Para cambiar Veracruz
Alfredo
Bielma Villanueva
No extraña, no revela nada
nuevo, pero asombra el grado de libertad con el que se están manejando los
recursos públicos de Veracruz, o más exactamente el dinero que por exacción se
le cobra a los veracruzanos. De igual manera, ya no es fenómeno nuevo la
incongruencia del discurso oficial fuera de lugar, en el que se habla de un
Veracruz ficticio, más que virtual, en el que se configuran avances intangibles
en la realidad porque es evidente el magro desarrollo y el acentuado
estancamiento social, político y económico. En la síntesis informativa de cinco
años de gestión tendríamos que admitir que efectivamente Veracruz ya cambio, pero
desafortunadamente no en el sentido que hubiéramos querido los veracruzanos.
En esta penosa realidad, priva
la certidumbre que para lograr manejar con entera libertad las finanzas
públicas, supuestamente para corregir el grave endeudamiento, el gobierno contó
con un Congreso obsecuente, cuya mayoría aprueba todo lo que le remite; esa actitud
acrítica y abdicativa, rayana en la complicidad como lo demuestra la
autorización por la que el gobierno manejará a discreción el producto de las
fotomultas sin que haya obligación de rendir cuentas, contraviniendo así el
principio de transparencia pues son dineros públicos y por lo mismo su aplicación
debiera transparentarse.
No extraña porque en la
genética del actual gobierno prevalece la forma de gobernar precipitada y sin
sentido social del gobierno que le precedió; aquella fue una administración
desarreglada, de gestión pública plena de ocurrencias, de gobierno itinerante
sin ruta ni plan preconcebido, de un simulacro de acercamiento a la gente, de
resultados falsos, del gasto de miles de millones de pesos obtenidos por
excedentes petroleros que nadie sabe en qué se invirtieron, de una deuda
pública que aumentó de 3 mil 500 millones de pesos a 25 mil millones que no se
reflejan en la realidad veracruzana y que ha sido multiplicada por el gobierno
duartista.
Asombra el grado de simpleza
con el que ahora se reconoce una “deuda heredada”, cinco años después de haber
permanecido oficialmente oculta. Se nos reitera con vocación gobeliana que no
se ha adquirido nueva deuda cuando esta asciende a, por lo menos, más del doble
de lo que se recibió en 2010. Se nos repite acaso con convencimiento que
“Veracruz ya cambió”, de la misma manera en que se informa de una
infraestructura carretera “moderna”. Pero está claro que se habla de un
Veracruz virtual, el del discurso semejante a los cientos de puentes que Fidel
construyó o los miles de tractores que entregó. Fidel devaluó el discurso
oficial, y la burra que no era arisca y concedía cierto crédito al discurso
público, ahora desdeña y repudia todo intento de engaño.
En el inicio del sexto año de
gobierno duartista ya podemos evaluar en base a lo poco o nulo que se realizó
por la gestión estatal. Está claro que en ese balance se toman en consideración
elementos como los miles de millones de pesos que se presupuestaron para
inversión en infraestructura y el gasto social, gasto corriente aparte.
Desafortunadamente no hay mucho material que compruebe avance sustancial en el
campo, en la industria y en el turismo; tampoco es posible contabilizar nueva
infraestructura carretera, mucho menos la modernización de las ya existentes.
Los miles de millones de pesos invertidos en desarrollo social para abatir la
pobreza encuentran paradójico testimonio en el aumento de pobres en la entidad.
La estructura de los 59 hospitales del sector salud estatal están en franco
deterioro y, lo más grave, se desatiende la salud de millones de veracruzanos que
carecen de seguridad social; ya comienza a hablarse de genocidio, por grave que
el termino nos parezca, porque tal significa la desatención al equipo médico,
el desabasto de medicinas, hospitales con graves carencia de insumos para
laboratorio; deficiente atención médica y muchísimos etcéteras más. Del
expediente sobre la inseguridad pública se antoja innecesario cualquier
comentario frente a la terrible realidad que aqueja a los veracruzanos en este
ramo.
Es este el Veracruz que
entregamos a las nuevas generaciones, a las que no podríamos explicar por qué
hemos llegado a estos lamentables extremos. Pero sin duda es evidente que la
sociedad ha auspiciado mucho de cuanto ocurre, no es menor la culpa de haber
dejado a cargo de los políticos el destino de ocho millones de veracruzanos; porque
si bien hay honrosas excepciones, sabemos que en política no milita la
inteligencia, mucho menos el sentido común (garbanzo de a libra esto último que
se requiere para enderezar el rumbo), y sin embargo les confiamos nuestro
presente y futuro. Como no es posible en lo inmediato revertir las condiciones materiales,
políticas y económicas del Estado, al menos debiéramos esforzarnos por elegir
mejor.
Y esa es una de las ventajas
que una democracia permite, renovar los mandos a través de la voluntad general,
que es la nuestra. En junio próximo tendremos oportunidad de elegir al nuevo
titular del poder ejecutivo y a nuevos integrantes del Poder Legislativo, ¿cómo
saber cuáles son los mejores o el menos malo? En cada pueblo, en cada distrito
o región se conoce a los protagonistas, de acuerdo a las herramientas con las
que contamos: información, conocimiento, libertad para elegir hagamos nuestra
elección. Finalmente si nos volvemos a equivocar será señal que no tenemos
remedio y que sin duda merecemos la clase política que nos gobierna.
Enero 2016.
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