Tiempos
de recoger varas
Alfredo
Bielma Villanueva
CAMALEÓN
Respecto del
gobierno de Javier Duarte de Ochoa en Veracruz ya es posible hacer las
evaluaciones de rigor en cuanto a hechos, actitudes, acontecimientos y, por
supuesto, resultados. Cinco años de una gestión programada a seis son
suficientes para catalogar los efectos de una administración pública que ha
ejercido cientos de miles de millones de pesos. Según la perspectiva desde
donde se sitúe el evaluador se observarán las diferencias, no muchas si la
intención es acercarse a la verdad lo más cerca posible con los criterios y
herramientas que proveen las ciencias sociales.
De inicio,
podríamos empezar por aceptar que durante este ejercicio de gobierno no se
tronaron muchos “cuetes”, pues en pleno jolgorio hubo diversas interrupciones,
algunas muy abruptas y bastante frecuentes; cronos no se detiene, ya estamos en
la etapa de recoger las varas y de la misma manera en que se asumieron las
canonjías del ejercicio del poder, ahora deben arrostrarse las consecuencias
clásicas del “día siguiente”. Una evaluación en términos de un gobierno todo
cobra dimensiones históricas, ya que es conveniente y hasta necesario
establecer las comparaciones que atañen a la gestión con el antes y el después,
¿qué calificación merecería la gestión gubernativa de Javier Duarte de Ochoa en
los términos comparativos con sus predecesores en el cargo? Y en el balance ¿su
gobierno pasará la prueba?
Lo hasta ahora
conseguido por esta administración estatal difícilmente variará en el tiempo
que resta del periodo duartista, sólo un auténtico milagro cambiaría
favorablemente el resultado, pues este se alcanza con dinero y es precisamente
lo que no hay; la perspectiva del presupuesto federal base cero para 2016 no
promete mayores recursos de la federación hacia las entidades federativas, y si
este año ha habido más recursos para las entidades federativas, como lo asegura
Luis Videgaray, a pesar de eso nosotros podemos observar que Veracruz no se
mueve, entonces ya podremos imaginarnos cómo nos irá durante el próximo
ejercicio fiscal en el que se reducirán subrayadamente las remesas del centro hacia
la provincia mexicana.
Habrá que
reconocer que no se observaron muchas luces en el firmamento duartista, porque
apenas arrancaba el gobierno y ya estábamos enterándonos del enorme pasivo
circulante heredado, de cuyo monto tal vez ni Duarte ni Tomás Ruiz conocían sus
verdaderos alcances, debido a la anarquía administrativa que recibieron y desde
el inicio para acá la procesión de acreedores en la Secretaría de Finanzas ha
sido una constante. Luego vino en septiembre de 2011 aquello de los cadáveres
esparcidos en pleno boulevard de Boca del Río, cuando justo enfrente se
celebraba la reunión nacional de procuradores de justicia y por obviedad se
entiende su impacto mediático, que fue fenomenal. Eran los tiempos en que los veracruzanos aún no despertábamos
por completo de la pesadilla del tercermundismo populista que como un violento
torbellino nos había agobiado los seis años previos.
Tiempos muy
tempranos, en los que prematuramente empezaba a agotarse la cuota del beneficio
de la duda, aunque el arranque había sido promisorio al poner la primera piedra
de la ahora ya muy hipotética construcción de la autopista Tuxpan-Tampico. Con
las largas filas de acreedores frente a la Secretaría de Finanzas se empezó a
especular sobre los alcances de la deuda pública heredada, primero con rumores
que la calculaban por encima de los 50 mil millones y después con la
información de Hacienda que la ubicaba en 40 mil millones, haciendo inútil ya
los esfuerzos del gobierno estatal de presentarla por debajo de los 30 mil
millones de pesos.
El video de los
mapaches electorales fue catastrófico desde el punto de vista político pues le
trastornó a Videgaray su agenda para la presentación de la reforma fiscal, con
las consecuencias que implicó al interior del Pacto por México cuando se
intensificaron los cabildeos para la aprobación de las reformas iniciadas por
el gobierno de Peña Nieto. No menor fue el escándalo del maletín con más de una
veintena de millones de pesos en efectivo y que el gobierno de Veracruz se vio
obligado a explicar que su destino era sufragar supuestos gastos de las fiestas
de la Candelaria y del Carnaval Jarocho. La derrota del PRI en Veracruz en la
elección federal de 2012 colmaba los ánimos, pues concluyó con un Peña Nieto
preguntándose el por qué perdió aquí ¿falta de interés o deficiencia política? esto
último configura un expediente que ha traído consecuencias severas, entre ellas
las expresadas a través de fotografías y gestos presidenciales nada amistosos y
severamente degradantes.
En cuanto al
desarrollo de la implementación de las políticas públicas, el balance no se
avizora positivo, pues se manifiesta en nuestra realidad socioeconómica
amargada con un mayor número de pobres, la información que Coneval proporciona es
de una contundencia inobjetable.
La inseguridad
pública sienta sus reales por doquier, entre otras razones porque el sector
encargado de combatirla no se ha mostrado capaz de arrostrarla con eficiencia, no
faltamos a la verdad al asegurar que estaríamos en la más severa de las
indefensiones si no contáramos con el
auxilio de las fuerzas de seguridad federal.
El Sector Salud
veracruzano pena en una inopia económica de lamentables consecuencias, porque
se acompaña con la ausencia de compromiso social de quienes han estado al
frente de esa responsabilidad; se trata de una instancia en donde se manejan
miles de millones de pesos porque el presupuesto privilegia la salud de la
población como un patrimonio vivo, desafortunadamente la voracidad, la
ineptitud y la irresponsabilidad han dado al traste con este sector cuya
infraestructura sufre un acentuado deterioro y, a pesar de un personal médico y
paramédico responsables a toda prueba, los elementos con los que debieran
contar les son negados por esas lacras que el sector padece. Desafortunadamente,
y es lo más lamentable, la población sin seguridad social, la más vulnerable
económicamente es la que paga las consecuencias.
La fría escala de
los números certifican lo que la prosa asevera, es el dato duro de una realidad
incontestable que se advierte en un campo olvidado, un sector productivo en
donde Odebrecht destaca porque acaso es lo único que hay; la población irritada
por engaños de ofrecimientos de obras permanentemente diferidas conforman una
realidad en cuyo piso están las escasas varas de los “cuetes” que tronaron y que,
como sucede tras de toda fiesta, habrá que recoger porque a diferencia del
pasado reciente quien llegue tendrá que exigir la entrega de casa limpia, lo más
que se pueda…si se puede… En cuanto al gran expediente de la corrupción, las
complicidades y la opacidad, su peso específico trastorna el rumbo de toda nave.
alfredobielmav@hotmail.com sociedadtrespuntocero.com
2-agosto-2015.
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