¿ALEA JACTA EST= LA SUERTE ESTÁ ECHADA?

Por Alfredo Bielma Villanueva


A CARLOS DOMÍNGUEZ MILIAN, DESCANSE EN PAZ.


En la década de los 90 del siglo pasado el Partido Revolucionario Institucional vivió una etapa crítica de su vida, la más severa de su existencia como Partido hegemónico en una democracia secuestrada y calificada como la dictadura perfecta por Mario Vargas Llosa, el laureado escritor peruano que algo trae contra ésta organización política mexicana porque acaba de declarar que si esta vuelve a la presidencia de la república será una clara manifestación del masoquismo de los mexicanos.


Lo cierto es que la elección federal de 1988 subraya un cambio de actitud electoral del ciudadano mexicano al decidirse en aquellos comicios por las opciones de la izquierda y de la derecha, en una jornada electoral cuyo desenlace dejó permanentes dudas acerca del verdadero resultado. Aunque finalmente el presidente fue Salinas, las investigaciones sobre aquel evento revelan que el PRI no las tuvo todas consigo. La prueba mas transparente-independientemente de las declaraciones de Miguel de la Madrid que aceptaban un dudoso resultado- es que las secuelas determinaron no pocas de la decisiones del gobierno salinista y una de ellas fue la apertura del PRI a diversos procedimientos de selección de candidatos y dirigentes, en sustitución de la tradicional consigna por dedazo. Era el equivalente a una oxigenación al Partido Revolucionario Institucional, que ya daba muestras en sus procedimientos de la grave esclerosis que los largos años en el poder le habían impuesto.


De ninguna manera podríamos asignar como patrimonio exclusivo del PRI el apelativo de antidemocrático, sólo por el hecho de plantear resistencias a procedimientos en los que la mayoría debiera decidir acerca de una postulación. Está visto que, en Veracruz por lo menos, ninguno de los partidos registrados tiene vocación democrática. Dígalo sino el que en el PAN quien decide las estrategias es “el Pipo” y no el dirigente estatal; o en Convergencia, en donde la palabra de Dante Delgado determina el quehacer de este partido; o en el Partido del Trabajo, en el que hace tiempo se olvidaron de los cambios; en el Verde Ecologista deciden los intereses familiares; en Nueva Alianza impera “la maestra”; en el Revolucionario Veracruzano, sólo Laborde teje y desteje. El PRD da pena ajena porque, secuestrado por gambusinos de la política, cuando allí se juntan dos es para hacerse trampas o para formar una dirigencia, que finalmente resulta espuria.


Cuando el Partido Revolucionario Institucional decidió abrir la consulta a la base-en tiempos de Zedillo- como método para decidir candidaturas, abrió la caja de Pandora porque de inmediato le brotaron los problemas. Como consecuencia de decenas de años en ayuno democrático se propicio que surgiesen en cascada las inconformidades, pues no era fácil abandonar las viejas consignas provenientes desde la cúpula. Como consecuencia de esa experiencia surgió el fenómeno que conocemos como transfuguismo político, representado por la emigración de los aspirantes que, sintiéndose defraudados, se fueron a otras siglas partidistas.


Consulta a la base, elección por delegados, por aclamación o por designación fueron las figuras adoptadas. La consulta a la base resultó tan complicada que de inmediato fue abandonada como procedimiento debido a los desquiciantes resultados.

¿Qué va a decidir éste día el Partido Revolucionario Institucional en Veracruz? No la tiene fácil porque al menos dos distinguidos cuadros, Héctor Yunes Landa y José Yunes Zorrilla han manifestado ya su decisión de participar en la contienda por la candidatura al gobierno del estado y solicitan juego limpio en las reglas de la contienda. Ya el Darwinismo político que caracteriza al PRI orilló a Yunes Landa a salir a cielo abierto, actitud que le ha valido no pocas descalificaciones. En otra tesitura, José Yunes, en atención a sus circunstancias, esgrime estrategia diferente.


Cualquier militante priísta que se respete como tal no ignorará que cuando en una asamblea priísta se trata de elegir, la decisión ya ha sido tomada con antelación a la junta colectiva. Priva aún la disciplina acrítica y el sometimiento del militante en base a la supresión de canonjías o promesas al aire; aún se prohíbe con represión la libertad de elegir y mucho más la de disentir. Quizás no sea para menos, porque está en juego la elección de un candidato al gobierno del estado y a estas alturas sería contraproducente trazar un procedimiento diferente pues, dadas las características del PRI y al estilo de quien manda allí, no puede dejarse al azar, salvo que se esté dispuesto a sufrir desagradables sorpresas.


En el contexto de los nuevos tiempos, a la vieja usanza priísta, se han ensayado procedimientos ya caducos. Como el de la dirigencia cetemista que declaró sus simpatías por un candidato al gobierno del estado. La acción no extrañó porque su vetusto dirigente ya no tiene los arrestos para discernir que las prácticas corporativas al interior del PRI y de la sociedad perdieron vigencia y eficacia hace ya algunos ayeres. Tal es la razón por la que no hubo apoyos en cadena; eso es parte del pasado y como tal a nadie impresiona. Similares actitudes ha habido en otros ámbitos sectoriales, pero en el ambiente flota la incertidumbre acerca de lo que realmente acontecerá, y no es para menos.


Es interesante la decisión que se dará a conocer éste día al interior del Partido Revolucionario Institucional. Pronto sabremos de qué prototipo está más cerca el PRI actual: de Gonzalo N. Santos o de Jesús Reyes Heroles. Será interesante escuchar los planteamientos de José Yunes, de Héctor Yunes y de Javier Duarte y buscar en el lenguaje sibilino de que hagan uso las señales orientadoras del inmediato acontecer. Conoceremos quien lleva la consigna del “primer priísta” del estado, si la hubiera, y en qué medida la decisión será congruente con la realidad que vive esa organización. Poco vivirá quien no lo vea.


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Diciembre 2009.