El drama de Veracruz
Alfredo Bielma Villanueva
Cuando
México era considerado como un cuerno de la abundancia la entidad veracruzana
destacaba en el concierto nacional por sus feraces tierras, su folklor, sus
bellezas naturales, bosques, lagunas, un extenso litoral, pozos petroleros por
doquier; coronaba esa dorada percepción la destreza para la política que se
suponía a los oriundos de estos lares, dos ex presidentes de la república se enarbolaban
como muestra. Mucho del prestigio del ser veracruzano se debía a Alemán Valdez
y a Ruiz Cortines, pero también a Díaz Mirón, a Toña la Negra y a Agustín Lara;
Veracruz era un envidiable paraíso que se apuntaba en el futuro promisorio del
país.
Pero
por alguna razón con el transcurrir de los años esas expectativas quedaron en
un pasado romántico, ahora desde afuera nos ven con malicia y el descrédito de
nuestra clase política es fenomenal. ¿Cuándo comenzó la decadencia, en qué
momento de nuestra historia como entidad perdimos el rumbo que nos dibujaba un
prominente porvenir?
Incurriríamos
en error si pretendiésemos insertar en dos apretadas cuartillas las razones del
porqué estamos como estamos, además, esa es tarea que han hecho con bastante
autoridad investigadores universitarios. Sin embargo, por los datos que la
realidad aporta, es posible transcribir parte de lo que ocurre en la entidad
veracruzana, ahora que la administración pública está afectada por una crisis
financiera de proporciones inimaginables hace algunos lustros.
La
Coneval y el Inegi ya nos han ilustrado sobre estadísticas que denotan pobreza
en un gran segmento de la población veracruzana, del desempleo que impera en
nuestra economía, del magro crecimiento económico de la entidad, y una
infraestructura carretera, urbana y de salud en estado deplorable. Por otro
lado, la Secretaría de Hacienda, el Orfis, la Comisión de Vigilancia del
Congreso y el gobierno estatal ya han informado a su manera de una deuda
pública de proporciones mayúsculas, esa que mantiene postrada a la administración
pública estatal al grado de impedirle cumplir con los compromisos de rigor y
mes tras mes se dificulta aún más. Este escenario es indeseable por todos
conceptos, y pasa a calidad de insostenible cuando se combina con el de una
inseguridad pública que no ha sido posible controlar. Este patético conjunto
configura un panorama que el más obcecado de los optimistas no podría dejar de
reconocer.
Por
si no bastara, como para desalentar a quienes se atreven a advertir esa
insoslayable realidad, desde el gobierno se adoptó la estrategia de atribuirle al
titular del gobierno antecesor la autoría principal de la deuda pública y por
ende culpable de la crisis actual, ¿quién pudiera argumentar en contrario?
Para
referirse a la vocación populista de Fidel Herrera, dice el Secretario de
gobierno, Flavino Ríos, que el ex gobernador repartía dinero a manos llenas sacándolo
de las bolsas de su pantalón para repartirlo entre quienes se lo pedían, ese
recurso pertenecía al erario, sin duda describe una verdad. Y precisa: “No es
que yo defienda a Javier Duarte, simplemente le tocó ‘bailar con la más fea’
hablando en términos económicos y administrativos, porque todo se lo heredó
Fidel”… ¡Ah! Pero la responsabilidad es compartida: “Estoy hablando de mucha
gente, empresarios, contratistas. Se dice, se comenta, cómo era el ‘diezmo’, el
15 o el 20 (por ciento), lo comentan y lo dicen”.
Si
bien el argumento de Flavino es certero, cae sin embargo por su propio peso, y
produce un efecto de boomerang si recordamos que el actual gobernador fue el
Secretario de Finanzas de aquel gobierno y que, en todo caso, el deslinde de
responsabilidades que hasta ahora se intenta debió ejecutarse hace cinco años, al
inicio de la gestión, cuando la sociedad esperaba explicaciones desde un
gobierno que había ofrecido “lo mejor”, al que se suponía voluntad de
transparentar lo que recibía y deseoso de cambiar de rumbo, pero que prefirió
el camino de la opacidad y del más de lo mismo.
Por
su parte, el senador Héctor Yunes Landa también reconviene: “¿Dónde estaban
quienes hoy se rasgan las vestiduras y fustigan a diario al gobierno del
estado, cuando esta deuda se estaba generando?”… “esta deuda no se generó de la
noche a la mañana, sino a través de varios años y en por lo menos tres administraciones
estatales”. Esta interrogante sugiere una hipotética culpa de algún sector de la
sociedad veracruzana que acaso se mostró indolente para protestar contra el
endeudamiento; por lo que, a cambio es válido cuestionar: ¿Dónde estaba la
representación popular, que en vez de negar la autorización para endeudarse
votó con su tradicional obsecuencia para contraer compromisos bancarios y
bursátiles cuyo destino todavía se desconoce? ¿En qué momento un diputado salió
a informarle a la sociedad veracruzana del enorme adeudo que se estaba
aprobando por el Congreso local?
No es el tiempo ya de descargar culpas ni de
lanzarlas al patio vecino, sino de resolver el problema, salvo que queramos
proseguir la inercia de once años de estancamiento, lo que implica retroceso.
La pésima idea de concebir un gobierno de dos años a continuación de esta
debacle acarrea mayores problemas al sucesor (quien quiera que este sea), porque
recibirá un complejo compromiso cuya solución requerirá de mayores sacrificios
de la población veracruzana. El compromiso incluye transparentar las acciones
de gobierno, aplicar la ley abatiendo la impunidad y devolverle el decoro a la
función pública.
alfredobielmav@hotmail.com. Sociedadtrespuntocero.com
6-septiembre-2015.
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