“La Víspera del Trueno”
Alfredo
Bielma Villanueva
CAMALEÓN
El
Poder, esa extraña y virtual energía que somete a quien la ejerce, ha sido por
siempre la jettatura del hombre, como es posible constatar en las diversas
etapas de la sociedad humana, épocas y culturas, tal como lo registran los
anales de la historia. Hombres inteligentes o mediocres con suerte han
sucumbido al maleficio del Poder, mostrándose como títeres de las
circunstancias. Como en toda regla, salvo los secretos que la intimidad pudiera
esconder, hay excepciones: Gandhi, Mandela, Castro, entre los pocos que no
sucumbieron a los delirios del poder a fuerza de ocuparse en diseñar con
genuina vocación social el destino de sus respectivas naciones.
Casos y
cosas de quienes dedican sus afanes a la acción política están a la vista de
todos, pues la cosa pública es asunto del interés común; de allí que nos
enteremos de cuanto hacen, dicen o dejan de hacer quienes por vocación de
servicio, por pedestre fruición de poder o simplemente porque las
circunstancias allí los acomodan incursionan en el servicio público, una
función de elevada importancia social venida a menos y en total descrédito
porque se pervirtieron sus propósitos al privilegiar el beneficio personal
depredando los recursos públicos en detrimento del bien común, tal como ha
venido sucediendo en Veracruz.
Lo que
a continuación se transcribe es parte del relato de una época, la radiografía
de un Sistema Político, la descripción de acciones ejecutadas por políticos del
momento, la expresión de una forma de gobernar aún vigente en nuestros días,
las intrigas entre pares que Luis Spota, cronista excelso de esa época, a
través de diversos ensayos nos regaló en la década de los setenta del siglo XX
mexicano, con sustancia inmarcesible porque por su contenido, salvo mejor
opinión, estamos en aptitud de inferir que hay poco de nuevo bajo el sol. Que
del viejo régimen sobreviven lacras como la corrupción y la impunidad, así como
la inveterada tendencia a reafirmar continuismos estériles solo para cubrir
fechorías.
¿A quién
de los que vamos de salida o al joven individuo de estos tiempos pudiera
parecer extraño el contenido del siguiente párrafo, en el que Spota narra la
súbita riqueza de un recién llegado al gobierno?: “La residencia le había sido
puesta como muestra del ansia de riqueza que caracterizaba a casi todos los
cercanos, amigos y colaboradores…” del gobernante…. “Una mansión nada parecida
al modesto departamento que hace sólo un año ocupaba en colonia periférica de
la ciudad”… “Hay que ver qué uñas más largas están enseñando los que llegaron
dizque a moralizar…”. “Aún en los tiempos en que los políticos se cuidaban
menos, pocas veces se había visto tal ostentación… ¿Cómo han logrado acumular
tanto…?”
Respecto
a la sempiterna simulación en la lucha contra la corrupción en el sector
público, Spota escribió hace más de cuarenta años: “En la realidad, poco se ha
hecho, excepto encerrar a unos cuantos
funcionarios menores, a quienes ha debido ponerse en libertad porque no
procedían los cargos, o porque la Fiscalía Especial carece de pruebas…el Fiscal
sigue trabajando…pero muy cuidadosamente evita entrar en conflicto con los
Grandes Bandoleros del pasado…da la impresión de que tiene instrucciones
Superiores de no molestarlos…La gratitud… el Señor ha demostrado que sabe ser
agradecido y que respeta a su
antecesor…” (“La víspera del Trueno” 1978-1980, Grijalbo).
Acerca del
influjo del Poder sobre quien “goza” de sus beneficios: “En mayor o menor
medida (el poder) siempre los cambia
a partir del momento en que se colocan la banda del Poder. Ser lo que ya son
empieza a marearlos rápidamente…La culpa no es del todo suya…de que ese cambio
se produzca son también responsables
quienes lo rodean; los que poco a poco, sin que se dé cuenta, o sin que le
importe, van aislándolo, encerrándolo, apartándolo de la realidad, en cierta
forma tomándolo prisionero… por lo que llevamos visto el señor no ha sido la
excepción”.
Y sobre
la sempiterna realidad: “Es el sentir (generalizado) que el país anda sin
brújula, o que aún no atinan a encontrar su camino quienes lo dirigen. Dígame
usted, ¿hay o no disgusto en el campo? ¿Prospera la agricultura? ¿Disponemos de
vivienda? ¿Se abaten los índices de desempleo? ¿Se impide la migración de nuestros
campesinos y obreros? ¿Cuánto más va el pueblo a tolerar esto?” Como se puede
advertir, esa interrogante data de años viejos pero su fragancia es moda
permanente y su vigencia tiene acento contemporáneo.
“El
sector privado busca fuera de aquí la seguridad que el Gobierno es incapaz de
garantizarle. El campo no produce, porque hay demagogia…la agricultura
languidece, para usar un eufemismo amable, debido a que la política del
régimen, quizá porque le hacen falta colaboradores más aptos, es errática, caprichosa,
confusa…y lo que se dice de agricultura puede aplicarse a todo lo demás.”
Y
respecto del “molesto” zumbido de la crítica, insoportable para quienes llegan
al extremo de sentirse dueños absolutos del destino del pueblo al que debieran
servir con eficacia porque alguna vez confió en ellos, Luis Spota describe ese
fenómeno a través del cual la población desquita su coraje y decepción: “No son
únicamente los ciudadanos particulares los que murmuran por teléfono. La
prensa, los cómicos, la radio y la televisión, del teatro y del cabaret,
imprimen y difunden los chascarrillos, los rumores, los juegos de palabras, que
en todas partes repite la gente anónima… o quizá sea a la inversa: los cómicos,
los columnistas y caricaturistas, solo sirven de vehículos para difundir lo que
la calle está diciendo”.
Cuando
Spota escribió su ensayo, al que intituló “La Víspera del Trueno”, corrían
fuertes rumores sobre la inconformidad de mandos jóvenes en el ejército y una
supuesta interrupción de los mandos civiles constitucionalmente establecidos.
La especie era producto de una severa crisis de credibilidad en el gobierno,
que no podía controlar la inflación y las perjudiciales devaluaciones. Había
pasado la euforia que produjo el cuento aquel de “administra la abundancia”,
quedaba la cruda realidad de una deuda pública sin control y el fuerte
enfrentamiento con los empresarios del país. En ese entorno se escuchó en el
Congreso mexicano la dramática expresión: “Ya nos saquearon, no nos volverán a
saquear”.
Como
dicen en el llano sotaventino: “se parece igualito”.
18-octubre.
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