LOS “ASEGUNES” DE LA SUCESIÓN



Si alguna duda subsistiera en la mente de Héctor Yunes Landa acerca de que la brújula decisoria del nivel estatal pudiera no apuntar hacia su persona, la disputa real o inducida con el dirigente estatal del PAN le habrá servido para disolverla de una vez y para siempre. La razón es porque, simple y llanamente, Héctor no pertenece al primer equipo, está allí porque su trabajo y las circunstancias se le han acomodado y el hecho de estar ubicado en un puesto clave del engranaje político estatal lo hace blanco de arremetidas provenientes de personeros de aquel equipo, ya sea por consigna u oficiosamente. En ésa hipótesis, su presencia perturba las posibles soluciones en la ya abierta baraja política de la sucesión de gobierno.


Yunes Landa tuvo su noviciado al lado de Ignacio Morales Lechuga, cuando éste se desempeñó como Subsecretario y Secretario de Gobierno en el sexenio de Don Agustín Acosta Lagunes (1980-1986). Por su desempeño junto al hombre fuerte de Acosta fue promovido a la dirección juvenil priísta, desde donde dio el salto hacia la diputación federal. Una vez en el Distrito Federal desarrolló sus aptitudes para la cosa pública y logró encajarse en el equipo de Manlio Fabio Beltrones, actualmente uno de los actores de la arena política nacional de mayor relevancia y por supuesto, por el momento, una carta fuerte del PRI para el relevo presidencial de 2012; una aspiración que también tiene el gobernador veracruzano Fidel Herrera Beltrán, he aquí el dilema.


Como coordinador de la bancada priísta en el Congreso local, Héctor Yunes adquiere singular relevancia porque está al frente de un Poder y en consecuencia maneja recursos del presupuesto, con todo lo que esto implica. Tiene justas aspiraciones a suceder a Fidel Herrera en el gobierno estatal, y es aquí en donde tropieza con serios obstáculos que algunos ponen en su contra pues no forma parte del grupo que el gobernador va preparando para tales efectos; no al menos en términos de identidad de origen…y “de proyectos”. Aunque en abono a su apetencia política habrá que señalar que las circunstancias, tan imprecisas como son, cuentan, y cuentan en demasía.


Episódicamente, este caso recuerda, dimensionadas las debidas proporciones, cómo el presidente Salinas de Gortari se vio forzado a darle las gracias por sus servicios en Gobernación a Don Fernando Gutiérrez Barrios, el “hombre leyenda” como él mismo lo calificó, para que no le distorsionara los movimientos para su sucesión, pues este no estaba en el proyecto salinista del final del día.


Si de sucesión local y asegunes hablamos también está el caso de Ranulfo Márquez, recién elevado a la categoría de Secretario. Amigo y colaborador del gobernador por muchos años, es beneficiario de esa cercanía en todos los órdenes. Ranulfo llegó al Estado de Veracruz en los dos últimos años del cuatrienio de Dante Delgado, quien lo apoya confiriéndole una posición que, aunque modesta, no estaba exenta de generosidad. Subordinado del entonces Secretario de Gobierno, Miguel Ángel Díaz Pedroza, lo ubicaron en una pequeña e improvisada oficina localizada en la cerrada de Betancourt que tenía que ver con incipientes funciones que al correr del tiempo se adjudicaron a lo que ahora es el Consejo Estatal de Seguridad Pública. Independientemente del modesto encargo, lo que cuenta es el favorable acuerdo de Dante para aceptar la recomendación y arropar a Ranulfo en el presupuesto.


Una vez establecida esta primera etapa, al finalizar el gobierno de Dante Delgado, Ranulfo se incorporó de inmediato al equipo de confianza de Miguel Ángel Yunes Linares, como consejero en el IFE estatal, desde allí monitoreaba asuntos de diversa índole para el entonces Secretario de Gobierno, por cierto acérrimo adversario político de Dante Delgado, el primigenio apoyador de Ranulfo en el Estado.



Ya para concluir el sexenio de Patricio Chirinos, Fidel Herrera, a sugerencia de Miguel Alemán Velasco, fue nombrado Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Veracruz y designó a Ranulfo Márquez en la Secretaría de Acción Electoral en la organización de la campaña de Alemán para el gobierno local. Por casualidades de la política, ahora laboraba Ranulfo al lado de quien por cierto no tenía lazos de amistad con el anterior jefe de Márquez.


En el desarrollo de su carrera todo actor político atraviesa inevitablemente por una intrincada red de lealtades y agradecimientos, por lo que siempre se camina al filo de la traición y la ingratitud, pero la calidad de una u otra condición solo la pueden establecer los directamente involucrados. No obstante, al margen de consideraciones éticas, no es para soslayar la singularidad del hecho de que Ranulfo Márquez Hernández haya establecido sucesivamente una relación laboral precisamente con quienes mantienen serias pugnas entre sí: Yunes contra Dante; Dante contra Yunes; Fidel contra Yunes, Yunes contra Fidel.


Esta concatenación de circunstancias de la vida política de Ranulfo ¿será acaso una virtud que le ha servido para acomodarse entre las relaciones tempestuosas de sus sucesivos jefes? Qué difícil tesitura, ¿a quien deberle gratitud y lealtad? ¿Es esto posible sin provocar resquemores, al menos en alguno de ellos? Aunque el reacomodo pudiera ser parte de las habilidades de Ranulfo, ésa capacidad para el reajuste episódico de sus escalas ¿Obrará en su contra en el momento de la decisión sucesoria?


Plagada de ejemplos está la historia, guardadas las debidas proporciones en materia de sucesiones: A pesar de su fraterna amistad con Manuel Camacho Solís, Salinas de Gortari no lo eligió como candidato priista a la presidencia de la república sino que optó por Colosio, cuya formación política, académica e intelectual en nada era equiparable y distaba mucho de la del ex regente capitalino. Otro caso: pocos recordarán la estrecha amistad que desde su juventud mantenían Echeverría y López Portillo y que terminó abruptamente con aquel puntilloso ¿“Y tu también Luís”?


En fin, naturaleza humana y circunstancias de todo tipo demuestran que no todo depende de quien tiene el eventual poder de decisión. Lo que hoy es, mañana no: sic transit gloria mundi: así pasa la gloria del mundo.


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