CANTARELL Y LA POLÍTICA

Por Alfredo Bielma Villanueva


Cuan lejanos y hasta nostálgicos parecen los tiempos en los que se convocaba a los mexicanos aprender para administrar la abundancia. Apenas unos años después alguien más habló de renovación moral, enfatizando a la vez que la ineficiencia era una forma de corrupción. Tiempos aquellos en los que la larga hegemonía partidista en el poder provocaba el comentario de que solo había una cosa peor que el PRI: la oposición.


Ahora, el célebre pozo de la abundancia bautizado como Cantarell está a la espera de la extremaunción; cantos de alabanza ya se escuchan entonando la prodigiosa historia del supuesto progreso que se difuminó en el nebuloso espacio de la corrupción y la ineptitud dejando tras de sí, paradójicamente, una triste realidad de pobreza extrema en la que sobrevive más de la mitad de la población mexicana y una clase media a la que se intenta engatusar con el planteamiento de que no será afectada por el proyecto económico que Hacienda ha presentado al Congreso.


Los días de la abundancia disfrutada por la alta burocracia gubernamental han pasado ya a la historia. Como sucede con las famosas “crudas” del día siguiente, ahora sabemos que la fiesta resultó excesivamente cara para la colectividad mexicana y que los títulos de buenos gobernantes que muchos se colgaron gracias a la extrema disposición de dinero no están reflejados en la realidad mexicana. Seguimos siendo un pueblo pobre, cuyo territorio carece de la suficiente infraestructura para el desarrollo, nada comparable con las cuantiosas millonadas que supuestamente se destinaron para fortalecerla.


Dice la información oficial que el Pozo Cantarell “que alcanzó un nivel de producción de hasta 2.2 millones de barriles diarios, aportando más de 60% de la producción total de petróleo, cerrará el mes de diciembre con una producción estimada en alrededor de 550 mil barriles diarios”. Un triste panorama que obligará a los gobernantes a orientar sus pasos hacia otras fuentes de ingresos y se apliquen a la implementación eficiente de las políticas de recaudación de impuestos, para no estar supeditadas, como ahora, a los excedentes petroleros.


Confirmando que cuando hay carne es vigilia, ahora resulta que el “volumen de crudo alcanza sólo para cubrir una tercera parte de la capacidad de procesamiento de las seis refinerías que actualmente opera el Estado, de acuerdo con cifras del Sistema de Información Energética”.


Con los veneros que “nos escrituró el diablo” a punto de agotarse habrá que trabajar en serio; menos “puentes vacacionales largos” y más producción. Menos “reingenierías” de retórica y mayor seriedad en la gobernanza; más lealtad y actitud para resolver la problemática social y menos alabanzas a imágenes falsas.


Con el nuevo status de nuestra economía sin duda habrá cambios sustanciales en el comportamiento de nuestra clase política respecto de sus responsabilidades y compromisos con la ciudadanía, salvo que por insensibilidad extrema no se percaten del enorme riesgo de inestabilidad social que permea al país. Se supone que en adelante quienes gobiernen tendrán que demostrar verdadera eficiencia y eficacia en sus acciones pues ya no habrá la abundancia de recursos de que dispusieron sus antecesores.


Quizá ahora sí proliferen los políticos, de cualquier partido, comprometidos con el servicio público. Que piensen en cumplir cabalmente con su obligación, y no sólo en la próxima elección. Que hagan y no lo platiquen; que esperen al resumen de la historia y no intenten crear cuentos falsos; que formulen con honestidad sus propósitos y que se esfuercen por concretarlos. Que abreven de nuestra reciente historia, en la más inmediata, las experiencias de quienes no supieron gobernar y tomen conciencia del juicio histórico que les espera.


Mucho del destino de este país depende de la forma en cómo se vaya a plantear la relación entre el Poder Legislativo Federal y el Poder Ejecutivo. Nunca como ahora se estuvo en la encrucijada actual en la que los legisladores federales podrán adquirir, si quieren, la dimensión exacta para ser auténticos “representantes populares”, título hasta ahora no asumido. La suma de los asuntos que transitarán por las Cámaras que integran ese poder en los próximos meses sustantivará el porvenir de México.


Dentro del incierto panorama que vive nuestro país debemos confiar un final positivo; no queda de otra porque a un paso está el abismo.


alfredobielmav@hotmail.com
Agosto 2009