EL RECUENTO

Por Alfredo Bielma Villanueva




En la primera etapa de su gira de proselitismo político con miras a la presidencia de la república, el licenciado Adolfo López Mateos recorrió el territorio de Quintana Roo y los Estados de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, así como las ciudades de Minatitlán, Jaltipan y Coatzacoalcos, del Estado de Veracruz; era la primera quincena del mes de diciembre de 1957. Los viajes del candidato del Partido Revolucionario Institucional se hacían en el avión XC-ABF, bautizado como “El Revolucionario”.

En la capital tabasqueña el candidato escuchó el discurso del destacado político del lugar, Carlos A. Madrazo, quien sentenció: “la política, en su sentido moderno, es planeación económica...Un régimen es bueno en la medida en que resuelva las necesidades colectivas; su saldo es favorable cuando consigue metas para el bien común. En política, la calidad humana no se mide por la habilidad que el hombre emplee para servirse a sí mismo, sino por su eficacia para servir a los demás”.

Este extraordinario aserto puede ser prologo o epilogo de cualquier tratado sobre política moderna, sobre todo ahora que algunos políticos abusan de la promoción mediática para exaltar su actividad, lo cual en esencia no sería criticable siempre que la realidad devolviera constancia fiel de las metas cumplidas en beneficio de la comunidad. De otra manera es simulación, un mal que ha desprestigiado a la política.

Una sana disposición ciudadana es aquella que se ocupa del análisis y evaluación de la actividad de los gobernantes, atenido a resultados como medida para calificar y extender el veredicto final. Sin duda, los resultados deben ir en relación directa al dinero del que se dispuso para llevar a cabo la solución a la problemática social.

¿Quiénes están autorizados para hacer la evaluación? ¿Se está capacitado para emprender esa tarea? Para la primera pregunta basta contar con la calidad de ciudadano veracruzano para sustentar cualquier derecho a evaluar. Respecto de la segunda, por muy difícil que fuera la tarea, que no lo es; por muy especializada que pudiera ser una labor de investigación, si nos atenemos solo al renglón de los hechos, a la observación de la realidad veracruzana, aún prescindiendo de las estadísticas como herramienta fundamental, bastaría una elemental comparación del antes y después para formular una primera conclusión sostenida en bases sólidas.

Dijo Madrazo: La política en su sentido moderno, es planeación económica…”. En la actualidad debe darse por sentado que todo gobierno ejercita sus funciones en base a planes y programas. No hay gobierno que no formule previamente su Plan de Desarrollo. A través de métodos de evaluación y seguimiento se lleva un adecuado control del desempeño de los programas acordados. La eficiencia del ejercicio se comprobará en los resultados, que deben estar en concordancia con lo planeado. La eficacia se verá en la relación costo-beneficio de lo realizado. Pudiera haber diferencias o variantes en cuanto a tiempo y dinero, incluso la variación puede estar contemplada en el margen de error. Lo inobjetable es que un Plan no puede estar bien diseñado cuando se programa a seis años y se ejecuta en solo tres, por ejemplo. Entonces se revelará una extraordinaria incongruencia pues si el desfase radica en el tiempo de ejecución, habría que revisar de donde se obtuvo el recurso monetario para realizar tamaña osadía.

Dice la segunda parte de la sentencia de Carlos Madrazo: “Un régimen es bueno en la medida en que resuelva las necesidades colectivas; su saldo es favorable cuando consigue metas para el bien común”. Difícilmente encontraremos un gobierno o un gobernante que no desee el bien común; habrá que dar por un hecho que esta es una premisa fundamental en el arte de gobernar. Lo que realmente importa es saber si el saldo es favorable, es decir, de cuánto se dispuso para hacer posible lo que en la realidad se está entregando a la colectividad. ¿Se justifica el dinero proveniente del presupuesto en las obras que se entregan a la sociedad gobernada? Adicionalmente, habiendo recurrido a endeudamientos que van a gravitar sobre ejercicios presupuestales subsiguientes ¿se corresponde el sobregiro con la obra pública que se entrega?

Para Veracruz no sería gratuita la interrogante. Tómese en cuenta que nunca en la historia de este Estado ningún gobierno ha recibido pasivos tan elevados como ocurrirá a partir del 1º de diciembre próximo. Porque a una deuda que rebasa los 9 mil millones de pesos, reconocida por la Secretaría de Hacienda, habría que agregar los pasivos indirectos, más la cartera vencida de innumerables proveedores que cotidianamente penan en las ventanillas de pagos, tras las cuales el arca yace vacía. Todo ello sin considerar la cargada agenda de asuntos pendientes con diversos grupos de la sociedad veracruzana que están a la espera-ya inútil- del cumplimiento de ofrecimientos gubernamentales.

La última parte de la referida frase madracista, dice: “En política, la calidad humana no se mide por la habilidad que el hombre emplee para servirse a sí mismo, sino por su eficacia para servir a los demás”. Ciertamente, ¿de qué pudiera servirle a la colectividad la habilidad política de su gobernante si no recibe a cambio testimonios materiales y morales de esa condición? Sirve sí al individuo que aspira a proseguir su trayectoria política, más no a la comunidad. ¿De qué le sirvió a México la popularidad de Fox? ¿De qué le ha servido a Veracruz la movilidad física de Herrera Beltrán?

Dejemos en el tintero la respuesta a esta última pregunta, aunque más de un veracruzano la pudiera tener a flor de labio. Pero no es cuestión de sensibilidades, mucho menos de mezquindades o arbitrarias suposiciones, la realidad veracruzana es rica en constancias para completar una respuesta, solo es asunto de acopiar las pruebas. Ojala en el sexto informe de gobierno se hable de avances concretos, si estos hubiera, o un mea culpa por las demandas insatisfechas; también que se bosqueje el indispensable análisis que nos exponga el porqué de la deuda que se hereda y qué obras adicionales la justifican. En un régimen democrático la transparencia es un valor fundamental, es mejor que salir con que a chuchita la bolsearon.

alfredobielmav@hotmail.com

Agosto 2010