CAMALEÓN
PESIMISMO
ENTERADO
El síndrome de la obra
pública mexicana tiene entre otras características la de su acentuado desfase
entre lo que se proyecta y lo que se concluye, subrayadamente se hace notar en
el costo final respecto a lo inicialmente aprobado. Casos como el del edificio
que actualmente ocupa el senado de la república y la recién inaugurada
autopista México-Tuxpan son paradigmáticos de ese síndrome, cuyos antecedentes nos
remitirán a los tiempos de la Colonia, con la obra del desagüe de la Ciudad de
México, concluida en el siglo XX o el ferrocarril de la república restaurada.
En la aldea veracruzana
no escapamos a esos signos, marcadamente acentuados en los dos últimos
gobiernos que hemos tenido. Se ignora si fue por la “magnitud” de las obras, o
simplemente por vocación histórica, que las pocas obras iniciadas durante el
gobierno de Fidel Herrera se convirtieron en multianuales y hasta transexenales,
de esto último la Torre Pediátrica y el Túnel Sumergido son expresiones patéticas.
Lamentablemente, el actual gobierno no escapa a ese insano designio, pues
algunas de las contadas obras que den inicio en este periodo deberán ser
concluidas por el gobierno sucesor.
Son obras cuya
dimensión no justifica su desfase, pero que en Veracruz son lugar común; un
edificio como el que se construye para la llamada Torre Pediátrica, que a la
iniciativa privada ocuparía a lo sumo tres años para concluirlo, al gobierno
veracruzano le lleva fácilmente el doble de tiempo y dinero, solo en lo que
corresponde a la obra civil porque el equipamiento requerirá tiempo y dinero adicional.
Comparativamente, si nos remitimos al periodo de construcción del conjunto
habitacional Tlatelolco en la ciudad de México, sufriríamos un agudo
sentimiento de frustración. El 14 de enero de 2013 el gobernador anunció que “a
más tardar” en julio de ese año se terminaría el edificio, aseguró que no había
problemas de recursos, al grado que alardeó de "La inversión más
importante que se tenga memoria en Veracruz en el Sector Salud…”. A casi dos
años de aquel enjundioso anuncio, el optimismo luce desinflado y nada se sabe
de esa Torre que algún día albergará al Hospital Infantil de alta especialidad
con 223 camas y 18 especialidades, en la hipótesis.
Diez años después de
haberse iniciado el proyecto del llamado túnel sumergido de Coatzacoalcos, ni
quien recuerde que su costo original estaba proyectado en mil 784 millones de
pesos, lo sorprendente es que aún sin concluirse se han gastado más de 3 mil
411 millones de pesos, un excedente que le costó al erario con cargo a recursos
provenientes del Puente Coatzacoalcos I. Para darnos una idea de este desfase
inexplicable, con todo respeto para las desproporciones, podemos acudir al caso
del Eurotunel que va de Francia a Inglaterra cuya longitud es de 50.5 km y se
ubica 40 metros bajo las olas, demoró siete años en concluirse (1987-1994). En
cambio, el corto tramo de nuestro Túnel, 696 metros, tiene una longitud de
acceso a Coatzacoalcos de 500 metros, y una longitud de acceso a Allende de 417
metros, más 965 metros de vialidad sobre la calle Niños héroes y Jesús García.
Pero este “orgullo de la tecnología de punta” lleva ya diez años más lo que se
acumule.
En julio de 2013, ante
las invariables interrogantes sobre la terminación del túnel sumergido el
entonces Secretario de Comunicaciones, Francisco Valencia, se disculpaba
aduciendo que la construcción no consistía solo en la “obra marina”, contempla,
se disculpaba, los accesos de ambos lados, no obstante aseguraba que para julio
de 2014 la obra estaría concluida. Un año después sabemos cuánto ha ocurrido,
la obra está detenida y es un enigma saber si será continuada o allí quedará
como un monumento a la corrupción, a la displicencia y la ineptitud. Viene más
porque en el presupuesto original no se contempla la construcción de las
vialidades adicionales de acceso al túnel, un largo que hacen 22 kilómetros y
no se sabe de dónde provendrán los recursos, aún más, se ignora si ya
resolvieron el problema de la tenencia de la tierra en Villa Allende para el
derecho de vía.
Este drama no termina
con el tardío descubrimiento por el gobierno de que la empresa constructora no
estaba aportando lo que le correspondía y todo corría a cargo del erario estatal.
Hace un año Gerardo Buganza hizo público el desgarriate financiero sobre esta
obra descubriendo que Cotuco había incumplido; pero mientras todo este desbarajuste
ocurría ¿qué hacía el Contralor de entonces que no detectó la irregularidad? Si
se aplicara en este caso el incumplimiento de un deber legal, alguien debería
estar en serios problemas. Pero nada ocurre porque el sucesor en la
Contraloría, Mauricio Audirac, el 12 de diciembre de 2013 declaró que actuaría
“conforme a Derecho si su antecesor, Iván López Fernández, tuviera alguna
irregularidad en los asuntos que atendió”, y seguramente no las encontró.
La autopista
Córdoba-Xalapa, una “obra estratégica”, calificada así en el discurso oficial del
lunes 2 de febrero de 2013, “día histórico”, un “parteaguas”, cuando en
Chichicastle se anunció el inicio de su construcción, ahora duerme en la
opacidad de la desinformación. “Esta obra potencializa el desarrollo, la
inversión, empleo, la tranquilidad, la estabilidad, certidumbre y la
felicidad”, dijo Duarte de Ochoa. De solo 71 kilómetros, ofrecida en campaña en
2010, hasta ahora nada se sabe, salvo el “se la debo” que se escucha en el audio
de la entrevista que reporteros hicieran al gobernador en Los Berros, en
septiembre pasado.
Reportes periodísticos
registran que en aquella fecha de febrero, el Secretario de Comunicaciones,
Raúl Zarrabal, aseguró que ya se estaba licitando la obra del Puente de La
Prosperidad (213 metros de largo, 18 metros de ancho y cuatro carriles), pero
mucho se teme que difícilmente será inaugurado antes de 2016. Se congeló en el
olvido el prometedor anuncio: “INICIO DE LOS TRABAJOS- Kilómetro: 0+620,
autopista tipo A2- Tramo: Tamarindo-Cuitláhuac.- Puente: de La Prosperidad-- 71
kilómetros”.
La Autopista a San
Andrés Tuxtla, con un costo en el origen de mil millones de pesos, es otra
promesa de la campaña de 2010, fue anunciada el 13 de febrero de 2013, incluía
el libramiento de San Andrés Tuxtla, quedaría lista en dos años y no sería de
cuota pues la haría el gobierno: 20 kilómetros de La Tinaja a Camacho y con 37
kilómetros más se llega a San Andrés Tuxtla: “La pista constará con cuatro
entronques, 25 pasos vehiculares, seis puentes mayores entre ellos el de La
Ceibilla de 70 metros y Las Tunas de 60 metros de longitud… Es el síndrome del
subdesarrollo administrativo, político y económico.
alfredobielmav@hotmail.com sociedadtrespuntocero.com
5-octubre-2014
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