Transfuguismo, chapulines, trapecio político
Por Alfredo Bielma Villanueva
CAMALEÓN
En
los tiempos que corren el descrédito de la clase política, incluida la que está
en el poder, se ha venido acrecentando, y en no pocos sectores de la población empiezan
a verla con verdadero menosprecio, que nada tuviera de preocupante si para su sustento
no se utilizaran recursos fiscales provenientes del trabajo de los cumplidos
contribuyentes. Pero, debido a la movilidad política que estimula todo proceso
electoral, y al mayor número de individuos que participan atraídos por el ánimo
de enriquecerse bajo el amparo del poder, afloran conductas que nada tienen que
ver con la democracia, con la representatividad política y el deseo de servir a
los conciudadanos. Tales son el llamado transfuguismo y el “chapulinismo”, fenómenos
de nuestro acontecer político con añejo arraigo.
¿Qué
es el transfuguismo político? Hagamos memoria: En el Estado de Veracruz este
fenómeno se conoció en toda su intensidad en la elección municipal de 1994, se
potenció en la de 1997 y la más reciente demostración la vivimos en la elección
de 2004, se le entendía como la súbita emigración de militantes de un partido
político a otro con la intención de lograr una candidatura a cargo de elección
popular. Pero, en este sentido, la figura no era nueva, pues ya había aflorado en
la elección municipal de 1973, cuando en plena hegemonía el PRI perdió por vez
primera un inusitado número de municipios frente a partidos de oposición que
candidatearon a priistas inconformes.
En
mi libro “El Fin de una Era, de la Hegemonía a la Oposición”, editado por el
Colegio de Veracruz en 2010, escribí: “Si alguien supusiera que el
transfuguismo es un fenómeno reciente aquí está una prueba de lo contrario. La
fórmula para concluir si el transfuguismo es equiparable a una traición
consiste en revisar las circunstancias en que se tomaron las decisiones para
elegir candidatos y las que orillaron al aspirante defraudado a buscar otras
opciones, confiando en el respaldo ciudadano a su favor, (de esta manera) el
partido había perdido ante individuos salidos de sus propias filas y le jugaron
la contraria porque contaban con el apoyo mayoritario de la población, tal cual
lo demostraron los resultados”.
Un
caso de acentuado transfuguismo se produjo en la elección municipal del 13 de
noviembre de 1994, cuando se renovaron los 207 Ayuntamientos que entonces tenía
la entidad. Para referencias acudo al libro citado: “al frente del PRI estaba Amadeo
Flores Espinosa, que se combinaba y recibía instrucciones desde la Secretaría
de Gobierno, en donde despachaba Miguel Ángel Yunes Linares. Ya habían logrado
pasar con éxito la elección federal en la que Zedillo fue elegido... Para este
proceso se utilizaron por primera vez las urnas transparentes y la credencial
con fotografía, la tinta indeleble y los marcadores de credenciales. En la
elección municipal, a pesar de la petición de pre candidatos que se sentían
ganadores del método de consulta a la base, el PRI se decidió por la convención
municipal en 188 municipios, por plebiscito en 15 y solo en 4 se aplicó la
consulta a la base, con la consiguiente inconformidad de quienes sintieron
defraudadas sus aspiraciones y no se pudo evitar que buena parte de estos
buscaran el amparo de otras siglas partidistas para contender en las elecciones”.
“El
clásico transfuguismo y el trapecismo políticos cobraron auge extraordinario. Varios
presidentes de comités municipales priistas al no ver satisfechas sus
aspiraciones, cambiaron de inmediato su filiación partidista. Por ejemplo, en
Martínez de la Torre Bricio Rincón Aguilar era Presidente del PRI Municipal y
al no ser postulado por este partido optó por aceptar la candidatura que le
ofreció el Frente Amplio de Participación Ciudadana, con el que ganó la
elección a Jesús De La Torre, el candidato del PRI. En Juchique de Ferrer el
Presidente del PRI Municipal, Adalberto Ortega Viderique, participó como
candidato a síndico por el PRD y le ganó al PRI. En Alto Lucero, el presidente
del PRI municipal, Mauricio Aguilar, también emigró al PRD que lo llevó al
triunfo. El mismo caso se dio en Camarón de Tejeda, en donde el presidente del
PRI municipal, Gustavo Ameca, inconforme por no obtener lo que en su partido
buscaba, se fue a la oposición. La veta es rica en ejemplos y sirve para
comprobar una vieja práctica política que fue creciendo cada vez más”.
En
la elección de 2004 el fantasma del transfuguismo permeaba por doquier, el
candidato del PRI al gobierno del estado, Fidel Herrera definía: “El
transfuguismo nunca ha dado buenos resultados ni tampoco comprar candidatos,
bien lo dice la canción que el cariño comprado no sabe querer ni sabe ser fiel,
y en el priismo hay convicción” (Sic).
Vuelvo
a citar: “El transfuguismo político no es un fenómeno reciente, como se puede
comprobar en lo que se ha reseñado. Es una actitud provocada, entre otras
razones, por la incongruencia entre el discurso y los hechos; cuando de palabra
se insiste en el PRI en que “los mejores”, los “más populares” serán los
candidatos y en la realidad éstos resultan los amparados en el compadrazgo o
por la compra de sus candidaturas. Aquí procede la pregunta ¿a quién se le debe
ser leal, a la población que respalda o al partido que parcializa sus
decisiones en base a prebendas y beneficios personales?
“Así,
estaría por definirse ¿quién es más traidor al Partido, quienes le juegan la
contra con respaldo popular o quienes desde la dirigencia, por amiguismo,
compadrazgo o por venta los hicieron a un lado? El fenómeno perdura porque se
ha hecho práctica en todos los partidos, como un quiste cultural, que en
temporada de elecciones acuden al expediente de “cachar” a los “desertores”
para hacerlos sus candidatos, aún en perjuicio de quienes han hecho méritos
dentro de sus filas… Por lo que un buen número de alcaldes fueron priistas
trasplantados a otros partidos que engrosaron las victorias de la oposición”.
(El Fin de una Era, 2010).
Al
transfuguismo ahora se agrega el llamado chapulinismo, un fenómeno que describe
al saltimbanqui político, el que va de una sigla partidista a otra según le va
en la feria, el que habla de que sólo es asunto de colores, con el único
propósito de permanecer en el presupuesto, succionando dinero público, y no por
necesidad sino como modus vivendi y modus operandi, independientemente de la
problemática social, que para nada está apostada en los propósitos
materialistas de la ambición de poder de los modernos mercaderes del templo.
alfredobielmav@hotmail.com sociedadtrespuntocero.com
1
de febrero de 2015
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