Entre la
decisión y la responsabilidad
Alfredo
Bielma Villanueva
Se entiende: la decisión de la
candidatura corresponde al presidente de la república; la responsabilidad de
que todo salga bien es del gobernador.
Aunque haberse formado en la
escuela de Fidel Herrera Beltrán no debiera revestir ningún signo de orgullo, a
juzgar por la forma en que desgobernó Veracruz, ni mucho menos constituye
garantía de una formación política con compromiso social porque es bastante
reconocida la lúdica inclinación del rector de esa Escuela hacia el ejercicio
patrimonialista del poder, debe respetarse al ciudadano Duarte de Ochoa lo que
siente y reconoce de su hacedor político. Lo que no obsta para que desde el
llano desaprobemos las enseñanzas de esa forma de concebir el poder ya que
heredó a su sucesor una pesada deuda pública y un desbarajuste
financiero-administrativo que ha gravitado onerosamente sobre la población
veracruzana.
La anterior reflexión deviene de
la muy completa crónica de Arturo Reyes sobre lo que expresó el gobernador en reunión
con periodistas, por cuanto a que arroja información fidedigna acerca de lo que
opina, piensa y planea uno de los actores fundamentales del proceso electoral
con vistas a la sucesión de gobierno 2016. Según Reyes Isidoro el gobernador
les confió que el presidente Peña Nieto manifestó:
“En el tema de la sucesión, me dijo: Javier, nunca me has fallado, pero esta es
la decisión más importante de tu vida, no te puedes equivocar, con lo cual me
está dando la gran responsabilidad” y, según se ve, es evidente que no le pidió
guardarlo en secreto.
Independientemente del desliz
que un comentario de esa naturaleza pudiera significar, el detalle aporta una
constancia adicional respecto del desarreglo de nuestra democracia, pues
muestra a un gobernador no solo militando abiertamente en favor de su partido,
sino difundiendo detalles de su participación en un proceso cuyo campo de
acción corresponde a las organizaciones políticas. Está en la genética de la
ortodoxia priista el que cuando este partido hace gobierno el alcalde, el gobernador
o el presidente de la república se convierten en “el primer priista”.
Para efectos del análisis, lo
que se lee nutre de información y esparce luces sobre cuanto acontece; ahora ya
sabemos que la encuesta como procedimiento para seleccionar al candidato no se
encuentra entre los preferidos; además, en el contexto de las revelaciones
deriva la inferencia de que el senador José Yunes Zorrilla lleva prelación en
el ánimo del gobernador, aunque Duarte no oculta que “el tema no es apoyar a un
compadre o a un amigo, sino a un proyecto…”. Cuál proyecto, ¿el diseñado por Fidel Herrera
para trascender sexenios? ¿Acaso se pretende imponer un continuismo? No hay
cartas ocultas, ya lo ha dicho Silva Ramos: en enero surgirán más nombres, el
suyo incluido, por supuesto.
Si al presidente nunca le “ha
fallado” el gobernador de Veracruz es asunto de interpretaciones varias, porque
lo que realmente importa es saber si Duarte de Ochoa no le falló al pueblo al
que juró servir. Pero se entiende referido a lo electoral, porque debe
reconocerse que en la elección federal de 2012 el PRI veracruzano aportó un
buen número de diputados al Congreso de la Unión y dos senadores por el
principio de mayoría relativa, no obstante el candidato a la presidencia
Enrique Peña Nieto no ganó en Veracruz, sería extraño que este “pequeño”
detalle no gravite en el ánimo del presidente?
A partir de esta delegación de
esta responsabilidad sucesoria a favor del gobernador veracruzano ¿cuál sería
el papel del presidente nacional del PR si lo hacen a un lado porque se operará
directamente con Gobernación? Nótese que esta deducción deriva de la visita del
gobernador a Bucareli al día siguiente de la comida de la unidad y da pie para
pensar que esa estrategia no sería descabellada si se considera que se están
preparando las condiciones para la elección de 2018, y así, con Manlio fuera de
la acción, no se requiere de un perito en criptografía política para
desentrañar quién no se encuentra en la agenda sucesoria.
Las circunstancias obligan a la
unidad, pero es incuestionable que el exceso de “franqueza” no aporta mucho a
ese fin; ninguna estrategia para unificar filas es eficaz cuando
innecesariamente se hieren susceptibilidades revelando pormenores de la
entrevista con uno de los actores conminándole a bajarle los decibeles a su
discurso, salvo que de plano en la intención se encierre el mensaje.
Por otro lado, fue una
excelente idea la comida de la unidad en San Julián, es señal que algún cerebro
adiestrado en estas lides está asesorando a quienes deben de actuar para añadir
mesura al ambiente, que ya parecía competencia pugilística al interior de la
misma cuadrilla.
El marco en que rindió su
informe el senador José Yunes Zorrilla fue una multitudinaria concentración de
ciudadanos veracruzanos llegados de diversos puntos de la entidad, fue foro
para pronunciar un discurso de menor confrontación porque los tiempos claman
por la unidad ya que un PRI dividido no camina, así se ha demostrado cuando
emplea métodos como la “consulta a la base” o cuando la clase política se
siente agraviada; referencia clásica es la elección municipal de 1997 cuando el
PRI perdió 107 de 205 municipios ya que la clase política priista estaba dolida
y marginada.
No debe quedar al margen
recordar que en 2010 quien dirigió la orquesta electoral en el PRI se formó en
la escuela de la mapachería, de la trampa, en la simulación y la mentira, que sabe
manejar los tiempos, que conoce y guarda relación con casi toda la nomenclatura
priista, lo que le facilitó soportes, no representa lo mejor del priismo
histórico pero su modus operandi le propició escalar posiciones políticas de
importancia; ese acervo le sirvió para salir adelante en cuanto trance electoral
se le presentó y la prueba más difícil fue la de 2010 cuando superó enormes
escollos, aunque para ello se apoyara en un gran caudal de recursos.
Tampoco debe soslayarse que uno
que otro de esos atributos desafortunadamente pudo haber sido inoculado o
abrevado “fielmente” en la “escuela” de que ya se habló y que los “nuevos”
priistas esperan que haya capacidad para maniobrar como lo hizo el “maestro”, porque
quizá para eso sí haya dinero, pero ¿habrá
similar capacidad operativa? En resumen,
la decisión sobre la candidatura será del presidente, la responsabilidad de no
equivocarse es del gobernador, además, claro, de entregar buenas cuentas porque
está en juego algo más que una gubernatura, que no es poco.
5-diciembre-2015
<< Home