INCÓGNITAS

Por Alfredo Bielma Villanueva



Desde un enfoque estrictamente jurídico, procesal electoral, el caso de la elección veracruzana en lo que a gobernador se refiere aún no está definido, si bien dos instancias han declarado una mayoría de votos a favor del candidato de la alianza PRI-Verde-PRV y el tribunal electoral de Estado ya ha dictaminado la validez de la elección, extendido constancia de mayoría y declarado gobernador electo a Javier Duarte de Ochoa.

En su declaración de validez y como resultado del cómputo final, el Tribunal Electoral en el Estado declaró ganador a Javier Duarte de Ochoa, postulado por la coalición Veracruz para Adelante, con un millón 357,705 votos a su favor, mientras que la coalición Viva Veracruz, que postuló a Miguel Ángel Yunes Linares, obtuvo un millón 278,147 sufragios, y la coalición para Cambiar Veracruz, que abanderó a Dante Delgado Rannauro, alcanzó 419,700 sufragios. Estas dos coaliciones han asegurado que impugnarán la elección ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y será ésta la última instancia que dicte la declaración final, que será irrevocable.

Mientras en el panismo se forja la documentación para sustentar su impugnación y tejen esperanzas de que se resuelva por lo menos con la anulación, en el priísmo casi en automático han iniciado la etapa de depuración pensando ya en hacer gobierno. La previsión no es mala, tampoco criticable, mal harían sino lo intentaran.

Como no hay plazo que no se cumpla, a la ciudadanía veracruzana no queda de otra que esperar el veredicto final que para unos, si se anula será un atentado contra los intereses veracruzanos y para otros, si se anula, significará un estricto apego a las normas establecidas y, además, una segunda oportunidad para competir en busca de la silla principal del palacio de gobierno en Xalapa.

Como siempre, el triunfo tiene más padres que cabezas el monstruo de las cien testas y a cual más desea aparecer como el hacedor de las victorias. Pero específicamente en esta campaña pasada en el PRI se siguen los viejos moldes, descontar al contrario para que haya más elotes que repartir entre pocos. Ya afloró el canibalismo en una guerra de todos contra todos. Mientras, allá en las alturas, quienes realmente decidirán acaso ni conozcan o piensen en quienes ahora se esfuerzan en parecer los padres de la presunta victoria.

Habría que preguntar a quien recomendarán Yakson, Beatriz, Manlio, Gamboa, Fidel, los gasolineros, los empresarios que aportaron apoyos, los sindicatos que se manifestaron públicamente en adhesión al PRI y, por otro lado, aquellos que pertenecen al actual gobierno que se metieron hasta la cocina en la operación electoral esperanzados en ser ascendidos o por lo menos ratificados en sus actuales encargos.

Por el momento, en esta primera fase se trata de desprestigiar a algunos actores políticos atribuyéndoles mala leche o ineficacia en la operación de sus respectivas responsabilidades, culpándolos de haber perdido en sus respectivas zonas de influencia. Eso es una ecuación en la que hay más incógnitas que datos verdaderos pues las guía el propósito de hacer daño más que el de resolver la incógnita. Al imputar mala operación e incluso jugar a las contras de aquellos que no entregaron buenas cuentas se olvidan quizás voluntariamente de considerar otros factores de mayor relevancia, entre ellos el de un voto de castigo al actual gobierno estatal. No estaría por demás que se analizara con detenimiento el sufragio xalapeño y para servir de contraste el de la conurbación Veracruz- Boca del Río dos concepciones muy diferentes acerca de lo que es la política pero que en esta ocasión hubo coincidencia en el sentido del voto.

En vez de buscar culpables o traiciones, que sin lugar a dudas las hubo, deberían localizarse sus causas, las motivaciones que originaron tales conductas. Porque, por caso, culpar a Carvallo de perder la mayor parte de las alcaldías veracruzanas sería pecar de ingenuidad atribuyéndole tamaños como decididor de las candidaturas, cuando él solo fue un instrumento del coordinador general de la campaña priísta. De igual manera, culpar a algunos operadores políticos comisionados en determinados lugares es inútil porque el mal estuvo en la metodología de selección de candidatos, incluyendo la venta de la posición a quien pudiera pagarla.

En fin las incógnitas de la ecuación están abiertas, el gran desentrañador será el tiempo que nos revelará finalmente la forma en cómo decidirá el Tribunal Federal, si anula, da el triunfo al PAN o ratifica al Tribunal Electoral Estatal dando el triunfo a Duarte de Ochoa. También nos dejará ver, si es el caso, cómo quedaría integrado el gabinete. Otra incógnita a resolver es acerca de si habrá pugna por el ejercicio del poder, pues es axiomáticamente consabido que el poder no se comparte, etc. En fin, son incógnitas que poco vivirá quien no las conozca.

alfredobielmav@hotmail.com

Julio 2010