EL RESPLANDOR DEL PODER

Por Alfredo Bielma Villanueva




Como un suspiro pareció a quienes colaboraban en el gobierno el tránsito de los años pues se encontraban ya en las postrimerías de la administración. Como ocurre en estos casos cada quien buscaba la manera de avanzar o de permanecer en el cargo al cambio de gobierno. Ya conocían el camino que era relacionarse con los hombres de mayor cercanía al candidato, halagarlos con buenas comidas y apoyos subrepticios, como vehículos o pago de cuentas de hospedaje, llegado el momento se cobrarían con creces los gastos. Conocer al candidato era importante, sí, pero lo más práctico era establecer nexos con sus colaboradores más cercanos. Así lo hicieron César y sus amigos, la estrategia no fallaba.

En aquel otoño de aireados atardeceres, tanto Gustavo como César tenían sendos compromisos para entrevistarse con amigos del entrante gobernador del Estado, que en una semana más tomaría posesión de su encargo y aquellos eran mencionados como sus futuros colaboradores. Andaban en búsqueda de trabajo, reubicarse era urgente, no quedar fuera del presupuesto era lo prioritario.

El primero de diciembre de cada seis años, la hermosa capital provinciana se adorna con luces políticas multicolores, tantas como plural es la concurrencia que acude en tropel al rito de encumbramiento de la nueva estrella del firmamento sexenal. El dios del trueno, el dispensador de canonjías, el que decidirá el destino de muchos que, según su suerte y la cultura imperante, cambiarán de status social. Día de jolgorio, noche de fiesta en algunos hogares, luz y sombra, alegría y esperanza contra nostalgia y tristeza; ilusiones frustradas y sorpresas enojosas; anhelantes augurios de una nueva vida. Los flamantes servidores públicos ¿tendrán acaso preocupación por la responsabilidad adquirida? ¿Temor de no poder cumplir cabalmente con la población lo que el nuevo gobierno se comprometió realizar?

Las imágenes del día captadas por cámaras de videos serán transmitidas por la T.V. en noticiarios especiales y en los horarios de rutina. Aplausos, abrazos políticos con sus respectivas palmadas, halagos fáciles para quienes llegan, indiscretas y hasta hostiles críticas para el sol que se oculta, Quetzalcóatl que ya se va sin posibilidades de retornar; aquel que justo seis años antes era el non plus ultra, el salvador, el guía, el único capaz de mantener para su partido el bastión provinciano, ahora era calificado como el burgués alejado del pueblo. ¡Qué contraste con el que ahora iniciaba un gobierno, sol radiante que nacía, pero también Tlatoani perecedero, seis años, a lo mas. Por el momento esto no importa ni viene al caso, la muchedumbre, fiel a su costumbre, glorifica al que llega; del que se fue ni rastro en sus mentes, ese es astro que ya no alumbra, al dejar el poder se convierte en un asteroide opaco, en un árbol hojoso que no da sombra, un árbol en el otoño de su vida política.

Pero, ¿no es acaso esta una película de intensa repetición? por supuesto que sí, aunque, como la serie de James Bond, o “lo que el viento se llevó” interpretado por diferentes actores; los actores secundarios y los extras repiten, aunque de estos últimos algunos llegan a ser actores principales y hasta estrellas; los papeles se intercambian pero, finalmente, son los mismos que antes aplaudieron y ahora reprochan.

Pareciera que la cegadora luz con la que el poder recubre al que poder estrena, aturde a quien lo contempla y lo enceguece de tal manera que, súbitamente, deja de notarle los múltiples defectos que poco antes le encontrara.

¡Cuán especial el día de la ascensión!, los apretujones que se forman para lograr del iluminado una mirada o un saludo, por muy fugaz que este fuere, son fenomenales, tanto que muchos pierden la figura para obtenerlo; ¿conque fin? conseguir trabajo, permanecer en él o lograr canonjías para los negocios.

Después del tumulto que se forma en torno a la ceremonia de toma de posesión, César y Gustavo acudieron a la tradicional cafetería ya colmada de políticos, entreverados jóvenes y veteranos, vinculados por la idea de o mantenerse o escalar posiciones en la administración pública. A ese heterogéneo conjunto de seres humanos lo único que les importaba era el más inmediato de los futuros, mientras más halagüeño mejor. Los tres amigos se levantaron, despidiéndose Edmundo, quien tenía que viajar de regreso a la capital de la república, la añorada morada que no cambiaría por nada, no sin antes desear a sus amigos la mejor de las suertes en la augusta tarea de sobrevivir políticamente y recomendarles visitar, cuanto antes, al nuevo gobernador al que, como al sol naciente, en los inicios de su gobierno es posible todavía verlo y, quizá hasta tutearlo, antes de que el resplandor de su luz lastime sus pupilas, como ocurre con el astro rey a medida que asciende en el firmamento…………………


Ya en camino, César se decía que el Darwinismo social se hace más evidente en la feroz lucha por conseguir escalar políticamente; pensaba que la sobrevivencia del mas fuerte en política se traduce en la aptitud para evadir la intriga, para mantenerse incólume tres o cuatro horas, o más, en las antesalas, hacer las llamadas telefónicas que sean necesarias y no cejar en el intento hasta obtener la presa; mañanas, tardes y noches son propicias para este esfuerzo, no hay horario que valga; el horario, el tiempo y las condiciones las impone el que tiene la capacidad para otorgar los minúsculos cotos de poder que debe repartir, según sus propios intereses y los que las circunstancias impongan.


-------------------------------------- En política, cuando se anda en pos de un trabajo, la antesala es una observancia casi ineludible. Sólo quienes han ascendido a cierto nivel tienen el privilegio de evadirla, de allí, de ésas truculentas “horas nalgas” han emergido infinidad de los “políticos” que caminan por las calles, con celular a la oreja, como perdonando vidas.


(Fragmentos del libro “El Resplandor del Poder”, de la autoría de quien esto suscribe, editado por CONACULTA y el Instituto Veracruzano de la Cultura, de próxima presentación)

alfredobielmav@hotmail.com

Septiembre 2010