Las
bases del optimismo continuista.
Alfredo
Bielma Villanueva
Cuando se escucha el “tronante”
discurso de Rogelio Franco, dirigente estatal del PRD y de Sergio Rodríguez,
consejero del mismo, contra el gobierno del estado, brota la idea que tras de
ese semblante retórico subyace la intención de convencer que están a morir por
integrarse en alianza con el PAN para, juntos, competirle al PRI en 2016 el
gobierno de Veracruz; pero los antecedentes de ambos no son confiables, ya que
nadie ignora las maquinaciones que en entretelones han tejido con el gobierno
de Duarte de Ochoa.
En realidad la alianza PAN-PRD
está en el aire, y no pudiera ser de otra manera si se considera el perfil “negociador” de los afamados “Chuchos”,
los mismos que promovieron una aleatoria alianza con el PAN en 2012 solo para
dar marcha atrás dejando embarcada a la dirigencia estatal en aquel entonces
encabezada por Juan Vergel Pacheco. El viaje del gobernador Veracruzano a
Michoacán, la entrevista de Valencia con Amalia García y otros cabildeos más
producen la impresión de una alianza muy susceptible de ser frustrada, no
cualquiera resiste los cañonazos que acostumbra disparar el patrimonialismo
veracruzano, se supone que con recursos de origen fiscal, porque de la bolsa
particular jamás, peso que allí cae no vuelve a ver el sol, excepto que en este
caso vaya a los controladores del “sol azteca”. (¿Quién no recuerda que los
dirigentes municipales del PRD en Tuxpan y Cerro Azul ofrecieron su respaldo al
candidato del PRI, Alberto Silva Ramos, en marzo pasado?)
Todo ese esquema cabe en el escenario
del propósito continuista en el gobierno de Veracruz, costó mucho instaurarlo
en 2010, el presupuesto para prolongarlo habrá aumentado pero parece que hay
“cochinito” engordado para lo que se ofrezca en 2016. Las cuentas que se
formulan como base para el optimismo encuentran fundamento en la añeja experiencia
de los operadores priistas en asuntos electorales, aunado al 30% del voto duro
del PRI y a la estrategia para dispersar el voto que incluye lanzar
candidaturas “independientes”, auspiciar candidaturas en partidos de
“oposición” cuyo único propósito es la
atomización del sufragio; sin olvidar el recurso de introducir Caballos de
Troya en las filas del adversario para trastornarle su genoma partidista
creando confusión a su interior y distraer esfuerzos.
Adicionalmente, de no menor
importancia, el optimismo que nutre al panorama del grupo priista en el
gobierno incluye a los treinta candidatos a diputados por la vía de la mayoría
relativa con la misión de convertirse en operadores para atraer el voto, más
los 20 por el principio de representación proporcional, que bien avituallados
se combinarán con los operadores tradicionales, muchos de los cuales se han
manifestado abiertamente a favor de uno u otro de los senadores dejando en la
imaginaria que si no es alguno de ellos se abstendrán de participar. ¿Sí?
¿Cuántos resistirían la presión?
Los 16 diputados federales que
triunfaron por el principio de mayoría en la elección de julio pasado sin duda
conservan una estructura ad hoc para atraer el voto; no que sean realmente
“populares”, una calidad que para efectos prácticos no define una votación en
México, sino que por los procedimientos conocidos se pudo obtener buena
cantidad de votos en Acayucan, por ejemplo, igual en Tuxpan, en Los Tuxtlas y
otros distritos. En esa lógica y destruyendo los intentos de la alianza PAN-PRD
parecería que se va en caballo de hacienda hacia la victoria del continuismo.
Pero esa intentona continuista
encuentra serios obstáculos en la terca realidad veracruzana. Aquí hemos
insistido en que la percepción pública señala que si en el PRI se elige un
candidato que no sea alguno de los senadores, José Yunes Zorrilla o Héctor
Yunes Landa, el resultado sería de pronósticos adversos al tricolor. Ambos
senadores representan capital político enriquecido por un largo periodo de estrecho
contacto con la población veracruzana ya que como candidatos al senado
recorrieron la geografía veracruzana en intenso itinerario y ya como senadores,
desde que asumieron esa representación, su vínculo con la base popular ha sido
permanente. Nunca antes en la historia de Veracruz un senador había mantenido relación
tan cercana con los pobladores de su entidad como José Yunes Zorrilla y Héctor
Yunes Landa, esa circunstancia les ha propiciado construir un extraordinario andamiaje
al interior de la estructura priista.
¿Cómo reaccionaría la base
priista si en las boletas electorales no aparece ninguno de estos nombres? ¿Se
abstendrá de participar o en revancha buscará opciones de castigo? Es
perceptible que aún si alguno de los senadores resultare el candidato del PRI,
con la suma del otro, la competencia no le resultará fácil pues en el
inventario del costo-beneficio las cuentas que entrega a la población
veracruzana la gestión priista de Duarte de Ochoa no suscitan el buen aprecio
ciudadano.
En ese contexto, en la hipótesis de un
candidato surgido del grupo que representa el continuismo en Veracruz ¿cuál
sería su discurso de campaña del y qué ofrecería a cambio de obtener el voto,
que no fuera el más de lo mismo? Porque se da por sentado que el candidato de
la genuina oposición manejará el discurso de la anticorrupción, el del castigo
a quienes se han enriquecido a costa del esfuerzo de los veracruzanos, el que
exigirá constancias que prueben el destino de miles de millones de pesos en una
infraestructura física que no aparece por ningún lado, el porqué de un campo
improductivo, de un sector salud con deficiente servicio, etc.; ese es el
discurso que cada veracruzano con conciencia de lo que ocurre quisiera escuchar;
aunque su capacidad de convocatoria estaría a prueba en el reto que significa llevar
a votar al hartazgo y al enojo social.
En el trance de definirse la
alianza PAN-PRD, en el partido albiazul se avizoran dos precandidatos: Miguel
Ángel Yunes Linares y Juan Bueno Torio, ¿quién no resulte candidato se sumará a
la campaña? La interrogante no es ociosa porque el PAN también registra experiencias
en las que el divisionismo trae recuerdos nada gratos. En el PRI, con todo y su voto duro del 30%, las
probabilidades de salir airoso en la elección radican en su candidato: si es
José Yunes o Héctor Yunes sin duda la probabilidad de un triunfo se
incrementaría; pero con un candidato que en términos de trabajo político sería
un advenedizo el riesgo de una alternancia es elevado. En fin, acerca de quién
será el candidato del PRI y quién el del PAN poco vivirá quien no tenga
oportunidad de enterarse; ya falta menos para comprobar lo probable, pues en
política lo probable es posible.
alfredobielmav@hotmail.com
19-diciembre.
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