Ya ni Kafka
Alfredo Bielma Villanueva
CAMALEÓN
Cuando
se describe o narra un asunto de características aberrantes acostumbramos
asegurar que es “Kafkiano”: es decir, que rebasa los parámetros de lo
“racional” o de lo “normal”, similar o emparentado
con el teatro de lo absurdo. Por asociación de ideas, viene a mente lo que ocurre
en Veracruz, en donde tal parece que la realidad hace el papel de aguafiestas
porque no requiere de ningún perfil kafkiano para explicarse como patética,
grotesca y hasta cómica, si no tuviera que ver con asuntos humanamente tan
sensibles como el de la salud, por ejemplo.
Tal
parece que sus colaboradores no informan al gobernador de lo que verdaderamente
ocurre en el sector salud veracruzano, pues allí se vive una realidad
dramática, en parte debido a la anómala bifurcación de autoridad: una
representada por el titular de la Secretaría y otra ubicada en los mandos
administrativos; contra lo que se pudiera pensar, en los hechos esta última es
la que prepondera pues nada se mueve sin su autorización y deja manifiesto que en
el sector salud la parte médica está supeditada al criterio o interés del mando
administrativo. A esta circunstancia debe agregarse el pronunciado protagonismo
que desempeñan los dirigentes sindicales, que pescan a conveniencia y acaso en
voraz contubernio con los referidos mandos.
Quienquiera
que avizore la gran infraestructura hospitalaria del sector salud veracruzano
podría deducir y hasta coincidir con el discurso oficial respecto de la
importancia que se le confiere a la salud de los veracruzanos, lo corroboraría
la partida presupuestal que, aunque insuficiente, es sustantiva año tras año.
Por sí solo el monto de ese recurso redundaría en beneficio de la población no
asegurada si en su aplicación mediara un auténtico interés social y menor
corrupción por parte de los servidores públicos a cargo, sin embargo la
realidad camina en sentido contrario a las apariencias. Si bien el personal
médico y paramédico está suficientemente capacitado y aun en las adversas
condiciones por las que atraviesa el sector hacen su trabajo con probado
profesionalismo, no es un secreto que carece del equipo y los insumos que toda
institución de salud debiera contar.
Si
consideramos que en 1986 teníamos 19 hospitales, un asilo, un sector
psiquiátrico y un hogar del niño en Boca del Rio, más una unidad de salud
mental que era ambulatoria y de baja estancia, el crecimiento de este sector ha
sido exponencial pues para 2015 la infraestructura hospitalaria de la entidad
se compone de 59 hospitales y un considerable número de Centros de Salud. No
obstante, el último gran impulso al sector salud de Veracruz se registró en el
gobierno de Miguel Alemán, pero a partir de aquella administración el abandono es
lamentable y alcanza proporciones alarmantes. Para confirmarlo, entre otros
elementos, están los casos de los hospitales de Perote, Nautla, Papantla, la
Torre Pediátrica, las remodelaciones de los hospitales de Coatzacoalcos,
Tuxpan, Altotonga, Minatitlán, que datan desde el gobierno de Fidel Herrera y
prosiguen sin concluirse.
Tal
vez en la cúpula gubernamental no está informada de la dramática condición de
hacinamiento que se vive en el área de urgencias del Centro de Especialidades
Médicas de Xalapa porque en los hospitales periféricos no se les atiende y
nadie ha sido capaz de poner remedio a esa incuria. En los hospitales
regionales de Veracruz y Coatzacoalcos, por mencionar a dos de los más grandes
el síndrome permanente es la carencia de medicinas y de especialistas
suficientes para atender a la población más menesterosa de la entidad, esa que
no tiene voz ni capacidad para la protesta porque están enfermos, porque son
pobres y carecen de medios para manifestar sus quejas.
Quien
por alguna aciaga razón tiene necesidad de acudir al Centro de Cancerología de
Xalapa, otrora uno de los nosocomios de mayor prestigio en la república, se
percatará de la deficiente atención que le confiere el área
administrativa-financiera; a pesar de que la Dirección de ese nosocomio hace
maravillas para mantener a flote la atención al demandante, la falta de insumos
y aparatos descompuestos impide mejores resultados.
En
ese hospital de alta especialidad suceden hechos que rayan en lo insólito, como
el asunto del ACELERADOR LINEAL, cuya utilidad clínica consiste en proporcionar
al paciente con cáncer una dosis de radioterapia en menor tiempo que un equipo
standard. No hace mucho este servicio se prestaba eficientemente con un equipo
que hacía el trabajo en 10 minutos, sin embargo se descompuso y en vez de
repararlo fue desensamblado para en su lugar ubicar un equipo más moderno. Lo
sorprendente es que ahora el CECAN no proporciona esta atención médica, pues ya
que el aparato que funcionaba y solo requería reparación fuera de todo
servicio, el moderno equipo ya instalado no entra en funciones porque no se
cuenta con la licencia de operación radiológica; por esta situación los
pacientes son enviados a la ciudad de México, pero por insolvencia económica muchos
dejan de asistir, con el consecuente desenlace mortal por la patología que
padecen.
Otro
caso: Un equipo de excelente servicio es el de Medicina Nuclear porque mejora
la precisión del diagnóstico en los órganos afectados por el cáncer; hace ya un
año que está instalado pero la burocracia local tardó tiempo para solicitar la
licencia para su puesta en operación; además, se requieren de insumos cuya
adquisición por el momento se antoja difícil. Mientras, este servicio es
subrogado en el hospital Ángeles a un promedio de 4 estudios por semana, a
precios de hospital privado, un contrasentido cuando se tiene un moderno aparato
para realizarlo in sito a un mayor número de pacientes y mucho menor costo.
Para
mejorar la atención médica, en el Cecan se adquirió un Tomógrafo de última
generación cuya eficiencia diagnóstica es del 100%, pero lleva meses esperando
a ser desempacado. En el área de imagenología el Cecan tiene instalado un
Mastografo última generación, con excelente precisión diagnóstica, lamentablemente
no funciona porque los insumos que se adquirieron son incompatibles con ese
aparato, un gasto inútil aunque quizá productivo, ¿para quién? Ni la
contraloría lo sabe. Pero eso sí, una unidad móvil transita por la entidad para
hacer mastografías, y qué bien, pero su capacidad resolutiva es menor que la
del mastógrafo del Cecan, a donde mujeres enfermas acuden para ese propósito
pero el moderno aparato sirve pero ¡no funciona! Simplemente porque quien
compró los accesorios para ese equipo no consideró la compatibilidad de marca y
modelo. ¿Por qué? ¿Quién sabe? ¿Porcentaje? La contraloría esta siempre en
vigilia. Perdón, vigila.
8-XI-2015
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