se rescate el crédito que merecen los compromisos de gobierno porque es una exigencia implícita en el cambio. Priva la esperanza de que la formación profesional del gobernador entrante la haga propicia. Así sea.

alfredobielmav@hotmail.com
Noviembre 2010