Entre la transición y la alternancia

 

Alfredo Bielma Villanueva

 
CAMALEÓN

 

El Estado de Veracruz forma parte del todo integrado por entidades federativas que en conjunto conforman la nación mexicana, caracterizada por ser un mosaico socio cultural pluriétnico, con acentuadas desigualdades económicas y sociales. En ese universo, cada una de las entidades vive su propia realidad en el marco de una federación, en cuyo centro opera un poder desde donde se irradian fuerzas centrípetas y centrífugas en una combinación bien ordenada.

En nuestro país en el año 2000 vivimos la experiencia de una alternancia partidista en la presidencia de la república, supusimos entonces que habría una transición de un régimen federativo con fuerte poder presidencial hacia un mayor equilibrio entre las fuerzas del centro y las periféricas de los estados; también que habría un cambio en la conducta de la clase política y, por supuesto las necesarias reformas en el modelo económico. Por las razones que ya conocemos, Vicente Fox no estuvo a la altura de ese momento histórico y encontró fuerte resistencia, que no supo ni pudo  superar, finalmente no hubo transición, sólo una eventual alternancia que dejó poca huella antes de una restauración de cuya temporalidad ya empezaremos a hablar.

En el año 2000, Vicente Fox arrolló electoralmente a la maquinaria priista, tras una novedosa y atractiva campaña de proselitismo realizada al interior de una sociedad hastiada de la corrupción, de la sensación de peligro, de magros avances económicos, de cargar con los fobaproas del sistema. Pero pronto dilapidó el enorme capital político con el que llegó a la presidencia de la república, Iletrado como es, no abrevó en nuestra historia la experiencia del presidente Madero quien encabezó un movimiento revolucionario cuyas premisas desechó apenas llegó a la presidencia de México: licenció las fuerzas armadas que lo acompañaron al triunfo, olvidó sus promesas de campaña y cogobernó con el enemigo, que al final le dio el golpe de estado y terminó con su vida. Aquella fue una Revolución eventualmente frustrada por la conducta errónea de su líder, lo que provocó un adicional desencuentro en el que volvieron a hablar los fusiles de la guerra civil para enderezar la Revolución Mexicana.

Con Fox vivimos la alternancia, muy transitoria. Y como suele suceder en estos fenómenos sociales, ahora que regresó el PRI a Los Pinos hay tentaciones de restauración, afortunadamente esta se ha visto parcialmente obstruida porque las condiciones económicas, sociales y políticas del país ya no permiten el regreso al presidencialismo imperial y porque de alguna manera nos hemos revestido con nuevas instituciones que impiden el retroceso en automático.

Sin embargo, la extraordinaria capacidad camaleónica del PRI, que le facilita flexibilizarse ante las condiciones imperantes, ha logrado cambios estructurales importantes, están en proceso y solo en perspectiva sería posible dimensionarlas. Tal es la situación que impera en el universo federativo mexicano, en el que cada una de sus partes transita según sus circunstancias pues como es sabido la alternancia ha sido un largo proceso que inició en el nivel de gobierno municipal: San Luis Potosí, Mérida, Hermosillo, Ciudad Juárez, Matamoros, Morelia, Veracruz, Córdoba, Orizaba, son algunas muestras. La alternancia prosiguió en los gobiernos estatales: Baja California, Michoacán, Zacatecas, Yucatán, Sonora, Chihuahua, Colima, Nayarit, Jalisco, Nuevo León, Aguascalientes, San Luis Potosí, etc., ya son pocas las entidades federativas mexicanas que no han experimentado la alternancia política, Veracruz entre ellas.

¿Están dadas las condiciones para que en Veracruz haya una alternancia política? ¿En las condiciones imperantes, se produciría una alternancia con transición?

A estas alturas del gobierno de Javier Duarte los veracruzanos estamos conscientes de la grave situación política, económica y financiera que atosiga a la gestión estatal, y las concomitancias que tal situación llevan consigo. Impedido para implementar los programas de obra pública y para desarrollar los programas de desarrollo social, el actual gobernante ha bailado, ciertamente, con la más fea. Adicionalmente ha gravitado en contra el deficiente reclutamiento del personal que lo acompañó desde el principio en el equipo de trabajo, pues en vez de privilegiar la experiencia y la vocación de servicio, se prefirió la compañía de amigos e incondicionales pertenecientes al reducido grupo de ayuda mutua. Obviamente, esa política de reclutamiento de personal no ayudó a resolver los problemas del arranque, el despegue no llegó y ya no será posible el vuelo porque la pista se ha agotado.

Los problemas que aquejan a Veracruz son muchos, sin embargo tal parece que ese panorama no deprime las aspiraciones de quienes aspiran gobernar Veracruz, no son pocos, a juzgar por el número de quienes se han apuntado públicamente para alcanzar la candidatura priista, la que por costumbrismo se privilegia en el comentario periodístico y de análisis, soslayando al sector de la oposición política, que hasta ahora permanece en cómoda secrecía y en estratégica espera de cosechar un campo al que acechan serias tempestades. ¿Habrá alternancia en Veracruz y vendrá acompañada por una necesaria transición? Si no se produce la alternancia ¿será posible una transición?

El que viene será un gobierno de dos años, 2016-2018, no necesariamente de transición; si el estilo es el hombre ya sabremos hasta qué grado se combinará con las circunstancias imperantes y si estas imponen una obligada transición ¿En cuál de los precandidatos priistas, panistas o de otras siglas partidistas es posible advertir el carácter y el compromiso social para la transición? ¿Será imperativo el deslinde? He allí una cuestión que la sociedad veracruzana tendrá tiempo para debatir en los siguientes meses hasta el día de la jornada electoral que nos llevará a decidir el futuro de Veracruz. No por el breve lapso en que tocará gobernar a quien releve a Duarte de Ochoa debe suponerse que quien personificará al gobierno sólo limpiará la casa al que se elija en 2018, tiene más implicaciones porque un “más de lo mismo” agravaría la situación, luego entonces, la sustancia radica en el cambio ¿Transición y alternancia o sólo transición?

alfredobielmav@hotmail.com.              

9-agosto-2015